El silencio y yo
Episodio doce. Conozco a un hombre misterioso que sabe darle placer a un niño de 13 de una manera inimaginable.
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Episodios anteriores de esta serie: (1) La suerte de una buena carta – (2) Los juegos que la gente juega – (3) Todo tiene su precio – (4) La dorada obsesión – (5) Ojos de serpiente – (6) Ya no quiero volver a casa – (7) El as de espadas – (8) Nada que perder – (9) Un sueño dentro de otro sueño – (10) Yo robot – (11) Eclipse total.
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(Continuación del episodio anterior, «Eclipse total»)
Mamá me vino a ver. Me sorprendió su visita, ella entraba muy pocas veces a mi habitación. Yo estaba recostado, pensando. Se sentó junto a mí.
-¿Estás enamorado de ese chico?- quiso saber.
-Lo quiero mucho. ¿A vos no te pasó eso?
-¿Enamorarme? ¡Claro! Pero no durará, no a los 13 años.
Tal vez mamá se equivocaba, pero no iba a discutir. Quise ser amable con ella: -Estuviste bien al tranquilizar al papá de Santi.
-Sé cómo tratar a mis clientes. Además, ¿qué podía reprocharles a ustedes dos ese tipo, por muy fiscal que sea? Se enoja porque su hijo la está pasando bien con vos y él tiene que pagar por un polvo. Que se joda.
-Y además, engaña a su esposa. Es bastante hijo de puta, aunque juegue en el equipo de los buenos.
-No hay ángeles ni demonios – dijo, desordenándome cariñosamente el pelo–. Todo está muy mezclado en este mundo.
-¿Puedo preguntarte una cosa? ¿No te vas a enojar?
-Hoy me podés preguntar lo que sea. Mañana, no sé.
-¿De verdad no sabés quién es mi papá?
-De verdad. Supongo que será alguno de esos turistas holandeses con los que tuve sexo desenfrenado unas noches de verano. Pero ellos se fueron a los pocos días. Saliste rubio y de ojos claros por alguno de ellos. Yo aporté la nariz y el óvalo de la cara, que son mis mejores rasgos. Hicimos un buen trabajo. Sos un bombón.
Me dio un beso maternal en la mejilla y se fue.
No le recordé que si no fuera por la firmeza de mi abuela, que impidió mi aborto, este bombón habría terminado en el tacho de basura de alguna clínica. Pero bueno, ni ángeles ni demonios. Mejor no juzgar a mi mamá.
Santiago me llamó. Me contó que había tenido una conversación dura con su padre. Se dijeron cosas fuertes, pero habían acordado mantener lo que había pasado en secreto para que la familia no volara por los aires. Le dije que me parecía que habían hecho lo correcto y que extrañaba mucho sus abrazos.
Recibí también un mensaje de mi socio, Marcos. Tenía un cliente que nos pagaría en euros. Era un empresario europeo que quería pasar toda la noche conmigo. ¿Aceptaba? Yo estaba un poco deprimido, pero le dije que sí. En casa necesitábamos el dinero.
Mientras íbamos en el auto, Marcos me pasó información.
-Parece que este hombre se cansó de putas y travestis. Ahora quiere probar con pendejos.
-Nunca estuve con un tipo grande toda la noche.
-Le aclaré tus condiciones y las aceptó. Nada que no quieras hacer y siempre con protección.
-Espero que no sea uno de esos que usan látigos y picanas. ¿Estás seguro de que entendió? ¿Habla castellano?
-Lo habla bastante bien. Con acento gringo, obviamente, pero quedate tranquilo: entendió. Y no parece del tipo sádico.
Bostecé.
-¿Qué fue eso? -se alarmó Marcos- ¿No dormiste la siesta?
-No pude. Estoy con algunos quilombos.
-¡No te me vayas a dormir! Te necesito activo toda la noche, nene. Seguramente el tipo ya se hizo un cóctel de Viagra para disfrutarte…
-¿Cómo aquel político? (Episodio 7 – El as de espadas)
-El viejo te la metió durante horas, ¿eh? ¡Flor de hijo de puta!
-Sí, pero ayudó a Brian y su familia a dejar la calle y a vivir en un barrio. No lo juzguemos. Ni ángeles ni demonios.
Marcos me miró sorprendido: -Estás hecho un filósofo. ¿Seguro que no querés algo para mantenerte bien hasta la madrugada?
-¿Existe algo para eso?
-¡Las drogas, nene! Ya sabés que el Turco te dará lo que le pidas. Podemos ir a verlo ya mismo. Se quedó encantado con vos. (Episodio 9 – Un sueño dentro de otro sueño)
-Prefiero no drogarme.
-Como quieras… pero no lo vayas a arruinar.
Llegamos a un complejo de edificios lujosos, junto al río. Una inmensa luna llena se reflejaba en el agua. Me despedí de Marcos. El cliente me esperaba en otro auto.
Estaba muy bien vestido. Tendría unos cuarenta años, era rubio y usaba una barba cuidada. Me dijo que se llamaba Ruud. Tenía un plan: entraríamos al edificio de un hotel cinco estrellas como si fuéramos padre e hijo.
-Cuando pasemos por la recepción, tenés que saludarlos diciendo: Welterusten.
Me enseñó a pronunciarlo.
-¿Qué significa?
-“Buenas noches” en neerlandés.
Así lo hice. La chica de la recepción no entendió mi saludo, pero me hizo una amable inclinación de cabeza. Le dijo a Ruud, sonriendo: -Usted tiene un hijo precioso.
–Bedankt! ¡Gracias!
Al llegar a la habitación, Ruud me dijo que tendría que darme una ducha. Le respondí que ya lo había hecho antes de venir, pero él se explicó mejor: deseaba bañarme. No discutí. El cliente siempre tiene razón.
Nos desnudamos en el dormitorio y entramos juntos al baño. Era alucinante: lleno de espejos y piezas cromadas. Tenía un jacuzzi también. Él tomó un duchador de mano y me dijo que le diera la espalda.
Un fuerte chorro de agua caliente fue recorriendo cada vértebra de mi columna vertebral. Me hizo recordar a los masajes eróticos del Chino (Episodio 5 – Ojos de serpiente).
Después Ruud me hizo girar y el chorro se transformó en lluvia. La calidez del agua acarició mi torso como si yo fuese de arcilla y él me estuviese modelando.
Otra vez me hizo cambiar de posición. Se concentró en mis nalgas. Un chorro todavía más potente masajeó circularmente mis glúteos. Suspiré cuando sentí el agua, ya a mucha presión, entrar a raudales en mí. Era como si una líquida y ardiente criatura marina me estuviese violando.
-¿Caliente?- preguntó, sin dejar de hacerme sentir esa hermosa penetración acuática.
-Está muy bien, señor.
Después de un largo rato, retiró el duchador de mi trasero y me dijo que me diera la vuelta otra vez. Pasó uno de sus brazos musculosos sobre mis hombros para sostenerme y empezó a masajear mis genitales con el agua. Tuve una rápida erección.
–Even genieten, jongen… ¡A disfrutar, niño!
Sin tocarme, solo manejando la presión y la temperatura del agua, me fue llevando a niveles de goce cada vez más intensos. Yo jadeaba de placer. Sin embargo, aunque el agua era muy sensual, para mí era más importante sentir que había una persona a mi lado. Quise que él me besara, pero no lo hizo. Estaba demasiado concentrado en darme el máximo placer con sus habilidades en la hidroterapia erótica.
El chorro cálido recorrió deliciosamente cada rincón de mi pene y de mis testículos, electrizándome. Intenté resistir todo lo posible, pero al final no pude aguantar más y echando la cabeza hacia atrás, entre gemidos eyaculé.
Después del orgasmo me sentí tan relajado que las piernas se me aflojaron. Me abracé a Ruud para no caerme. Con una toalla muy suave, me secó paternalmente. Lo dejé hacer. Me sentía como un bebé, tibio y vulnerable.
Me cargó en brazos hasta la cama. Cuando me depositó sobre las sábanas, una profunda somnolencia se había apoderado de mí. Ruud apoyó sus labios en mi boca y su lengua buscó la mía. Respondí lo mejor que pude, pero él se dio cuenta de que se me cerraban los ojos.
–Ben je slaperig? ¿Tienes sueño?
-Perdón, señor –supliqué con los ojos entrecerrados- estoy tan agotado…
-Tal vez una ducha bien fría te despierte… ¿Quieres eso?
Quise responder que haría lo que él me ordenara, pero un bostezo me lo impidió.
-Pobre niño. Bien, bien… te diré lo que haremos, chiquito. Vamos a dormir juntos y mañana, después del desayuno, me compensarás. ¿Te parece bien?
-Sí, perdóneme, por favor.
Me besó y nos metimos desnudos en la cama. Lo último que recuerdo de esa noche es que yo apoyaba mi cabeza sobre su pecho, abrazándolo, y que él me acariciaba tiernamente la espalda.
No podía imaginarme lo que me esperaba al despertar.
(Continuará en el episodio 13)
gracias por pásame el link del capitulo de los gemelos están muy buenísimos todos tus relatos pero me gustaría un capitulo con dos gemelos menores que el protagonista y menores que Kevin eso seria super genial amigo
¡De nada, amigo! ¡Gracias por comentar!
Hola. Por favor, necesito contactarme contigo. Creo que tenemos muchas cosas en común. Mi correo está en mis relatos (AVENTURAS BARRIALES). Besitos y espero tu contacto. Marcos.
Me fascina tu trabajo, Gavin.
Adria: ¡Muchas gracias! ¡Abrazo!
Hola, Gavin. He estado siguiendo esta serie de relatos desde el primero. Me gusta muchísimo y es una delicia leer algo tan bien escrito y lleno de mucha imaginación, pero manteniendo la coherencia y sentido.
Gracias por los relatos, ya estoy ansiando el próximo.
¡Muchas gracias por leer y comentar, GoodBoy! ¡Abrazo!
Hola Gavin. Me gustan mucho tus relatos, tienen mucha similitud con todo lo que he vivido yo, en la época de niñez e infancia. Mi correo (Mail) está en mis relatos AVENTURAS BARRIALES. Besitos. Marcos.
¡Marcos, debes ser pariente de mi personaje…! Ya empecé a leer tus relatos. Cinco estrellas: escribes muy bien y tus historias también tienen ternura, lo que me gusta mucho. ¡Abrazo!.