El secreto
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aunque tenía novia, mi sueño había sido siempre estar con un hombre. Este era un secreto que yo sólo sabía.
Pensé mucho acerca de hacerlo realidad hasta que un sábado por la noche, volviendo a casa de madrugada con unas copas de más, me metí en una página de contactos, hispanoamor. Nervioso y excitado me registré y esperé, pensando que quizás, nada pasaría. Pero que, si algun hombre me escribía para conocerme, lo llevaría a cabo.
Recibí un primer email de un tío mayor, de unos 50 años, diciéndome que estaba en casa y que había visitado mi perfil. Tenía curiosidad por conocerme ya que no era muy normal teniendo novia escribir algo semejante en un perfil, “Quiero comer polla, escríbeme e iré a tu casa”. Me puse muy nervioso. Pensé “¿Contesto?”… Y contesté, dando mi teléfono.
Al momento sonó mi móvil. Era él. Apenas hablamos que ya me había dado su dirección y me dijo “Te espero”.
Iba a hacerlo, por fin había quedado con un hombre. Estaba apunto de cumplir mi sueño.
El hombre no viv¡ia demasiado lejos así que, tardé poco en llegar a su casa. Estaba muy nervioso. No sabía cómo era el tío aunque no era lo que más me importaba, yo quería su polla. Llegué a su puerta y llamé.
No me había engañado, parecía tener la edad que decía. Estaba gordito, era bajito y con el pelo largo. No sé por qué, pero me gustaba que estuviera gordito. Me invitó a pasar y nos dimos la mano. Inició una conversación con preguntas “¿Te ha costado llegar?”, “A veces la gente no viene”… Yo no quería conversación, quería comerme una polla por primera vez en mi vida, así que se lo dije sin rodeos “¿Me dejas chupártela ya?”.
Me llevó hasta el salón y, desnudándose, se sentó. Yo me puse de rodillas delante de él. Era la primera vez que tenía una polla tan cerca de la cara. Recuerdo su olor, ligeramente perfumado con el aroma típico a rabo. No era grande, pero sí regordeta e iba depilado, aunque los pelos ya asomaban.
Acaricié sus muslos velludos y gordos, su panza… Me estaba poniendo muy cachondo y los nervios casi habían desaparecido. Por fin alargué un poco la lengua y probé aquel capullo que tenía ante mí, haciendo un círculo con la lengua. El tío gimió y yo, animado, lamí sus huevos. Quería que deseara que me la metiera en la boca, así que lamí lo más cerca que pude de su ano, aspirando sus olores. Se le estaba poniendo dura, así que la recorrí con la lengua. Ël seguía gimiendo y, por fin, me la metí en la boca.
Yo estaba muy cachondo, me veía de rodillas, comiéndole la polla a un tío gordo y peludo, como una puta, así que no pude más y me saqué la polla, para hacerme una paja mientras. Me había lanzado y liberado, eso era lo que tanto había soñado, ser una puta. Cachondo perdido, sin dejar de masturbarme, le dije al tío:
– ¿Me avisas cuando te corras?
– Sí, tranquilo, sigue, que yo te aviso…
– No, si no es para quitar la boca… Es para chupártela mejor y tragármelo todo.
El tío sonrió y dijo: “Joder… Chupa, chupa” y yo le obedecí, comiéndole la polla de nuevo hasta donde me daba la garganta, mientras me la meneaba.
Yo estaba apunto de correrme, no me quedaba nada, cuando el tío empezó a gemir más alto y dijo “Me voy, me voy…”. Me agarró de la nuca con las dos manos y me apretó fuerte contra él, de manera que toda su polla me entró en la boca. Casi no podía respirar, mi nariz chocaba contra su barriga y su polla me entraba hasta el fondo. Entonces, noté el primer chorro de su semen salado en mi boca.
A pesar de ahogarme, no pude evitarlo. Pensar que se estaba corriendo en mi boca, que me iba a dar toda su leche… Yo también me corrí, tragando su leche, gimiendo como podía.
Ya había terminado hacía un minuto, así que fue aflojando su presión. Me saqué, con cierto alivio, la polla de la boca. Tenía su sabor por mi paladar, la garganta dolorida y los labios pegajosos.
El gordo se encendió un cigarro y me dijo “Por ahí tienes el baño, traéte papel y limpia el suelo”. Así lo hice.
Entonces me dí cuenta de lo que había hecho, de que me había tragado la corrida de un hombre. Tenía remordimientos, pero en el fondo estaba muy cachondo y contento por lo que había pasado, a pesar del miedo a las enfermedades, deseaba trag¡armela.
Me acompañó a la puerta. Seguía desnudo, así que delante de la puerta me dijo “Bueno, la despedida. Bien hecho chico nos volveremos a ver” y haciendo fuerza sobre mis hombros, me hizo arrodillarme. Me metió la polla en la boca, flácida, con un poquito de semen asomando en la punta. Absorví y chupé, mientras él tenía convulsiones de gusto.
Me puso de pie y me despidió.
Me monté en mi coche pensando en lo que acababa de hacer. Estaba medio arrepentido, medio contento. Una sensación extraña. Pero sólo sabía que me había gustado, más que cuando estaba con mi novia y que tenía más ganas de verga.
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