El Relato del Tocador Nocturno
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Eventualmente_Sexual.
Pero mi verga seguía brincando como loca, ya el chico, lo que hacía era, apretarla cuando yo la palpitaba. Esperaba que la volviera a sacar de mi bóxer, aunque sea una paja que me haga, eso me bastaba, pero el chico no solo me la ha sacado, le pasa la lengua, y yo no puedo evitar que mi cuerpo tiemble, y él se dé cuenta.
No se detuvo, siguió chupando mi güebo templado. Se lo tragaba solito, y solo me tocaba era tener esa verga moviéndose sola dentro de su boca, Dahir se queda con mi verga en su mano, dejo de chupármela, y me pregunto qué iba hacer; se monta encima mío, y me doy cuenta que se ha desnudado de la cintura para abajo. El chico agarrando mi güebo, se lo pone en la entradita del culo, se va sentando, y juraba que no se lo iba a meter. Pero parecía que no le daba miedo, y me ha sujetado el güebo con fuerza, se sienta de golpe, y casi yo le acabo dentro cuando mi güebo lo ha traspasado.
Se ha metido la mitad de mi trozo, y sigue bajando. Lo oigo pujar y cuando el chico se sentó todo encima de mi pelvis, ya lo tenía todo ensartado; apretaba ese culito hambriento, y yo no dejaba de mover mi verga dentro del él.
Dahir se quedó quieto, como que le dolía y estaba dejando pasar el dolor. Su culo apretaba a cada rato, no aguante y zumbe mi pelvis hacia arriba, él se sostiene poniendo las manos en mi pecho y suelta un quejido. Lo agarro de la cintura, y sin decirle nada, empiezo a bobearle mi verga hacia adentro, el abría lo que más podía su piernas y se aferraba a mis hombros, soportando como le dejaba abierto el culo, aunque yo creo que ya el muchacho lo tenía abierto.
El aun arriba sobre mí, se movía solito. En eso me levanto, y aun teniéndolo clavado, lo acuesto a él, y ahora yo encima, me lo cogía con todas las ganas. Dahir abría las piernas, y busca besarme en la boca, lo iba a rechazar, pero este chico dándome su culito, como le iba hacer eso. Lo beso, y le meto la lengua en la boca y me daba cuenta que no sabía aun, lo que era besar.
Afincadito, metiendo todo mi güebo en su culito, me aprieto a él, y le acabo adentro. Cada pulsada que daba mi verga, el apretaba el culo, y más al fondo se la mandaba, para rebozarle todo el ano, de mi semen caliente.
I
Yo llegue a casa de mi tía abuela, en unas vacaciones del año 98. Dahir era nieto de mi tía abuela, y ella era prácticamente quien lo cuidaba. Ya él debía tener 13 años, yo hace un mes que cumplía los 20. A mí en el pueblo de jacura me conocían, como griver, pero mi nombre es Hugo, me dedico en el pueblo a trabajar la ganadería.
Desde la primera noche que llegue, mi tía me acomodo en un cuarto para mí solo. A la media noche siento que me tocaban, la primera noche me asuste, pero las siguientes noches, me di cuenta quien era el tocador nocturno.
Hasta esa noche que me lo he cogido, cuando ya le había terminado de enlechar el culo, dahir me pedía que no le fuera a decir nada a nadie. Se lo prometí, y pensaba darle la espalda al chico, para que se saliera del cuarto, pero no lo hice, aun me sorprendía como dahircito, solito se había metido mi güebo en su culo. El aun sentado en la cama, yo me acuesto y empiezo hacerle pregunta;
¿Por qué lo hiciste? –
¿Me vas a regañar? –Pregunta el chico asustado –no, no te voy a regañar –le respondo.
¿Lo habías hecho antes? – Le hago la pregunta. Él se queda un momento en silencio, luego se baja de la cama, y arrodillado al suelo, acerca su voz a mi cara.
Si pero no le digas a nadie – me dice, como si tuviera ganando confianza conmigo. Lo invito que se acueste a mi lado, y aun con mis preguntas, le pido que me cuente; ¿con quién fue, y cuándo?
El chico comienza hablar, y todo lo que me decía era como un pasaje a vivir su confesión…
II
Fue antes de que viniera a vivir con la abuela. En la residencia donde vive mi madre, la señora que me cuidaba, es la misma dueña de la residencia, por la mañana mi mamá me dejaba sentado en la mesa, cuando se iba al trabajo yo salía a los pasillos, y andando solo, veo al señor Rolando, que iba saliendo de la habitación. Pero antes de cerrarla me llama, yo voy y al estar cerca, me pide un favor.
¿Pero quién era ese señor? –lo interrumpo con mi pregunta.
Esposo de la señora –y continúa diciéndome– Él iba a poner una bombilla en la habitación, que no estaba alquilada, me dijo que iba a buscar la escaleras, pero ya que yo estaba ahí, el me alzaba y así podía poner la bombilla. Le hice caso, y entramos, cuando él me fue alzar, dijo que le dolía la cintura, y me sostuvo en el aire, pero aun no me alzaba completo; sentí cuando apoyo su verga sobre mis nalgas, y así me estuvo por un ratico, hasta que cogió fuerza y me alzo completo. Al estar enroscando la bombilla, y él puso sus dedos en la raja de mi culo, haciendo que se me metiera la tela del short dentro. Me baja y veo que se huele el dedo, se me queda viendo, yo tenía pena, se me había parado, y con el short que tenía puesto se me veía que lo tenía erecto. El señor Rolando me ve, y se acerca, con su mano me toca mi verga.
¿Se te paro esa pichula? –me dice. Yo moría de la vergüenza, pero él se acerca más a mí, hace que me va abrazar, pero lo que estaba haciendo era que, me pega su verga a mi pecho; la sentía latir, y era más o menos grande.
– ¿Cómo la mía? –Le pregunto –no, la tuya es más grande –me responde y yo siento como mi verga se pone dura de nuevo. El chico sigue contando, y mi verga respondía a cada detalle de su historia.
– Aun así, abrazados, él se baja el cierre, y yo lo estoy viendo muy de cerca. Cuando sale su cabecita del cuero, estaba toda mojada, sentía asco, pero cuando acerco su güebo a mi boca, pude olerla y no olía feo. Me toca los labios, y me dice con voz bajita; abrí la boca, te va gustar.
Tenía miedo, pero quería hacerlo, yo me la pasaba viendo a todos los hombres que viven en la residencia. Cerré los ojos y el empujo su verga a mi boca, saboree el líquido y me gusto. Me arrodille solito, y le empecé a mamar el güebo, tanto así como lo había querido hacer. El señor Rolando puso sus manos en mi cabeza, lo oía como le gustaba, decía; así, así chico, así…
Cuando me acabo, no me dejo que sacara su verga de mi boca, me apretó fuerte, y tuve que tragarme su leche. No me lamento por eso, porque me gusto era dulce.
– Dahir termino de hablar y voltea hacia mí, como esperando que yo dijera algo. Como no dije nada, me dice que se va a acostar a su cuarto, pero lo detengo. No le digo nada, le bajo el short, pero me detiene.
No me he ido a limpiar –me dice.
Quédate tranquilo –le digo. Le bajo con rapidez el short, y abriéndole las nalgas, pongo mi güebo en su entrada y aun estando húmedo, le entro fácil; le dolía, pero me ha puesto duro con lo que me ha contado. Me lo cojo duro, le mando todo mi güebo al fondo, él se queja y me pide que pare, pero entre más me pedía que no lo cogiera, yo le daba sin compasión; sintiendo como mi machete entraba y salía de su culito apretado, no aguante más y le acabe de nuevo adentro. Sentí como mi verga se hincho y como eyaculaba, le saco mi güebo, y él se levanta rápido, con las piernas abiertas se va derechito a la puerta, y cerrándola no lo vi más esa noche, sino hasta la mañana.
III
En el día estuvo me estuvo ignorando. Creía que esta noche no vendría, pero cuando oigo la puerta abrirse, llego directo a mi güebo, que ya lo tengo templado, me lo saca y se lo mete a la boca. Lo dejo que él solo se mame su tetero de verga. Me los agarraba por el tronco y me daba unas chupadas en la cabeza, que me hacía estremecer. Lames mis bolas, y se queda pegado oliéndolas, le pongo la mano en la cabeza y alzando la cintura lo dejo con todo mi güebo atragantado; cuando ya no pudo más, se zafa y al salir mi verga de su boca, dahir tose ahogado. Me paro de la cama, y de rodilla lo pongo a mamarme el güebo; me chupa las bolas, y con mi mazo de carne gruesa lo golpeo en la cara. El chico es un mariquita de los buenos, abría la boca y sacaba la lengua, y él solito se la golpeaba con mi verga.
Haciéndome la paja, y jalándole del cabello, el esparva con la lengua afuera, para dejarle todo mi leche en ella. Acabe y se la metí dentro de la boca, me chupo el machete hasta no dejar ni una gota de semen…
–Aja, pero cuéntame cómo fue que te cogieron la primera vez, ¿fue el viejo? –le digo, mientras él se acomoda de cucharita en la cama, y pegándose a mi cuerpo.
–Yo estaba en la habitación donde vive mi mamá, estaba viendo la tele. El señor rolando entra, cuando le dije que mi madre ya no estaba; dejo de fingir, y se acerca a la cama, me soba las nalgas y luego me dedeo la entrada de mi upite. Yo le toco el güebo, ya lo traía durísimo, y le brincaba cuando yo se lo apretaba. Aun veía la televisión, y me gustaba lo que hacía en mi culo, pero cuando quiso meter un dedo, me contraje y le dije que me ha dolido. En eso saca del bolsillo del pantalón una crema, me dice que eso me iba a calmar el dolor. La crema era fría, y parecía gelatina para el cabello, con eso, pudo meter su dedo completo en mi culito, y cuando hacía círculos con el dedo, yo levantaba más la cola, y él lo hacía más intenso.
Cuando se subió a la cama, y pasaba su güebo en la raja de mi culo, yo levantaba, y me gustaba tanto que le pedí, que lo metiera adentro. Él puso la cabecita en la entrada, me dijo que no apretara para que no me fuera a doler; cuando presiono, mi culo le absorbió el glande, yo me eche hacia atrás para metérmelo todo, pero me dolió cuando el tronco iba entrando. Me queje mucho y quería que lo sacara, pero el señor Rolando me calmo, y cuando me tuvo todo tranquilito, la mando toda su verga adentro; yo con apretar mi culo, sentía que así, el dolor me pasaba rápido.
En la cama de mamá, en el espaldar tiene un espejo, con solo ver como el señor Rolando, aun con su ropa puesta, me estaba culiando, eso me gustó tanto que levante el culo, y él me cogía pero con movimientos pausados; así como si ya estuviera acabando.
– ¿Y qué edad tenía ese señor? –lo interrumpo porque me mataba la idea, de solo imaginarme lo que está contando dahircito.
– ¿No se? –Tenia cana en el cabello –me dice dahir.
– ¿Qué edad tenías tú? ¿Eso fue cuando? –le preguntaba impaciente.
–El año pasado –responde dahir.
–Aja, sigue contándome.
–Bueno, como te decía, el me apretaba duro de la cintura, yo apretaba mucho mi culo, porque luego he sentido que su güebo era pequeño y yo quería sentirlo, así como cuando me dolió al meterlo.
Yo alce toda la cola, casi estaba en cuatro patas, sentía cuando mi verga se pegaba a mi barriga, me gustaba sentir un güebo en mi culito. El señor Rolando, con la boca abierta me la mandaba toda adentro, pero muy despacio, cuando yo me le pego más hacia atrás, fue cuando el comprende que yo quería que me diera más rápido. Yo lo quedo viendo a la cara, por el espejo del espaldar de la cama, él se da cuenta y mirándome a los ojos, se mueve rápido, y con una mano me toca la verga, al tantito me esta llenado todo mi culito de leche. Y por su mano, yo siento que estoy acabando. Me sorprendo mucho, porque levante mi culo, y tuve como si fuese una convulsión; al sentir que de mi verga chorreaba algo, pensé que el señor Rolando me había reventado por dentro, rápido me le salgo al señor rolando, él se me queda viendo, pero apenas puede, porque todavía estaba débil. Cuando me muestra su mano, me dice que es leche, mi leche.
¡Que! ¿Es que acaso nunca te habías hecho la paja? –me pregunto.
Yo me quede sorprendido, las otras veces cuando hacia fuerza en un pipote, me daba cosquilla en mi verga y luego lo sentía intenso, pero hasta ahora nunca me había salido nada de mi güebo.
– ¿Y cómo te dejo el culo? – Abierto –me dice. En ese momento le tenía mi verga tallada en las nalgas, él quería, porque se echaba hacia atrás, para sentir como latía. Con la misma le bajo el short, él se pone boca abajo y me dice; –suavecito oíste–.
Le escupo directo al culo, luego le meto el dedo, el alza la pompa, le abro las nalgas y pasándole mi glande grueso como un pincel en la raja, hago presión y le meto medio güebo. El puja, y empieza apretar el culo, al ponerlo flojito, de una sola embestida, se la meto hasta al fondo.
Suave, suave –me decía.
Pero a ti no te gusta que te den duro pues –pero la tuya es grande –me responde.
El mismo abriendo sus nalgas, dejaba que mi verga le llegara hasta lo más profundo. Cabalgo encima de este chamito, y recordando todo lo que me ha dicho, le meto la mano, por debajo y quito la de él, para ser yo, quien le va hacer acabar. Le pido que acabe, quería sentir como se contraía el culito de dahir; << si una guarra, lo aprieta cuando acaba, me imagino que él también lo puede hacer >>, y no hay como eso, cuando un culo te aprieta bien duro la verga.
Con la cama chillando, el gimiendo y yo sudando, al apretarlo contra el colchón, lo hice acabar, y de solo pensar que mi mano estaba llena de su semen, le eyaculo ahí mismo; las contracciones de mi verga y su culo dilatado y apretando fue algo único. Acabe como si fuera la primera vez…
IV
Aquellas vacaciones, fueron inolvidable. Casi toda las noches, me cogí a dahir; le hice el amor, y hasta le prometí que volvería pronto. No fue así, pero nunca lo olvide, hasta ahora que me hago la paja pensando en el…
Si te gusto el relato, y te gusta leerme, visita mi perfil, y chequea mi blog personal
No dejes de comentar y votar… ¡Gracias!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!