El supervisor, me dijo. “No te cohíbas, disfrútalo.”
Un empleado se da cuenta que su compañero de trabajo y su supervisor tienen relaciones sexuales, intercambiando lugares regularmente, hasta que el compañero lo invita y él acepta..
El supervisor, me dijo. “No te cohíbas, disfrútalo.”
Cuando, comencé a trabajar para una gran empresa, me asignaron al área de correo pesado.
Que a diferencia del correó, y mensajería regular, únicamente nos encargamos de recibir, distribuir, y entregar los paquetes, que se recibían en la empresa, con un peso mayor de un medio kilo en adelante.
Por lo que el movimiento poco, y la mayor parte del tiempo me la pasaba leyendo, con la autorización de mi jefe, y sin que otro empleado dijera nada, o se quejase por ello.
A las pocas semanas descubrí lo que sucedía entre, mi compañero de trabajo, y nuestro supervisor.
En cierto momento cuando me levanté de mi escritorio para estirar las piernas, escuché a mi compañero de trabajo, gimiendo, y diciendo un montón de cosas raras.
Por lo que lleno de curiosidad me asomé de manera discreta, y es cuando me doy cuenta de que él se encontraba dentro de ese vacío almacene completamente desnudo, al tiempo que nuestro supervisor, se lo estaba clavando bien duro por dé tras.
Quizás si hubieran sido un poquito más discretos, quizás ni me hubiera dado cuenta, pero cuando pasé frente a la puerta, del almacén en donde ambos se encontraban.
Escuché claramente la voz de mi compañero, pero a toda boca, con su voz algo aflautada, o afeminada.
Lo que me sorprendió, ya que hasta esos momentos ni idea tenía de que mi compañero de trabajo, le gustase que le dieran bien duro, por el culo.
Pero al pasar, y escuchar cosas como. “Papito dame más duro, que verga más sabrosa tú tienes, me vuelvo loco por ella, dame más.”
AL principio pensé que sería un vacilón de él, pero al ligeramente asomarme a la puerta, los vi.
Pero lo que más me sorprendía era la manera en que él gritaba de placer, a cada fuerte embestida que le daba el supervisor por el culo.
No lo podía creer, ya que evidentemente por lo que decía a toda voz, no tan solo le encantaba, sino que disfrutaba al máximo.
Pero a un grado tal, que para mí era algo inconcebible, yo me hice el desentendido, ya que eso definitivamente, no era asunto mío.
Pero al rato, me llamó mi supervisor a su despacho, y me dijo, sin andarse por las ramas. “Seguramente te has dado cuenta de lo que sucedía entre tu compañero y yo.”
Yo pensé en decirle que no, pero apenas afirmé con mi cabeza, le dije. “Pero eso no es problema mío.” El supervisor sonrió, y no me dijo más nada.”
Mi compañero de trabajo, por su parte, actuaba de manera normal, sin hablar chillonamente, es más hasta tenía novia.
Pasaron los días, y uno de esos días en que el supervisor, salía más temprano, mi compañero se me acercó, y me buscó conversación.
Y en cierto momento me dijo sin vergüenza alguna. “A mí me encanta que me den bien duro por el culo.”
Así sin más ni más, sin yo preguntar nada, o pedirle alguna explicación, yo como no me esperaba eso, sonreí, y le dije que eso no era de mi incumbencia.
Cuando de momento vi que se bajó los pantalones, y mostrándome sus blancas y bien paradas nalgas, me dijo. “Cuando quieras probarlas, nada más me dices.”
La verdad es que en esos momentos tenía más de dos meses que había terminado con mi novia, que era con quien yo me acostaba.
Él alargó su mano, y de manera que no se describir comenzó a acariciar mis bolas, y mi verga por encima de la tela de mi pantalón, pero de una manera tal, que no pasaron ni cinco minutos, que yo ya me lo estaba clavando.
Pero vuelvo, y repito, lo que me impresionó fue la manera en que él, al parecer disfrutaba de todo lo que yo le estaba haciendo.
Constantemente me fue diciendo, que mi verga era bien rica, el escucharlo alabarme tanto, y la manera que constantemente decía lo sabrosa que era mi verga, y lo mucho que le gusta, la verdad es que me quedé impresionado.
Así como todas otras las veces que yo por quitarme el verano que tenía encima, sin chistar, se lo enterraba, una y otra vez al mismo tiempo que él no dejaba de repetirme, lo rica y sabrosa que era mi verga.
Para colmo, en otra ocasión lo vi a él clavándose a nuestro supervisor, y el que gritaba de placer era mi supervisor, pero no tanto como lo hacía mi compañero.
Yo continué clavándome a mi compañero, ocasionalmente, hasta que un día por curiosidad le pregunté si realmente eso le gustaba tanto, digo eso de dejarse dar por el culo.
Y él hasta me lo juró por su madre, diciéndome que sí, no sé si fue la curiosidad, o que, pero en otro momento en que el supervisor, no se encontraba, le pregunte a mi compañero de trabajo, si eso dolía, sonriendo, me dijo. “Eso depende de cómo lo hagas. Si te buscas un cualquiera, seguramente te va a doler, pero si por ejemplo lo haces conmigo, yo primero, te voy dilatando primero su esfínter. Y luego con algo de agua y jabón te preparo el camino.”
La cosa es que, por curiosidad, más que todo fue que permití que él me comiera el culo, y tal como me dijo, hasta lo disfruté.
Aunque no quería aceptar que eso me había gustado tanto, casi como a él, solo que yo en lugar de expresarlo como él lo hacía, procuraba no abrir mi boca, hasta que en otra ocasión en que yo estando completamente desnudo, él que estaba vestido, y me lo tenía bien metido, yo lo disfrutaba al máximo, pero sin expresar palabra alguna, fue cuando escuché la voz del supervisor, diciéndome. “No te cohíbas, disfrútalo.” y al levantar la cara que me encuentro con su verga frente a mi cara.
La verdad es que se la mamé, y de la misma manera que mi compañero, me mamaba la mía a mí, apenas pude, a medida que mi compañero de trabajo seguía metiendo sabrosamente toda su verga dentro de mi culo, al principio comencé a decirle lo mucho que me gustaba, que me hiciera eso.
Pero al poco rato, yo gritaba de placer, de la misma manera que gritan ellos, cuando yo se los meto.
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