El primer sueño húmedo de mi hijo
Fui testigo del primer sueño húmedo de mi hijo, lo que terminó en una deliciosa sesión de goce familiar.
Si han leído mi primer relato publicado aquí, sabrán que mi vida no es la de un papá común y corriente, y estoy orgulloso de eso. Creo fervientemente que el cuerpo debe ser escuchado. Todos sentimos impulsos y deseos, y la sociedad, con su moralina rancia, solo sabe poner trabas y etiquetas. Yo, en cambio, soy un vivo espejo de la sexualidad en su más pura esencia. Cuando mi verga quiere acción, se la doy. Todos merecemos respeto por nuestra sexualidad, sea un pedófilo, un violador, un zoofílico o lo que sea. Yo mismo he tenido sexo muchísimas veces con mis hijos, les guste o no, y no veo ningún problema con eso.
En esta ocasión les contaré una historia muy bonita que me ocurrió hace poco. Estaba durmiendo plácidamente con mis tres hijos, desnudos todos, tal y como es la costumbre en nuestra santa morada. La noche era cálida, las sábanas se enredaban alrededor de nuestros cuerpos, creando un nido de carne que se movía suavemente con cada respiración. De pronto, me despertó un sonido que se escapó del sueño de mi preciado tesoro de 12 años. Ese sonido me heló la sangre, un sonido que solo se produce en la adolescencia, un sonido que anunciaba la maduración de un varón.
Mi hijo del medio soltaba unos leves gemidos que me hicieron abrir un ojo. En la penumbra de la habitación, pude distinguir su silueta joven y suave, la piel iluminada por la luz tenue de la luna que se filtraba por la ventana. Al acercarme un poquito, vi su verga erecta como una roca, saludando a la noche. Tuve que contener un suspiro de admiración. La vida sexual de mi adorable cría se despertaba de la cáscara de la inocencia.
Cuando mi hijo mayor de 16 tuvo su primer sueño húmedo hace unos 3 años, me perdí el espectáculo. Solo pude darme cuenta al lavar su ropa interior manchada. Pero aquélla noche, el destino me sonreía. No podía creer la oportunidad que me brindaba la vida. Me acerqué sigilosamente a la cama, con la intención de no despertarlos. Mi corazón latía con la emoción de ser testigo del primer despertar sexual de mi dulce niño.
Decidí no hacer ningún ruido ni tocarlo por el momento. Quería que disfrutara de su experiencia sin sentir miedo o incomodidad. Observé su rostro, iluminado por la luz quebradiza de la luna, reflejando la inocente lucha de un niño que se transforma en un joven lleno de deseos. Sus respiraciones se volvieron agitadas, sus piernas se movían lentas, y su verga, aun dura, se mecía al ritmo de sus fantasías. Me excitaba cada sonido que emitía, cada espasmo que suponía un paso adelante en su camino al despertar sexual.
¿Qué estará soñando? Me dije. Como habrán visto en mi historia anterior, mi pequeño tiene una pasión por los perritos, sobre todo con nuestra mascota, un mestizo negro que rescaté de la calle hace algunos años, que se volvió su noviecito. Quizás su peludo amorcito le lamía la verga en sus delirios nocturnos, o quizás estaba en cuatro patas debajo del perro, disfrutando de la sensación de ser penetrado por un animal. Cualquiera que sea el motivo, el sonido que emitía era delicioso.
Y por fin llegó el momento estelar. Con la habilidad que solo la experiencia da, supe que el sonido se acercaba a su clímax. Sus piernas se tensaron, su respiración se agitó y sus manos se deslizaron por su propio abdomen, acariciando el vello puberal que ya se asomaba a su inocente piel. No podía evitar la tentación de acercarme un poquito más. El olor a sudor y a excitación adolescente llenaba la habitación.
Ahí fue cuando voló un chorro monumental de semen caliente sobre su estómago, incluso llegó un poco a su carita. La visión me excitó al límite, sentí que mi propia verga se elevaba en la cama. Sin pensarlo dos veces, me acerqué a mi retoño, que ya se movía en el colchón, atrapando mi atención. Con la ternura que solo un buen papá sabe dar, le acaricié la mejilla y le susurré al oído: «¿Te gustó mi niño?
Mi hijo abrió levemente los ojos y pasó sus manos por su mejilla pera mojada, dándose cuenta lentamente de lo que estaba pasando. Automaticamente, casi por reflejo, llevó sus dedos mojados a su boca y los chupó, su rostro se iluminó de placer y sorpresa. Desde pequeñito que él adora beber semen, y ha probado de distintos sabores. El mío, el de su hermano mayor , el de su abuelo (ya les contaré en otro momento cómo mi papá me enseñó todo lo que sé acerca del sexo), de amigos y parientes míos que comparten mi pasión por los pequeños, y por supuesto de sus adorados perros, especialmente su novio.
«¿Tuve un sueño húmedo?» Dijo con una mezcla de sorpresa y orgullo mi dulce niño de doce. Le sonreí suavemente y asentí. «Sí, mi bebé, fuiste un gran chico», le dije mientras juguetonamente pasaba mi dedo por su estómago brillante y pegajoso. El semen caliente se sentía resbaladizo y excitante en mis dedos. Me llevaba mis dedos sucios a la boca y saboree la delicia que mi propio hijo me ofrecía. «¿Te gustó?» Le pregunté. Él ssintió con la mirada bajada, con una sonrisita tímida en sus labios.
«La verdad, fue muy rico, papá», me confesó con la sinceridad que solo la inocencia permite. Sus ojos se iluminaron y se llenaron de vida al saber que su experiencia era normal. Me contó cómo en sus sueños nuestro perro le lamía la entrepierna, mientras que su hermano mayor se encontraba detrás suyo, metiendo con fuerza su propia verga en su apretado culo.
Frente suyo, veía como yo embestía con fuerza a un pastor alemán que jadeaba de placer, sus ojos se llenaron de asombro y de curiosidad. A mí nunca me han atraido los animales, pero por supuesto que él siempre ha fantaseado con su viejo haciendolo. Le expliqué que su despertar sexual era un paso natural y que debíamos celebrarlo.
Ahí fue cuando mi hijo mayor despertó. Su hermano de 16 se levantó de la cama, la verga aun semidura, y se acercó a nosotros. «¿Por qué estás despierto, papi?» Preguntó con un tono de preocupación. Le sonreí y le hice una seña para que se acerque. «Ven aquí, mira lo que le pasó a tu hermano, es la noche de su primer sueño húmedo».
Los ojos de mi hijo mayor quedaron casi en blanco a ver el montón de leche que su hermano acababa de disparar. «¡Guau!», exclamó con admiración. «¿De verdad eso salió de ti? Es casi un litro», dijo bromeando, con la sonrisa del que sabe que ya no es el único hijo grande de la casa. «Conociéndote, debes haber soñado con un zoológico entero», agregó, acariciando la verga de mi niño de doce, que se pusó aún más dura por la atención.
«Solo fuimos nosotros y un par de perros» Dijo sonrojado pero orgulloso de estar desarrollandose sexualmente. Mi corazón se llenó de alegría al ver la complicidad que ya existía entre los hermanos. «¿Te gustó, mi bebito?» Le pregunté, saboreando la oportunidad de guiar a mi propia cría por el sendero que ya recorrimos con mi papá y mis hermanos mayores. «Sí, fue rico» Susurró mi preciado niño, su respiración aun agitada.
«¿Puedo probarlo?» Preguntó mi mayor, con una mirada que me encendió por completo. Asentí, permitiendole que se acercara a la escena. El olor a semen recién eyaculado era potente, llenando la habitación de un aroma que me excitó aun más. El chico de doce se puso a gemir con energía renovada, sus movimentos se volvieron desesperados, su verga se movía al ritmo de la excitación que emanaba mientras la lengua de su hermano mayor lamía cada gota que se deslizaba por su vientre.
En ese momento yo ya estaba explotando. Ver esa escena me hizo imposible no comenzar a jalar mi verga como si tuviera 15 años otra vez. Recién en ese momento mi niño más pequeño despertó por ese alboroto. Ese angelito tiene un dueño tan profundo que no despierta ni cuando le acaricio su diminuto penecito. Podría explotar una bomba en la habitación y seguiría durmiendo.
¿Qué pasó papá?», susurró mi angelito de 5, apretando su rostro contra el mío, la inocente curiosidad en sus ojos. Sin dejar de masturbarme, le sonreí. «Mira, mi bebito, tu hermano grande acaba de descubrir la magia de ser un chico. Tu turno estará pronto», le dije, con la tranquilidad de saber que su educación sexual ya iba por buen camino.»Ahora chúpale la verga a tu papito que está muy cachondo»
Mi querubín obedeció. Con la inocencia que solo la edad brinda, se acercó a mi miembro, aun palpitando de la emoción, y lo tomó entre sus tiernas manos. Su carita se iluminó al sentir la textura y la temperatura del pene de su papá. Comenzó a lamerlo, con la delicadeza que solo se da en la inocencia, sin saber que cada trago que tomaba de mi semilla lo acercaba cada vez mas a la bestia que yo soy.
Era como estar en el cielo. La boca de mi pequeñín que aun va al jardín infantil me envolvía la verga con su boquita que recién había perdido su primer diente de leche, mientras miraba a mis mayores que se besuqueabn y se tocabn con ternura. La vida no podia ser mas perfecta.
Finalmente, llegamos a un climax casi al mismo tiempo. Mi hijo mayor que se masturbaba mientras saboreaba los últimos restos de leche en el cuerpo de su hermano dejando un enorme lago en la sábana. Solo unos segundos después, mi hijo del medio lanzó un débil chorrito con lo último que le quedaba guardado. Ahí ya no me puede contener más y me corrí dentro de la boca de mi querubín.
Aun jadeando, dirigí la mirada a la carita sonriente de mi hijo más pequeño que sonreía mostrando su dentadura con algunos rastros de mi leche, con esa adorable brecha en el espacio donde estaba su antiguo diente. Le di un beso en la boca, con mi lengua limpiando los rastros que aun quedaban, y después hice lo mismo con mis otros hijos.
Cansados, llenos de sudor y con ese olor a sexo cubriendo la habitación, nos tumbamos en el colchón, cayendo en un profundo sueño. Después de todo, mis hijos tenían escuela al día siguiente y yo tenía que ir a trabajar. Mientras me quedaba dormido, pensaba en lo agradecido que estaba de esos hermosos regalos que me ha dado la vida.
Ame este relato y el anterior!! Que padre !!!! Compartimos exactamente el mismo pensamiento, si fuera padre sería así. Me encantaría poder hablar @not_ok55 es mi tl.
Excelente. Continua
Me encanta como tratas a tus hijos y lo natural que es el sexo entre ustedes. Sobre todo con el menor
Me pone muy caliente
Tlgrm: @Jasmett