El sexy Mormón (parte 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Me desperté a las 11 de la mañana y tenía una erección de caballo. La sonrisa no se me borraba ni con tinta china. Aún el recuerdo del tacto de su piel o el calor de su interior, era vivido en mi memoria. Al rato después escuché ruido afuera y salí a mirar. McCoy tenía una cara de trasero impresionante. Seguramente ellos se levantaron temprano y no alcanzó a dormir mucho, pero aún así se veía perfecto. Bueno, el es del tipo de chico que aunque tenga un moco pegado en la frente se sigue viendo bien.
Cuando me descubrió mirándolo su cara se recompuso por arte de magia y me entregó una maravillosa sonrisa de dientes grandes y perfectos. Me derretí al instante, aun se me hacía difícil creer que semejante hombre se haya fijado en mi. Durante la tarde seguimos nuestra rutina de conversación por medio de bolas de papel. Sofía y yo nos ocultavamos detrás de los arbustos y comenzábamos a mensajearnos. Fue un "chat" muy normal y entretenido, conversamos tal y como lo hacen cualquier grupo de amigos a través de Whatsapp.
No me había fijado antes, pero su letra era muy linda. Era ordenada y muy legible, mientras que la mía pareciera que le hubiese escrito con los dedos de los pies y ebrio. Mientras le escribía siempre tenía su cadena entre mis labios de manera casi inconsciente.
Esa noche esperé hasta las 3 de la mañana y McCoy no apareció. Un poco desilucionado acepté que hoy no sería la noche especial. Seguramente pudo haber tenido algún problema para escaparse o simplemente el pobre estaba demasiado cansado y bueno era perdonable. Su boxer lo escondía debajo de mi colchón, era mi preciado tesoro y mi nuevo compañero de sueño. Lo abracé rememorando la noche anterior y lejos de relajarme, me calentó más. Pero quise seguir el ejemplo de McCoy y preferí ignorarlo y guardarme para la próxima oportunidad de que estuviéramos juntos.
Al día siguiente había un sol apocalíptico. Hasta el refrigerador transpiraba y mis huevos estaba a punto de cocerse. Con Sofía aprovechamos el calor para jugar un poco con agua y así refrescarnos. Me puse el short que más le gustaba a McCoy y una camiseta blanca, tenía la esperanza de que nos viera a través de la ventana. Si bien no soy un ejemplo de deportista, ni tengo un buen cuerpo, los benditos genes me dieron un muy lindo culo. Quizás era un culo un tanto femenino, pero sin dudas era bonito y es preferible tener un culo bonito pero un poco femenino a tener uno feo y caído.
Reíamos y corríamos por la calle lanzándonos chorros de agua y pude ver a McCoy en la ventana mirándonos. Sus ojitos brillaban de ganas por salir y unirse a nosotros. En un momento me hizo una señal y disimulando me acerqué. Me entregó una bola de papel y luego se fue. Después de jugar con Sofía nos fuimos a nuestras casas a cambiarnos de ropa. Apenas entré leí la nota.
"Mi niño precioso, me haces demasiada falta. Esa noche se repite en mi cabeza a cada momento. Fue el único momento en que pude ser yo libremente. Esta noche sin falta me apareceré por tu casa. Te veo a las 2 am. Te adoro."
Sus palabras alegraban mi corazón. Además, imaginar lo que venía después me hizo enrojecer. Me cambié de ropa y me encerré en mi habitación, tenía que buscar algún concejo para entregar mi culito de manera placentera. Ya en la noche antes de irme a "dormir", me cepillé mis dientes y lavé mi cuerpo y mis genitales meticulosamente. Mi cuerpo completo olía a vainilla. Los minutos tardaban días para mi. Solo miraba el techo y miraba el reloj cada 5 segundos esperando que dieran las 2.
A la 1:50am me paré en la ventana. Y a los pocos minutos vi moverse la cortina y luego un cuerpo saliendo de la ventana. Silenciosamente bajé a recibirlo. Venía con el mismo pijama de la ultima vez y se veía tan sexy. Su cabello estaba desordenado, su camiseta marcaba sus abdominales y el pantalón dibujaba un hermoso culo y una verga bien buena que esperaba con ansias poder probar.
Cuando entró a mi casa nos besamos con una sed terrible. Su saliva quemaba dulcemente en mi boca. Nuestras manos buscaron nuestros cuerpos y nos acariciamos con desesperación. Lo tomé de la mano y lo guié hasta mi habitación o podríamos despertar a alguien. Besándonos nos sentamos en la cama. De pronto paró de besarme y se me quedó viendo. Sus ojitos me miraban con ternura y me acarició la cara suavemente.
-Aun no creo que esto esté pasando. Soy el más afortunado.
-Te equivocas.- le dije sonriendo.- El suertudo soy yo.
Me besó fogosamente y comenzó a desnudarme con mucho cuidado. Sus dedos estaban por todos lados, mi pene estaba a tope y su boca bajó a darle un cálido saludo. Los hoyuelos de sus mejillas se hundían aún más con cada succión, se veía demasiado sexy. Estaba muy caliente y estaba decidido a probar su pene, y esperaba a que ahora no opusiera resistencia. Así que lo detuve y le imploré que me dejara probar su verga y para mi sorpresa me sonrió de forma provocativa y me invitó a hacerlo.
Estaba muy contento y con hambre me arrodille a los pies de la cama. Bajé su pijama y llegué hasta el boxer… mi boxer, el que yo lo había regalado. El paquete se le veía tremendo. Mi ano se contrajo de solo ver ese bulto. Sin aguantarme la curiosidad bajé ese boxer y pude ver ese hermoso trozo de carne. Fue amor a primera vista. Era de un color canela precioso, tenía un gordo glande rosado cubierto por un delicado prepucio. Medía cerca de 18 o 19 centímetros y de unos 5 de ancho. Para mi era enorme. Al igual que todo su cuerpo, era totalmente lampiño. Sus testículos gordos colgaban elegantemente y totalmente suaves, sin ningún rastro de vellos, lo cual hacía ver a ese mástil aún más grande y sabroso.
Miré su verga perplejo, luego lo miré a él y después miré al techo y le agradecí profundamente al Señor Jebús por tantas bendiciones. Tomé firmemente su tronco y una gota de pre-semen salió de su glande y sin más me lo tragué. Casi con rabia me enterré todo ese pedazo hasta los testículos. Por poco me desmayo ahí mismo. Una lágrima salió de mis ojos y reprimí una reflejo de vomito. Tenía su glande en mis amígdalas y mi mandíbula estaba completamente abierta. Su cara reflejaba un infinito placer, ya que realmente tenía abandonado su precioso pene. Sacaba completamente su verga de mi boca, lamía sus testículos y todo los alrededores, para luego trazar un camino con mi lengua desde la base hasta la punta de su aparato. Me encantaba el sabor de su liquido, me encantaba el sabor de su verga, me encantaba todo de él.
McCoy cayó de espaldas a la cama debido a tanto placer. Subió sus pies y sin querer me dejó una linda imagen de su rosado y pequeño ano. Probé un poco su culito y comencé a introducir un dedo. Una vez dentro empecé a masajear su próstata mientras me ahogaba con su pene. Su duro vientre se levantaba y contraía de gusto, él mismo se tapaba la boca para no emitir gemidos fuertes. De vez en cuando mordía suavemente su prepucio jugando con sus testículos y con su ano que estrangulaba mi dedo.
Yo estaba poseído por su verga y comencé a acelerar todos los estímulos que le entregaba, estaba decidido a hacerlo disfrutar lo máximo posible. Pronto noté que ya el pobre no aguantaba más. Tenía que liberar ese contenido espermático. Sus ojos se cerraron e intentó apartarme, pero me pegué firmemente a su glande y esperé mi premio. Se contorsionó en un casi ataque epiléptico y poniendo tiesas sus piernas comenzó a dispararme chorro tras chorro de semen en mi boca. Me llenó la boca de caliente esperma y tragué idiotizado ese manjar. Succioné tan fuerte que estuve a punto de hacer que se le metiera las sabanas en el culo.
Exprimí hasta la última gota de leche y saqué mi dedito de su culo. Me levanté aun saboreando sus jugos. Cuando me acosté a descansar mis piernas, McCoy me agradeció con un apasionado beso compartiendo nuestras salivas. Me acarició y agradeció. Me dijo muchas cosas bonitas al oído mientras besaba mi cuello.
Descansamos unos minutos y McCoy se puso manos a la obra en lo que se refiere a dilatar mi culito. Me dijo que me colocara en cuatro y separara mis piernas. Apretó mis nalgas y me dio un par de nalgadas.
-Tienes unas nalgas hermosas.- dijo besando mi nalga izquierda.
No contesté. Solo gemí disfrutando de su toque en esa zona erógena. La punta de mi verga estaba húmeda y mis testículos de vez en cuando eran visitados por su cálida lengua. Cuando comenzó a puntearme con su dedo, levanté mis nalgas lo que más pudiera, dejándole el camino lo más fácil posible. Metió su dedo en mi boca y lo llené de saliva, luego lo colocó en el centro de mi ano y comenzó a empujar. Era un sensación muy extraña. Sacó su dedo un momento, escupió mi culito y volvió a invadir. Esta vez entró más limpiamente. Lo sentí deslizarse muy lento y podía notar que se encontraba en un lugar muy estrecho. Gemí cuando tocó ese punto que hace vibrar a los hombres.
-Estas apretadito.- dijo McCoy mientras hacía unos movimientos muy interesantes dentro de mi culo.- Y estas calentito.
Mi cara estaba contorsionada por el placer, tan sexy como hipopótamo a punto de estornudar. Mi boca estaba abierta gimiendo en silencio. Sacó su dedo y aprovechó la pequeña abertura para introducir su caliente lengua en mi ano. Se sentía como ser acariciado por la mismísima Afrodita. "Estúpido y sensual Mormón" pensaba mientras me retorcía como gusano en un baño de sal. Cuando salió su lengua entraron dos dedos. Mi ano se resistía a ser atravesado a pesar de que yo estaba en una posición bastante entregada. Con un poco de lucha y arta saliva, logró entrar sin hacerme mucho daño.
Mi recto lo sentía lleno. Sus largos y perfectos dedos me rellenaban completamente. Además los movimientos que hacía con ellos me inyectaba una alta cantidad de placer. En un momento me metió un dedo de cada mano y abrió mi anito. Fue una sensación muy extraña pero cuando su lengua entró casi me corro de gusto. Lubricó y luego introdujo tres dedos. Entraban muy apretados, los sentía traspasar mis esfínteres con mucha dificultad. Mi glande estaba empapado y el liquido pre-seminal estaba formando un charco en la sabana.
Cuándo sacó sus dedos me giró de una forma muy suave y recorrió mi cuerpo con besos. Me besó el cuello y detrás de las orejas llevándome al cielo Mormón. Su pene estaba completamente duro otra vez y su glande ya estaba lubricado. Pero aún así me hundí todo su mástil para llenarlo de mi saliva y luego, sin perder tiempo apunté a mi culo. Su glande hervía en mi ano. Una corriente subió hasta mi nunca cuando su pija besó mi culo.
Sentí que dejó caer saliva en la cabecita de su pene y comenzó a empujar. Mi ano siempre resistente se negaba a dejar entrar a ese gordo intruso. Tomé mis nalgas y las separé lo que más pude para dejar pasar al intruso. Pronto su glande entró. El dolor me dejó sin aire pero mordiendo la almohada me lo aguanté. Sentía mi ano muy estirado y adherido fervientemente a esa verga. Las contracciones de mi culo succionaban ese pene y McCoy aprovechó esa succión para empujar su delicioso trozo de carne hasta lo más profundo.
Cuando rozó mi próstata, una corriente de placer hizo palpitar mi miembro de manera que unas cuantas gotas de pre-semen cayeron en la sabana aumentando el tamaño del charco que se estaba formando. Un ronco gemido de gusto salió de su boca y un agudo chillido salió de la mía. McCoy cayó sobre mi espalda y comenzó a besarme el cuello, la nuca y la espalda mientras retiraba lentamente su pene. Ahora encontraba resistencia para sacarlo, ya que mi recto estaba abrazando su miembro con mucha fuerza.
Mis ojos estaban fuertemente cerrados debido al dolor, pero cuando comenzó el movimiento pelvico comencé a sentir lo delicioso del asunto. McCoy mordía mi oreja y me susurraba cosas.
-Diego Carpentier…. tu… Me encantas… No sabes lo feliz que me haces… Eres un chico muy especial… ¡Pero qué estrecho estas!
Su penetración era suave y tierna. El masaje prostatico hacía que mi culo inconscientemente se apretara en torno a su vergota, haciéndome sentir toda su longitud y dureza. Pronto el ritmo fue en aumento, elevando nuestros niveles de placer. La ternura estaba desapareciendo y en su lugar florecía la rudeza y la pasión que hace tiempo tenía McCoy guardada. Su pelvis chocaba cada vez más fuerte en mis nalgas, sus hermosos testículos chocaban contra los míos. Pronto el sonido de la penetración llenaba la habitación mezclado con sus rudos gemidos de placer. Yo ahogaba mis gemidos contra la almohada, porque de lo contrario estaría gritando de gusto.
En un momento me sacó su pene dejándome con esa sensación de vacío. Bajó hasta mi culo y comenzó a jugar con mi ano abierto, saboreando las paredes de mi ano, metiendo sus dedos y humedeciendo mi interior. Tomando el tronco de su verga comenzó a jugar con mi orificio, su glande entraba y rápidamente salía dejándome con las ganas de tragar más. Su pene golpeaba mis nalgas dejando esos puntos húmedos con nuestros jugos. Cuando lo miré vi lujuria y pasión en sus ojos. Eso me excitaba de sobremanera,
McCoy se acostó a mi lado y me dijo que me subiera arriba de él. Una vez en posición comencé a jugar con su verga. Sus ojos me pedían a gritos que me la metiera, pero ahora yo quería jugar. Introducía la punta de su glande y luego apretaba mi culo haciendo que su pene se saliera. Cada vez que lo hacía McCoy tiritaba de gusto. Pronto yo tampoco pude aguantarme más y en un arriesgado movimiento me enterré todo su miembro hasta el fondo.
Ambos gemimos y ambos nos tapamos la boca para no despertar a nadie. Con sed de sexo me lancé a su boca y nos comenzamos a besar. Apretaba mi culo dándole el máximo placer, dispuesto a extraer todo el contenido que aún quedaba. Saltaba cada vez más rápido hasta que comencé a sentir que mi orgasmo estaba llegando. Las contracciones de mi ano se hicieron cada vez más fuerte y McCoy lo notó, y puso su mano en mi boca para reprimir el ruido de mis gemidos de placer. Mi corazón se aceleró a tal punto que lo sentía en mi boca. Y justo en el momento que me empecé a correr sobre su vientre, MCCoy comenzó a contorsionarse en señal de que venía su orgasmo.
Ahí estábamos. Yo corriéndome sobre su estomago, su mano en mi boca ahogando mis gritos. Él corriéndose en mi culo, llenándome con su espeso semen y con mi mano en su boca reprimiendo sus gruñidos. Eyaculé los 5 chorros más espesos de mi vida sobre su estomago y pecho. Mi culo lo sentía viscoso y repleto. Quedamos completamente muertos de cansancio y totalmente satisfechos. Con cuidado saqué su pene de mi interior, intentando no derramar ninguna gota de su leche.Luego caí exhausto a su costado. Nos miramos y sonreímos, no había necesidad de decir nada. Ambos sabíamos que eso había sido genial. McCoy con sus dedos recogió mi semen de su pecho y morbosamente se lo llevó a su boca. Me sorprendió ese acto, pero me dio a entender que ahora estábamos a mano.
Su pene estaba muerto. El pobre tenía el glande muy rojo debido al roce y estaba cubierto con un liquido viscoso y rosado. A pesar de que ya se había corrido antes, igual me había dejado lleno de su leche, Al parecer tenía mucho contenido acumulado ese ultimo tiempo. Mi culo se sentía vacío y con un leve dolor abajo del estómago. Mi ano había quedado un poco abierto pero con toda mis fuerzas lo apretaba para no liberar su contenido sobre mi cama.
Estuvimos conversando amenamente como si fuéramos amigos de tova la vida. Le conté sobre mis hermanas y él de los suyos. Me dijo que administraban las joyerías que sus padres les habían cedido y que el al volver tendría que hacerse cargo de la que le correspondía. Yo le conté que esperaba poder entrar a alguna carrera del área de la salud (lo cuál ahora ya logré). Me preguntó si yo alguna vez le contaría a mi familia mi orientación sexual y yo le dije…
-No creo que sea algo que se tenga que contar. Será algo que descubrirán a su tiempo y cuando llegue con una pareja.
-¿No temes a que te regañen?
-No. Quizás les cueste entender, pero se que en el fondo me aceptarán y bueno, con el tiempo lo aprenderán a manejar. Aunque no te niego, igual siento un poco de nervio con respecto a eso, como ya sabes, me cuesta mucho abrirme con los demás.
-Ahora te abriste super bien.- dijo con cara de "If you know what I mean". Ambos reímos.- Quería hacerte otra pregunta.
-Si. Lo que quieras.
-¿Qué somos nosotros? Amigos con derechos, amigos, solo sexo… novios.
-No lo sé. Hasta ahora creo que somos amigos con derechos, porque tu aún no me pides ser algo más.
-¿Te gustaría ser algo más?
-Ehh…
-No respondas. Lo hablaremos mañana, tengo algo planeado y bueno tienes que pensarlo bien. Además es hora de que me vaya.
Fui al baño a votar el semen que cariñosamente McCoy había depositado en mi y una vez limpio, mi Mormón favorito entró a limpiarse también. Luego lo fui a dejar a la puerta mientras por el camino nos íbamos besando. El tibio aire nocturno me acarició. Un último beso apasionado y se fue. Me quedé viéndolo hasta que llegó a su casa. Y justo cuando puso su mano en la ventana la luz se encendió. Una figura abrió la cortina y descubrió a McCoy. El chico Peruano me vio, observó su compañero y con una cara de espanto desapareció de mi vista. Rápidamente McCoy entró y yo quedé con el corazón apretado.
(La tercera parte y final ya está en mi blog. En los comentarios del primer capitulo está para quienes no pueden ver mi perfil)
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