El Secuestro de Timothy
Misión: Recuperar víctima de secuestro y apresar al perpetrador.
Hora: 1403 GMT+1.
Ubicación: Carbeth Hill, Escocia.
Posición actual: Cerca del objetivo (cabaña en área remota del bosque).
Misión: Recuperar víctima de secuestro y apresar al perpetrador.
El capitán Campbell, líder del escuadrón de rescate, con intrincadas señas de su mano derecha dio órdenes a sus tres hombres; los cuales las acataron sin vacilar y se pusieron en posición. Los cuatro agentes especiales apenas y hacían ruido en lo que se desplazaban por el suelo de tierra cubierto por hojas de tonos amarillos, naranjas y rojos. Dos de ellos ya habían alcanzado el pequeño pórtico, apuntando con sus pesadas armas y listos para derribar la precaria puerta de madera, mientras un tercero bordeaba la cabaña hacia la parte de atrás.
El último en subir lentamente por el par de escalones del pórtico fue el oficial Campbell, quien escupió a un costado antes de dar la señal para proseguir. Él en ese momento sintió una gota de sudor escurrir desde su casco hasta su mandíbula cuadrada; ya que a pesar de tener mucha experiencia en este tipo de misiones, como se trataba del secuestro de un menor estaba algo nervioso; por lo que él sentía todo su fornido torso traspirado debajo del caliente chaleco protector y la ceñida camiseta negra que forma parte del uniforme que todos ellos usan.
Entonces el capitán sostuvo con una mano su fusil de asalto y con la otra dio la orden. El par de hombres derribaron la puerta e interrumpieron en el interior de la vieja cabaña; la cual consistía únicamente en una habitación con chimenea y un par de muebles en la entrada, una cocineta en el fondo hacía una esquina y en la otra había una gran cama; misma que estaba siendo ocupada por dos individuos desnudos. Uno era el perpetrador; un hombre de cabello negro, como el resto de los abundantes vellos de su cuerpo; y el otro debía ser la víctima, Timothy, un jovencito pálido y de cabello castaño claro, que se encontraba acostado boca arriba con sus piernas levantadas y estaba siendo sodomizado por el secuestrador.
– ¡¿Pero qué diablos es esto?! —Exclamó el sorprendido sujeto; quien mantenía arriba las piernas del chico agarrándolas por los tobillos, en lo que sus enérgicas embestidas anales al blanco trasero del joven cesaban de súbito.
– ¡Alto ahí! ¡Levante las manos o dispararemos! —Espetó el moreno oficial Jackson, el más alto y musculoso del escuadrón- ¡Aléjese del menor ahora mismo!
Asustado y desconcertado, el criminal soltó al chaval y mantuvo sus manos en alto, al mismo tiempo que se apartaba y su erecta verga salía del rosado ano del chico.
– ¡Que alguien me explique qué está pasando! ¡¿Quiénes son ustedes?!
En ese instante el líder del equipo entró a escena, justo en lo que el otro agente se unía al oficial Jackson y ambos mantenían apuntando con sus fusiles al secuestrador.
– Está bajo arresto por el secuestro del joven Timothy de 14 años. —Respondió con profunda y aplacada voz el capitán Campbell, a la vez que bajaba su arma.
– ¡¿Secuestro?! ¡¿De qué hablan?! —Y el confundido individuo bajó de la cama- Mi esposa está detrás de todo esto, ¿no es así? La llamaré y aclararé todo.
Y el hombre; que tendría unos cuarenta y tantos años, con indicios de calvicie y una espesa barba negra; se giró para tomar de la mesita lateral su teléfono móvil.
– ¡Deténgase! ¡No se mueva!
– ¡Tiene un arma! —Exclamó el segundo agente y disparó haciendo añicos el celular en las manos del sujeto; quien del susto y con la conmoción del momento aprovechó para lanzarse por la ventana abierta y huir.
– ¡No, papi! —Gritó Timothy casi en llantos y queriendo ir detrás, pero el capitán lo detuvo.
– ¡Rayos, se escapa! —Dijo el oficial Jackson corriendo hacia la estrecha ventana y viendo como de entre los arbustos salía huyendo el desnudo criminal.
El segundo oficial, que tenía una larga barba de chivo rubia y fue el que había disparado, usó su comunicador para notificar de la situación al cuarto agente que se encontraba afuera. En ese momento el líder del escuadrón intervino y dio la orden de que se efectuara el arresto sin hacerle daño al culpable; entonces Mackenzie y su compañero Jackson salieron por la puerta.
– ¡¿Por qué hacen esto?! ¡Mi papito no hizo nada malo…! —Habló el chico con lágrimas en sus ojos verde-avellana; todavía sobre la cama, pero ahora de rodillas asomándose por la ventana, lo que hacía que su redondo y respingado culito quedara a la vista del capitán Campbell.
– Tranquilo, muchacho. Nadie saldrá herido, te lo prometo. —Y el maduro y fornido hombre le ofreció la sábana al chaval para que se cubriera; pero éste simplemente se giró y desnudo se quedó sentadito en el borde de la cama- Mejor aprovecha a explicarme que fue lo que sucedió. ¿Por qué lo llamas “Papi~”?
– Es que lo es… —Le respondió el jovencito cabizbajo y con sus dos manos metidas entre sus muslitos bien juntos- Bueno, él no es mi papá de verdad; pero cuando yo era pequeño se casó con mi madre… Aunque ahora se están por divorciar.
– O sea que es tu padrastro. Eso explica lo que dijo de su esposa. —Y aprovechó para soltar de su barbilla el broche del casco y quitárselo- Ya veo, y por eso ella lo reportó como un secuestro. Por un momento pensé que se trataba del ‘Síndrome de Estocolmo’.
– ¿El síndrome de dónde? ¿Qué es eso?
– Así se le llama cuando la víctima se siente atraída por su secuestrador.
Y el capitán de bigote y barbita en candado color castaño-cobrizo, se sentó a la par del joven adolescente; quien parecía haber dejado de tiritar del miedo y se hallaba ya más calmado.
– Pero es que él nunca me secuestró. Simplemente vinimos aquí para poder estar juntos, pues mi mamá nunca entendería que a mí me gusta mucho que papi me haga suyo…
– Sí, me di cuenta. Vi cómo te estaba cogiendo. —Y el capitán Campbell sintió otra gota de sudor deslizarse por su mejilla- ¿Y desde cuando haces eso con él? Porque eres muy jovencito, apenas tienes 14 años como para estar teniendo sexo con un hombre adulto.
– Desde que tengo 11.
– ¡Vaya, pero si eras un niño! —Se sorprendió el maduro oficial; ya que eso era algo que a él jamás se le cruzaría por la mente, siendo un hombre casado e incluso padre de un hijo de edad similar- ¿Y cómo fue que ocurrió esto entre ustedes?
– Bueno, fue una noche en la que él y mamá habían discutido; por lo que mi papito se había ido a dormir a uno de los sillones de la sala…
…Yo me había despertado con ganas de ir al baño y cuando regresaba a mi cuarto lo vi ahí acostado. Él dormía sólo con una ajustada trusa y como su verga estaba erecta, esta se le salía por un costado. No sé por qué, pero eso llamó mi atención; así que me acerqué despacito y me agaché para poder vérsela mejor y tocársela. Era muy grande y gruesa, que aun con mis dos manitos no la abarcaba toda y tenía muchos pelos por todos lados, cosa que me pareció muy curioso; que no me resistí y se los comencé a acariciar. Eso creo que le causó cosquillas, porque se despertó y me vio allí, hincado en la alfombra y agachado sobre su entrepierna.
– ¿Qué haces Timmy? —Me preguntó con voz carrasposa.
– Eh…nada… —Y me incorporé nervioso, pensando que quizás mi papito no se había dado cuenta de que lo había estado toqueteando- ¿Por qué duermes aquí…?
– Tu madre y yo peleamos. Sabes, ella tiene tiempo de no dejarme cogerla. Y un macho como yo necesita atención y placer. Por eso es que la tengo así de dura como la ves.
Yo tragué en seco, sintiendo los latidos de mi corazón palpitar en medio de mi pechito.
– ¿Te gusta? —Me preguntó sonriéndome, indicándome con la mirada que viera su verga; la cual se sacudía al lado de uno de sus velludos muslos. Yo le contesté que sí y él ahí me preguntó si quería probársela. Me dijo que si quería no sólo se la tocara, que podía pasarle la lengua y chupársela también; que me iba a gustar.
Y así fue, me gustó mucho, puesto que esa noche papi me enseñó a mamársela hasta que se corrió en mi boca y me hizo beberme toda su rica leche de macho. Después de esa vez yo se la mamaba seguido, hasta que a las semanas también empezó a prepararme para penetrarme. Primero sólo me comía el culito con su boca y lengua, y me metía un dedo; luego fueron dos. Y además de eso, papito también frotaba su verga erecta contra mi rajita, simulando que me cogía. Hasta que en una oportunidad si me logró introducir todo su carnoso glande y de ahí poco a poco me la fue metiendo hasta que ya me culeaba con todo su rabo peludo. Y desde entonces yo soy suyo y amo que mi papi me coja hasta llenarme el culito con su lechita tibia…
La historia de Timothy había sido tan detallada y morbosa, que el capitán Campbell no pudo evitar tener una erección involuntaria; que el bulto en su pantalón de camuflaje militar gris era más que evidente.
– Vaya historia, muchacho. —Y el maduro hombre se pasó el venoso dorso de su brazo por la frente, para así limpiarse las gotitas de sudor. Él se sentía caliente y no era por el clima; pues esa era una fresca tarde de otoño.
– Y mi papito siempre me ha dicho que cogerme a mí es mucho mejor que cuando él lo hacía con mi mamá. —Dijo el chico queriendo provocar más al oficial, ya que se había percatado de que aquel paquete dibujaba una tremenda verga- Incluso dice que mis mamadas son las mejores que él ha recibido en toda su vida…
– ¿Ah sí? —Y en ese momento el agente sintió la mano del jovencito deslizarse por su macizo muslo, hasta alcanzar su miembro masculino y estrujárselo suavemente por sobre la tela.
– La tiene muy dura… ¿Cuándo fue la última vez que lo atendieron bien como macho, eh?
– La verdad, hace como unas tres semanas. Hemos estado en varias misiones, que no he podido regresar a casa y estar con mi mujer. —Le respondió al precoz adolescente, mientras dejaba que éste continuara con los toqueteos por sobre su firme falo.
– Sabe, yo puedo ayudarlo si quiere…
– ¡¿Pues qué esperas, putito?! —Y en eso el capitán Campbell se desabrochó el pantalón y liberó su arma de carne y venas. Esta era de muy buen tamaño, pero sobretodo gorda y cabezona, más que el miembro del padrastro de Timothy; quien ya se había hincado en el suelo de madera, entre las piernas de ese nuevo macho, para poder empezar a felársela.
Aquel era un enorme y suculento instrumento viril, parecía tener pulso propio y palpitar por la anticipación; así que el lujurioso chico se dispuso a lamerlo todo, desde los rugosos huevos que también habían sido liberados ya, hasta la pellejuda punta.
– ¿Te gusta, putito? —Quiso saber el varonil agente, al tiempo que se removía el chaleco protector y la ceñida y traspirada camiseta negra; revelando un esculpido torso cubierto con unos cuantos vellos castaños-cobrizos y un par de tatuajes en pectorales, hombros y bíceps.
– ¡Mmmm…sí! ¡Slurp~! ¡Es bien rica y peluda como la de papi! ¡Mmmm…! ¡Slurp~!
Y Timothy luego se puso a chuparle las bolas, una por una, pues juntas no le cabían en la boca.
– Está algo sucia. —Dijo el maduro oficial justo cuando el chaval volvía a atender su verga y le corría el prepucio lo más posible, descubriendo un glande sonrosado y cubierto con varios grumos de sebo blanquecino, en especial entre el prepucio y el frenillo.
– No importa. Así está bien sabrosa… ¡Mmmm…! ¡Slurp~! —Y el calenturiento jovencito pasó su lengua por toda aquella cabeza fálica, juntando ese requesón seminal para comerlo con deleite.
Pero de pronto Timothy se engulló todo lo que pudo de esa recia y gorda verga, un poco más de la mitad, succionándola como todo un profesional a su corta edad.
– ¡Oh…tu padrastro tiene razón! ¡Sí que sabes mamarla! —Jadeaba de gusto el maduro capitán, viendo como el chico con cada mamada lograba engullirse unos cuantos centímetros más de su vergota, acercando su naricita a sus olorosos pelos púbicos- Ooohhh… ¡Maldición, hasta logras comértela entera!
Aquel muchacho ya estaba de perrito en el piso, mamando a pleno al machote de Campbell; aunque más parecía un hambriento becerrito, con todo el culito levantado, provocando más la lujuria del capitán. Éste en lo que ahora recibía las increíbles mamadas del jovencito a todo su rabo, estiraba sus manos para alcanzar aquel trasero pálido y sin un tan solo pelito, para así poder apretujarle aquellas suaves nalgas y separárselas, tocando esa tersa rajita y encontrando en ella aquel tierno anito con la yema de sus dedos.
El oficial sintió como dos de sus nudosos dedos entraron fácil por aquel esfínter; que parecía dilatarse entre más Timothy mamaba su verga y tragaba los jugos seminales que le escurrían.
– ¡Oh…menudo culo tan rico tienes, putito! —Confesó el macho en lo que su falo era estrujado en toda la garganta del chaval- Nunca antes me he follado a un mariconcito; así que tendrás el privilegio de ser mi primero.
Entonces el agente Campbell detuvo a su insaciable felador y lo recostó en la cama boca arriba, elevando bien su culito, de manera que las rodillas de Timothy pegaban contra sus propios hombros. Ahí él se bajó el pantalón a la altura de sus botas militares y apuntó con su arma viril justo al abierto anito del joven putito que tenía por delante, y de una estocada se la clavó por el culo hasta la mitad; haciendo que el chico soltara un poderoso grito.
– ¡Uff~! ¡Qué apretadito lo tienes! —Exclamó el semental rescatista, a la vez que empujaba más con su pelvis y lograba introducirla completa hasta el rojizo pubis- Pensé que siendo un mariconcito desde los 11 añitos estarías flojo; pero no, tu culito estruja delicioso.
– ¡Ay…qué grande y gorda se siente! ¡Agh~! ¡Me empuja todo por dentro! ¡Agh~! —Decía Timothy entre gimoteos; sintiendo como ese fornido capitán lo empezaba a embestir de una forma impresionante, que la pesada cama se sacudía con cada bombeo anal.
– ¡Oh…ahora entiendo a tu padrastro! Con razón el desgraciado te folla desde niño…Ooohhh…
—Momentos antes, en el bosque…
Los agentes Mackenzie y Jackson corrían entre los altos árboles de hojas naranjas y rojas; hasta que arribaron a un pequeño claro donde se encontraron con que su compañero, el oficial Rasheed, quien ya tenía de rodillas y con las manos tras la nuca al padrastro del muchacho.
– Bien hecho. Atrapaste al malnacido. —Dijo Mackenzie; quien era el más delgado de los tres, llevaba gafas oscuras y tenía esa larga barba rubia como de chivo.
– ¡Déjenme explicarles, por favor! —Suplicó el indefenso y desnudo hombre- Esto es sólo un malentendido. Mi nombre es Roland Smith y soy el padrastro de Timmy. No soy ningún secuestrador… Seguramente mi esposa hizo esto para vengarse de mí por–
– No ha parado de decir eso. —Interrumpió el agente Rasheed; el más bajo y novato del equipo, y de rasgos paquistaníes; mientras continuaba apuntándolo con su arma a la espalda.
Los otros dos bajaron sus fusiles de asalto, pues ya la situación estaba bajo control.
– ¡Les estoy diciendo la verdad!
– Digamos que por un momento le creemos. —Habló el enorme y musculoso negro que era el oficial Jackson- ¿Aun así quisiera saber porque rayos estaba abusando de su hijastro?
El señor Smith sintió un nudo en la garganta y como sus peludos sobacos se mojaban por el sudor de sus nervios, de hecho todo su velludo cuerpo comenzó a traspirar copiosamente.
– ¿De qué hablan? —Quiso saber Rasheed, pues él era el único que no había presenciado la escena de aquel hombre cogiendo al jovencito de 14 años.
– Pues que a este malnacido le gusta sodomizar menores. —Respondió Mackenzie- Apuesto que por eso trajo aquí al crío, para poder violarlo lejos de todos.
– N…no… ¡No es eso! Lo que pasa es que Timmy y yo, pues… A él le gusta que yo…
– Así que si admite que se aprovecha del pequeño. —Y dirigiéndose a sus dos compañeros, Jackson continuó- ¿Qué les parece si le damos una lección a este infeliz?
– ¡Sí, excelente! Una probada de su propia medicina. —Y el delgado y rubio agente se apretó la entrepierna, estrujándola por sobre el pantalón como si tratara de endurecer su verga.
– Esperen un momento… —Empezó a hablar el señor Smith, al tiempo que veía atónito como el negro también hacía lo mismo y al cabo de unos segundos ambos hombres se desabrocharon los pantalones y dejaron salir sus miembros masculinos, ya bien firmes y erguidos.
El par de machos agentes se pararon delante de su prisionero y lo obligaron a que les diera placer. El pobre Roland no podía negarse, era rehén de esos tres; pues Rasheed seguía apuntándolo. Así que, siendo él mismo un macho, tomó con recelo las vergas de Mackenzie y Jackson, y despacio las comenzó a masturbar, una en cada sudada mano.
Una era muy larga y curva hacia abajo, con la base llena de vellos rubios; y la otra era oscura, venosa y enorme, que hasta se sentía pesada. Pero los viciosos oficiales no se conformarían con unas cuantas jaloneadas; que pronto le ordenaron comenzar a mamar. Lo cierto fue que al señor Smith no le resultó desagradable aquello; de hecho cuando probó el glande de la primera y sus dulces gotitas de líquido seminal, se la metió a la boca todo lo que pudo y se puso a chuparla sin parar; mientras no dejaba de masturbar la del colosal negro.
– ¡Joder, si se la come estupendo! ¡Pero tienes que tragártela toda! —Y Mackenzie tomó por la nuca al sujeto y con brusquedad se la empujó hasta la faringe, sobrepasándole la campanilla, atragantándolo e iniciando unas intensas folladas por su boca y garganta.
Luego fue el turno de hacer lo mismo para el semental moreno; quien únicamente consiguió hacer que su prisionero sexual se engullera la mitad de su macizo rabo negro.
– ¡Oh…rayos! ¡Qué bien se siente! —Resopló Jackson en lo que embestía salvajemente la cara del Roland, produciéndole unas arcadas mortales- Tres semanas de celibato, a puras pajas, ya necesitábamos algo como esto… ¡Oohh~!
A todo esto, el agente Rasheed observaba anonadado a sus compañeros, sintiendo como su arma fálica también estaba cargada y lista; que él soltó su fusil de asalto y también se bajó la cremallera, liberando su verga trigueña, bien morcilloza y muy peluda. Entonces el viril paquistaní también ofreció su falo, y ahora el señor Smith tenía que intercalar sus atenciones a esas tres poderosas vergas. En lo que mamaba vorazmente una de ellas, con sus dos manos se encargaba de masturbar hábilmente al otro par a la misma vez.
Así se encontraban esos cuatro calenturientos hombres, los tres uniformados de pie bajo el frondoso dosel de ese bosque otoñal, y el velludo y barbón de Roland hincado en la hierba, con nada de ropa y su propia verga bien erecta, escurriendo hilos seminales sobre las hojas.
– ¡Oh…joder, sí! Este malnacido sí que me va a ordeñar completo. —Confesó el jadeante de Mackenzie, apoyándose en el musculoso cuerpo de su compañero negro.
– ¡Y vaya que al infeliz parece gustarle la carne de macho! —Dijo Jackson- Miren como trata de comérselas las tres juntas.
Aquello era verdad. El señor Smith juntaba ese trío fálico lo más posible, frotando los glandes de los agentes entre sí, haciéndolos resoplar de gusto; mientras les pasaba la lengua y los besaba y chupeteaba; todo eso acompañado del uso de sus manos en las bases peludas de esos ardientes rabos, así como también para masajearles los cargados huevos.
– ¡Es como si fuera una puta experta! —Dijo Rasheed al tiempo que Roland se atragantaba con toda su verga- ¡Ooohhh…! ¡Si sigue así me hará acabar…! ¡Oohh~!
– ¡Mmmm…Slurp~! ¡Denme la lechita! ¡Mmmm…Slurp~!
– ¿Quieres que te demos nuestra leche de macho? —Inquirió el agente de gafas y barbita rubia.
– ¡Mmmm…Slurp~! ¡Sí, por favor señores oficiales! ¡Mmmm…Slurp~! ¡La quiero ya!
Entonces los sementales ayudaron al señor Smith y ellos empezaron a jalárselas muy rápido, uno a la par del otro, muy juntos, y con su prisionero sexual de rodillas, masturbándose desesperado y pidiendo esperma con la boca abierta y la lengua por fuera.
Uno a uno se comenzaron a correr. El primero fue Rasheed, que le embadurnó con su semen todo el pelo en pecho a Roland. Seguido fue Mackenzie, quien le atinó varios disparos seminales en la boca; pero la mayoría le cayeron en el rostro y la barba. Y por último fue el turno del negrote de Jackson, el cual soltó tanto esperma que completó de bañar de leche viril al señor Smith. Éste también se corrió sobre sí mismo, relamiéndose el semen de los otros machotes.
– ¡Mmmm…qué delicia! —Y se juntó con dos dedos un poco de la mezcla de las tres descargas seminales de su torso y se la chupó- ¿Ahora puedo regresar y ver a mi hijastro?
—De regreso en la cabaña…
Timothy estaba en cuatro sobre la cama, recibiendo por su culo de 14 años aquel tremendo rabo del capitán Campbell; el cual bramaba como una bestia en celo, cogiendo sin descanso al jovencito que había resultado todo un putito. Éste y su culito le daban tanto placer al semental que el mismo no pudo más y eyaculó. Los primeros chorros entraron directo al colon del chico, preñando sus entrañas; pero luego el viril oficial retiró su verga de aquel prieto trasero y, sujetándosela por el grueso pegue, soltó el resto de la carga de sus voluminosas bolas en todas las magníficas nalgas del adolescente; sólo para luego volvérsela a meter duro y menearla dentro un par de veces más, arrojando en el interior hasta la última gota de su espesa esencia.
– ¡No! ¡Más…! ¡Quiero más, por favor…! —Suplicó Timothy al momento que sintió como aquel fuerte falo perdía sangre y se tornaba semierecto.
– Menudo mariconcito insaciable resultaste ser.
Pero por suerte, en ese preciso instante entraban a la cabaña el resto del equipo de rescate junto con el señor Smith.
– De seguro lo aprendió de acá su padrastro. —Habló el agente Mackenzie y con el pulgar señaló tras de sí a sus dos compañeros, quienes escoltaban a Roland.
– Así que decía la verdad. —Observó Jackson al ver como su capitán desclavaba su verga del culito del joven chaval.
– ¡Papi! ¡Papi! —Exclamó Timothy, corriendo contento hacia su papito; mismo que al instante alcanzó a su hijastro y ambos se abrazaron desnudos en medio de los cuatro hombres.
– ¿Estás bien, mi nenito hermoso?
– Sí, papi. Sólo le contaba nuestra historia al capitán. —Y oliendo el semen seco en el torso velludo y pegajoso de su padrastro- ¿Tú estás bien, papito?
– Sí, no te preocupes. Yo también me pude poner de acuerdo con estos machos.
A todo esto el capitán Campbell continuaba sin su uniforme, únicamente llevaba sus botas militares, y traía el rabo colgándole semierecto entre sus fornidas piernas; pero a él no parecía importarle que su escuadrón lo hallara así, ya que había interpretado lo que en verdad había sucedido entre ese sujeto y sus hombres. De hecho estos tres se quitaron los cascos y chalecos, poniéndose cómodos, y dejaron sus armas y equipo regados por toda la vieja cabaña. Roland incluso les ofreció cervezas del six-pack que tenía en la nevera.
– Entonces tenía razón. Mi mujer me denunció por secuestro. —Dijo el señor Smith después de haber conversado un poco más con el líder de los agentes especiales- Pero si apenas nos fuimos ayer por la tarde y le dije que estaríamos aquí, en la cabaña que era de mi padre.
– Es que ahora que se van a divorciar, mi mamá no quiere que yo siga viendo a mi papito. Ella siempre ha estado celosa de lo cercano que somos él y yo. —Intervino Timothy, aún entre los velludos brazos de su padrastro.
– Pues tu esposa tendrá altas conexiones o no nos habrían despachado para ejecutar esta misión de rescate. —El capitán habló dirigiéndose a Roland, en lo que se sentaba a la orilla de la cama mojada de traspiración.
– Ella trabaja para el concejal de Glasgow.
– Ya veo. Al menos hemos aclarado que no es un caso de secuestro, a lo sumo podríamos decir que se trata de un inusual caso de adulterio con tu hijastro.
– Pero es un menor de edad. —Agregó Rasheed.
– ¡Por favor no arresten a mi papi! ¡Haré lo que sea!
Mackenzie y Jackson intercambiaron miradas, y luego ambos se voltearon a ver a su líder.
– Supongo que podemos llegar a un acuerdo y no reportar esto. Déjenme pensar, ¿qué pueden hacer cinco machos y un mariconcito juntos? A ver equipo, ¿se les ocurre algo?
– ¿Habla en serio, capitán? —Rasheed seguía algo descolocado por la situación.
– No pasa nada, yo ya lo probé y le dejé una buena ración de mi leche en el culito. Pero estoy seguro de que podemos rellenarlo más entre todos. —Los otros dos agentes ya tenían abultadas sus entrepiernas- Roland, ¿por qué no le muestras a éste como te follas a tu muchacho? Además nosotros te interrumpimos hace rato, es justo que sigas.
Entonces el señor Smith comenzó a manosear las nalgas de su hijastro, pasando sus dedos por aquella lampiña raja y de ahí le metió un par por el anito húmedo.
– ¡Uff~! Veo capitán que ya ha dejado a mi nenito bien abierto y lubricado.
– ¡Pero quiero más, papi! ¿En verdad me van a dar todos? —Preguntó Timothy con genuina ilusión reflejada en su rostro, lleno de pecas y con esos hermosos ojos verde-avellana.
En ese momento la verga de Roland ya estaba perfectamente erecta; así que se sentó en el viejo y polvoso sofá que había junto a la chimenea, y dejó que el fornido capitán Campbell lo ayudara a montar a Timothy sobre su entrepierna, enterrándose su firme falo en el proceso.
– ¡Oh…Dios, sí! ¡Esto es lo que necesitaba mi verga! —Exclamó el señor Smith al sentir como el cálido culito de su hijastro deslizaba por todo su sólido rabo; hasta que las pálidas nalgas del chico se rozaban con su abundante y enmarañado pelo púbico negro.
– Vamos equipo, echémosle una mano a este papi y su nenito. —Ordenó el líder del escuadrón. Él también ya tenía su gran y grueso miembro bien erecto.
Sin decir nada sus hombres empezaron a sacarse el uniforme; inclusive Rasheed, el cual no iba a perder la oportunidad como novato para fortalecer su vínculo con el resto de sus machos compañeros. Así fue como los tres oficiales quedaron totalmente desnudos, excepto por sus botines militares, y exhibieron sus cuerpazos producto de su excelente preparación física y entrenamiento especial de gran rigor y dureza; misma dureza que se veía en sus armas viriles.
Timothy cabalgaba la recia verga de su padrastro, gimiendo de placer y morbo, pues ahora se encontraba rodeado por otros cuatro masculinos hombres. Él no sabía de quien era cada rugosa mano que lo tocaba; tenía dos ayudándolo a subir y bajar con más fuerza, empalándose la hombría de su papito de una forma espectacular; también sentía como otras dos le estrujaban y apretaban sus pezones rosaditos, haciéndolo estremecer; más el placer que otro par le daba a su depilada y circuncidada verguita dura; y un par extra que le manoseaba sus blancas bolas, haciendo que su lechita burbujeara dentro de su lampiño escroto.
– ¡Aahh~! ¡Ay…sí! ¡Qué rico es todo esto, papi! ¡Aahh~!
– ¡Lo sé Timmy! ¡Ooohhh…! ¡Esto es espectacular! —Le contestó Roland, justo cuando sentía como un par de los dedos de alguno de esos machos le hurgaba bruscamente su peludo ano.
Ahora el joven putito se hallaba recostado boca arriba sobre el velludo torso de su padrastro, siempre bien clavado por su falo, en lo que podía mamar dos ricos rabos al mismo tiempo; uno enorme y negro, y el otro trigueño y morcillozo; ayudándose con las manos para masturbarlos, mientras con su boquita y lengua se deleitaba de aquellos jugosos glandes juntos. Todo a la vez que su propia verga estaba siendo pajeada por el capitán y sus huevitos eran lamidos por el agente Mackenzie, quien no paraba de hurgar el esfínter de macho del señor Smith.
– ¡Oh…Dios, no puedo más! ¡Me voy a correr! ¡¡AAAHHH!! —Gritó Roland, arrojando en el interior de las entrañas de su hijastro una nueva carga seminal, muy espesa y tibia.
– ¡Eso es, cabrón! Préñale el culo a tu nene mariconcito! —Lo alentó Campbell.
Y Timothy también se vino, lanzando un par de chorros sobre su plano vientre y pechito.
Después de eso, los rudos rescatistas tomaron al chico y lo colocaron en cuatro en el piso de la cabaña; siendo ahora el turno de Mackenzie para penetrar aquel culito adolescente.
– ¡Joder! ¡Con lo que me gusta enterrar mi verga en un hoyo lleno de semen! —Exclamó el delgado oficial de abdomen de lavadero y gafas oscuras- ¡Y este putito ya tiene bastante adentro, que me resbala delicioso!
A todo esto sus dos compañeros, Jackson y Rasheed, continuaban dándole de mamar simultáneamente sus miembros masculinos al chaval; quien parecía un ninfómano enloquecido por toda la hediendo testosterona que expedían los sobacos de esos machos. Y por su parte, el capitán Campbell contemplaba la ardua labor de su escuadrón, sentado desde el sofá, bebiendo una cerveza y en lo que tenía de rodillas a Roland ordeñándole el rabo con boca y manos.
– ¡Eso es, equipo! ¡Llenen a ese mariconcito de semen, que no es otra cosa más que una cubeta para la leche de los machos como nosotros!
El oficial Mackenzie empezó a eyacular, depositando todos los abundantes disparos de su esperma en el colon de ese jovencito; el cual podía sentir la corrida de ese rubio semental en su interior, que aceleró más sus mamadas y masturbadas al otro par; mismo que también acabó, al unísono, tanto el musculoso negro como el velludo paquistaní, los dos comenzaron a venirse y llenar toda la lengua, boca y cara del sediento chico con su esperma cremosa.
Entonces el capitán se levantó y aprovechó la oportunidad para volvérsela a meter a Timothy. Lo cargó en sus forzudos brazos y lo arrojó boca arriba sobre la cama, y de ahí se la dejó ir de una estocada dentro del ya ensanchado ano y rellenado recto. Las folladas de ese fornido y peludo macho pelirrojo hacían gemir más al jovencito; provocando a su vez que la leche viril previamente contenida, burbujeara en lo que salpicaba y escurría hacia afuera con cada uno de sus viciosos bombeos a ese exquisito culito de 14 años. Y entonces Campbell se volvió a correr, mandándole una nueva poderosa descarga seminal al chico, quien parecía tener el vientre más inflado que antes por todo ese semen en sus aporreadas entrañas.
– ¡Más…! ¡Denme más…! ¡Por favor no se detengan! —Suplicaba Timothy, justo en el instante que experimentaba una segunda eyaculación; sólo que esta vez sin siquiera tocarse la verga.
– ¡Sí que eres un mariconcito insaciable! —Se sorprendió el capitán al momento que retiraba su vergota de aquel enrojecido esfínter, del cual chorreaba la esperma de todos a borbotones.
– Mi capitán, los hombres siguen firmes. —Le informó el oficial Mackenzie, con sus otros dos compañeros a la par y los tres mostrando unas impresionantes y persistentes erecciones.
– ¿Pues qué esperan? Ahí tienen al putito para que lo usen hasta el cansancio.
Y así fue, aquellos oficiales sementales siguieron. Jackson y Rasheed le habían logrado meter al chaval sus dos formidables falos por el culo al mismo tiempo, cogiéndolo brutalmente en una doble penetración. El culito de Timothy jamás antes había estado tan estirado, estaba al límite del desgarre; pero a él le encantaba, que feliz se dejaba bombear al unísono por esos machos. Todo mientras era follado por la boca por Mackenzie, cuyo rabo era tan largo que le estaba perforando la garganta. Y así continuaron hasta que los tres viriles agentes eyacularon una tercera vez cada uno; el moreno y pakistaní en el colon, y el rubio directo en el estómago del fatigado chaval, que había quedado casi desmayado sobre las sucias sábanas.
Luego, los cuatro hombres se colocaron los uniformes sobre sus traspirados cuerpos; pero ya con sus bolas bien drenadas y sus vergas totalmente satisfechas.
– Tienes mucha suerte, cabrón. —Le dijo el capitán a Roland apoyándole una mano sobre el desnudo hombro- Nosotros iremos a nuestro acorazado de vuelta a la ciudad y ustedes pueden seguir disfrutando de su fin de semana juntos.
– Realmente se los agradezco. —Y el señor Smith se volteó a ver complacido a su querido nenito en la cama, con la pancita llena de leche viril y su culo con seis descargas de macho.
Al final, el líder del escuadrón de rescate reportó que la denuncia interpuesta por la madre de Timothy no procedía, y gracias a la negligencia y corrupción por parte de ella para imponerla, eso ayudó a que en el proceso de divorcio que se realizó los meses subsiguientes, el señor Smith se quedara con la custodia de su hijastro; a quien ya había adoptado legalmente y con el que actualmente vivía como pareja en una pequeña casa, la que curiosamente era visitada con regularidad por varios oficiales de las fuerzas especiales.
—El Fin.
De lo mejor que se lee en esta web. Me explota la verga en cada párrafo.
Gracias amigo.
Que bueno que te gusta y que rico que te exploa la verga 😛
Salu2!! 😉
No manches buen relato jejejeje saludos amigo… 🙂 😉 🙂 😉
Gracias y Salu2!! 😉
Bufff que relato. Me ha encantado, siempre me sorprendes para bien con tus relatos 🥵🔥🔥🥵
Gracias por tus comentarios y constante apoyo en leer mis relatos.
Salu2!! 😉
UFFF, que morbo, me encanto Felicitaciones
Gracias 😉