El supervisor uniformado.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por abc123.
Creo que inicié sin presentarme, mi nombre lo dejaré a la intriga e imaginación de cada uno, tengo 22 años, mido 1.90, soy delgado mas no esquelético de tez morena pero clara, vivo en un estado costero de México. Olvidaba decir, que soy abiertamente bisexual, aunque muchas personas no crean que esto sea capaz. He tenido parejas del sexo contrario y relaciones sexuales con algunas de ellas.
La historia comienza un día normal, no recuerdo ni el mes. Asistí a Wal-Mart debido a que no tenía rastrillos ni crema para afeitar. No tengo barba, solo que me sale un poco vello facial, por no decir que nada, el cual me molesta. Por igual, pasé al pasillo de bebidas para tomar una bebida isotónica para refrescarme del intenso calor y la deshidratación que me había producido durante el día.
Al llegar, me encuentro con un joven, delgado, blanco, ojos verdes, cabello castaño y de la misma estatura que yo. Pude observar que era supervisor debido a que su gafete lo decía, pero lo más atrayente es que portaba bastante bien el uniforme. El cual le hacía denotar su delgada figura y le creaba contraste con su piel y con el color de sus ojos. Si yo hubiera definido al tipo de hombre que me atrae físicamente, el sería lo más cercano posible.
Jamás me han atraído los hombres musculosos. Yo estaba parado frente a la enorme estantería, tratando de localizar la bebida, pero no podía hacerlo. Aquel joven me había hecho entrar al limbo, pero seguía conciente y seguía mirándolo de reojo. Hasta que me preguntó ¿le puedo ayudar en algo? Pensé rápidamente, “creo que fui demasiado obvio” pero conteste lo que buscaba, a lo cual él me proporcionó la bebida de su compañía, la cual no me agrada, pero no negaría la oferta por parte de ese joven.
Este encuentro, duró menos que la eyaculación precoz que se presentaba en nosotros en la pubertad y adolescencia, mucho menos duró que la preparación de una de esas sopas amargas instantáneas. Pero yo quedé complacido, fue algo tonto, pero llegué a sentirme impactado, para después obsesionado. Me propuse el conocer a ese joven y no sé como lo haría, pero tenía que lograr dicha meta. Ahora que ya pasó y lo reflexiono fui demasiado acosador y enfermizo, algo que pudiese impactar a cualquier persona. Asistía todo los días a dicho supermercado, a comprar cualquier cosa, pero teniendo que pasar por dicho pasillo, donde se encontraban los productos de su marca, la cual tenía grabada en su camiseta a la altura de su pecho.
Lo vi muchas veces, no todos los días, pero lo veía constantemente. Hasta que deduje su rutina, sabiendo los días que asistiría a dicha tienda y la proximidad de la hora. Lo veía pasar, siempre erguido, con su uniforme impecable, el cual denotaba claramente en los dobles de la tela su trasero pequeño, pero notablemente firme. Los dobleces de tela por su zona pélvica hacían denotar su bulto, sin embargo no era una prioridad, el observar su sonrisa y cordialidad si lo era.
Definitivamente me comportaba como un tonto, debido a que siempre que estaba cerca de él, lo único que se me ocurría decirle era algún comentario respecto al calor. Habrá creído que era un quejoso o un climatólogo. Mis intentos por socializar fueron fallidos, además de algo psicópatas. Creo que las vacaciones me estaban afectando, por lo cual decidí dejar a un lado todo eso, me fui a visitar por algunos días a una amiga que vive en otra ciudad, solo para distraerme.
Cuando regresé, vi que me faltaban algunas cosas e inconscientemente me fui al supermercado. Vivo con mis padres, pero ciertas cosas y artículos prefiero comprarlos yo, y siempre ha sido así. Al estacionarme, noté que también él venía llegando, estacionándose a un lado de mi carro. Supuestamente yo ya ignoraba todo y había olvidado mis acciones, hasta que escuche un “buenas tardes” efectivamente el mensaje venía de su parte. Mientras le respondía el mensaje con un balbuceante “buenas tardes” sentí que tenía un flashback, fue más impactante que cuando recuerdo momentos de aventura y de gratitud con mis amigos o anteriores parejas. Mi mente no estaba ayudando en absoluto.
Quedamos estacionados como a la mitad del estacionamiento, por lo cual tendríamos que caminar. Mi paso no fue entrecortado, pero mis manos si sudaban por el nerviosismo. Establecimos una conversación, aunque muy técnica. Seguimos caminando y me hizo saber que ya no me había visto últimamente, a lo cual le comente que había salido. Instantes después, llegamos a su pasillo aunque yo seguía alucinando, hasta que pensé en voz alta ¿Qué hago yo aquí? Tanto yo como el nos quedamos callados, aunque puedo apostar que yo me puse rojo de la vergüenza, a pesar de mi color de piel. Efectivamente, no sabía que hacía en dicha sección, si ese día no compraría nada de esos estantes. Al decirle que me tenía que ir, el respondió con su nombre “Iván…” y estrechándome la mano lo cual fue reciproco.
Al llegar a casa, la curiosidad e intriga me estaban matando. Supuse que él tendría perfil o cuenta en algunas de las redes sociales de moda, debido a que era joven. Tecleé su nombre y efectivamente tenia perfil en facebook. No le envié la solicitud de amistad ese mismo día, sino hasta el otro. Como les dije, supuestamente yo ya ignoraba todo eso, por lo cual no regrese a mis rutinas de acoso yendo a la tienda. Creo que pasaron algunos 8 días hasta que el acepto mi solicitud, con lo cual ya pude ver y contemplar eso que me llamaba la atención. No fue hasta unos 20 días después, que le publiqué algo en su muro. Un mensaje relacionado al mejoramiento del clima, si volví con el juego que me funcionaba. El mismo me proporcionó su correo, mediante el cual tuvimos largas platicas nocturnas. No había insinuación alguna.
Ya de regreso a clases, no entraba tanto a chatear, por lo cual ya no platicaba con él. Me dejaba mensajes los cuales yo contestaba una vez que iniciaba sesión. Ambos compartíamos el ámbito de la lectura, por lo cual acordábamos idas a lugares para prestarnos libros o escuchar lecturas. Yo tenía 20 en ese entonces y el 23 y nada que nos atara completamente. Mi deseo hacia él pasó a ser una rápida amistad, como si lo conociera de toda la vida.
Mis demás amigos y amigas comenzaban a celar que yo pasara tiempo con él, aunque habíamos salido todos juntos no habían compaginado. Casi 10 meses después de haberlo visto por primera vez, decidí sincerarme, no me agrada el manejar dobles vidas, el no sabía de mi bisexualidad. Se lo comenté e incluso le comenté que me agrado al principio cuando recién lo vi y lo conocí. El se mostraba atento a mis palabras, al final solo expreso el ya esperado “no pasa nada”. No fue algo desalentador, tampoco inesperado. Inesperado fue lo que pasó cerca de 3 meses después, en mi cumpleaños. Aclarando que en el transcurso de ese tiempo todo siguió normal.
Por celebrar mi cumpleaños, mis amigos me organizaron una fiesta y cena en un conocido lugar de la localidad. Ahí estaban casi todos, el ambiente del lugar es tranquilo y su fuerte es la comida sin ser específicamente un restaurante. El ambiente estaba agradable, cuando recibí un mensaje, diciéndome que saliera, porque le daba vergüenza entrar solo. Efectivamente era él, el uniformado que en un pasado había robado mi concentración. Llegué a él y me felicitó, diciéndome que al final me daría mi regalo y que dijera que él me llevaría a casa. No quise pensar en que era el regalo. Al terminar todo, cada quien se fue y les agradecí la asistencia. Disponiéndome a que el “uniformado” me llevara a casa. Sin embargo se desvió un poco, diciéndome que teníamos que ir a un lugar, para mostrarme algo. Llegamos y subimos el pequeño faro de la marina, donde se encontraban 2 cajas con regalos, una más pequeña que la otra. Lo interesante era lo que estaba en la caja pequeña.
Era una cadena con un pendiente, la misma que traía él, esa noche, pero que no había observado con detalle. El pendiente tenia grabada nuestras primeras dos iniciales, lo cual se me hizo demasiado extraño e incluso lo miré con cara de ¿Qué pasa? Debido a que el estaba serio. Comenzó a hablar pausadamente, hasta que me dijo y pregunto si quería ser su pareja. Algo que me impactó, lo pudiera haber esperado tiempo atrás, pero ya no en ese momento. Aun así, sentí que mi oportunidad para cumplir un viejo deseo era en ese momento, por lo cual acepte, acepte eufóricamente. Dándonos un apasionado beso, bajo la luz del faro. Algo demasiado cursi, incluso para mí, pero así sucedió.
Lo que les puede interesar, si el sexo. No sucedió rápidamente, nos tomamos el tiempo necesario. Debido a que como lo traté de decir anteriormente, las relaciones no deben ser basadas en solo tener sexo. Tres meses después de ser oficialmente una pareja sucedió eso. Mis padres lo conocían, y sabían lo que ocurría entre nosotros, por igual sus padres, aunque a ellos les costó aceptar dicha situación rápidamente.
Un día dentro de nuestras pláticas salió a relucir la masturbación. A finales de mi pubertad e inicio de mi adolescencia tenía un grupo de amigos los cuales practicábamos Circle Jerk. Algo normal, un grupo de amigos que se reunían en algunas de nuestras casas y nos masturbábamos viendo pornografía. Para mi pareja fue algo nuevo, si bien si había escuchado de eso, juró que jamás había estado en uno, debido a que sus amigos eran menos liberales. Por lo que me dice que “estaba celoso de mi pasado”, comencé a reír y le dije que de haberlo conocido, obviamente estaría invitado a dichas reuniones tan casuales. Pero hablemos del presente;
EL: ¿qué del presente?
YO: ¡ahora resulta que no entiendes!
EL: ¡en verdad no!
YO: (pasé mi mano por su pierna izquierda, con una notable detención en su zona pélvica, para terminar acariciando su pierna derecha) ¿Qué te parece un viaje al pasado?
EL: (solo sonrió y asintió con la cabeza).
A pesar de ser algo que yo provoqué, me puse demasiado nervioso. No traté de buscar pornografía en la web. Solo comencé a besarlo, para después separarnos y comenzar cada quien con lo suyo. La tentación era demasiado grande, jamás le había tocado su pene, solo con movimientos “bruscos o inesperados” ya éramos pareja pero prevalecía el respeto. Ambos estamos recostados en la cama, pero él no dejaba de temblar. Haciéndome ir a checar una y otra vez el seguro de la puerta, dejando la luz de manera tenue, siendo todo visible.
Rápidamente bajé mi short y recorrí mi playera hacia arriba dejando una vista de parte de mi abdomen, quedándome en unos bóxers ajustados color negro. Al ver esto, el prosiguió realizando lo mismo, solo que él tenía unos bóxers color blanco. Ninguno de los dos tenía una gran erección, debido al nerviosismo que prevalecía, pero decidí de nuevo tomar la iniciativa, quitándome por completo la playera y bajando mis bóxers.
Mientras tanto, yo acariciaba mi pene y mis testículos, rápidamente obtuve una erección. Mi pene no sobrepasa los 18cm y es algo grueso. Recorrí mi prepucio lentamente para dejar a la vista todo mi glande y corona. Estaba produciendo demasiado líquido pre-eyaculatorio (precum) el cual untaba por todo mi glande. Yo estaba totalmente caliente, cuando veo que él sigue tocándose por debajo del bóxer. Para estar en una situación similar, le dije que se parara. Al hacerlo, le bajé el bóxer de un solo movimiento. Su pene ya estaba totalmente erecto, era circuncidando, totalmente blanco, un glande voluminoso. Tenía las mismas dimensiones que el mío, pero el de él se notaba más maduro, por igual noté que sus bellos púbicos estaban rebajados finamente con tijeras.
Una vez que se incorporó a la cama, se acerco más a mí, quedando nuestros brazos muy juntos. Sintiendo cada movimiento el uno del otro, debido a la fricción que generábamos. Poco a poco aumentábamos el ritmo, yo quería que esa situación jamás terminase. Mi excitación era tal, que seguía generando líquido pre-seminal, tomando cuidadosamente la gota con mi dedo índice para después embarrársela en su glande, fue un juego bastante bueno, le acariciaba el glande con uno solo de mis dedos, que cuando jugueteaba con su meato (o uretra) podía sentir sus contracciones y su respiración entre cortada cerca de mi oído. Para finalizar mi acción, dirigí mi dedo a su boca, el cual el lamió de manera sutil, solo la punta de mi dedo.
Mi mano la pasé por detrás de él, para tenerlo abrazado. Mientras yo continuaba masturbándome con la otra mano, aunque de manera más torpe. Observaba detenidamente el vaivén de su mano, al igual que su estomago “marcado” como efecto óptico por estar delgado. Cuando el corta el silencio y me dice:
EL: ¡mira!, ¿notas algo extraño? (suelta su pene)
YO: no, nada. ¿Qué pasa?
EL: se inclina a la derecha (su pene).
Efectivamente, su pene se inclina a la derecha, pero es algo que no presté importancia debido a que es algo común. Continuamos masturbándonos, ya no era temporada de calor pero estábamos totalmente sudados, veía el escurrir del sudor mientras le daba ligeros besos en la boca, la frente y en la mejilla. Decidí tomar su pene, algo que no le molesto e incluso el tomó el mío. Seguimos masturbándonos, variando la velocidad, yo ya me encontraba algo cansado, pero todo seguía, hasta que escuché entrecortarse su respiración, de solo escucharlo mi respiración también se entrecortó.
EL: ya voy a terminar, sigue así, ¡más lento! (mientras contraía su cuerpo y entre cogía sus piernas)
YO: está bien… (y de pronto eyaculo bastante, escuchándose mi gemir por toda la casa)
EL: ¡me llenaste la mano! (y tocó su turno, eyaculando bastante, todo sobre su pecho)
El panorama no podía ser mejor, él y yo recostados en la cama, con una luz tenue que dejaba ver su abdomen lleno de semen. Mientras sus jadeos iban normalizándose, interrumpidos por besos y palabras donde demostrábamos nuestra gratitud y amor. Los dos estábamos exhaustos, su cara era roja lo cual lo hacía ver totalmente encantador. Después de esto, nos bañamos por separados, debido a que nos cohibíamos, se puso la ropa y cenamos juntos, un simple cereal. Para que después partiera a su casa. En cuanto llegó a su casa, me habló por teléfono y platicamos acerca de lo ocurrido hasta el amanecer del siguiente día.
Nuestra relación comenzaba a tomar vuelo en el ámbito sexual, nuestras insinuaciones y ligeros toqueteos eran cada vez más constantes. Tres meses después de comenzar a salir como pareja, sucedió lo esperado. Nos encontrábamos en vísperas de navidad, el clima era agradable y como es típico de la temporada, había fiestas por doquier. No consumimos alcohol pero el ambiente navideño nos ponía en el mismo humor de todos.
En mi casa se realizó una fiesta días antes de navidad. La celebración terminó a altas horas, todos nos encontrábamos cansados, el por lo tanto decidió quedarse a dormir en mi casa. Anteriormente ya lo había hecho, así que no sería nada extraño. Me fui a cambiar y únicamente me puse el pantalón-pijama. El optó por quedarse en bóxers, los cuales hacían denotar sus atributos, por igual se dejo puesta la camisa de interior que traía puesta. Rápidamente nos acostamos, el puso su cabeza sobre mi pecho mientras platicábamos trivialidades. Mientras tanto, yo acariciaba su cabello, el quedó dormido rápidamente, al igual yo.
Habrán pasado 2 horas cuando siento que me están tocando la cara. Abrí los ojos, algo molesto, pero no pude contenerme a la dulzura de su sonrisa. Se reía, pero con morbo agregado.
Comenzó a besarme, le respondí aunque lentamente. En mi prevalecía la necesidad de descansar no de estar activamente por la madrugada. Seguíamos besándonos y acariciándonos, yo le tocaba delicadamente su abdomen desde su ombligo, recorriendo mi mano hacia sus pectorales, presionando ligeramente sus pezones para después pasar mi mano a sus hombros, recorrer la longitud de sus brazos para terminar sujetándonos las manos. Repitiendo esto, una y otra vez, algunas veces más rápido, algunas más lento pero siempre con delicadeza. Su piel se erizaba y me agradaba sentir la fricción de mis dedos con su vello corporal, el cual es mínimo pero tangible.
Entendía que eso iría para más, por lo cual decidí irme recorriendo la pijama, hasta que él me la quito completamente. Obviamente no usaba ropa interior, por lo cual mi pene quedó expuesto, mostrándose la rigidez que ya tenía. Su risa morbosa volvió, y sujeto mi pene mientras me seguía besando, no me masturbaba solo lo sujetaba fuertemente. Seguía besándome, pero esta vez descendía, besando mi pectoral derecho, mi ombligo y la punta de mi pene. Era la primera vez que el posaba su cara cerca de mi pene, por igual la primera vez que interactuaba con él con su boca. Ese ligero beso en mi glande hizo que mi cuerpo fuera invadido por una serie de emociones que tenía que liberar, me recorría desde los pies hasta mi cabeza, haciendo una contracción de mi zona pélvica al igual que mi pene. A lo cual me dice entre risas; “creo que alguien (mi pene) tiene vida propia” respondiéndole con una sonrisa a la vez que recargaba mi cabeza a la almohada cerrando los ojos.
Mi mente daba mil vueltas, podía sentir esos labios delgados en mi pene, aseguraría que sentía su textura, esa que siento cada vez que lo beso. No sentía casi sus dientes, nunca había practicado sexo oral, por lo cual lo hacía con cuidado. Recorría poco más de la mitad de mi pene, una y otra vez con un ritmo algo cíclico, una vez se lo introducía lentamente y otra rápidamente. Hacia algunas pausas solo para recuperar el aire, mientras lo hacía, seguía tocando mi pene y lo lamía, solo con la punta de su lengua. Reanudando de nuevo la actividad que dejaba en pausa, se introducía mi pene lentamente, jamás todo, solo lo necesario. Cuando siento unas ligeras mordidas, había decidido incorporar sus dientes al juego, me agradaba bastante. Pero no más como cuando sentí que mordía mi glande, ejercía presión con sus dientes hasta el terminar o punta de mi pene, mi cuerpo se contraía, con una mano me agarraba de la cama y con otra tomaba su cabello.
El seguía con su camiseta, la cual jalé para liberarlo de ella. Me correspondía a mi brindarle un poco de placer, haciéndolo que se acostara. Rápidamente, baje por su abdomen, para encontrar su pene aprisionado en su bóxer. Estaba totalmente marcado en su bóxer, un pene de no más de 18 centímetros inclinado a la izquierda. Besaba y mordía su pene con todo y su ropa interior, por más de un minuto, el se encontraba ansioso, quería más. Saqué su glande por su pierna derecha, salía el glande y poco más de su pene, sujetado a su pierna debido a la presión que el bóxer ejercía. Lo lamí rápidamente, tenía bastante líquido pre-seminal, tenía un sabor ligero y agradable, tocaba su pene con la punta de mi dedo, el juego que ya le había practicado. El quería mas, trataba de quitarse el bóxer, mientras yo se lo impedía. Quería hacerlo rogar por placer.
Yo mismo le quite el bóxer, creo que no pude aguantar el juego que yo mismo le practicaba. Tenía una ansiedad por introducir ese pene blanco a mi boca, de sentir su sabor y de presenciar su tensión. Lo introduje lentamente, hasta donde pude, debido a que sentía que vomitaría si seguía metiendo un centímetro más. Las cosas se hacen con lo necesario, no con lo abundante. Su pene me producía bastantes emociones, incluso de solo olerlo. Un olor distinto a lo típico de él.
Le seguía practicando sexo oral, me gustaba solo introducirme su glande, aprisionándolo hasta su corona. Mi boca producía demasiada saliva, la cual utilizaba para bañar su glande y producirle sensaciones debido al aire y burbujas de oxigeno. Me detenía y lo besaba, ya habrían pasado algunos 5 minutos desde que comenzaba a practicarle sexo oral. El se recostó en la cama, quería tocar mi pene, lo recosté empujándolo con mi mano, yo quería seguir mamando su pene. Decidí complacerlo posteriormente, me incorpore a la cama de tal manera que nuestras caras quedaron frente al pene del otro. Hacíamos el 69, el estaba totalmente recostado, yo ligeramente ladeado, con una pierna en la cama y otra levantada, dejando un espacio entre mis piernas.
Tenía su cabeza entre mis piernas, se introducía mi pene y lo hacía para atrás. Me molestaba algo, pero me acostumbré. Yo sentía las contracciones en mi cuerpo, sabía que pronto terminaría corriéndome, se lo hice saber, sentí que toda la energía de mi cuerpo se centraba en mi zona pélvica, mi semen salió rápidamente, haciéndolo perder el ritmo. Su boca se inundo de semen, el cual fue digiriendo lentamente, mientras seguía lamiendo mi pene. Comenzaba a sentir una extra sensibilidad en mi pene, me gustaba, hasta que se hizo casi insoportable. Lo separe de él, le quitaba su juguete, lo besé, sentí que aun tenia semen en su boca, lo probé, era ligeramente amargo. El todavía no terminaba, debido a que comenzó después, seguí practicándole sexo oral, a la vez que lo masturbaba con una mano, pasó algo de tiempo cuando comenzó a contraerse, lo saque de mi boca y simplemente lo masturbaba con rápidas introducciones a mi boca.
Logro eyacular, todo su semen cayó en su abdomen y bellos púbicos. Por igual, una gran gota de semen recorría su pene. Tenía que hacerlo sentir lo mismo, me introduje de nuevo su pene, esta vez su sabor cambiaba, se mezclaba con su espeso pero más liquido semen. Me agradaba el sabor, y el no podía quejarse, solo emitía gemidos, oíbles pero no ruidosos. De nuevo lo volví a besar, mi pene se había contraído, ya no presentaba la erección, seguíamos besándonos. Su pene seguía erecto pero no con la misma intensidad. Seguimos besándonos, mientras posaba una de mis manos atreves de su pecho, sentía la viscosidad del semen. Habrían pasado algunos minutos cuando sentía que mi pene se ponía de nuevo erecto. Quería seguir.
No se definió ni se definirá quien es activo o pasivo. Pero el cedió primero, levantando una de sus piernas. Lo entendí como una incitación a seguir. No teníamos condones ni lubricantes, de hecho ni siquiera nos importo. Toque con mi mano su ano, como tratando de identificar la dirección a seguir, trate de introducirlo fallidamente. ¡Necesitábamos lubricante!, afortunadamente él seguía teniendo semen en su abdomen, tomé con mi mano todo lo que se pudo y lo unté en mi pene y en la entrada de su ano. Creo que las películas pornográficas de mi adolescencia me habían enseñado a hacer eso.
Trataba de introducir mi pene en su ano, creo que lo hice torpemente por unos 15 segundos. Ejercía la presión y empujaba pero mi pene no entraba, creía que se había desviado, pero toqué con uno de mis dedos y efectivamente era ahí. Mantuve la presión de manera constante, hasta que sentía que mi glande se abría paso, él solo mantenía los ojos cerrados, no emitía ningún sonido ni reflejaba ninguna expresión en su cara, solo observaba como su tórax se contraía bastante debido que respiraba profundamente.
Segundos después, mi pene ya había entrado totalmente en su ano. Sentía mi pene demasiado apretado, como si su ano no quisiera soltarlo y deseara que se mantuviera dentro de él. Comencé a sacarlo, lentamente, casi hasta sentir que solo quedaba mi glande dentro, para volver a introducirlo, repitiendo esto como 5 veces, únicamente se escuchaba su respiración, ninguno de los dos hablaba. Hasta que le pregunté:
– ¿Te duele, te estoy lastimando?
– No.
– ¿seguro?
– Si, sigue.
Creo que ya nos invadía el “síndrome después del sexo” (after sex) debido a que ya nos mostrábamos apenados y como algo distantes. Creo que el pudor, nos hacia cohibirnos pero ambos estábamos gozando y deseábamos eso.
Hice que flexionara unas de sus piernas, de manera vertical. Con lo cual, tuve un mejor acercamiento a su cuerpo, por igual sentía que mi pene se deslizaba con mayor soltura. Confieso que soy algo arrítmico, por lo cual, fácilmente perdía la constancia de mis movimientos. No, no tengo sexo como actor porno, ni duro horas en eyacular. Cada vez que perdía el ritmo, aprovechaba para acariciar su pierna, descendiendo mi mano a través de ella, llegando hasta su pene, algo erecto mas no en su totalidad, me encantaba masturbarlo lentamente, su piel presenta una textura indescriptible, por eso digo que su pene luce maduro, totalmente excitante.
Por momentos, él bajaba su pierna, por lo cual podía besarlo, con una pose algo forzada pero podía llegar a sus labios tan apetecibles, esos que me impactaron el primer día que lo vi. Constantemente mordía su labio inferior, creo que esa imagen y recordarlo me parece perfecta, mostraba perfectamente el sentir de la situación. Deseaba seguir consumándome en esa pasión. Casi desde el principio, nos manteníamos agarrados de la mano, como si nos orientáramos y nos diéramos apoyo de manera mutua, representaba una gran unidad.
Ya pasaban algunos minutos, yo comenzaba a cansarme, mis embestidas eran aceleradas por momentos, pero nunca de manera bruta. Comenzaba a sentir el cosquilleo en mis piernas, mi piel se erizaba, me detenía por instantes, no quería terminar. Aprovechaba mis pausas, para de nuevo besarlo, acariciarle su cuerpo. Me gustaba tocarle la parte inferior donde se une el brazo con su pecho. Me producía demasiado morbo, creo que la temperatura cálida de la zona, hacían que me pusiera de tal manera.
Sin poder controlar más mi cuerpo, una vez que mis piernas me vencieron eyacule, no bastante pero si varias veces, cada vez que lo hacía sentía como mi cuerpo se contraía. Termine recostándome en él, mi pene seguía dentro de él. “Martin” liberaba algunos gemidos, nuestras bocas se volvían a encontrar. Con una de sus manos acariciaba mi espalda, mientras con la otra tomaba fuertemente una de mis nalgas, haciendo presión hacia él, como si quisiese que mi pene entrara aún más en el. Estábamos cuerpo a cuerpo, metí mano entre nuestros abdómenes y agarre fuertemente su pene, comencé a masturbarlo lentamente debido a que no podía por la fricción de nuestros cuerpos.
Arqueando algo de mi cuerpo, pude tener un mejor acceso a su pene, el cual seguía masturbando, poco tardaría en correrse. Vi una de sus contracciones e instintivamente saque mi pene de su ano, debido a que retire mi cuerpo, para poder tener una postura la cual me permitiera recibir su semen en la boca. El primero de sus chorros, cayó en mi cara, el resto en mi boca. Seguía masturbándolo y practicándole sexo oral, limpiaba mi cara para poder digerir ese semen que no cayó en mi boca, esta vez yo deseaba consumir todo lo que fuera de él.
Seguía lamiéndole el pene, pero como todo momento después de la eyaculación, las caricias en esa parte se tornan insoportables. Lo supe, porque sentía que con sus manos trataba de retirar mi cabeza de su pene. Lo entendí, después de pocos segundos. Lamí su ombligo, y proseguí con su abdomen y pectorales, besaba su cuello mientras escuchaba su respiración ya controlada. Estuvimos besándonos como por 5 minutos. No había un acuerdo, respecto a si seguiría su turno a penetrarme, simplemente no pasó.
Fuimos a bañarnos, tengo una tina en mi baño, la llenamos a mitad de su capacidad. El se sentó, abriendo sus piernas para que yo me sentara ahí, podía sentir su pene recargado en mi espalda baja, eso me excitaba bastante. Platicamos un poco, le dije que lo amó y el a mí. Sellando nuestra aventura con un beso, quede recostado en su pecho, incluso nos quedamos dormidos en la tina. Desperté a las hora, aun seguía abrazado, note que el agua se había drenado.
Lo desperté, nos pusimos una bata de baño, el seguía medio dormido. Casi tuve que llevarlo cargando a la cama. El cuarto reflejaba lo que había sucedido esa noche, la cama desecha y nuestra ropa en el piso. Volvimos a acostarnos, teníamos sueño, ambos quedamos boca abajo, uno al lado de otro. Coloqué mi mano sobre su espalda, dormimos de nuevo un poco. Desperté porque sentía que se movía, se estaba cambiando, iría a su casa a bañarse y vestirse con ropa limpia. Esa tarde noche, volvimos a reunirnos, nuestras miradas eran fijas pero a la vez tímida, como si nos contáramos todo con solo mirarnos. Me agradaba verlo sonreír apenado.
Este es el principio de una historia que se comenzó a escribir desde el 2009, aun seguimos juntos aunque yo me encuentre en otra ciudad realizando prácticas. Lo extraño bastante, nos vemos como dos veces al mes, aprovechamos para llevar nuestra relación con la ayuda de la tecnología. Una vez publicado el relato, le enviare la liga para que pueda leerlo, creo que le despertará cierta pena y a la vez excitación de recordar lo vivido.
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