El Secuestro
Se desabrochó su pantalón militar, y sacó de el su colgante y moreno guevo, para orinar en la cubeta frente a mi, era la primera vez que veía las dimensiones de un guevo adulto, de el salió un chorro grueso y potente de orines y yo permanecía inmute ante aquella situación..
Año 2006 antes de que la crisis en Venezuela despuntara, mi vida era la de un niño de 8 años que pertenecía a una familia acomodada, mi padre era un empresario exitoso y eso sería el blanco perfecto para que yo fuese víctima de el crimen organizado, vivíamos aparentemente sin problemas económicamente estábamos bien, sin saber que nuestra rutina diaria era espiada para planificar mi secuestro.
Mi infancia era la de un niño de buena familia sin ningún tipo de complicaciones, por las mañanas desayunaba en familia para después ser llevado por el chofer de la familia al colegio, aquella mañana desayuné con mis padres para después salir al colegio como cada mañana, Antonio ( mi chofer) ya estaba afuera esperando como de costumbre, me abrió la puerta trasera del coche y al subir ambos salimos de casa camino al colegio, sin imaginar que ese día no regresaría a casa, llegue al colegio sin ningún contratiempo, y pase ahí mis horas escolares sin problemas.
Al salir de clases Antonio ya estaba esperando por mi como de costumbre para llevarme de vuelta a casa, pero esta vez algo nos sacaría de la rutina, pues camino a casa nos detuvieron un pequeño grupo de militares, eso no era algo fuera de lo normal en mi país, uno de los militares se acercó para hablar con Antonio mientras yo permanecía en el asiento trasero del coche, el militar le hizo preguntas de rutina, como a donde nos dirigíamos y cuáles eran nuestros nombres y cosas así, sin embargo lo que fue extraño es que le pidieran s Antonio bajar de el coche, cosa que Antonio accedió, mientras otro de los militares se puso frente a mi ventana.
Me di cuenta de que algo no estaba bien cuando vi que el militar comenzaba a portarse agresivo con Antonio hasta empezar a forcejear y golpear a Antonio con su carabina, sin darme cuenta el otro militar que estaba frente a mi ventana, abre la puerta y me saca de el coche tapando mi boca para evitar mis gritos, y en sus brazos me lleva hacia una vagoneta que estaba atrás de nosotros mientras el otro militar continuaba golpeando a Antonio, ahí en la vagoneta estaba otro militar que me cubrió la cabeza con una manta, al poco tiempo escucho como se suben los demás a la vagoneta y ahí escucho la voz de Antonio decirme -Leo estas aquí? A lo que yo le respondí – Si Antonio aquí estoy?
Habían cubierto la cabeza de Antonio también es por eso que no sabía si yo estaba ahí, el miedo que sentía jamás lo había sentido a mis 8 años pero sentí alivio que por lo menos Antonio me acompañara en esos momentos, la vagoneta comenzó a andar y el silencio se apoderó de la vagoneta solo lograba escuchar la platica de mis secuestradores que más bien eran como murmullos pues hablaban tan bajo que casi no se entendía lo que decían.
No se por cuánto tiempo estuvieron conduciendo pero se que fueron muchos minutos y la angustia de no saber a donde nos llevaban o que nos harían era insoportable, la muerte llegó a cruzarse por mi mente y yo lloraba en silencio mientras la manta me impedía ver lo que pasaba, después de un buen rato por fin pararon, nos bajaron a empujones y nos metieron a un lugar y nos tiraron al piso, escuchamos como cerraron una puerta y ahí logré escuchar los pasos de alguien que se acercaba, al sentir la cercanía de esa persona mi cuerpo comenzó a temblar, pensé que era el fin, y que no volvería a ver a mis padres, lloraba sin consuelo y fue entonces que esa persona me quitó la manta para ver con claridad el lugar donde estaba.
Era como una especie de cabaña, con olor a viejo y humedad era otro militar quien me había quitado la manta a diferencia de los otros este tenía su cara cubierta con un pasamontañas, apenas y podía ver sus ojos y sus labios morenos, era alto y robusto sin llegar a ser demasiado gordo, pero la complexión de su cuerpo imponía autoridad y temor, después de dirigió a Antonio y también le quitó la manta que lo cubría, a diferencia mía Antonio estaba atado de manos, pude ver como Antonio estaba golpeado de la cara y al verlo mi llanto se intensificó, temía que aquel enorme militar me golpeara igual que Antonio.
T- Cállate Leonardo o te irá muy mal!! Soy el teniente y estoy a cargo de este lugar.
Ahi descubriría que se trataba de un secuestro, pues el teniente como se hacía llamar, sabía mi nombre.
T- Si hacen caso a todo lo que les pida, nada les va a pasar, vivirán en este lugar por un tiempo, y depende de tus padres que los vuelvas a ver.
El teniente levanto a Antonio y con su arma me ordenó a mi a levantarme, nos llevo al otro cuarto de el lugar, en ese cuarto había dos catres y una larga cadena que estaba clavada al suelo, el teniente aseguró los amarres de Antonio y amarró los pies de el para evitar que pudiese caminar, para después tomar el otro extremo de la cadena y encadenarme a ella en uno de mis tobillos.
T- La cadena es lo suficientemente larga para que te puedas parar a mear o cagar en esa cubeta, y tú Antonio cuando tengas ganas te meas encima y si quieres cagar me avisas y te desatare los pies, está claro?
Ambos aceptamos las indicaciones de el militar, el militar salió y cerró la puerta, pudimos escuchar como ponía candado a la puerta, yo aflojé mi llanto al estar a solas con Antonio y Antonio intentaba calmarme.
A- No llores Leo todo va estar bien seguramente tus papás le darán lo que piden, seguramente a mi no me irá igual pero cuando estes libre dile a mi familia que no me hicieron daño para que no sufrirán.
Antonio y yo nunca tuvimos una estrecha relación el era un empleado de mis padres y el siempre me vio como El Niño de sus jefes, pero ambos estábamos pasando por lo mismo y debió sentirse más cercano a mi, Antonio era casado y tenía un bebé con su esposa era joven y siempre fue un buen empleado de mi familia, sin embargo el no tenía manera de pagar un rescate sabía que quizás el no correría con la misma suerte que yo.
Despues de unas horas, el teniente vuelve a entrar a donde nosotros estábamos traía con el comida, desató de las manos a Antonio para que comiera y a mi me dio igual para que yo comiera, mientras comíamos, el teniente se dirigió a la cubeta, se desabrochó el pantalón militar y con sus manos sacó su guevo frente a nosotros y comenzó a orinar sin pudor alguno, con una de sus manos sostenía su guevo mientras con la otra sostenía su carabina para dejarnos saber que el tenía el control.
A mis 8 años era la primera vez que veía el guevo de un adulto, ni siquiera había visto el guevo de mi padre jamás, no tenía idea de las dimensiones de un guevo adulto, su guevo era tosco, colgante, grueso y más oscuro que sus manos, era venoso y peludo y de el salía un chorro potente y grueso de orines amarillo, el teniente me miraba fijamente mientras orinaba, pudo darse cuenta que yo estaba atento ante aquello que le colgaba, al sentir su mirada en mi, yo como de mi comida intentando no dar importancia a lo que El hacía, pero aquel chorro de orines no parecía tener fin, era inevitable no mirar de reojo disimuladamente, siempre con la mirada de el teniente en mi, nunca sentí antes yo atracción por eso incluso puedo decir que en ese momento yo no miraba orinar al teniente con morbo, más bien era curiosidad por ver el tamaño y grosor de aquel guevo oscuro y venoso.
Después de ese momento el teniente salió y nos encerró de nuevo, en unas de las veces que entró, Antonio le pidió a el teniente que lo desatara que necesitaba cagar.
T- Está bien, pero yo no voy a quedarme aquí para verte cagar, así que no intentes nada porque si lo haces te mato a ti y mato al carajito!!!
El teniente desató a Antonio y volvió a encerrarnos, por la situación en la que estábamos el pudor no era opción, así que Antonio desabrochó su pantalón y lo bajo a sus rodillas dejando ver al igual que el teniente la dimensión de su guevo, a diferencia de el teniente, el guevo de Antonio no era tan grueso pero si era largo, rosado y tupido de pelo, Antonio se posicionó para cagar en la cubeta escondiendo su guevo dentro de ella.
Los días pasaban y nosotros empezamos a perder la noción del tiempo, pues en el cuarto donde estábamos no había ventanas, no sabíamos si era de día o de noche, nos daban de comer una vez al día, solo escuchábamos voces de las personas que dejaban la comida y hablaban con el teniente, el teniente se mantenía casi todo el tiempo en el otro cuarto, escuchando música y bebiendo, no sabíamos nada de el rescate no sabíamos completamente nada de mi familia, el teniente no nos decía nada, en una ocasión entró con nosotros y se dio cuenta que nuestro cuarto olía muy mal, pues no nos bañábamos hace días y la cubeta mantenía los orines y excremento en ella.
El teniente nos desató y sacó de el cuarto para llevarnos al otro, con carabina en mano nos ordenó desnudarnos, nos dio un jabón para compartir y el con una manguera nos tiró agua para acéranos, para después regresar a el cuarto y encadenarnos de nuevo.
Pude ver que en ese cuarto había una mesa con revistas y una botella de licor, un radio donde el ponía música, el teniente siempre estaba con su uniforme militar y su pasamontañas que cubría su cara, por lo menos habíamos tenido la oportunidad de ducharnos, sentirnos un poco limpios, pero la angustia seguía por no saber lo que pasaría o como terminaría todo, solo escuchábamos la música de el otro cuarto.
El teniente entró a darnos de comer y esa vez se quedó ahí viéndonos comer hasta que termináramos, se le notaba en su voz que estaba algo borracho, después de un rato se dirigió a la cubeta para orinar, y de igual manera su guevo soltaba un interminable chorro de orines, me miraba mientras orinaba, estiraba su guevo haciendo que su chorro de orines saliera mas potente.
T- Ven para acá Leonardo!!
Me ordenó el teniente, yo volteé s ver a Antonio, pero El no se atrevió a decirme nada.
T- Que vengas te digo o te va mal!!
Yo atemorizado me acerque a El mientras aún tenía el guevo de fuera y goteando orines.
T- Límpiame el guevo con tu boca!!!
Nuevamente volteo a ver a Antonio pero el teniente con voz molesta me dice.
T- No lo mires que Antonio no te va a ayudar chúpame el guevo que ando cachuo!!!
Miré el guevo de el teniente y estaba hinchado y algo duro, nunca había visto un guevo así, pero tenía tanto miedo a lo que me podía hacer que tomé su guevo con mi mano y me lo acerque a mi boca, aún con gotas de orines me lo fui metiendo lentamente, conforme lo iba metiendo, notaba el olor a orines y sudor de su guevo, fue inevitable sentir ganas de vomitar, pero el teniente impidió que vomitara pues sus manos empujaron mi cabeza hacia adentro atragantándome de ese grueso guevo que apenas y cabía en mi boca.
T- Uuuyyy mariscoooo no jodaaaa que rica bocaaaa!!!
Con lágrimas en mis ojos y con su guevo duro en mi boca veía a Antonio que no podía hacer nada más que verme darle placer a el teniente, mi saliva hizo que el mal olor de su guevo se disipara, mis ojos veían de cerca el oscuro pelo que le salía de la cremallera de su pantalón militar de el teniente, y el teniente con movimientos de cadera metía y sacaba su guevo de mi boca para mejorar su placer, no se por cuanto tiempo me tuvo chupando su guevo pero mi quijada me dolía por tener mi boca completamente abierta por aquel descomunal guevo que había crecido en mi boca.
T- Aaaaaaaggggggghhhh Que ricooooo coñooooo!!!
El guevo del teniente comenzó a llenar mi boca de un líquido pegajoso que no podía expulsar pues mi secuestrador se negaba a sacarme el guevo de mi boca, sentí como el guevo de el teniente perdía tamaño en boca la dureza de su guevo se tornó en un trozo suave y húmedo.
Ya completamente satisfecho el teniente guardó su guevo dentro de su pantalón.
T- Estoy cansado de estar aquí sin hacer nada, así que tu carajito me vas a quitar lo aburrido cuando yo quiera me oíste?
L- Si señor, solo no me haga daño!!
El teniente salió de el cuarto dejándonos solos de nuevo.
A- Tranquilo Leo ya pasó!!
Antonio no podía hacer nada para defenderme únicamente podía decirme lo que siempre me decía “todo va a estar bien”
Después de días nos volvió a ordenar que nos ducháramos como la primera vez, solo que esta vez nos encadenó sin ropa, y ahí nuevamente me ordenó que lo mamara, no se cuantos días habían pasado pero cada vez que al teniente se ponía cachuo me ponía a mamarlo y yo lo hacía sin duda pues sabía que si lo hacía, el no me haría daño, aprovechaba mi desnudez para explorar mi culo con sus dedos gordo mientras yo lo mamaba los sacaba y metía y después se los llevaba a su nariz para olerlos, se sentaba en el catre de Antonio mientras Antonio permanecía desnudo atado de pies y manos.
El teniente se volvió adicto a esa práctica pues me ponía a darle placer casi a diario, siempre con Antonio como espectador, en una ocasión cambió un poco su rutina, quizás quería hacer otras cosas para despertar más su morbosidad perversa.
T- Cada día mamas mejor carajito, pero aún no aprendes del todo, necesitas más practica, mamá el guevo de Antonio también.
A- No señor yo no por favor!!
T- Es una orden!! No te estoy preguntando si quieres!!!
Me ordenó que mamara a Antonio al mismo tiempo que lo masturbaba a El, me metí el guevo de Antonio y comencé a mamarlo, el guevo de Antonio comenzó a crecer en mi boca tal y como al teniente.
T- Esooo carajito así ahora mamá el mío!!!
Ahi estaba yo un niño de 8 años con dos guevos mamandolos intercaladamente, yo sabía que eso era algo inapropiado para un niño, sabía que estaba siendo abusado, y el estar en esa situación, no había nada que pudiera hacer, sin embargo lo empezaba a ver algo normal, no sabía lo que era el sexo pero sabía que el teniente lo disfrutaba, comprendí que eso lo disfrutaban los adultos pues los gemidos de placer que el teniente daba al deslecharlo me lo confirmaban.
A- Aaaaaaahhhhh Leooooo me voy a veniiiirrr!!!
Antonio también terminaba por deslechar su guevo en mi boca, aunque el también era forzado era inevitable sentir excitación gracias a mi boca, y eso reafirmo lo que yo suponía.
A los adultos les gusta esto, el teniente había formado entre nosotros un trío sexual pues cada día nos ponía a tener relaciones, y siempre El estando en total control de la situación, pues el era quien daba las órdenes y nosotros éramos quien obedecíamos.
T- Antonio mamale el culo a Leo mientras al me mama el guevo.
El teniente siempre modificaba la rutina sexual, siempre dando un paso más a lo que ya hacíamos, por primera vez tenía una lengua que jugueteaba en mi culo, era la lengua de Antonio, una sensación extraña pero buena se apoderaba de mi al sentir como Antonio se comía mi guevo y yo cerraba mis ojos para intensificar más esa sensación, yo no se si Antonio lo disfrutaba pero yo comenzaba a sentir cosas, incluso deje de sentir miedo de estar secuestrado, deje de temerle al teniente a pesar de ser un hombre alto y corpulento, empezaba a sentir placer al mamar a el teniente y a Antonio y el sabor de la leche de ambos comenzaba a gustarme.
La situación cada día era más candente al menos para el teniente y para mi, incluso el teniente sintió la confianza de despojarse un día de su pasamontañas, dejándonos verle por primera vez su rostro, un rostro muy masculino de facción toscas pero atractivas, sus labios morenos y carnosos estaba expuestos por completo, de nariz tosca que lo hacían ver rudo y algo gruñón.
Por su parte Antonio nunca mencionaba cómo se sentía al respecto cuando nos quedábamos solos, ese tema no se tocaba, ni yo tampoco lo mencionaba, pues sentía pena que pensara o que se diera cuenta que a mi ya no me desagradaba del todo ser abusado, no quería que supiera que disfrutaba de un guevo en mi boca o de el sabor de la leche de hombre, que ambos me daban, lo que sí era un hecho para mi era la excitación de Antonio, al cual ya no lo miraba como antes, pues ya no lo miraba como mi chofer sino como un hombre apuesto y poseedor de un guevo que ya había procreado un hijo, un excelente y largo guevo que me daba de su leche cada vez que el teniente nos visitaba en nuestro cuarto.
Era ese el cuarto en el que pasábamos los días cautivos, ajenos a lo que pasaba en el mundo exterior, pasaban y pasaban los días y mientras mis padres sufrían por mi ausencia sin ni siquiera imaginarse que yo era un aprendiz sexual y mi secuestrador era mi maestro y Antonio su asistente.
CONTINUARA…
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sigue contando mas muy buen relato saludos….. ) 😉 🙂 😉
Buen relato, por favor, continúalo! Me quedé con la intriga
wow amigo ke rico sera ke esas cosas pasas en la vida rreal neta????? sigue contando
me agrado el relato . lo sentti real