El prometido de mi hermana 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por piesgay.
Durante todo el día, después de pasar la noche con Raúl, no puede moverme. Me dolía mi cola demasiado, era un dolor muy punzante. Le había dicho a mi mamá que me sentía un poco mal y no me paré de la cama para nada. Me dolía terriblemente al caminar. Además de sentirme muy culpable por acostarme con el novio de mi hermana.
Al día siguiente fui a la escuela. Aun sentía dolor en mi trasero pero ya era menos. Durante las clases no pude dejar de pensar en Raúl y yo teniendo sexo. Mi gran erección ya me estaba apretando duro en mi pantalón. Tuve que ir al baño a darme una buena manuela hasta embarrar las paredes de leche. En el descanso, fui a la cafetería de la escuela con mis amigos, que se dieron cuenta de que yo caminaba raro. Yo les dije que me había caído y me tenía un pie lastimado. Cuando estábamos comiendo, oí mi celular vibrar, pensé que era mi novia que ya me estaba buscando. Pero cuando abrí el mensaje me quedé petrificado: Te estaré esperando afuera de tu escuela. Ya quiero tu cola mi putito.
No me acordaba que Raúl iba a pasar por mí después de clases. Mi corazón se aceleró y empecé a sudar en frío. Mis bolas me punzaron de nuevo al pensar en Raúl. Y para el colmo mi novia estaba entrado a la cafetería buscándome. No le hice mucho caso, con el pretexto de que tenía que entregar un trabajo para la siguiente clase. Durante el resto de mis clases, me la pasé muy nervioso. Una parte quería ver a Raúl pero la otra estaba temerosa de verlo. Cuando sonó la campana de salida, estaba que me moría de los nervios. En el patio, me despedí de mis amigos y de mi novia y salí de la escuela. Inmediatamente lo reconocí. Moreno e imponente, recargado en su camioneta negra. Me vio y me sonrió con una mirada muy perversa Llevaba ropa deportiva; unos shorts azules que combinaban con sus tenis, mostrando sus enorme piernas de tanque bien definidas y velludas. Una camiseta de tirantes negra, se pegaba a su cuerpo musculoso, que hasta parecía estar apretándole. Esta cruzado de brazos, esos enormes brazos morenos, cubiertos de vello. En verdad era muy masculino. Me acerqué a él lentamente.
Raúl: Mmmm apenas y puedes caminar. Hice mi trabajo como se debe.
Yo: Déjame en paz, cabrón.
Raúl: No me contestes, pendejo. Acuérdate lo que te paso por andarme contestando. O quieres que tu novia se entere que le das culo a hombres como toda una puta?
Yo: Y tu quieres que mi hermana se entere que andabas viendo otras viejas en tu despedida de soltero? (Vi como hizo una mueca de enojo, sus facciones se hicieron duras. Incluso me dio un poco de miedo).
Raúl: Súbete al carro.
Lo obedecí y entre al auto, seguido de él. Arrancó la camioneta y nos fuimos. Durante todo el trayecto se fue callado. Ni si quiera me volteaba a ver. Así que decidí dar el primer paso.
Yo: A dónde vamos?
Raúl: Necesito comprar unas cosas que me pidió tu hermana para la boda.
Entramos al estacionamiento de una plaza comercial. Se estacionó lo más lejos de la entrada que pudo, pero según él, nos hace bien caminar. Entramos a la playa y fuimos a comprar lo que necesitaba. Era demasiadas cosas que en lo personal considero que no valen la pena, pero conociendo a mi hermana, se me hizo totalmente normal. Volvimos al auto y metimos las cosas que compramos a la cajuela. Vi que Raúl volteaba de un lado a otro sin parar, como si buscara a alguien. Cerró la cajuela mientras yo fui a la puerta de mi asiento, pero estaba cerrada. Le dije a Raúl que me abriera y se acercó a mí. Con rapidez me acorraló con sus brazos afuera de la camioneta. Pasó sus manos lentamente por mi cintura. Me dieron escalofríos sólo de sentirlo. Me dio vuelta ferozmente con sus manos, dándole la espalda a él. Me tomó fuertemente de la cintura y me jalo hacia él, chocando su bulto contra ms nalgas. Lo hizo varias veces, arrimándome su enorme bulto, que ya estaba bien duro. Yo también ya la tenía bien parada.
Raúl: Ohhh!! Me encanta tu culo. Te gusta verdad putito?
Yo no contesté, sólo deje que él siguiera. Disfrutaba lo que me hacía. En eso sentí como tiró de mis pantalones fuertemente, bajándomelos con todo y bóxer. Me abrió las piernas y me a presionó contra la camioneta. Mi verga erecta se apretó contra la fría puerta de la camioneta y ni así perdió su erección. Seguía tallando su bulto, aun con el short, en mis nalgas descubiertas. Raúl gemía despacio, presionando más fuerte su bulto contra mí. Podía sentir su erección meterse entre mis nalgas con todo y shorts. Entonces fue cuando recordé que estábamos en un estacionamiento.
Yo: Espera, Raúl. Alguien nos puede ver.
Raúl: No hay nadie viendo, relájate y sigue dándome culo.
Entonces entendí porque se había estacionado lo más lejos que pudo. Lo tenía planeado desde el principio. Era un verdadero cabrón. En eso sentí un terrible jalón de cabellos, me ardía la cabeza mucho. Raúl continuó jalando hacía atrás hasta que nuestras miradas se cruzaron.
Raúl: Te lo voy a repetir por última vez maricón. A mí no me contestas y mucho menos me amenazas. A mí me respetas, puto.
Le iba a responder pero cuando abrí la boca me metió dos de sus dedos. Los metía y sacaba rápidamente. Una vez que quedaron bien ensalivados, los sacó; me soltó del cuello y me empujó de nuevo contra la camioneta y de repente me metió los dedos al ano. Gemí de dolor y excitación, aún tenía el ano muy lastimado. Sus dedos hurgaban dentro de mi ano, lastimándome y dándome placer. Los movía muy rápido y en ocasiones los doblaba como si me rascara dentro de mí.
Raúl: Esto te va enseñar a respetar a tu hombre. (Sacó los dedos de mí). Uy! Pero mira esto. (Me enseño sus dedos y estaban manchados un poco de sangre). Creo que volví a romperte. Y eso me gusta mucho.
Me volteó de nuevo. Nos quedamos viéndonos, cara a cara. Mientras se limpiaba los dedos en mi playera. No resistí más y lo besé. Al principio creí que se separaría, pero después sentí su lengua entrar a mi boca. Nos dimos un pasional beso, Raúl me comía entera la boca. Lo que me excitaba mucho más. Me separó de él y me miro con ojos lujuriosos de arriba a abajo.
Raúl: Desnúdate. (Su voz fue firme y autoritaria, así que no dudé en hacerlo. Me quité lentamente la playera, tirándola al suelo). Apúrate, quítate todo. (Raúl estaba en frente con su verga morena y peluda en la mano, jalándosela, con el
short a media pierna. Yo mientras quedé descalzo y en pelotas en el estacionamiento).
Tomó mi ropa, abrió la camioneta y metió mi ropa en ella, cerrándola después. Se pasó la parte de enfrente de su camiseta por detrás de la cabeza descubriendo ese cuerpo mamado y sexy que tiene. Me tomo del cuello atrayendo su boca a la mía y nos volvimos a besar. Los dos nos jalábamos la verga mientras nos besábamos. Tomé la iniciativa y empecé a lamer su cuello. Bajé metiendo mi lengua en medio de sus enormes pectorales. Vi a Raúl con los ojos cerrados, con la cabeza hacia arriba y gimiendo suavemente. Sentí su mano en mi cabeza, empujándome hacía abajo hasta quedar de rodillas frente a él.
Raúl: Hora de chupar tu paleta putito.
Me dio unos golpecitos con su verga en los labios antes de meterla a mi boca. La metió lo más profundo que mi nariz se hundió en su vello púbico. Quitó su mano de la cabeza y entendí que yo tenía que seguir. Asi que se la chupé despacio. Apretando mis labios en su tronco en cada mete, saca. Raúl se recargó en la camioneta, gimiendo más fuerte. Volteaba de un lado a otro en ocasiones, para asegurarse que nadie viniera.
Raúl: Ohhhh que rico la chupas. Ahhhh cabrón!! No mames!!
Me tomo de los cabellos y tomó el control de mis mamadas. Empujaba fuertemente mi cabeza contra él, me cogía la boca duro. Yo respondía con arcadas de lo grande que era su pito. Continuaba chupando mientras yo me la jalaba. Seguimos así unos minutos más. Luego me levantó y me volvió a besar. Empezó a acariciarme el cuerpo, pasaba sus enormes manos, acariciándome todo. Me cargó con toda su fuerza y me llevó al cofre de la camioneta. Me acostó en el cofre y después puso mis pies arriba de sus hombros. Raúl se escupió la verga hasta lubricarla bien y puso la cabeza en la entrada de mi ano. Jaló mis caderas y empujo su enorme verga metiéndola completa. Mis entrañas se rompieron de nuevo.
Raúl: Ahhhhh me encanta como me ofreces tu culo. Ahhhhh!! Mmm aprieta, puto, aprieta!!!
El dolor punzante regresó a mi ano y gemí fuertemente. Raúl se inclinó frente a mí y me tapó la boca con su mano y siguió metiéndome su verga por el ano, fuertemente. Raúl estaba otra vez sudoroso, lo que me excito más. Estaba siendo cogido en un cofre de un auto, en un estacionamiento y por un verdadero macho. Mis gritos y gemidos eran ahogados por la mano de Raúl, y él trataba de gemir en tono suave para que no se escuchará. Sus embestidas eran fuertes, su verga y mi ano hacían fricción sin parar. Mi cuerpo se pegaba al cofre de la camioneta por el sudor.
Raúl: Eso putito. Mmm, que rico culo tienes, cabrón! Así, eres mi puto! Mira a tu macho cuando te coge.
Sus embestidas aumentaron con más fuerza. Raúl me seguía tapando la boca para que no gimiera alto. Empujó más y más. Sentí como su verga se tensaba dentro de mi ano. Soltó un gruñido y liberó todo su semen dentro de mí.
Raúl: Ya estás bien preñado de mi leche puto. (Sacó su verga de mi culo y se la guardo en los pantalones). Ya bájate.
Si embarras mi camioneta de tus mecos te voy a hacer que los limpies con la lengua. (Se acercó a mí, mientras me bajaba del cofre. Me tomo del cuello para darme un beso pero sonó su celular). Amor! Sí, ya pasé por lo que me pediste. Tu hermano me ayudó muchísimo…
Mi hermana tenía que llamar en este preciso instante. Terminé de pajearme aventando mis mecos al suelo del estacionamiento. Raúl seguía hablando por teléfono pero ya había abierto la camioneta. Con trabajos logré vestirme, tuve que limpiarme con un calcetín el semen que se derramaba de mi cola, sin contar que de nuevo me dolía pero ya me estaba acostumbrando. Se tardó un poco en hablar con mi hermana, sólo se escuchaba como reía y no sé, pero creo que me enojé por eso. Después de colgar, se subió al auto.
Raúl: Te duele el ano?
Yo: Un poco, no como antes.
Raúl: Eres mi putito, cabrón. (Noté que se sobaba su bulto mientras encendía el coche. Tenía de nuevo una erección).
Yo: Aun sigues caliente?
Raúl: Pues sí, puto. Vas a hacer algo para que me calme, puto?
Se bajó el resorte del short hasta debajo de sus huevos. Su verga ancha y venosa salió de golpe apuntando al techo. Yo me incliné y la metía a mi boca bajando lentamente y volviendo a sacar. Raúl ahora si gemía fuerte. Recargo su cabeza en el asiento, cerrando los ojos disfrutando de mi mamada.
Raúl: No mames pinche puto. Eres mi puto. Di que eres mi puto. (Me saqué su verga para repetir lo que me había dicho y volví a chupar). A huevo, eres mi puto. Ahhhhhh me voy a correr, puto! Sigue! Chupa más rápido que nos van a cobrar de más.
Me presionó la cabeza y con su mano guío mis mamadas. Ahora me embestía la boca con gran rapidez que me empezó a doler la quijada de la fuerza con la que se la mamaba. Un chorro salado entró a mi boca. Ya se estaba corriendo. Raúl grito fuertemente. Varios chorros de semen salieron de su verga a mi boca.
Raúl: Ni se te ocurra escupirlos, puto. Te vas a tragar la leche de tu hombre o te dejaré mi verga en la garganta.
Degusté el sabor de su semen. Nunca lo había probado, a diferencia del primer chorro, todo lo que tenía en la boca sabia dulce. Me tomé toda la leche que me echó. La verga de Raúl se hizo flácida en mi boca. La saqué y él se subió de nuevo los shorts. Arrancó a camioneta y nos fuimos. Me llevó a mi casa estacionándose enfrente.
Raúl: Bueno putito. Tú bajas aquí.
Yo: No entrarás? (Le pregunté mientras bajaba de su camioneta).
Raúl: No. Tengo que darme un baño. Además tu hermana no está. Sólo te traje puto.
Yo: Ya no me digas así.
Raúl: Pero si eres puto. Te has dejado meter mi verga dos veces. Eres mi puto. Y sé que te encanta mi pedazo de fierro adentro de ti. Y para serte honesto, a mí también me gusta metértela. Te veo después puto. Te marco hoy en la noche para ver que otro día te cojo.
Arrancó su camioneta y se fue. Ni si quiera me dejó hablar. Entre a la casa y subí directo a encerrarme en mi cuarto. Estaba agotado por hoy. Me recosté en la cama un poco. Volví a sentirme muy culpable. Estaba engañando a mi propia hermana, acostándome con su prometido. Vi las llamadas perdidas de mi novia, pero no les hice caso. No sabía qué hacer, tenía varios sentimientos encontrados. Creo que en lo profundo de mí me gustaba Raúl. Pero él se casaría con mi hermana el próximo fin de semana. Se estaba haciendo noche y Raúl no me había llamado, así que le marqué yo.
Yo: Hola Raúl… Te hablo porque…
Raúl: Ya sé porque me hablas pendejo. Mira puto, ya no nos podemos seguir viendo. Lo que hicimos estuvo mal, ok. Me voy a casar con tu hermana y no quiero que me estés chingando. Así que ya no me vayas a llamar, puto. O te voy a agarrar a madrazos.
Me colgó. Qué había pasado? En la tarde nos la habíamos pasado muy bien. Me sentí usado. Pero creo que era lo correcto. Él no podía engañar a mi hermana y menos con otro hombre. Me acosté de nuevo y cerré los ojos muy fuerte. Yo no era así, nunca hubiera tenido algo con otro hombre… pero algo en mí cambió. Yo quería estar con él otra vez.
Continuará…
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