El vaso de malteada.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Angelo123456789.
Cursaba el 4º año de primaria, tenía 10 años.
Cuando conocí a mi tío Tavo.
Era hermano de mi difunto padre.
Y mi mamá me contó que su mujer.
Lo había dejado.
Y le había quitado todos sus bienes.
El tío Octavio era muy tosco y sus manos raspaban tenía una espesa barba y su barriga tenía mucho pelo.
Yo era un niño normal.
Delgado.
Estatura normal.
Moreno.
El llegaba de visita de vez en cuando y era demasiado mal humorado; yo le tenía miedo y mucho respeto.
Ahora pienso que quizá tenía una relación con mi madre.
Pero yo jamás me percaté.
Cuando llegue a 5º grado tenia, un año de conocer a mi tío.
El se mudó con nosotros.
Supuestamente porque no podía pagar el alquiler de su departamento.
Y mi mamá le brindó un cuarto de la casa.
Ahora lo veía todos los días.
El era guardia de seguridad de una prisión en mi país.
Y cuando llego a la casa ayudo a mi madre a que entrara a trabajar en la misma prisión, pero de servicio de limpieza.
Ellos adecuaron sus horarios para que yo jamás estuviera solo en casa.
Eran horarios pesados de 24 horas.
Así que estaba un día con mamá y un día con el tío Tavo.
El problema empezó cuando me quedaba solo con mi tío.
El andaba todo el tiempo en calzoncillos.
Y me miraba mucho.
Era demasiado estricto y no me dejaba ni ver la televisión.
Y solo gustaba de andar desnudo en la casa.
Mi padre tenía muchos años de haber muerto y jamás había visto un hombre en calzoncillos.
Tenía un barriga normal con mucho pelo.
Y todo el tiempo se rascaba el paquete.
Yo me sentía muy incómodo.
En una ocasión me enferme.
Tenía anemia.
Me hacían falta vitaminas.
Y el doctor me recetó una malteada.
A la cual le agregaban una vitamina.
Y mi mamá trabajaba hasta una semana en horario nocturno.
Así que en las noches me quedaba con mi tio.
El era el responsable de darme el vaso con malteada antes de dormirme.
Después de varios días de tomar la malteada por las noches.
Una mañana amanecí con un ardor en mi culo.
Me ardía y sentía que me palpitaba.
Obviamente no dije nada por vergüenza.
La medicina termino pero mi tío continuo con la tarea de darme mi malteada cada vez que estábamos solos en casa por las noches.
Y cuando bebía la malteada era seguro que al otro día amanecía con el ardor en el culo.
Era horrible yo le decía a veces a mí tio que ya no quería tomarla pero el insistía y me vigilaba a que la tomara toda.
Pasaron meses y en una ocasión mi tío me llevo la malteada como costumbre.
Pero esta vez no vigilo que me la tomara.
Y corriendo la derrame por la ventana.
Satisfecho quede esa noche porque al otro día no me ardería el culo.
Me acosté a dormir.
Y justo a media noche escuché como la puerta de mi cuarto se abría.
Sabía que era mi tío porque solo estamos los dos.
Recuerdo que no hice ni dije nada.
Mi tío se subió a mí cama, me bajo el chort, estuve a punto de gritar, pero mi tío empezó a acariciar con sus manos toscas y me sentí en el cielo.
Escuche cuando escupió mi culo y sentí húmeda su saliva, sentí su barba raspar mis nalgas y estuve a punto de gritar otra vez cuando me mordió una nalga.
Sentía su aroma sobre mi, una mezcla de sudor, desodorante y su mal aliento.
No sabía qué hacer, que decir, mi mamá no me iba a creer.
Y no sé porque, pero no quería que parara.
De pronto sentí algo caliente y duro en mis nalgas.
Era enorme.
Me tomo de la cintura y empezó a picar mi anito.
No me dolió nada.
Cómo que ya estaba acostumbrado.
Tenia meses que me cogía cuando dormía.
Sólo escuchaba atento todo y deje que me la metiera, escupió varias veces mi culo, sentí cm a cm como aquella cosa dura y caliente entraba en mi, tardo mucho, demasiado penetrándome.
Ahora entendía por qué me ardía tanto el culo.
Estuvo demasiado tiempo sobre mi.
Sentí su sudor caer sobre mi cuerpo.
Su aliento soplando en mi cuello.
Y el culo me empezó a arder.
Cuando el culo me empezó a arder empecé a suplicar dentro de mi que parara porque me iba a descubrir que estaba despierto.
Y entonces escuché un ¡Haaaaaay! Ahogado y su respiración agitada se entre corto.
Y empecé a sentir un líquido tibio que resbalaba sobre mis piernas.
Gracias a Dios había terminado y el culo me ardía muchísimo más que en las mañanas.
Me quedé dormido.
Cuando me estaba limpiando.
Y al otro día amanecí con ardor como siempre en el culo.
Sólo que ahora sabía por qué me ardía tanto.
Y tenía una gran satisfacción, me había gustado tanto, todo lo que mi tío me hizo.
Me sentí útil y creía que me quería.
Desde ese día trataba de no tomarme la malteada.
Para disfrutar la cogida que me ponía el tío por las noches.
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