El Vecino De La Esquina (Capitulo III)
*Historia ficticia pero real para muchos que aprueban este tipo de sexo y de relaciones. Si no estamos de acuerdo creo que lo más sano es limitarnos a respetar las preferencias y gustos de un mundo sexual que es muy amplio y de opciones múltiples..
Así fue como a partir de ese momento mi niño era constantemente acosado por mí, dejando claro para él de que yo tocaría su cuerpo en cada instante que pudiera, principalmente su trasero y en muchas ocasiones la entrada de su culito punteándolo con mis dedos, pero ¿Cómo hacerle para que me dejaran más tiempo con él y evitar mantener la obligación de tener sexo con la insaciable de su madre? Después de mucho analizarlo la respuesta llegó a mí un par de días después, llegando a la conclusión de que no había otra manera más que seguir entre fuertes dosis de alcohol, que por cierto le encantaba a la joven y para no convertirla totalmente en alcohólica, ocasionalmente el uso de pastillas y gotas para dormir, mismas que era fácil conseguir a través de un amigo muy cercano y médico de profesión.
En cuanto a evitar tener sexo con mi joven señora amante la solución fue aún más fácil, ya que al ser una mujer guapa, atractiva y de relativamente muy buen cuerpo, y que con la ropa que recientemente le había yo comprado se veía seductora, deseable y hasta interesante, fue fácil hacerle un poco de promoción y ofrecerla con algunos conocidos del mismo barrio y en poco tiempo ella ya estaba siendo cogida de manera muy cotidiana mientras estaba dormida por sus pastillas, o borracha, por un par de cholos guarros, jóvenes calenturientos de cuerpo demasiado similar al mío en peso y proporción y con herramientas sexuales muy semejantes a la mía, y quiénes la dejaban agradablemente abierta y satisfecha, llena de esperma y lo mejor con la creencia de que era yo quien se lo hacía; quedando mi perversión para ellos en que me gustaba ver como otros hombres “cogían a mi vieja”, y que como ella no jalaba pues por eso la dormía a fin de poder disfrutar de mi fetiche, pero sin ellos llegar a sospechar, mucho menos a imaginar lo que yo hacía con el nene. Tampoco sin darse cuenta de que ellos en realidad me ayudaban en la forma de mantenerla en la creencia de que yo estaba loco por ella y que por eso es por lo que mantenía esa amplia actividad sexual.
Fue como entonces mi niño empezó a recibir mi verga en su culo 1 y hasta 2 veces por semana, de ley siempre los Sábados, día en que era obligada la fuerte dosis de alcohol o de pastillas y gotas para dormir para su madre y el sexo con cualquiera de los 2 cholos que le había yo conseguido para tal fin, aunque algunas veces llegó a ser con los 2 al mismo tiempo, jugando con ellos y su creencia de que mi perversión aumentaba al ver que ellos eran buenos amantes y sabían cogerse a mi vieja como me gustaba ver que le hicieran el sexo, ya fuera anal, vaginal, oral, por ambos lados y con penetraciones dobles o simultaneas, mientras que ellos felices aceptaban tener sexo con mi mujer, obteniendo al mismo tiempo bebidas y cigarrillos gratis durante todo el rato, además de que ocasionalmente al finalizar y retirarse recibir alguna propina económica.
Con las acciones anteriores prevenía con eso que ella y aún menos que cualquier otra persona llegara a imaginar que lo que yo no le daba, era porque lo recibía su pequeño hijo.
El niño en cambio, resignado a su suerte y situación, lloraba en su cama donde siempre era cogido en silencio, mordiendo casi siempre su almohada y quedándose casi quieto cada que recibía sus continuas penetraciones anales a las que no podía llegar a acostumbrarse, y menos aún a recibir la totalidad de mi verga dentro de él, las cuáles entre pujidos de dolor ocasionaban que casi siempre terminarán acompañadas de pequeños temblores de los músculos de sus delgadas piernas y de sus nalguitas, lo que hacía que tuviera múltiples contracciones de su esfínter, algo que yo disfrutaba mucho al tener la sensación de que mi verga quedaba atrapada en su pequeño culo, aunque al paso de los días este se amoldaba más fácilmente, comenzando a dilatarse más fácil y rápidamente, algo que a mí no me complacía mucho, pues yo lo prefería cerrado y apretado, por lo que a veces durante el inicio de la penetración le daba pequeños pellizcos a sus delicadas nalguitas para con ello conseguir que apretara su esfínter, impidiéndole dilatar su ano con facilidad.
Por otro lado sus labios y su lengua eran cada vez más diestros, proporcionando mamadas de verga más placenteras, empezando a tener una garganta educada que se ensanchaba permitiendo con mayor facilidad la entrada de la cabeza y el tronco al interior de su boca, pero lo mejor, comenzando a estar sediento de leche de hombre, misma que saboreaba y tomaba sin dejar gota alguna y dejando mi verga sin ningún rastro de semen y limpia.
Continuará …
sigue contando muy buen relato amigo… 🙂 😉 🙂 😉 🙂 😉