El policía quería probar más…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hamlet666Gray.
Hace unos meses escribí el relato de lo que me sucedió con unos policías en diciembre del año 2008, donde estos nos obligaron a mi entonces pareja J y a mí a coger en frente de ellos, para después obligarme a que se las chupara y un poco más.
Aquí está el link:
http://www.sexosintabues.com/RelatosEroticos-28658.html
Pues bien, pasaron los meses tras ese inolvidable incidente con los policías (para ser exactos 10 meses) y mi relación con J, concluyó, sin embargo, después nos volvimos amantes, por lo que continuamos cogiendo.
Un sábado de octubre, justo el día 24 de ese año 2009 me llamó J para vernos en un punto de la Ciudad de México, allí lo encontré con un amigo, quien luego se marchó, tras ver un espectáculo en el que anteriormente J y él solían participaban.
Me fui con J a su casa y cogimos muy bien, como siempre, durmiendo juntos.
Al otro día, resultaba que era el cambio de horario por lo que había esa hora extra.
Tras desayunar me retire.
Por la hora extra, resultaba verse como muy temprano ese domingo y no tenía ganas de estar en casa tan pronto tampoco.
Así que, en un parque cercano a mi casa, el cual se halla junto a una escuela primaria, me fui a sentar a escribir en un diario mi cogida del día anterior, ya que es un hábito que tengo desde hace años.
Yo me encontraba muy enfocado en eso, escribiendo, cuando de repente oigo una voz gruesa que me decía que me levantara.
Entonces volvía a la realidad.
Era un policía, en realidad dos, un hombre que fue el que me indico y una mujer.
Me pare extrañado sin saber a qué se debía eso y me pidieron abriera mi mochila que suelo llevar cada que salgo.
Me hicieron sacar todo, sin hallar aparentemente nada de lo que buscaban, para esto un señor con pinta de conserje estaba a un lado, entonces supe por lo que me dijeron los policías que este creyó yo buscaba vandalizar la escuela y creían tenía marcadores o aerosoles en mi mochila, los cuales no hallaron.
Sin embargo, esos policías querían sacarme algo, no querían irse con las manos vacías, aunque esta vez dude quisieran coger, pues eran un hombre y una chica, mas bien querían dinero para dejarme ir, lo cual me puso muy nervioso, por lo que el conserje intervino y dijo algo de que había pensado mal y que no era su intención, que solo lo había interpretado mal ya que su deber es cuidar la escuela.
Pero a fuerzas querían subirme a la camioneta policiaca, a pesar de que yo replicaba que no había hecho nada y tampoco había tenido la intención de hacerlo.
Estaban por hacerlo cuando alguien mas intervino.
-¡Hey compañero!, es un buen chico, yo lo conozco…-dijo una voz, voltee a ver y era uno de los policías de hace 10 meses, el que conducía, Ortega, el gordibueno con pinta de oso, quien traía ropa deportiva y se le veía un poco sudoroso.
Yo me hallaba sorprendido de que el destino me lo hubiera mandado para salvarme…
-Es que el chico iba a rayar la escuela o algo… -dijo un poco contrariado el policía.
-Yo soy amigo de su familia y sé que no lo haría -dijo poniéndose a mi lado.
Eso me hizo sentir más seguro y excitado, a la vez.
Ortega les mostró además su placa para que comprobaran era policía.
Resignados se subieron a la camioneta los dos policías, la chica solo fruncía el ceño.
El conserje le dijo que qué bueno había intercedido por mí, que había sido su culpa, se disculpó y se retiró.
Entones Ortega me vió con cara de malicia.
Y yo pude apreciarlo mejor.
Su piel blanca y su cara regordeta adornada por ese tupido bigote castaño, su cuerpo apetecible de gordito, sus brazos fuertes que se apreciaban por medio de su camiseta….
-espero me recuerdes…-rompió el silencio.
Esbozó una sonrisa picara
-Claro.
¡Cómo no hacerlo! -dije
-Te salvé el pellejo.
Esos cabrones solo querían sacarte dinero
-Lo sé.
Gracias -dije tímido.
– ¿Cómo has estado? -dijo limpiándose el sudor de la frente, la pregunta me sorprendió.
-Bien.
Todo bien.
-¿Sabes? La vida es extraña, justo había estado pensando en ti estos días y mira, te me apareces en el radar en buen momento…
– ¿Ah, sí?
-Sí, muchacho.
Sacudiste mi mundo.
Cuando hace meses me chupaste la verga y todo lo demás, ya no volví a ser el mismo.
– ¿En serio?- seguía sorprendido
-Así es.
La verdad es el que tanto al oficial Martínez como a mí nos cambió.
Ven, vamos a otro lado -me dijo y comenzamos a caminar.
mes señaló un lugar y un auto estacionado, al cual subí un poco intrigado por lo que me había dicho…
– ¿Cómo fue que las cosas cambiaron? -le pregunté.
-Pues verás tanto a Martínez como a mí nos gustó mucho como usaste esa boquita -dijo tocándome e mentón.
-Oh
-Sí, nos envició.
Poco después nos atrevimos a chuparnos mutuamente la verga y ¡uff! Solo de recordarlo, me re calienta…
– ¿Y qué pasó? –
– Que una cosa lleva a la otra, fuimos experimentando a escondidas más cosas, pero todo acabó el día que quiso penetrarme y yo no se lo permití.
sE enojó mucho y ya no pudimos seguir como compañeros, pedí me cambiaran.
– ¿No quiso ser penetrado?
-Háblame de tú, muchacho.
La verdad es que si me daban cosquillas la posibilidad de pensar en cómo se sentirá ser cogido, yo le dije lo haría solo si él también se dejaba coger, pero eso no le agradó y me recordó él era mi superior.
Ahí todo valió madre…
– Oh, entiendo.
– Pero la verdad es que al verte se me despertó esa sensación de volver a sentir una boca en mi verga, mi culo, en todos lados, ¿Qué dices, quieres volver a comerme?
-Sí, claro -no tenía que pensarlo, ese policía se me hacia súper bueno, y siempre me han matado los hombres maduros, de tipo oso, de complexión gruesa.
Yo siendo tan opuesto, delgado, lampiño, pequeño…
– Vamos a mi casa.
-dijo y encendió el carro.
Todo el camino esa sensación de nervios y emoción me invadió, tímidamente llegué a tocarle la pierna y eso le agradaba, porque volteaba a verme con una mirada picara.
Una vez que llegamos a su casa y bajamos del auto, me pregunte si sería casado y si tendría hijos, pero preferí no preguntar.
Lo único que importaba era disfrutarlo.
Lo seguí a una habitación, con cama matrimonial, lo cual asumí tendría que compartir con una esposa.
– ¿Me esperas a que me bañe? -dijo.
Venía de correr un poco, cuando te vi ahí con los compañeros, he querido adelgazar porque a veces ya me pesa…
– No hay necesidad, no tengo problema.
– ¿En serio, papito? – menciono mientras tocaba mi mentón.
¿Te gusta este todo sudado? ¿Así te vas a comer mi culo y mi pito como esa vez? Ya se me paró.
Asentí
Se quitó su playera y un embriagante olor a sudor invadió la habitación.
Eso me excitó.
Quedó frente a mí, ese pecho peludo otra vez.
El cual estaba sudado también.
Mi nivel de calentura me hizo abalanzarme sobre él y aventarlo a la cama, lo cual no le disgustó, nos fundimos en un beso obsceno, su lengua recorría toda mi boca.
Mi pito ya estaba bien parado.
Besé y mordí un poco su cuello, para después con mi nariz recorrer su pecho peludo y mi boca se perdió con el primero de sus pezones, el cual chupé en vil perdición.
-¡Ah, que pinche rico! -exclamó.
Así continúe con el otro pezón, luego alce su brazo y quede prendado de su axila que despedía un dulce olor a sudor, el cual me extasió.
Lamí su peluda axila en devoción, como me calentó hacer eso.
Tras lamer su axila derecha fui bajando con mi lengua por su panza mientras mi mano acariciaba su bulto visible todavía dentro del pants, mientras me quitaba la playera que yo vestía y los pantalones, quedando solo con mi trusa.
Siguió acostado y le baje los pantalones, le quite los tenis y calcetines, de un impulso me metí uno de sus pies en la boca, comencé a succionar dedo a dedo, a pasarle la lengua entre ellos…
-Ufff, eso no me lo habían hecho…
Deslice entonces mi lengua por su planta.
Volví a su entrepierna que ya visualizaba una gran verga parada.
Bajé su trusa, quitándosela por competo y ahí estaba esa rica verga de vello púbico castaño, de alrededor de unos 15 o 16c, de largo, ya escurría precum.
Me metí la cabecita y comencé a chupársela con intensidad mientras mis manos acariciaban sus testículos.
Gemía muy rico, lo cual respondía a como la pasaba.
Con su mano me empujaba la cabeza para comérmela toda.
Dejé de hacerlo y dirigí mi lengua a sus guevos, que lamí con vil excitación.
-Chúpalos rico, papi.
Los dejé tras un rato y mi lengua se dirigió a su agujero.
Deslizaba mi lengua por su perineo y comencé a hundirla e ir introduciéndola en su culo.
Lo cual lo hizo soltar un gemido prolongado.
Alrededor estaba lleno de mucho vello.
-Ay, cabrón.
Mete rico esa lengua en mi culito.
¡Oh, así!
Alzó un poco su pierna y tuve mayor acceso a ese culo, mordiendo de vez en cuando esas nalgas carnosas que tiene.
Moje uno de mis dedos y se lo metí.
Tras lo cual se volteó, quedando boca abajo y abriéndose las nalgas con las manos, señalando con ello que le siguiera mamando el culo.
No me negué, y acerqué mi cara, mordí sus nalgas y puse mi nariz en su orificio, el cual despedía un fuerte olor a sudor, volví a introducir mi lengua en su culo y se lo seguí chupando por algunos minutos más.
-¡Ay, cabroncito, en serio que mamas el culo riquísimo!
Le di un poco más y entonces me hizo señas de querer él participar.
Me tomó por la cintura y se fue tragando mi verga que estaba durísima por toda la acción.
Por lo visto, esos meses-sin duda- había aprendido a mamar muy bien porque me estaba enloqueciendo con sus lamidas mientras sus manos apoderaban de mis nalgas, las cuales fue abriendo y acariciando.
-Mmmm ¡que rica verga! Voltéate, ahora quiero comerme ese rico culito…
Me volteé y acosté, acercó su cara a mi culo y comenzó a darme lengua, me estremecía bastante sobre todo con su bigote cerca de mi agujero, era una sensación inigualable.
Luego comenzó a dedearme muy rico, realmente lo estaba disfrutando.
– ¿Sabes? Me volvió la cosquilla de que me cojan.
– ¿Ah, sí?
-Sí, quiero sentir tu verga.
-Si eso quieres, con gusto—mencione.
-Solo trátame bien, cabrón.
Fui por un condón y él se recostó, hundí mi lengua y le chupé un poco más el culo, le fui metiendo dedos para prepararlo.
Llegando a cuatro.
, que se hundían muy bien.
Era el turno para mi pito.
Ya con el condón colocado fui entrando poco a poco.
– ¡Oh! -se sobresaltó
– ¿Todo bien? – pregunté.
– Tú sigue.
Se la fui metiendo despacio, mientras soltaba uno que otro quejido hasta que entró más y más.
Empecé a cabalgarlo, primero suave y conforma agarre ritmo lo fui haciendo con mayor soltura, le di duro y con mayor intensidad.
Comenzó a mover las nalgas, sin duda, ya lo estaba disfrutando.
Así un rato, y cambiamos de lado y hasta entró más profundo.
Posteriormente le pedí se colocara boca arriba y se la volví a hundir.
Levanté sus pesadas piernas velludas y las puse sobre mis hombros.
Me encanta coger a los hombres grandes así, me excita mucho por ser más pequeño y tenerlos en esa posición, aunque no suelo durar mucho tiempo así, justo porque soy delgado.
Aguanté lo más que pude.
-Uy, ya quiero tu leche.
Se colocó en cuatro y se la volví a meter hasta el fondo.
Ya no aguantaba y me vine con mucha intensidad, mientras gemía en delirio.
Tras eso, me dijo lo ayudara a venirse chupándole las bolas mientras se la chaqueteaba.
Estaba hipercaliente.
-Méteme un dedo.
Apenas se lo introduje, se vino incontrolablemente y de manera copiosa.
Una parte cayó en mi pecho, otra en su vientre y por poco en mi cara.
Descansamos un poco, me dijo lo mucho que le había gustado ser penetrado y menciono que había acabado todo batido, que iría a bañarse.
Por lo que se metió a la ducha.
Se me ocurrió meterme, abrí la puerta y fui bien recibido.
Nos tallamos mutuamente, enfatizamos mayormente entre nuestras nalgas y en las vergas.
Luego nos besamos acaloradamente mientras su mano jalaba con ímpetu mi verga y yo la suya.
Me vine primero que él cuando metió dos dedos a mi culo.
Entonces me pidió algo.
-Hazme terminar, mamándome el culo.
Se empinó, sosteniéndose con las manos en la pared y le metí la lengua en su culo, no tardó en venirse tras un gruñido enloquecedor.
Terminamos de limpiarnos de nuestra última travesura.
Nos secamos y vestimos afuera, sus ojos brillaban y yo también me sentía primoroso.
Me pidió mi teléfono, se lo proporcione y quedamos en que me llamaría para repetir cuando pudiera.
Salí, nos despedimos y me fui a mi casa.
Eran cerca de la una de la tarde.
Disfruté mucho esa ocasión, sin embargo, nunca me llamó, pero al menos me quedan los deliciosos recuerdos de cómo me lo cogí.
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