EL SECRETO DE NUEVA ESPERANZA: La Herencia….. (Capítulo 1).
Juan Pablo Castellanos recibe en su casa dos visitas. Una lo sorprenderá, y la otra aún más..
»Empiezo a contar una nueva historia, otra vez, al igual que PIEL CANELA, ambientada en un escenario campestre, ya que este tipo de lugares son mis favoritos y me parecen algo excitantes».
»Estaré poniendo imágenes para hacerles la lectura un poco más entretenida. En una van a ver al que era Mateo en Piel Canela, pero aquí será Juan Pablo (es que hizo casting para protagonizar esta nueva historia ajajja 😉 ). las imágenes son solo sugerentes, de acuerdo a cómo me imagino a los personajes…. Espero disfruten….»
Nueva Esperanza es una de las haciendas ganaderas más importantes de la sierra peruana, y además, el escenario de uno de los acontecimientos más libidinosos, lujuriosos y a la vez tristes, que entre sus paredes y extensiones terrenales pudo suceder.
Son las 10:00 am y alguien toca a la puerta.
Carmen, la sirvienta de la casa corre a abrir y alguien pregunta por Juan Pablo Castellanos.
—Buenos días. —dijo Carmen.
—Buenos días, busco a Juan Pablo Castellanos. —dijo el extraño que llamaba a la puerta.
—¿De parte de quién?. —preguntó Carmen.
—Soy el licenciado Martín Fuentes, abogado del padre del señor Juan Pablo. —respondió el hombre.
—Ahoritita lo anuncio, pase y siéntese, ¿gusta algo de tomar, licenciado?.
—No, gracias, así estoy bien. —respondió Martín, sentándose en uno de los sillones de cuero de la sala.
Carmen fue hasta la biblioteca de la casa, donde Juan Pablo estaba leyendo un libro que tenía en la portada el título ‘’PIEL CANELA’’, con la mano metida por debajo de su pantalón de cuadritos que usaba para dormir, masturbando suavemente su dura verga que emanaba grandes cantidades de preseminal.
—¿Señor?. —dijo Carmen tocando la puerta de la biblioteca.
—Adelante. —le ordenó su patrón, retirando su mano de la entrepierna y acomodando su verga para que no se notara su gran erección—. ¿Qué pasó, Carmen?.
—Alguien lo vino a buscar. —respondió la criada—. Se llama Martín Fuentes, dice que es….
—¡Es el abogado de mi papá!. —dijo Juan Pablo extrañado, interrumpiendo a la sirvienta.
Juan Pablo bajó hasta la sala, sin haberse quitado el polo blanco entero ni el pantalón de cuadros de su pijama, a pesar de que ya era casi mediodía.
Saludó al abogado apenas entró en la sala. No le ponía muy feliz recibir en su casa a alguien que llegaba de parte de su padre, después de tener cerca de quince años de no haber tenido contacto con él más que por correos, o haberse visto por videollamadas. Aún había cosas por las que Juan Pablo se sentía molesto con su progenitor, empezando por haberlo obligado a casarse con Julieta, su ex esposa, y esclavizarlo por varios años en un matrimonio arreglado entre familias.
—Buenos días, licenciado. —saludó Juan Pablo al abogado, y sin darle tiempo a éste de ponerse de pie, se sentó frente a él—. Hable rápido que no me gusta que me interrumpan cuando estoy leyendo.
—Bueno… verá… —titubeaba Martín al sentirse intimidado por Juan Pablo—. Es que, su padre, señor Castellanos; su padre murió hace unos días.
—¿Qué?… pero…. ¿cómo?…. lo último que supe de él es que estaba por Francia. —dijo Juan Pablo, sorprendido con la noticia, sin embargo no mostraba nada de tristeza.
—Así es señor. Su padre vivía hace unos años en Francia, incluso se casó con una señorita que por su edad, diría que era menor que usted. Pero el asunto es que, cerca de un año antes de su muerte me contactó para modificar su testamento, y que el día de su muerte yo me hiciera cargo de los procedimientos legales del funeral.
—¿Cómo murió mi padre?.
—Se accidentó en su jet privado. Iba junto a su esposa cuando ocurrió el accidente. Por encargo de su señor padre, sus restos fueron cremados, y ese es uno de los motivos por el cual vine a verlo hasta su casa.
—¿Me trajo las cenizas de mi padre?.
—Exactamente, señor Castellanos. —dijo el abogado, entregándole a Juan Pablo una urna pequeña de mármol—. Pero hay algo más.
—¿Qué cosa?
—Don Raymundo Castellanos dejó en su testamento a usted como el dueño de una propiedad en la sierra ayacuchana, una hacienda ganadera de….
—Nueva esperanza. —le interrumpió Juan Pablo.
—Exactamente. —afirmó el abogado—. Además, su padre pidió que sus cenizas fueran puestas ahí, en la capilla de la hacienda. Según me dijo antes de morir, ambos le tenían mucho aprecio a ese lugar, por eso se la dejó como herencia y además pidió que sea usted personalmente quien llevara la urna hasta ahí.
Juan Pablo no sabía cómo responder ante la situación, se había quedado atónito al saber que era el nuevo dueño de la hacienda Nueva Esperanza. Por su mente pasaron todos los momentos agradables y desagradables que vivió en ese lugar, al cual no había vuelto desde que se casó obligado por Raymundo, su padre.
De todas las propiedades que tenía Raymundo, la única que le interesaba a Juan Pablo era esa hacienda de más de cincuenta mil hectáreas, donde se criaba el mejor ganado Brahman para engorde y venta de reproductores. Tal era el cariño que tenía por Nueva Esperanza, que estudió medicina veterinaria y a la vez tomó muchos cursos de administración de empresas y ganadería, con tal de en un futuro, ser un buen administrador de la hacienda. Sin embargo, los caminos de la vida lo llevaron a alejarse de aquel lugar, odiando a su padre y a las experiencias allí vividas.
—No sé qué hacer, sinceramente, licenciado. —decía Juan Pablo sin salir de su asombro—. Hace tanto tiempo que no había ido por ese lugar….
—Me lo imagino, pero tenga en cuenta que esta fue la última voluntad de su señor padre. Además, usted siempre tuvo apego por esa hacienda, y con la experiencia y reconocimiento que ha adquirido como veterinario y empresario del rubro ganadero, seguramente sabrá muy bien cómo administrarla.
Desde la edad de veinte años, que fue a la que Juan Pablo se casó, se dedicó a trabajar en diferentes empresas, fue asesor de muchos ganaderos, e incluso dio clases en una de las universidades más importantes del Perú, hasta que tuvo el suficiente capital para formar su propia empresa de industrialización de carne.
Un par de años después de haberse casado nacieron sus hijos mellizos, Xavier y Victoria, quienes son todo su mundo, lo único bueno de su fallido matrimonio que terminó en divorcio, aunque su ex esposa aún lo atosigaba esperando que algún día volvieran a estar juntos, incluso lo celaba aun cuando ya estaban divorciados.
Juan Pablo, luego de pensarlo unos minutos, decidió aceptar lo que su padre le había dejado, después de todo ese era el pago a la mala experiencia de vida a la que lo condeno casándolo con Julieta.
Durante los días siguientes, Juan Pablo y el abogado se reunieron para realizar todos los procedimientos legales que se necesitan para recibir una herencia.
Una vez que, legalmente, la hacienda Nueva Esperanza ya era propiedad de Juan Pablo, éste pensó en ir a pasar unos días allí, ya que se había tomado unos días libres en el trabajo, y su estancia en la hacienda le serviría para ir acoplándose de una vez al ritmo de trabajo al que ya estuvo acostumbrado en su adolescencia, cuando ayudaba a los peones a arrear el ganado hasta el río para que tomara agua, o cuando espiaba a los trabajadores teniendo sexo por el monte.
Una mañana, como todas, Juan Pablo amaneció súper excitado, con el pene muy duro y babeando líquido preseminal; ya que en varios meses no había tenido con quien fornicar y su cuerpo le pedía sexo a gritos. Apenas despertó sintió la necesidad de masturbarse, pero ni bien estaba empezando a hacerlo, sus hijos llegaron y entraron de golpe a su cuarto, por suerte no se había destapado, sino habría sido todo un problema que lo vieran con el pene en la mano.
—Paaaaaapiiiiiiii. —gritaron los mellizos entrando de sopetón al cuarto, asustando a su padre, y corriendo a subirse a la cama.
—Hey, hola. Me asustaron. —dijo Juan Pablo, acomodándose la verga en el bóxer para que sus hijos no notaran su gran erección.
—Vinimos temprano para sorprenderte. —dijo Victoria.
—Vaya que me sorprendieron.
—¿Qué haces pá?, ¿por qué no te has levantado todavía?. —preguntó Xavier
—Ah, bueno, estuve leyendo hasta tarde y me quedé dormido.
—Ashhhh. Ustedes dos son iguales de nerds, solo se la pasan leyendo. —decía Victoria a su padre y su hermano.
Juan Pablo y Javier chocaron el puño al oír decir eso a Victoria. Ciertamente eran muy parecidos, con la diferencia que el padre era muy sociable mientras que el hijo era bastante tímido, pero si en algo debían de ser exactamente iguales, era en lo vergudos que ambos estaban, puesto que Juan Pablo cargaba entre las piernas un pene de 23 cm y considerable grosor, y Xavier no debía ser diferente a él, ya que desde pequeño se notaba que tenía un pene bastante grande, sumándole a eso el hecho de que era un niño bastante desarrollado físicamente, a pesar de tener solo 13 años, aparentando tener al menos unos 16.
Desde que Juan Pablo se divorció de Julieta, hace aproximadamente ocho años, vive solo y sus hijos lo visitan cada vez que quieren, además convive con ellos los fines de semana y a veces se los lleva de vacaciones, siempre que la mamá les dé permiso.
—Hijos, ya que están aquí quiero contarles algo…. —dijo Juan Pablo, poniéndose un poco serio.
—¡Tienes novia y te vas a casar!. —le interrumpió Victoria, con tono algo preocupado.
—Nooo… Claro que no. —negó Juan Pablo—. Lo que les quiero decir es que….
—¡Vas a tener otro hijo!. —interrumpió esta vez Xavier.
—Tampoco es eso. —volvió a negar su papá—. Lo que pasa es que…. Raymundo, mi papá, o sea su abuelo, murió. Hace unos días vino su abogado a dejarme sus cenizas.
Los mellizos se miraron entre ellos sin saber cómo reaccionar, puesto que casi nunca tuvieron contacto con su abuelo, al que solo veían por fotos o videollamadas. El recuerdo que Xavier tenía muy presente de Raymundo, era uno en el que una vez lo vio cogiéndose a una mujer en su casa, cuando tenía cerca de ocho años.
—Wow… Pá, lo siento…. Lo sentimos mucho…. —decía Victoria, tomando la mano de Juan Pablo.
—No se preocupen, ustedes saben que yo y su abuelo no nos hablábamos, ni siquiera nos veíamos… así que, creo que no hay mucho que sentir.
—Siempre me pregunté qué fue lo que te hizo el abuelo para que no se hablaran por tantos años. —dijo Xavier.
—Su abuelo y yo nunca nos entendimos, teníamos ideas muy diferentes, él siempre quería controlar todo, hasta mis decisiones, así que preferí alejarme.
Juan Pablo nunca había pensado decirles a sus hijos que Raymundo lo obligó a casarse con su madre; a pesar de todo, los años que vivió con Julieta siempre tuvo buen sexo, aunque nunca la amó sinceramente, y casarse con ella significó que la llama de su alegría se apagara, aunque él tampoco hizo nada por evitarlo.
—Pero saben algo, Raymundo me heredó una hacienda, esa de la que les hablé cuando eran más pequeños. —volvió a decir Juan Pablo.
—¿Una que se llamaba La Esperanza?, —preguntó Victoria.
—No, tontita, era Nueva Esperanza. —le corrigió su hermano.
—Exactamente, mi niño. Y ahora esa hacienda es mía. —intervino Juan Pablo.
—¡Felicitaciones!, —gritaron los mellizos a una sola voz—. ¿Y qué piensas hacer con eso?, —le preguntó Victoria.
—Hasta la pregunta es necia, hijita. Obviamente hacerme cargo de ella; además, Nueva Esperanza es una hacienda donde se cría ganado de engorde, así podría fusionarla con mi empresa. El ganado que se engorde lo mando directamente al matadero y la carne la industrializo para venderla enlatada como siempre, así ya no tengo que estar comprando ganado de otros centros de engorde, con lo caro que me sale.
—Wow. Eso sería un magnífico negocio. —agregó Xavier.
—Yo no sé mucho de eso, pero suena que va a haber mucho dinero. —se rió Victoria, contagiando su risa a su padre y hermano.
—Por el momento, —dijo Juan Pablo—, vayan a ver si Carmen ya tiene listo el desayuno, mientras tanto yo me baño y me pongo otra cosa que no sea la pijama.
Los mellizos bajaron corriendo a la cocina, desbordando energía igual que siempre.
Juan Pablo se dio un baño y se masturbó enérgicamente, luego se puso algo cómodo y bajó a desayunar junto a sus hijos.
Mientras comían, Juan Pablo decidió avisarles que se iría a pasar unos días a Nueva Esperanza. Sus adolescentes hijos, al estar de vacaciones, se entusiasmaron con la idea de acompañar a su padre a la sierra, solo tendrían que pedir permiso a Julieta y en unos días estarían por la hacienda.
—Oye pá. —dijo Xavier—. Ya que vamos a estar tantos días por el campo, ¿puedo invitar a mi amigo a la casa a jugar videojuegos, o a ver películas?.
—Por supuesto. —respondió su padre.
—¿Y a qué amigo piensas invitar?, —preguntó curiosa Victoria—. Si el único que tienes es Lucas. —dijo la niña en tono burlón.
Xavier miró a su hermana con cara de enojado, queriendo golpearla con la mirada, ya que al ser tan tímido casi no tenía amigos, solo Lucas ha sido su mejor amigo desde el preescolar.
—No le hagas caso a tu hermana. —dijo su padre—. Ya tendrás oportunidad de hacer más amigos, además, más vale pocos amigos pero sinceros.
Xavier se sintió apoyado por el comentario de Juan Pablo, aunque en el fondo sentía la necesidad de ser igual que los demás jóvenes de su edad, y no vivir solo encerrado en su casa: estudiando, jugando en la consola, leyendo libros o mangas, o viendo ánimes. Después de todo, para sus compañeros del colegio él estaba clasificado en la categoría de ‘’nerd’’, no solo por su estilo de vida, sino también por que usaba lentes y era de los alumnos más inteligentes del aula y de todo el colegio.
Después de desayunar, Xavier le marcó a Lucas para invitarlo a la casa de Juan Pablo.
—Hola Lucas…. Oye, estoy en la casa de mi papá, ¿no quieres venir más tarde a jugar PlayStation?, de paso vemos películas y duermes aquí. ¿Qué dices?….. Ok, entonces te veo más tarde.
El amigo de Xavier aceptó encantado la invitación, pero no era pasar tiempo con su amigo lo que le resultaba atractivo. Pidió permiso a sus padres y alistó algunas cosas para pasar la noche en la casa de Juan Pablo.
Cerca de las cuatro de la tarde llegó, acompañado de su papá, a la casa de su amigo.
—Hey, Lucas. ¿Cómo estás?. —lo saludó Juan Pablo—. ¿Y tú, mi buen amigo?, —saludó a Leo, el padre de Lucas, que era muy amigo suyo—. Xavier está arriba en su cuarto, sube. Estás en tu casa. —le dijo al jovencito.
Luego, junto a Leo pasó hasta la biblioteca y le ordenó a Carmen que les llevara un par de cervezas, bebieron un rato y después de un par de horas, Leo regresó a su casa.
Lucas subió hasta el cuarto de su amigo, sin tocarle la puerta intentó abrirla pero estaba con seguro; así que, optó por darle un par de toques para que Xavier le abriera.
—Pasa, webón. Me asustaste, creí que eras mi papá. —dijo Xavier.
—De seguro te la estabas jalando, por eso tenías la puerta con seguro. —increpó Lucas en tono burlón, aventándose sobre la cama.
—¿Y qué esperabas, que dejara la puerta sin llave para que mi viejo o mi hermana me descubran haciéndome la paja?. —volvió a decir Xavier, cerrando la puerta del cuarto.
—Pues yo no sé qué te preocupa. ¿Qué te encuentre tu hermana?, lo entiendo; pero tu viejo…. Si el señor Juan Pablo es bien chévere, además es hombre y no va a poner el grito en el cielo por encontrar a su hijo jalándosela. ¿Quién sabe y hasta te lleva a uno de esos lugares a que te estrenes?. —se rió Lucas.
—¡Pendejo!. ¿Tú ya te sacaste lo virgen?.
—Uffff… hace rato brother. —mentía Lucas—. Tú deberías aprovechar, con tremenda verga que te cargas no va a haber hembrita que se te resista.
—Mejor dicho, no va a haber chica que me la resista. —bromeaba Xavier sobre el tamaño de su pene.
Ambos muchachos reían por la plática que tenían. Aunque en algo tenían razón, ya que el tamaño de la verga de Xavier, para tener solo 13 años, era superior al de un adulto.
—¿Y ya te la has medido otra vez?. —preguntaba Lucas.
—No, pero parece que ha crecido un poquito más, y está más cabezona. Mira…. —Xavier se bajó un poco el short para sacar su gran pene, dejándolo saltar a la vista de su amigo que se quedó con los ojos abiertos al vérselo.
—¡Mierda!,. Parece la verga de un burro, webón. Con esa desbaratas a cualquier chica.
Xavier solo reía de las ocurrencias de su mejor amigo. Volvió a guardar su pene bajo su short y sacó de la gaveta de su mesita de noche una revista pornográfica.
—Mira lo que le encontré a mi papá en un cajón secreto que tiene en la biblioteca. —dijo el chico nerd, arrojando la revista al lado de Lucas.
—Wow… es una revista porno. —agregó Lucas, agarrándola asombrado, como si tuviera en sus manos algún pergamino milenario de alguna cultura antigua.
—No, que va… es un fragmento de la biblia. —se burló Xavier.
Lucas se rió y abrió la revista, ojeando página por página.
—Me había olvidado que antes no había internet, —dijo el muchacho—. Wow, mira, este la tiene igual de grande que tú, —dijo señalando una página donde había un hombre con un pene que le llegaba casi hasta la rodilla.
—No exageres. Ese tipo la tiene mucho más grande que yo.
—Sí, pero ya es adulto, en cambio tú al igual que yo, tienes 13 años, y ya vez de qué tamaño la tienes.
—Bueno, pues eso sí.
—Yo creo, que si no fueras tan tímido y te cogieras a alguna chica del colegio, aunque sea una de esas feas, ten por seguro que vas a ser muy famoso….
—¿Famoso?… ¿Solo por tirarme a una chica?.
—Siiii…. Porque ella les va a contar a sus amigas que la tienes enorme, luego sus amigas les van a contar a otras amigas, y así sucesivamente. Al final todas van a querer que te las cojas, y vas a ser la envidia de los varones.
Xavier reía al escuchar hablar a su amigo, a veces se preguntaba por qué se juntaba con él, con la cantidad de barbaridades que decía más parecía pensar con la cabeza del pene que con el cerebro.
—Wow. Eres un completo enfermo sexual. —le decía Xavier a Lucas, en tono sarcástico—. ¿Te violaron de chiquito, o qué?.
—Piénsalo, es buena idea. Yo podría arreglar todo para que te tires a una amiga mía que es bien puta, y no está tan fea. Solo que es de quinto grado.
—No inventes, nosotros apenas estamos en segundo adem..… Espera, ¿no es una a la que le dicen la santa?.
—Sí, ¿la conoces?.
—No personalmente, solo sé que es la puta del colegio, y que la expulsaron de otro colegio por puta.
—Esa misma. Es un poquito creída, pero si se lo pido yo, seguro que te quita lo virgen y hasta te hace buena fama.
—Prefiero ir a ese prostíbulo que está en el centro de la ciudad, si se lo pido a mi papá seguro me lleva. O a ese callejón de luces rojas, cada vez que paso por ahí para comprar películas porno, las prostitutas me llaman ‘’mi amor’’ o ‘’bebito’’, no como la zorra de tu amiga que pasa rempujándome en el recreo.
A Lucas le parecía muy graciosa la inocencia de su amigo, que a pesar del aspecto de hombre casi adulto que tenía, era muy bobo e ingenuo para algunas cosas y súper malicioso para otras. Sin embargo, Lucas no era precisamente el más experto en sexo, al menos no heterosexual, aunque procuraba que los demás creyeran eso.
El mejor amigo de Xavier, a pesar de sus 13 años, tenía un largo recorrido sexual, habiendo experimentado con muchos otros hombres, desde compañeros del colegio hasta mayores, uno de ellos, Juan Pablo; de hecho, fue el papá de su mejor amigo quien que le estrenó el ano, el que le dio su primera eyaculación en la boca, y la primera verga que probó. Sin embargo, debido a diferentes circunstancias se había mantenido un poco alejado de Juan Pablo, pero deseando volver a sentir ese mazo de carne invadir su ano y llenarle la boca con su agridulce semen. Por eso, en cuanto Xavier le propuso dormir esa noche en la casa de su papá, no lo pensó dos veces y aceptó, ya que su principal objetivo era ser otra vez, la putita de Juan Pablo.
Lucas y Xavier guardaron la revista porno después de masturbarse un buen rato viendo las imágenes, aunque para Lucas la mejor imagen era el descomunal pene de su amigo. Cada vez que se hacían una paja juntos viendo pornografía, volteaba a ver de reojo la verga de Xavier, deseando tenerla entre sus manos y hacer con ella una y mil maravillas, chuparla y metérsela en el ano, aunque por el tamaño, casi más grande que la de su papá, seguramente le rajaría el culo y no podría caminar en un par de semanas.
Jugaron con el PlayStation un rato hasta que la cena estuvo lista y bajaron a cenar.
A Victoria no le caía bien Lucas, por lo que siempre trataba de evitarlo; sin embargo, el mejor amigo de Xavier se daba cuenta de ello, y a pesar de tener gusto por los hombres, le parecía divertido coquetear con mujeres, y trataba de hacerlo con la hermana de su amigo, buscándole plática o haciéndole ojitos, algo que la hermana de Xavier detestaba y le hacía tener cada vez menos simpatía por Lucas.
—Hace mucho que no vienes por aquí, Lucas. —decía Juan Pablo, mirando al amigo de su hijo, tratando de disimular su obscenidad.
—Bueno, es que no me habían invitado. —respondió Lucas.
—No lo dejaban salir de su casa porque estaba con notas bajas en matemática. —intervino Xavier.
—Amigo, no es necesario que des tantos detalles. —reclamó Lucas a Xavier en tono burlesco.
—Uyyyy… Pero me imagino que ya no es así, ¿cierto?. —preguntó Juan Pablo.
—Exactamente. Xavi me ayudó a estudiar y salvé la materia. —respondió Lucas.
Después de cenar, Xavier y su amigo agradecieron la cena y subieron al cuarto del primero, prendieron la laptop de éste y abrieron la plataforma de Netflix para buscar alguna película o serie interesante que pudieran ver. Un rato después, Juan Pablo subió hasta la habitación de su hijo, llevándoles un tazón con palomitas de maíz. Tocó la puerta y Lucas abrió, le agradeció por las palomitas y el hombre le guiñó un ojo.
Eran casi las dos de la madrugada. Lucas notó que su amigo se había quedado profundamente dormido. Sigilosamente se bajó de la cama, abrió la puerta y salió del cuarto, caminó por el pasillo y llegó hasta la habitación de Juan Pablo, apenas giró la manija de la puerta notó que estaba sin seguro, así que entró y vio a aquel hombre durmiendo destapado, únicamente en bóxer. Se acercó a él y empezó a olfatear la entrepierna de Juan Pablo, lamiéndosela por encima de la tela de la ropa interior, ocasionando que el padre de su mejor amigo se despertara y sonriera maliciosamente al verlo.
—Creí que ya no vendrías. —dijo el hombre, susurrando y levantándose un poco adormilado.
—Xavi demoró en quedarse dormido. Pero ya estoy aquí. ¡Métemela!. —suplicó el adolescente, besando al hombre mayor.
Juan Pablo y Lucas se fusionaron en un asfixiante ósculo, en el que cada uno de ellos rosaba la lengua del otro, intercambiando saliva y liberando al aire testosterona de un hombre adulto y un jovencito que va camino a ser hombre.
La diferencia de tamaños era notoria en aquellos cuerpos. Juan Pablo, con su metro ochenta y cinco de estatura, era mucho más alto que Lucas que apenas llegaba al metro sesenta, un poco más de lo normal para un chico de su edad, tomando en cuenta que en el Perú la mayoría de la población es de estatura baja.
Juan Pablo cargó con sus fuertes brazos a Lucas, tomándolo por las nalgas y apretándoselas, provocando que el púbero soltara gemidos al estar nuevamente a merced de aquel macho dominante, al que se aferró pasándole los brazos alrededor del cuello.
El mayor arrojó al joven a la cama, le sacó la pijama y luego se quitó el bóxer, evidenciando tener ya una gran erección. Volteó a Lucas dejándolo en cúbito ventral y con las manos le abrió las nalgas, para acto seguido enterrar su cara en aquellos glúteos juveniles. Empezó a lamer aquel delicado ojete, tierno pero ya estrenado hace mucho tiempo por él y probado por otros varios hombres, pero ninguno con la virilidad y brusquedad que le caracterizaba, y sobre todo, sin las dimensiones peneanas que él tenía.
Lucas ahogaba sus gemidos mordiendo el edredón de la cama, aruñaba el colchón y entre su mente suplicaba ser penetrado por Juan Pablo, quien a pesar de no ser tan viejo, sentía una inyección de juventud al poseer un cuerpo tan tierno como el de Lucas.
Juan Pablo retiró su cara del trasero de su amante y, como si se tratara de un trapo viejo, lo jaló de los pies y lo puso de rodillas en la alfombra del suelo, al pie de la cama. Con su magistral verga le empezó a dar golpes en la cara, mojándole los labios y las mejillas con el líquido preseminal que ya estaba soltando, luego le hizo que abriera la boca y se la comiera, aunque por el tamaño de aquel pene, solo pudo meterse hasta la mitad.
Lucas empezó a chupar con brusquedad, pero sin lastimar, la verga del padre de Xavier, poniendo énfasis en succionarle el glande que era la zona más erógena de Juan Pablo. Hacía lo posible por meter más de la mitad de aquel pene de 23 cm en su boca. Salivando cada vez que degustaba el sabor a hombre en sus grandes testículos, y lamiendo cada centímetro de virilidad de aquel largo y grueso miembro.
Juan Pablo tomaba con sus manos la cara de Lucas y le follaba la boca enérgicamente, traspasando su campanilla y llegando hasta su garganta, haciendo que el menor lagrimara y escupiera borbotones de saliva que le mojaba el pecho y sus testículos, mientras el púbero le aruñaba las nalgas con sus suaves manos, tratando de hacer que el pene de su amante entrara en su totalidad en su boca.
El mayor se agachaba de vez en cuando a besar a Lucas y saborear su saliva mezclada con el sabor salado de su preseminal, dándole blandas bofetadas en las mejillas mientras le decía lo puta que era, porque sabía que un lenguaje como ese sacaba el animal libidinoso que dormía en el interior de su tierno amante, transformándolo en una cachorra de fiera capaz de tumbar del cuello a la presa que quisiera devorar.
—Métemela…. Métemela… —suplicaba Lucas, con la barbilla totalmente babeada y las mejillas mojadas con sus lágrimas.
Juan Pablo lo tomó por el cuello y lo volvió a arrojar sobre la cama. Teniéndolo boca abajo le levantó un poco las nalgas y le apuntó su falo al esfínter, sin compasión se la metió hasta la mitad y le tapó la boca para que no gritara.
Lucas jadeaba con los ojos llorosos, pero agradecido por ser nuevamente atravesado por aquel majestuoso pene. Con sus manos se abría las nalgas lo que más podía, para que aquella mazorca entrara cada vez más adentro suyo y le llenara las entrañas de caliente semen de hombre dominante y medio maduro.
El padre de Javier casi eyacula al sentir la tibieza de las paredes anales del pequeño Lucas, unos segundos después ya estaba empezando a bombearlo con furia, como a ellos dos les gustaba.
Por momentos se la metía suave, cuando el semen parecía salírsele por el meato, y tenía que respirar profundamente para no acabar pronto y dejar al culito del menor completamente satisfecho. Apenas las ganas de correrse se espantaban, las penetraciones eran más fuertes, metiéndole la verga casi en su totalidad, aunque a pesar del recorrido sexual del amigo de Xavier, éste no estaba listo para soportar tamaña invasión anal, por lo que solo hasta un poco más de la mitad de la verga de Juan Pablo le entraba en el culo.
Lucas estaba perdido de lujuria, casi inconsciente, babeando la cama con la boca abierta y sintiendo la perfecta mezcla entre dolor y placer, su combinación favorita. Definitivamente, ningún hombre que se lo haya cogido tenía la destreza sexual del padre de su mejor amigo, mucho menos el tamaño de su verga, que al igual que la de su hijo, era descomunal.
Juan Pablo tocaba el infantil cuerpo de su amante con sus varoniles manos, le recorría la espalda y daba nalgadas, le tapaba la boca cuando veía que Lucas no podía contener los gritos de placer. Le susurraba guarradas al oído, que sabía lo ponían a mil. Lo llamaba de mil maneras: perra, zorra, puta, ramera, adicta a la verga…. Y a la vez recordaba momentos de su adolescencia, cuando le reventó el culo por primera vez al hijo del capataz de Nueva Esperanza, aquel jovenzuelo que se parecía mucho, en lo sexual, a Lucas. Pedro, que así se llamaba aquel muchacho, le concedió a Juan Pablo el placer de vivir por primera vez el sexo salvaje; y Lucas era tan parecido a él, tierno y de aspecto morboso, joven pero ya con mucha experiencia.
Por un momento, Juan Pablo se perdió en los recuerdos de su pasado con Pedro, el placer por recordar aquellos momentos hizo que aumentara la fuerza de sus penetraciones, hasta que las ganas de eyacular lo volvieron a la realidad y, llenándole las entrañas a Lucas, explotó en inmensos e incontables chorros de semen que el adolescente sintió le quemaban el interior, orillándolo a pajearse y correrse también, exhausto y con el culo deshecho.
Aquel varón, llamado Juan Pablo, resoplaba cansado y bañado en sudor; pero había sido tanto el tiempo en el que no había tenido sexo, que quería correrse de nuevo; sin embargo, las fuerzas ya no le daban para otra ronda, y el ano de Lucas tampoco lo podría resistir.
—Uffff… —bufó aquel macho—. ¡Abre la boca para correrme otra vez!, —le susurró a Lucas, quien se acomodó sobre la cama, con la boca abierta y la lengua afuera.
Juan Pablo empezó a jalarse la verga con fuerza, con la respiración entrecortada, sin perder la erección y apuntando directamente a la boca de Lucas. Unas cuantas jaladas fueron suficientes para eyacular nuevamente una cuantiosa ración de esperma, que bañó por completo la cara aniñada de su amante y le llenó la boca de aquel delicioso manjar de macho viril.
Lucas tomó con una mano la verga de Juan Pablo, le chupó con fuerza el glande y la limpió con la lengua, mientras el mayor le limpiaba el semen de la cara con sus dedos, para luego dárselos en la boca y que los chupara.
Apenas recobraron un poco de fuerza, Lucas se vistió y salió del cuarto de su querido y regresó al de Xavier, notó que éste continuaba dormido y pasó al baño para lavarse la cara que la tenía pegajosa, por los restos del semen del padre de su amigo. Al salir del baño, apagó la laptop que seguía encendida, se recostó al lado del tímido y se quedó profundamente dormido, con el ano adolorido pero feliz.
Mateo seguro va hacer una saga super buena como la de piel canela ya lei la primera parte y va hacer estupenda ya estoy esperando el siguiente capitulo empezaste muy bien amigo………… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉
Hola muy buen relato espero con ansias la siguiente parte no te demores mucho
Un saludo desde Lima peru
Mateo tal ves ya no leas tus comentarios pero son muy buenos tus relatos, exitantes, morbosos.
Escribe mas bro