El primer nene: yo 19 y él 13
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Gorje.
Saludos a todos. Tengo un tiempo leyendo las historias que aquí cuentan y me gustaría compartirles la mía. La verdad por la índole de las cosas que les voy a contar, me tomó algún tiempo decidirme a hacerlo. Sean conscientes de que, como dice el título, este relato involucra a un menor de edad. Por ello quiero pedirles respeto tanto para mí, como para los demás lectores. Si esta historia sientes que te ofende o dice algo que no quieres leer por favor no continúes. Antes que nada quiero presentarme. Me llamo Jorge y tengo 23 años.
Estoy a punto de graduarme de la universidad y siempre, desde los 10 años, he practicado Tae Kwon Do, por lo que se pueden imaginar mi cuerpo es uno de mis mayores orgullos. En fin, de lleno al relato. Es el primero que escribo, acepto sugerencias y críticas constructivas pero también les pido que comprendan que no soy un experto en esto. Yo he vivido en una ciudad de México sólo desde los 17 años, porque en el pueblo de donde soy originario no existían universidades (no hace mucho acaban de inaugurar la única que existe ahí) y por lo tanto era una obligación salir de ahí para continuar los estudios. El hecho de practicar un deporte te hace más hábil para socializar e influye positivamente en el carácter, por lo que no me costó hacer amigos.
En fin, recién cumplidos los 19 años, uno de mis compañeros de clases nos invitó a festejar los XV años de su hermana. A la recepción acudió mucha gente de la facultad, entre alumnos y maestros ya que ambos padres de mi amigo (Julián) son profesores de ahí mismo. Ahí conocí a Mariana, una mujer divorciada que para nada reflejaba los 36 años que tenía. Sus facciones eran delicadas y su cuerpo bien cuidado por lo que aparentaba muchos años menos. La invité a bailar y durante el baile conversamos y me comentó que era divorciada hacía 7 años, que no tenía pareja y que tenía un hijo adolescente de 13 años. Después de la fiesta me despedí pidiéndole su número (ya sabiendo que era divorciada sin compromisos) y me dijo que si no quería acompañarla para seguir la fiesta en su casa. Accedí y nos fuimos, evidentemente, acompañados de su hijo que también había ido a la fiesta.
Para mí el no representaba en absoluto ningún atractivo, a mí siempre me gustaron las mujeres y más las mujeres hermosas como Mariana, pero con el transcurso de los meses llegamos a ser muy buenos amigos. Mariana y yo sosteníamos lo que podía decirse una relación seria y yo con frecuencia visitaba su casa pasando tiempo con ella y con su hijo. La convivencia era muy amena. El padre de David nunca se aparecía por la casa y, si acaso quería verlo, lo recogía del colegio para pasar la tarde con él y lo regresaba de noche entre semana o pasaban el fin de semana en casa de él. Cosas típicas de matrimonios separados. Pues tan fuerte llegó a ser nuestra amistad que David siempre me contaba sus cosas y así un día me enteré que era gay. Honestamente era algo que saltaba a la vista, y justamente por ello sus compañeros lo molestaban y fue cuando decidió abrirse conmigo y pedirme consejo.
Él quería que le enseñara a defenderse físicamente pero yo opte por enseñarle otros métodos, métodos de defenderse sin necesidad de usar la violencia y evitara meterse en más líos. Afortunadamente funcionó, sus compañeros lo dejaron por la paz y ese episodio nos dejó una buena comunicación. Un domingo por la tarde, mientras estábamos los tres en casa, Mariana recibió una llamada de su hermana en Estados Unidos; su madre, que vivía con ella, acababa de sufrir un accidente y estaba grave en el hospital por lo que Mariana tenía que salir de inmediato. Como David no podía perder escuela yo me ofrecí a cuidar de él mientras ella estaba fuera, aunque la primera opción fue que fuera con su padre, pero David no quiso. Y así fue, lleve en su coche a Mariana al aeropuerto esa misma noche, David me acompañó a mi departamento por algunas cosas para llevarme a su casa y nos fuimos a dormir ya que ambos teníamos escuela al día siguiente. David, tal vez por la preocupación de su abuela y la ausencia de su madre, dijo que no podía dormir y se quedó en el cuarto de TV despierto un rato, yo tenía clase muy temprano así que me fui al cuarto de Mariana para descansar. Pasada la media noche desperté y fui a revisar que todo estuviera bien; David estaba dormido en el cuarto de TV y esa fue la primera vez que lo vi con otros ojos. Fue algo muy extraño para mí. Al verlo ahí, encorvado en el sofá, iluminado sólo con la luz tenue del televisor pude ver lo bello que era. Sus piernas largas y blancas parecían más las de una chica, más aún por el short cortito azul que tenía puesto. Sus caderas redondeadas y una curva perfecta en sus nalgas que apretaban la tela.
Me quedé viéndolo un instante y no pude resistir la tentación de poner mi mano en su muslo. Su piel blanca era suave, tersa. El calor de su muslo se transportó hasta mi verga que empezó a endurecerse solo con el roce de la piel de ese niño. Le hablé por su nombre para ver si estaba dormido pero no contesto. Entonces lo cargue para llevarlo a su cama y el rodeo mi cuello con sus brazos. Yo estaba solo en bóxer, él tenía una playera blanca además del short azul y aun así podía sentir el calor de su piel contra la mía. Sabía que no estaba dormido por el gesto de sus brazos pero no le dije nada, lo sentía tan frágil y a la vez el contacto con su cuerpo adolescente me ponía tan caliente que no quise que terminara. Lo cargué por la casa con una potente erección que él no podía ver, pero que él me había causado. Lo llevé hasta su cama y él no me soltó. Me pidió que me quedara con él, su cama era amplia y me dijo que estaba nervioso. Más por mí que por él, acepté. Me acosté rápido para no darle tiempo de ver mi erección y él inmediatamente me dio la espalda. Yo estaba muy nervioso pero mi erección no cedía, decidí darle la espalda también y tratar de dormir. Pasaron unos minutos que me parecieron eternos y cuando creí que él dormía su voz me dijo entre la oscuridad: ¿Crees que mi mamá ya esté con mi abuela? –No sé- le respondí.
El vuelo no era directo. –Tengo miedo- me dijo- ¿Qué tal que no vuelvo a ver a mi abuela? –Tú no pienses en eso, trata de dormir, verás que todo estará bien. –Gracias- Me dijo al tiempo que se giró y me abrazó. Su mano apenas alcanzaba a cubrir mi hombro pero a mí me electrificó el cuerpo entero. Así dormimos esa noche, el abrazándome por la espalda y yo con una erección tremenda. Recuerdo que ese día lo soñé desnudo en mi cama ofreciéndome el culo. Ese fue mi primer sueño húmedo con otro hombre, y ese hombre era un niño, el hijo de mi novia. Me desperté temprano, mucho más temprano que él. Me dio tiempo de darme una ducha y masturbarme en su honor. Me lo imagine caliente, entre la pared de la regadera y yo gimiendo de placer mientras me masturbaba los 17 cm que le quería meter a él. Una vez alcanzado el orgasmo, llegó la culpa. No podía hacer eso con un niño y me sentí una mierda toda la mañana. Lo dejé desayunando y me fui a clase a la universidad. Cuando regrese a la casa el seguía en clases. Quise dar una vuelta para asegurarme que todo estaba en orden (si, así soy de paranoico) y al pasar por su recamara vi la puerta abierta y sobre la cama estaba su ropa de dormir. Con mi corazón palpitando casi en mi garganta me acerque hasta su cama, tomé su short cortito azul y recordé lo ajustado que le quedaba. Mi erección volvió casi al instante.
Me acosté en su cama que aún tenía nuestro olor y abrace su almohada imaginándolo a él. Mi excitación era demasiada, tuve que sacarla ahí mismo y, usando su short en mi mano, masturbarme en su honor de nuevo. Lo imaginaba ahí, con sus piernas abiertas a cada uno de mis lados, cabalgándome con deseo mientras gemía de placer. Acabalando mi eyaculación me di cuenta que tenía que lavar no solo mi ropa, sino su short y la ropa de su cama si no quería que mi nueva obsesión encontrara restos de semen por ahí. Afortunadamente tenía tiempo y mientras lave la ropa preparé la comida. Ya no podía negarlo, deseaba entrar en su culito y sabiendo que él es gay empecé a idear muchas cosas en cómo lograrlo. Luego regresaba la culpa y guardaba todo a la memoria. Así pasó la media mañana hasta que regresó de la escuela. Le dije que se lavara las manos, que la comida estaba lista y se sentó a comer conmigo. Platicamos de todo y de nada y entonces el inconsciente me traicionó. Le pregunté directamente si tenía novio. Su cara fue definitivamente de sorpresa y me contesto que no. Entonces me hundí un poco más con mi respuesta: no entiendo por qué, si eres un niño muy lindo. Sentí como mi cara cambio de color y la suya también. Recogí los platos y me fui a limpiarlos mientras él se fue a su cuarto para cambiarse el uniforme. Regreso a preguntarme por la ropa de su cama y su ropa de dormir y le dije que estaban en el cuarto de secado, que ordenara la cama y que hiciera su tarea mientras yo hacia la mía. Y así lo hicimos.
Cuando terminé se me unió en el comedor donde yo estaba trabajando y me preguntó que por qué había lavado sus sabanas y le dije que porque me daba pena que yo había dormido ahí, y quería que su cama estuviera limpia. Su respuesta me dejó helado: se levantó y me dijo, “¡qué lástima! Por fin que había tenido a un hombre de verdad en mi cama y tú le quitas el olor” y se fue riendo. Me hablo desde la sala y me dijo que si quería ver una película con él, yo nervioso le dije que sí y me fui al cuarto de TV donde lo encontré buscando algo que ver. Me senté a su lado aun nervioso y él se me recargo en el hombro aumentando mi nerviosismo. Sentí como el contacto entre los dos hacia que mi verga se apretara en el pantalón, trataba de concentrarme en la televisión pero tenerlo tan cerca me sacaba de balance. El tomo mi brazo y rodeo su cuerpo para depositar mi mano en su cintura. Era una posición mucho más cómoda, pero mucho más erótica para mí; saber que tenía mi mano a unos centímetros de su cadera apretó más aun el bulto en mi pantalón. Inconscientemente empecé a acariciar su cintura con el leve movimiento de mis dedos. Mis dedos apenas rozaban la tela de su camiseta cuando noté que puso su mano en mi pierna y el empezó a hacer lo mismo. Me detuve en seco temiendo su reacción, volteo y me dijo que siguiera que le gustaba sentir mis caricias, entonces no pude más. Ver su cara entre la pena y la lujuria de la situación fue demasiado para mí y con la mano que tenía libre tome su cabeza y lo acerque para darle un beso; fue un beso largo, intenso. Mi lengua recorría por completo su boca y sentía su tierna y cálida lengua luchar con ella, mi mano bajo de su cintura a una de sus nalgas que comencé a apretar y acariciar con mis dedos. Sus manos se posaron en mi pecho y podía sentir su lujuria adolescente en cada una de sus caricias.
Mi sentido común regresó de súbito y me separé de él, le pedí disculpas y me fui al cuarto de Mariana, entró casi enseguida de mí y con sus manos en mi nuca me jaló de nuevo hacia su cara y no le pude oponer resistencia. Lo cargue con ambas manos en sus nalgas y el rodeo mi cuerpo con sus piernas suaves y blancas. Separó sus labios de los míos y me dijo que fuéramos a su cuarto, y así me lo lleve cargando hasta allá y sin siquiera molestarme en cerrar la puerta lo arroje sobre la cama, me saque la playera y me acosté sobre el para seguir besándolo. Metí mi mano por debajo de su playera y sus manos acariciaban mi cuerpo con esa lujuria característica de las hormonas adolescentes. Mi mano viajaba al norte con un rumbo fijo, sus pezones, y cuando encontré uno empecé a acariciárselo y darle pequeños pellizcos a los que respondió con gemidos que me volvieron loco. Le quite su playera blanca y le di la vuelta y levante su culito aun enfundado en su short azul. El instintivamente se puso en 4 y giro un poco la cabeza para que yo pudiera seguir besándolo. Yo estaba vuelto loco rozando mi erección aun dentro de mi pantalón en ese culito espectacular. Le comí su boquita, le comí su cuello lo que lleno el cuarto de gemidos calientes de su parte, después sus hombros suavecitos y blancos en donde lo mordí y soltó un gritito de placer, todo eso con una de mis manos apoyada en la cama para no perder el equilibrio, la otra en su abdomen para sujetarlo firme y mi respiración a tope.
Quito mi mano de su abdomen y dio un paso hacia abajo, pensé que todo se había terminado, pensé que se había arrepentido del cachondeo con el novio de su madre y que me iba a mandar, en el mejor de los casos, a la otra habitación, pero no, yo estaba muy equivocado. Con una lentitud provocativa y dándome siempre la espalda sujeto la orilla de su short azul para bajarlo y lo hizo doblándose por completo y regalándome una espectacular vista de su culito enfundado en su ropa interior blanca. Me paré y me coloque detrás de él mientras seguía dobladito para restregarle mi erección en las nalgas y él se enderezo con una gracia seductora para pegar su espalda a mi cuerpo y tirarme del cuello hacia abajo para darle otro beso. Aun besándonos giro el resto de su cuerpo, tomo mis manos y puso ambas en sus nalgas y luego dirigió las suyas directamente hacia mi verga palpitante, la acarició unos segundos y luego me la sacó por el cierre sin desabrocharme el pantalón. Después de admirarla un par de segundos y de dos leves recorridas con su mano se la metió a la boca y me regaló la mejor mamada de mi vida. Yo me senté en la orilla de la cama con su boca pegada a mi verga y el seguía con su labor: la chupaba hasta la mitad, luego intentaba meterla completa regalándome dulces sensaciones mientras mi glande atravesaba su garganta, luego la sacaba y chupaba mis testículos, los dos, uno a la vez, etc. Se subió encima de mí, de frente a frente con sus piernas abiertas y me dijo al oído con una voz tremendamente lujuriosa: ¡cógeme! Lo lance a la cama y me desnude completo, él se puso en 4 sobre la cama enseñándome el culito y me lancé sobre él, le baje la trusa y de una empecé a lamer su rayita. Su culo era delicioso. Estaba limpio, fresco, completamente lampiño, redondito, paradito y terso. Con cada lamida, beso y mordida su boca me regalaba un delicioso gemido que llenaba la casa y luego empecé a dilatarle su joven esfínter con mi dedo y mi saliva para hacer más fácil la penetración y más fuertes los gemidos.
Después de un rato de jugar con su culito nuevo le puse la punta de mi verga dura en su culito y empujé. Soltó un grito y se enderezó poniendo su cuerpo contra el mío, yo tapé su boca y empecé a comerme su cuello sin sacársela de adentro. Su mano se puso sobre la mía que le cubría su boca pero no hizo intento de quitarla. Después de dejársela adentro unos minutos para que se acostumbrara empecé a moverme lentamente, despacio de adelante a atrás sintiendo como su culito me apretaba cada centímetro de verga que entraba. Conforme avanzaban los segundos los movimientos se hicieron más y más frenéticos, lo separe de mí y lo giré, lo acosté boca arriba en la cama, lo abrí de piernas y lo empecé a penetrar así para poder ver su cara de placer, que era excitante.
Después de un rato, unos 5 o 10 minutos sentí como las paredes de su ano me apretaban fuertemente y al tiempo que lo vi eyacularse encima sin tocarse yo no pude contener la leche que su culito me estaba pidiendo a gritos y me vine dentro de el en un delicioso orgasmo. Me separé de él y empecé a besarlo, a acariciarlo, le bese sus labios, su cuello, sus pezones y el me acariciaba aun jadeando de placer. Así nos quedamos dormidos y a la mañana siguiente me despertó una deliciosa sensación: El pequeño David se había despertado temprano y me estaba regalando una mamada matutina. Verlo así, tan lujurioso, tan deseoso me hizo terminar dentro de su boquita que se bebio cada gota de semen. Nos bañamos y nos fuimos, yo a la escuela y el a la suya y a partir de ese día pasamos muchas, muchas noches y días de placer delicioso. Espero que les haya gustado, dejen sus comentarios.
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