El tapado 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Los autos moverse a todo paso, me gustaba lanzar piedritas y verlas chocar en los charcos, regreso a ver para atrás de mi y siento la presencia de Guillermo y dos compañeros que subían unos tubos se acercó a donde yo estaba viéndome lanzar objetos, me hizo un avión de papel lo lancé.
Gozamos de ver volar el avioncito, con gusto le dije que me haga otro pero no me lo hizo porque no había papel y ya sus compañeros lo llamaban a seguir trabajando, antes de despedirse me dijo que ya vuelve, que lo espere, que no solamente traería avioncitos sino que me iba a enseñar a hacerlos, con gusto lo esperé pero no regresaba, el tiempo pasó y tuve que bajar con mi mamá, en el trayecto de las escaleras nos cruzamos con Guillermo me hizo unos guiños con el ojo, llevaba una libreta, lo vi subir a la terraza, le jalé del brazo a mi mamá para pedirle que me de permiso para ayudarle a Guillermo para trabajar en la terraza, mi mamá aceptó de buena gana y me dijo que tenga mucho cuidado no me vaya a caer.
Subí muy alegre las escaleras y en cuanto me vio, se puso muy contento, me alzó con un abrazo, las manos de él frotaban mis nalgas, me hizo varios avioncitos que los lancé a todos, quería lanzar más pero me dijo que me iba a enseñar a hacerlos pero no aquí sino en ese cuarto, me indicó la bodega donde había dejado los tubos, era grande y amplia con ventanas empotradas me tomó dulcemente de la mano y del hombro, entramos, el lugar estaba casi oscuro vi la sonrisa y la respiración acelerada de Guillermo me dijo que antes de enseñarme a hacer avioncitos quería hacer el jueguito del otro día sin decirme más me quitó el pantalón y la trusa me recostó inclinado sobre unos cartones y saquillos vi abrir su boca que mamaba mi pene, hizo una pausa, dos de sus dedos estiraban mi prepucio buscando que mi glande salga sentí molestia que se apagó por el paso de la punta de la lengua en mi glande algo descubierto, Guillermo me decía que mi pene era riquísimo, que le gustaba mucho, dos dedos estiraban mi pene, su lengua pasaba por mi pene, testes y culito me hizo dar vuelta para chuparme las nalguitas sentía el pasar de su lengua por mi hoyito y nuevamente sentí como la otra vez eso que parecía cala o supositorio quise levantarme pero esta vez sentí firme el cuerpo de Guillermo sobre el mío, el dolor que producía en mi ojete era muy fuerte, pujaba y sollozaba, le decía que ya, que me dejara, que me dolía, pero me respondía que el juego aún no estaba por terminar que me dejara, se le hacía difícil seguirme metiendo ese barraganete porque a cada rato me lo sacaba, lo escuchaba respirar hondo luego sentía que me lo metía despacito, despacito no aguanté más y me fui de un mar de llanto pensé que me iba a soltar pero no, más me agarraba el fatal, al ratito sentí mis nalgas mojadas
Guillermo se detuvo, entre llanto y suplica creo que conseguí que me soltara, me dijo que mi culito era muy cerrado, me arrinconé metiendo mi cara entre mis piernas unidas, algo de rareza tenía, miré hacia mi pene que estaba sobre el piso chorreando la saliva por los testes y un liquido baboso blanco que mojaba mis nalguitas, se acercó, me levantó algo, me limpió y me vistió, le dije que me dejara salir, insistía en enseñarme a hacer avioncitos pero no acepté, salí arrimándome sobre el corredor de la terraza, Guillermo se puso junto a mí para decirme que por favor no dijera nada a nadie en especial a mi mamá, les diré que pasó buen tiempo haciendo con Guillermo ese jueguito en aquel cuarto o en las habitaciones de a poco me fue gustando, es que era tan dulce conmigo que me compraba golosinas o juguetes, me dejó de hacer cuando ya tenía 9 años y se fue a trabajar a otro lugar
Esa inquietud sexual que me marcó Guillermo en mi niñez tuvo su aumento cuando yo ya era un adolescente por la década de los setenta, mi mamá me puso un padrastro que se portaba bien conmigo era un solterón con cargo burocrático en el gobierno al que lo conoció en el hotel y nos llevó a vivir a su ciudad en un cuarto aparte, por lo general nos visitaban sus padres, y su hermana con sus hijos Daniel, Paula, Josefina y Pablo que tenía 20 años, me enseñó a hacer muchas travesuras sexuales.
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