El sexy Mormón (parte 3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Estuve a punto de cruzar la calle, pero luego entendí que eso solo agravaría el problema. Me fui a mi habitación pero no me despegué de la ventana. La luz de su habitación estuvo encendida hasta casi las 4 y media de la mañana, y la curiosidad me mataba. Al otro día estuve pendiente de sus movimientos pero no los vi. Al día siguiente tenía que ir al dentista, estuve toda la tarde con mi mamá en el mall. Cuando volví me di cuenta de que Elder Smith estaba en la puerta de la casa.
-Entra tu mamá. Después te sigo.- Me dirigí hasta el Peruano y le encaré.
-¿Donde está McCoy?
-¿Con qué derecho te atreves a venir y exigir respuestas? ¿Acaso no te das cuenta lo que le haz hecho a nuestro compañero? Me das asco.
-Yo no le obligué a nada. Nos queremos y la próxima vez que me insultes o a él, te meteré ese estúpido libro en el trasero.- De verdad que me había alterado ese chico.- Ahora dime ¿Donde está McCoy?
-Se fue en la mañana. No puede estar con nosotros, rompió muchas reglas gracias a ti. Ahora debe estar a mitad del vuelo de regreso a su casa y no creo que su padre esté muy feliz de verlo de vuelta, es la vergüenza de su familia.
-Mentira… No se pudo haber ido.
-No tenía opción.- dijo mientras sonreía macabramente.- Era patético como lloraba por ti. Fue demasiado peno…
No le dejé terminar y con una rabia jamás vista en mi, le mande una patada tipo "This is Sparta" y lo lancé contra la puerta. Con el corazón destrozado me fue a mi habitación sin poder contener mis lágrimas. Esquivé a mi madre para que no hiciera preguntas y encendiendo la música comencé a llorar. No salí de ahí durante todo el resto del día. Mi corazón ardía, mis ojos estaba hinchados, y di mi vida por perdida. Al fin había encontrado a alguien perfecto para mi, al fin sentí verdadero amor, al fin me sentí deseado y apreciado, y ahora se iba tan fugazmente.
Sentí amarga tristeza, jamás algo me había dañado tan profundamente. Además todo ese sufrimiento se mezclaba con el miedo de las represalias que podría recibir McCoy por mi culpa. Si… por mi culpa. No tuve que haberme fijado en él… No tuve que haberle seguido el juego. Pero aún así no podía arrepentirme porque lo que había sentido por él había sido especial, hermoso y totalmente inesperado. Nunca pensé que pudiera sentir algo tan potente por alguien en menos de dos meses. Nuestras miradas eran tan potentes que cuando nos miramos por primera vez quedamos unidos. Y ahora esa unión se había destruido y él estaba a miles de kilómetros y yo ahora estaba quebrado, solo y en mi habitación. Este lugar era el único que me traía hermosos recuerdos de él. Ahí me había regalado su hermoso collar, había perdido su virginidad y yo le había entregado la mía. Aquí iba a proponerme algo que jamás podré responder.
Ahora solo había un chico destruido y sin ganas de volver a sentir algo otra vez.
[Un mes y medio después]
Estuve muchas noches sin dormir. Las horas se me hacían eternas y solo podía llorar. Mi familia rápidamente notó mi drástico cambio de ánimo pero me negué a contar y revivir eso. Pero con las semanas el dolo fue disminuyendo, no desapareció y no lo hará, pero lo podré manejar. Todo ese tiempo lo viví casi como un duelo. Mi vida solo era mi familia, Sofía y el liceo. Todo deseo carnal se extinguió, cada vez que me excitaba recordaba sus caricias y me sentía caer en un hoyo sin retorno, por lo que me forcé a no sentir nada. Rechazaba a todos los rubios o castaños, siempre que veía uno esperaba a que se girara McCoy y me sonriera con esos grandes y perfectos dientes.
Su boxer usado lo tenía casi en un altar oculto en mi closet. Era lo primero que veía al levantarme y lo último al acostarme. Siempre antes de dormir me preguntaba como estaría McCoy. ¿Estará bien? ¿Me habrá olvidado? Y esto último me aterraba, porque yo jamás podría olvidarle, todos sus recuerdos estaban grabados a fuego en mi corazón.
Un día me obligaron a ir a el cumpleaños de un compañero del liceo. Y digo que me obligaron porque apenas terminaron las clases me llevaron a rastras hasta su casa. En cuerpo estaba ahí, pero mi mente flotaba en el espacio y lo único que quería era proyectarme astralmente lejos de ahí. Las parejas del curso coqueteaban y se besaban y eso me hacía mucho daño. Un chico alto, de pelo negro y ojos despiertos. se me acercó y me preguntó porqué estaba tan callado.
-No me siento muy bien la verdad.- dije sin ánimos.
-¿Y por qué un chico tan adorable puede estar así de mal?- podría distinguir ese tono de voz en cualquier chico de mi "equipo". Estaba coqueteando conmigo.
-¿Quién eres?.-
-Soy el primo del cumpleañero. Me llamo Tomás y estoy estudiando en segundo año de odontología.
-Ya. No te pedí tu biografía.- Realmente no estaba con ánimos.-
-¿ Y tu quién eres?
-Soy compañero de tu primo.
-Ah. Eso quiere decir que tienes 17 años más o menos. Yo tengo 19.
-Ah ok.
-¿Y como me dijiste que te llamabas?
-No te dije como me llamaba.- Lo cortante no se me iba. No era el momento de hacer amigos.
-Disculpa.- puso carita de perrito enfermo y me sentí un poco culpable.
-Me llamo Diego.
Me buscó conversación toda la tarde pero yo apenas le seguía la corriente. Pronto comencé a darme cuenta que Tomás quería algo más que solo amistad, porque me miraba provocativamente y al parecer no había nadie aquí de su "gusto". Me empecé a sentir incomodo y quise salir de ahí. Ya había aguantado mucho tiempo y quería irme. Al darse cuenta de que yo no tenía intención de seguirle el juego se empezó a sentir nervioso. Su mano se posó en mi pierna y comenzó a subir peligrosamente por mi muslo.
-No hagas eso por favor.- le dije intentando sacar su mano, pero apretaba con fuerza.- Suéltame.
-Tranquilo.- me dijo.- No pretendo hacerte daño pero me gustaste y bueno, podríamos hacer algo…
(Linda la estupidez… Antes no me miraba ningún alma y ahora, cuando no quiero, voy con el segundo)
-No. De verdad no tengo interés.
-Aún la noche está en pañales. Te traeré algo para beber. ¿Una cerveza, ponche?
-No bebo alcohol. Un jugo de naranja puede ser.
Se perdió entre la multitud y al rato apareció con dos vasos.
-Brindemos porque sea una linda noche.- chocamos los vasos y el bebió.- ¿No vas a beber?
-Si, pero aun no.
-Bébelo.
-Lo haré.
-Solo tómalo ahora y deja de pensar tanto. Solo es jugo.
Bebí. Y al hacerlo se me fue una gota por el otro camino, me atoré y devolví todo el contenido al vaso. Disimulé para que Tomás no se diera cuenta de la estupidez que cometí.
-¿Te puedo pedir un favor?
-Ehh.. si.- Dije recomponiendome.
-¿Tu celular tiene linterna?
-Si.
-Me ayudas a buscar algo debajo de mi cama. Se me perdió la billetera y creo que se cayó por ahí.
-Claro.
La música resonaba por toda la casa y tenía que hablar a gritos para hacerme escuchar. Me guió al segundo piso y me mostró su habitación. Estaba como cualquier habitación de un chico de 19 años. Camisetas sucias en un rincón, mezclada con las limpias, calzoncillos usados en la alfombra y con un olor a adolescencia. Saqué mi celular y comencé a mirar bajo la cama. De pronto escuché un "clip" y cuando me levanté vi que Tomás le había puesto el pestillo a la puerta.
-¿Por qué cerraste la puerta?
-Más privacidad.- se comenzó a acercar. Fácil medía1.90 o más porque tenía que mirarlo hacia arriba. Su trabajado cuerpo me intimidó.
-¿Privacidad para qué?.- pregunté retrocediendo.
-Para que juguemos.
-Tomás, me quiero ir.
-No.- dijo mientras me tomaba de los hombros y me llevaba hasta la cama.- Y tranquilo, el sedante te ayudará a relajarte.
-¿Que sedante?
-En tu jugo.
-Que lastima, pero me atoré con tu jugo y no tomé nada.- Su cara se contorsionó con ira y me mando un golpe en la mandíbula que me hizo caer sobre la cama.
-No importa si gritas. No te van a escuchar.
Intenté defenderme, pero era mucho más fuerte que yo y bueno, yo estaba muy débil ultimamente. Lloré de terror, le supliqué que me dejara ir pero eso solo lo alentaba a seguir. Intentó besarme pero le mordí el labio. Me dio una cachetada y comenzó a ponerse más rudo. Me giró y sentándose sobre mi espalda procedió a bajarme mis pantalones. Mis nalgas quedaron expuestas y el comenzó a azotarlas con todo el peso de su mano.
-Que ricas nalgas tienes eh. Este es tu castigo por no cooperar.
Zas, zas. Mi culito ardía y por más que pataleara no podía zafarme. Abrió mis nalgas y descubrió mi ano. Sentí con asco, como dejaba caer su saliva en ese lugar. Sin más me enterró su dedo causándome un espantoso escozor. Lo metía y sacaba con furia.
-No aguanto más.- dijo.- Te la voy a meter ahora mismo.
Sacó su dedo y se bajo de mi espalda. Bajó un poco su pantalón y dejó salir una verga morena, de unos 15 centímetros pero muy, muy gruesa. Me giré ocultando mi culo y quedé boca arriba. Se tiro sobre mi y comenzó a estrangularme. Con rabia y aprovechando mi agilidad, subí mis piernas y los enlacé en su cuello, lanzándolo hacia atrás. Me paré rápidamente y me dirigí a la puerta. Saqué el seguro, pero Tomás me tomó del brazo, me giré y decidido a parar esto, le di un rodillazo en sus testículos y me fui corriendo de ahí.
Me arreglé como pude y tomé mis cosas. Sin decirle nada a nadie, me largué de ahí. El camino a mi casa se me hizo eterno. Maldije a todo el mundo por el camino. Otra vez volví al hoyo de tristeza y pensé que jamás volvería a volver a salir de ahí. Respiré hondo antes de entrar a mi casa y una vez adentro saludé normalmente y me fui a mi habitación. Me desgarré el pecho llorando y pensé incluso en autodañarme. Me metí a Internet para distraerme un poco. Le dejé un mensaje a Sofía, solicitándole que habláramos mañana sin falta, y luego me desconecté.
A la mañana siguiente abrí el Facebook y vi que tenía un mensaje. Pensé que era Sofía pero decía: Dylan M. Harper. Ni idea de quién era.
"Diego. Por fin te encuentro. Te he extrañado mucho. Me haces demasiada falta…"
Dylan… M…. Harper. Dylan ¿McCoy? Harper. !McCoy! Mis lágrimas cayeron por la emoción, esto era increíble. Era mi McCoy, no sé como pude olvidar su primer nombre, o quizás no podía creer que volviera a saber de él.
"… He vivido un infierno sin ti. Perdón por irme sin avisarte pero después de que se enteraran de lo que hice me echaron de vuelta a mi país. Mi padre se puso furioso y me echó de la casa. Me amenazó con quitarme la joyería que me correspondía pero mi madre se opuso. Aunque no me hubiese importado, nada se comparaba con el dolor de no tenerte. Si alguna vez pensaste que lo que sentía por ti era mentira, quiero que sepas que cuando me fui morí por dentro. Ni todo el odio de mi padre pudo afectarme más que haberte dejado. Por suerte mi hermano me acogió y me ayudó.
He cometido muchas locuras por ti. Estuve a punto de lanzarme al vacío por el dolor. Quiero que sepas que te quiero con locura. Y si, locura. Porque tengo que estar loco para sentir esto por ti en tan poco tiempo, pero no me interesa porque lo que siento es real y vale la pena.
PD 1: Espero que no me hayas olvidado.
PD: Estoy afuera de tu casa.
¡Qué! Miré la hora de envío y salía 9:40am. Miré la hora de mi celular y salía 10:17. Corrí a la ventana y lo vi sentado… vi ese hermoso cabello rubio. Su cabeza se levantó y pude ver sus preciosos ojos y sus labios rojos ahora estaban morados por el frío. La emoción me inundó. Me sentí en un sueño. Rápidamente bajé por las escaleras. Con todo el ruido que hice de seguro desperté a mi mamá. No me importaba, solo quería tocar y sentir a mi chico, y rezaba por que no fuera un sueño.
-¿Diego qué pasa?- preguntó mi mamá cuando salía de su habitación.
La ignoré y abrí la puerta. Dylan me esperaba parado, con los ojos llorosos, sus labios morados y con una expresión de ¿miedo?. Me lancé a sus brazos, lloré de felicidad. ¡Era real! Toqué su cara y la sentí fría, pero real al fin y al cabo. Cuándo vio mi reacción su expresión volvió a la vida y me besó apasionadamente. Sus labios se sentían fríos, pero con cada beso se iban calentando. Pronto los besos se sentían salados, nuestras lágrimas inundaban nuestras mejillas. Estaba feliz de tenerlo de vuelta, era algo mágico. Apoyé mi frente en la suya y sonreí. Sonreí después de casi dos meses sin hacerlo.
-Aun no lo creo.- dije ahogandome de la emoción.
-No podía dejarte. No se que tienes pero te aferraste mucho a mi corazón. Aunque estaba a miles de kilómetros, nunca renuncié a ti.
-Creí que no te volvería a ver.- dije recordando la tristeza que sentí.- El mundo se me vino abajo.
-Pero estoy aquí. Y puedo volver a ver esa sonrisa preciosa y esa mirada honesta e intensa que me enamoró el primer día.
-Y eso que mis ojos son café caca, como el común de la gente. No como los tuyos.
-Son el café caca más lindo del mundo.- ambos sonreímos.
Lo volví a abrazar temiendo que me lo arrebataran. Cuándo me giré vi a mi madre llorando desde la puerta. Me había olvidado completamente de ella.
-Mamá…. yo…-
-Es lo más romántico que he visto en mi vida.- Dijo secándose las lágrimas de emoción.
Me acerqué a abrazarla. Mi mamá llamó a Dylan y también lo abrazó.
-Debes querer mucho a Diego para hacer lo que hiciste y eso realmente lo valoro.
Entramos a la casa y tomamos desayuno.
-Cuéntenme todo.- dijo mi mamá. Le hicimos un breve resumen, omitiendo el sexo salvaje.- ¿Y como pudiste regresar?- interrogó a Dylan.
-Después de que mi papá me corriera de la casa, mi hermano mayo me recibió en la suya. Fue mi único apoyo y por él no cometí las locuras que estuve a punto de hacer. Al principio pensó que solo era un amor hormonal, pero cuándo vio que con el tiempo no se me pasaba, se comenzó a preocupar. La semana pasada me llevó al psicólogo y le dijeron que estaba entrando en una depresión y eso fue lo que nos llevó a esto. Y bueno, como Diego ya sabe, mi familia tiene un poco de dinero. Es dueña de una cadena de joyería y mis dos hermanos mayores tienen una cada uno, la cual fue entregada cuando cumplieron los 18. Estudiaron algo relacionado con eso y pues ahora son sus dueños. Conmigo fue igual, solo que mientras yo estaba acá mi hermano la administraba por mi y me guardaba el dinero. Y pues saqué un poco de ahí y mi hermano me ayudó con los papeles y me vine.
-Estoy sin palabras.- dije.
-Eso es muy valiente de tu parte.- dijo mamá.
-¿Y que vas a hacer ahora?
-Pues me vendré a vivir aquí. Buscaré alguna casa y me mantendré con el dinero de mi joyería que mi hermano administrará. Y cuando tenga los papeles necesarios me inscribiré en alguna universidad de aquí.
-Lo tienes todo muy planeado.- dijo mi mamá con los ojos súper abiertos.
-Es que llevo como dos noches sin dormir por la emoción y pensé todo esto.
-Pero ¿que hay de tu madre y tu familia?
-Pues ellos pueden venir en vacaciones. Como ya dije, tienen como hacerlo, el dinero no es problema. Además allá aprendemos a desligarnos más rápido de nuestros padres y el tiempo que pasé aquí me ayudo a acostumbrarme. Obviamente habrán veces que los extrañe mucho, pero no será comparado con no poder estar con Diego.
-Aww que eres lindo.- dije mientras lo apapachaba. Mi mamá sonreía como viendo una película.
-De verdad que me emoción ver eso. Ahora tendrás que explicarle a tus hermanas y a tu papá. ¿Por qué no nos dijiste antes?
-Porque quería decirlo cuándo encontrara a la persona adecuada. Y creo que ya lo hice. Aunque…- miré a Dylan.- Quedó una propuesta pendiente.
-Es verdad. Se me olvidaba.
Y rápidamente se puso de pie y se quedó frente a mi. No esperaba eso. De hecho, no esperaba nada de esto.
-Diego Carpentier. Aquí y con el permiso de tu santa madre, quiero preguntarte si quieres ser mi novio.- tenía mi mano tomada y sus brillantes ojos estaban sobre mi. Miré a mi madre y sonriendo me guiñó el ojo en señal de aprobación.
-Claro que si quiero.- Me paré y lo abracé con fuerza. Adoraba sentir la tensión de sus perfectos músculos y el latir de su corazón. Y asumo que a el le gustaba sentir mi abultado cuerpo.
Sacó una cajita de su bolsillo y me la entregó. Parecía que me estuviera pidiendo matrimonio. La abrí y encontré una hermosa pulsera. Era de plata fina y en el centro tenía una piedra negra ovalada con una inscripción con letras blancas. "Tu eres mi horrocrux. Dylan."
-La piedra se llama onix y bueno, sé que te encanta Harry Potter y pensé que esa combinación de la piedra y el gravado te gustaría y…
Lo besé. Era demasiado para un ser humano mortal como yo. No merecía tanto. Me sentía culpable por estar con el.
-Me encanta.- dije por fín.- Es… perfecto.
-Yo tengo una igual, solo que con tu nombre.- dijo mientras me enseñaba la suya.- Y bueno, investigué ese grabado y era exactamente lo que necesitaba. Porque una parte de mi alma está en ti.
-Es que me vas a hacer explotar de celos.- dijo mi mamá- Que romántico por Dios.
-Me saqué la lotería con el.- dije.
-Al contrario. El afortunado soy yo.
Mi madre se dedicó a ver la pulsera y decía que era muy linda. Dylan dijo que si quería podía encargarle alguna joya para ella, a lo cual quedó fascinada ya que joyas no tenía muchas y menos alguna tan fina como las de Dylan.
-Bueno. Yo quería preguntar… Es que, no tengo donde quedarme y…
-No te preocupes.- interrumpió mi mamá.- Puedes quedarte el tiempo que quieras, tenemos una habitación extra. Porque ahora ustedes dos los tendré vigilados. Nada de cosas de adultos.- Dylan se puso de mil colores.
-Si supieras.- susurré.
-¿Que cosa?.- sonrió mi mamá.-
-Eh nada. Que Dylan es adulto, tiene 18 y en un par de meses cumple 19.
-Ahh.- dijo levantando una ceja.- Me haré la desentendida.
-Bueno. Gracias por permitir que me quede. De todas formas igual le pagaré por las molestias.
-¡No. Como se te ocurre! Eres un invitado y ahora parte de la familia.
-Pero de todas formas. Por favor acepte o me hará sentir mal.- Y colocó una cara de perrito degollado, que hizo que me dieran ganas de violarmelo ahí mismo.
-Esta bien.- Dijo mamá no muy convencida.- Pero lo arreglaremos en otro momento, porque tengo que ir a buscar un encargo en la casa de la señora Alejandra.
Cuándo se fue, con Dylan nos fuimos a mi habitación. Teníamos la casa para nosotros solos. Me abrazó y me preguntó sobre lo que había hecho los últimos meses. Le conté lo que sentí y pude ver como el rostro se le entristecía rompiéndome el corazón.
-… Y lo peor fue lo de ayer.- Estaba tan afanado hablando que se me salió el horrible momento con Tomás.- Pero no impor….
-Que pasó ayer.- preguntó.
-Eh nada. Una tontera.- Me puse nervioso.- Y bueno…
-Dime. Se nota que estas nervioso.- dijo serio.- Me estás asustando.
-Es que…- comenzaron a salir mis lágrimas. Parecía mujer en pleno periodo menstrual, ultimamente. Lloraba por todo.
-Sabía que era algo grave.- dijo preocupado.
Cuando comencé a contarle a cada momento se le enfurecía más el rostro y cuando terminé estaba tan encolerizado que me sorprendió. Así mismo estaba yo cuando le pegué al Peruano cuando me dijo que Dylan se había ido.
-Yo lo mato.- dijo con las manos en puño.- ¿Como se atreve esa basura a tocarte? Esto es mi culpa, tuve que haber estado ahí contigo.
-Es culpa de nadie. Calma. Mírame, estoy bien.
-Pero te tocó. Te golpeó. Intentó…
-Si. Y yo me encargué de castigarlo. El dolor de testículos le durará un par de días.
-Pero…
-Pero nada. Me tienes ahora. Y esta alegría borra todo, absolutamente todo lo malo. Y a Tomás no lo volveré a ver jamás. Y en caso de que se me cruce, pues ahora tu estarás ahí conmigo.
-Tienes razón. Ahora somos un equipo y jamás volveré a dejarte solo.
No besamos con pasión. Amaba sus labios, su piel, su calor. Amaba todo de él. Sus besos eran como un sueño y me elevaban hasta las nubes. Nunca pensé que volvería a sentir sus caricias. Con ternura acarició mi cuello, sus labios estaban en todas partes y su pelvis chocaba contra la mía. Mientras me besaba nos fuimos desvistiendo lentamente. Cuándo quedó con su torso desnudo, me lancé a morder sus tetillas, besar sus abdominales y saborear su cuello. Luego él hizo lo mismo, me se pegó a mis tetillas y comenzó a jugar con su lengua, me besó el pecho y descubrió la cadena que me había regalado.
-Aun la tienes.-
-Jamás me las saqué.-
Luego bajó y lamió el camino de vellos que tenía desde mi obligo hasta mi pubis.
-Envidio este caminito.- dijo. Y claro, el no lo tenía porque era muy lampiño, cosa que a mi me encantaba. Eramos la pareja perfecta. El me gustaba como era (¿ y a quien no?) y el me me quería como yo era. Luego me giré y quedé sobre él. Ahora yo estaba al mando.
Tomé sus brazos y los puse sobre su cabeza. Los músculos de su torso estaban tensos y marcados, me volvían loco. Lamí cada centímetro de su torso. Pasé por su ombligo, sus abdominales, sus tetillas, incluso jugué en sus axilas que también era lampiñas y le saqué algunas sonrisas por las cosquillas. Después bajé y comencé a quitarle el pantalón. Cuando lo bajé vi el boxer que le había dado.
-Aun lo tienes.- dije.
-Me gustaría decir que jamás me los saqué, pero sería algo poco higiénico. Pero te puede decir que eras mi favoritos y los usaba día por medio. Son los de la suerte.
Cuando bajé un poco más el pantalón, vi que su pene estaba completamente duro y la cabeza de este estaba casi saliendo por el elástico. Sin preámbulos, le bajé el boxer y me tragué ese glorioso pedazo de carne de exportación. Ahora podía metérmelo entero a la boca sin tantas complicaciones, su glande entraba hasta mis amígdalas y mi nariz chocaba contra la pequeña mata de vellos púbicos. Dylan gemía de placer y ahora sin preocuparse del volumen, ya que estábamos solos. Me hipnotizaban sus gemidos tan rudos, eran excitantes.
Yo estaba trabajando con mis manos y boca, exprimiendo cada gota de pre-semen y jugando con sus ricos huevos. De pronto me detuvo diciendo que se correría. Ahora él, con agilidad me giró y quedó sobre mi. Hizo lo mismo que yo hice con él y bajó a mi pelvis. Mi pene estaba húmedo y había una mancha traslucida en mi boxer. Con deseo Dylan liberó mi verga y se la enterró en el fondo de su garganta. Me encantaba como la chupara, era un maestro del placer. Y cuando me miraba con esos hermosos ojitos y con mi pene en su boca, me enamoraba. Todo un chico Belami, estaba como para salir en Kinky Angels con Jack Harrier y todos esos sexys chicos. En cambio estaba aquí, entre mis piernas y comiendoce con mucho gusto mi humilde verga.
Me sacó mis pantalones y boxer, tomó mis piernas y las levantó dejando mi culito a su disposición. Hundió su cabeza entre mis turgentes nalgas y encontró mi ano. Lo devoró como Homero Simpsons debora una hamburguesa. Grité de placer y lo hice con fuerzas, no quería reprimir el gusto que me estaba dando. Mi ano se abría solo para el. Pronto incursionó con su dedo. Entró lentamente y sin pausa, hasta que encontró ese punto exacto en donde explotas al amar (me puse Arjona). Luego siguió con el segundo que entró apretado, pero ya no me causaban dolor, solo dulce placer. Mientras hacía eso, su pene se balanceaba de un lado a otro, apuntando hacia el techo con su rosado y brillante glande.
Con el tercer dedo ya no aguantaba más. Mi pene estaba baboso y realmente necesitaba tenerlo dentro.
-¡Metemelo ya!
-¿Lo quieres?.- dijo moviendo su cadera tentadoramente.
-Si.
-Suplicamelo.- dijo haciéndose el de rogar.
-Por favor rellename con tu verga, métemela hasta el fondo sin piedad, hazme ver la estrellas.
-Oh por Dios. Me calentaste un montón.- dijo escupiendo su verga.- Aquí vamos.
Su glande hervía y se sentía delicioso en mi entrada… o más bien, salida. Empujó y mi ano se abrió a recibirlo. Cuando entró, mi culo se encargo de abrazarlo con fuerza y succionarlo. Cuándo iba por la mitad, enterró el resto de un golpe. Gemimos a coro, llenos de placer. Me excitaba que se pusiera rudo, me gustaba verlo empoderado, parecía un Dios griego.
Sentía todo el largo de su mástil cuando apretaba mi culo. Me derretía cuando la cabeza de su pija rozaba mi próstata, era un maestro en las artes amatorias. Sentía su verga bajo mi estomago casi, punzando en mi interior y empujando hacia arriba. Por cada mete y saca, mi pene palpitaba y chorreaba, si seguía así me llevaría al orgasmo. Aceleraba sus embestidas, haciéndome gritar y luego las disminuía, atrasando su orgasmo. De vez en cuando sacaba toda su verga y me daba golpes en mis nalgas o la metía hasta el fondo, la sacaba completa y me la volvía a enterrar hasta el fondo. Esos movimiento me dejaban sin aire. Cada vez que me la sacaba mi anito quedaba así "O", completamente vacío y triste. Pero el aprovechaba esa abertura para introducir su lengua y saborear mis paredes anales, esa corriente de placer era inigualable.
-Ya no puedo más, tengo que correrme.- suplicaba. Pero Dylan me torturaba y no me dejaba hacerlo.
Acariciaba mi pene con mucho cuidado de no hacerme acabar, o se acercaba a recoger con su lengua el liquido pre-seminal o incluso me lo exprimía para luego desparramarlo en su glande y así penetrarme. De pronto puso mis piernas en su cintura y en un agil movimiento me levanto en sus brazos. Crucé los mios alrededor de su cuello y luego el me sujetó del trasero. En ningún momento su pene salió de mi culo, al contrario, se hundió más y por el esfuerzo contraje mi ano, dejando su verga ultra estrangulada.
Comenzó a acelerar sus embestidas de manera apocalíptica. Yo gemía idiotizado de gusto y el gruñía como un lobo loco de placer. Pude ver nuestros reflejos en el espejo que tenía en mi closet y vi como su verga se hundía hasta desaparecer y como sus gordos huevos golpeaban mis nalgas. Sus labios jugaron con mi oreja y mi cuello. Me estaba colmando de placer, no podía aguantar más.
-Me… me corro.- dije mientras escuchaba el "plaf plaf" de sus embestidas.-
-Yo …. igual.
-Ah, ah, aahhh, hmm, ¡aaaahh!- eyaculé a borbotones sin siquiera tocarme, llené todo el pecho de Dylan con mi semen. Aprovechando las contracciónes de mi culo, mi NOVIO, comenzó a correrse, aumentando la velocidad y profundidad de la penetración.
-Oh si… oh shit… yeah hmm… si… aaaah.- sus gemidos casi hacen que me corriera de nuevo. Pronto comenzó a llenarme de rica leche. Mi culo volvía a estar lleno de espermatozoides, fructosa y prostaglandinas.
Sin sacarme su miembro caímos en la cama. El mejor sexo de mi vida. Tenía de todo, fuego, pasión… amor… mucho amor. Sentí que su pene volvía a su estado natural y se comenzaba a salir. Apreté mi culo para evitar manchar mi cama. Nos besamos dandonos las gracias mutuamente por esa cesión de amor y lo invité a tomar una ducha ya que estábamos sudorosos.
Mientras nos duchábamos no pusimos coquetos otra vez. A pesar de solo habían pasado 5 minutos, todavía queríamos más. Esta vez lo puse contra la pared, me agaché y comencé a comerme ese precioso y estrecho ano rosado. Estaba muy oculto entre esas dos firmes nalgas de deportista. En honor al tiempo, tomé aceite de baño y comencé a dilatarlo. Me encantaba como apretaba su culito y lo bueno era que con el aceite mis dedos hacían un mejor trabajo de dilatación, por lo que pronto ya estaba listo.
Dylan tenía su pecho pegado en los azulejos de la ducha y su mejilla levantada buscando mi boca. Apunte con mi pene a su ano y mientras lo iba hundiendo lo iba besando. El aceite hizo que mi verga entrara fácilmente, sin causarle dolor a mi hombre. Su culito estaba paradito recibiendo pollazos como un campeón. Me excitaba los hoyuelos que se le formaban en las nalgas, McCoy era hermoso por donde se le mirara.
Mientras lo penetraba tome su cuello firmemente y comencé a besarlo, y con la mano derecha busqué su miembro y comencé a masturbarlo. Esa fase de sumiso me puso a mil y empecé a taladrar su ano sin piedad. Con cada embestida llegaba a levantar a Dylan y me di cuenta que eso le excitaba. Así que le agregué más ímpetu mientras los masturbaba mas rápido y mientras le daba de vez en cuando unas nalgadas que resonaban en su piel desnuda y húmeda. Pronto sus blancas posaderas se tornaron rosadas y comencé a acariciarlas para aliviarlas.
Dylan estaba muy excitado porque se paraba en puntas y paraba más su trasero, haciendo la penetración mas profunda y placentera. La situación me superaba y comencé a llenarlo de semen, mientras que al mismo tiempo McCoy eyaculaba sobre mi mano. En un ataque de calentura me agaché y separé las nalgas de Dylan, busqué su ano que se encontraba rojo e irritado y comencé a succionar el semen con el que lo había llenado. Estaba caliente y salado, no era muy abundante pero aun así había arto. Me levanté y golosamente lo compartimos. Fue la cosa más morbosa y extraña que había hecho en mi vida y me alegró haberla hecho con él. Cuando terminamos nos abrazamos, mientras comentábamos el momento.
Acabamos de ducharnos y salimos a dar un paseo. Sofía se nos unió y le contamos sobre lo nuestro.
-Oh My God.- dijo.- Y yo que pensé que podría conquistarte McCoy y resulta que te van la vergas. Igual entre los tres podríamos comparar nuestros gustos de chicos y vergas.
-Exclamó la princesa.- le dije. Los tres sonreímos.
-El único chico y la única verga que me interesa, es la de Diego. Pero igual podríamos comentar.
-Así que por ti Diego estaba más triste que africano con la verga chica (sin ofender).
-Si y créeme que me arrepiento.-
Cuando volvimos del paseo, vi que los ex compañeros mormones salían de la casa. Todos quedaron con la boca abierta cuando vieron a McCoy ahí. Estaba completamente diferente, se notaba el cambio de ánimo, además de que con esa ropa se veía esquicito. Y cuando salió el Peruano, me colgué de Dylan y le di el beso más baboso, mientras que con mi mano derecha le mostraba mi dedo medio con un sugerente movimiento circular. Hubiese enmarcado las expresiones de horror que tenían los chicos y la de furia que colocó el Peruano. Por lo menos nosotros estábamos muy felices.
¿Fin?
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