El vecino nuevo (parte 2)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
(A veces la realidad supera a la ficción)
Desperté al otro día con una magnifica sonrisa tatuada en la cara. Mi anito aun se estaba recuperando después de esa fabulosa cogida y boqueaba por más. No podía creer que lo de ayer había pasado, no pensé que llegaríamos a eso. Pero me sentía feliz… él me hacía feliz.
Sonreí al recordar el sabor de sus besos, la calidez de sus caricias, el espesor de su semen en mi boca y la habilidad con la que me penetraba. Para mí todo eso era nuevo, aquella había sido mi primera vez y en este momento me encontraba en la encrucijada sobre cómo actuar con él desde ahora. ¿Qué seremos ahora? ¿Novios? ¿Amigos con derechos? De pronto se me vino una ola de vergüenza encima, no sabía cómo iba a mirarlo a la cara después de que ayer me tragara su semen frente a él. Bueno, de todas formas él lo disfrutó, así que no creo que se coloque pudoroso ahora.
En la tarde entré en duda sobre si ir o no a su casa, pero al final decidí ir ya que él no daba señales de vida. Toqué el timbre y esperé nervioso. Abrió la puerta y asomando parte de su cara habló.
-Hola.- se le notaba en sus ojos que había estado llorando.
-Hola. ¿Qué te sucede?- pregunté preocupado.
-Es… Es tan difícil.- dijo y se derrumbó en una mar de lágrimas.- No creí que me dolería tanto.
-¿El qué?
-Ingrid.- contestó mientras me dejaba entrar a su casa.- Me rompió el corazón y pensé que ya lo tenía controlado. Pero me llamó hoy y cuando escuché su voz lancé el teléfono y rompí en llanto… y me di cuenta que no lo he superado.
-Ya… Tranquilo.- dije intentando consolarlo.- Es lógico… Aun es muy reciente.
-Pero es que me da rabia.- gruñó.- Me engañó con muchos chicos, me pisoteó, me humilló aprovechándose de mi amor por ella. Y aun así después de su traición todavía sigo sintiendo algo por ella.
-Con el tiempo te darás cuenta que realmente ella no es para ti. Oye, mírame.- dije tomándole la mandíbula.- Tú eres un chico genial. Con una sonrisa tienes a quien tú quieras. Eres hermoso por dentro y por fuera, y eso te hace ser un chico muy codiciado. Ingrid se perdió a un hombre en peligro de extinción. Mujeres como ella hay muchas pero chicos como tú no los hay. Así que limpia tus lágrimas y sonríe porque te liberaste de ese paracito de mujer que solo contaminaba tu buen karma. Y quien sabe si pronto llega alguien mejor, que realmente te valore y te quiera (¡Yo, por Dios, yo!). Todavía eres joven y tienes toda una vida por delante, además a caídas se aprende y seguramente te volverás a caer, pero tú te volverás a parar y seguirás adelante como el valeroso hombre que eres. No puedes rendirte en la primera batalla.
-Wow. Que profundo fue eso.- dijo sonriendo al fin.- Gracias por tus palabras, de verdad.
-Todo lo que dije es cierto.
-Eres un muy buen amigo. ¿Sabes? Y esos también están en peligro de extinción. Y bueno… quiero que siga siendo así… amigos. Lo de ayer fue… no sé lo que fue.
-Estuve mal.
-¡No, cielos, no! Para nada. No te mentí cuando dije que había sido el mejor sexo de mi vida. El problema es otro. Yo nunca me imaginé estando con un hombre… tu me confundes y no me gusta estar confundido. Es difícil estar en esta posición, yo siempre fui hetero y de pronto apareces tú y me revolucionas completamente.
-Yo… siento cosas por ti.- solté al fin.
-Ya me he dado cuenta. Eso fue lo que me dio la confianza de dar el primer paso. Y ahora me arrepiento.
-¿Te arrepientes de lo que hicimos?- mi corazón estaba comenzando a romperse.
-Si… es decir no. Es solo que no quise aprovecharme de lo que tú sentías… No quiero ilusionarte y romperte el corazón.
-…- no sabía que decir. Supongo que mi cara lo decía todo.
-Pero no quiero que me malentiendas. Tú eres un chico genial, lo de ayer fue asombroso pero yo por ti solo siento amistad. Y bueno… a mí me gustan las chicas. Lo de ayer no se puede volver a repetir.
Fue impresionante como se invirtieron los papeles y ahora era yo el que estaba con el corazón roto. De pronto sonó el teléfono y Julián contestó.
-¡Deja de llamarme!- gritó.- ¡No quiero volver a hablar contigo jamás! ¿Me oyes? ¡Jamás!
-Buen chico.- dije mientras me levantaba con el corazón herido y me retiraba lentamente.
-¿Te vas?- preguntó inquieto.
-Si. Tengo cosas que hacer.- dije colocando la mejor cara y saliendo de ahí.
-Bueno.- dijo no muy convencido.- Respecto a lo otro…-
-No te preocupes… ya me quedó claro.- y me fui.
Cuando entré a mi habitación liberé lo que sentía. Mi corazón estaba destrozado y sus pedazos estaban dispersos en toda mi habitación. Sabía que me había metido a un lugar incorrecto, pero aun así no me arrepentía de esa sesión de sexo y amor (por lo menos de mi parte). Por lo menos aun seguiríamos siendo amigos, quizás no novios, pero por lo menos era algo. Estoy consciente de que fui infantil al creer que se enamoraría de mi y que todo sería diferente. El estaba triste y solo buscó consuelo en quien estuviera más cerca, se confundió y llegamos a eso.
Era lógico que estuviera asustado, el mundo gay no es muy agradable, aun no es muy aceptado y está lleno de prejuicios. Es por eso que solo los valientes están en él y es admirable. Y bueno, yo sé que físicamente no soy muy guapo, por lo que Julián no se fijaría en mí ya que él debe tener gustos más a su “altura”. Solo estoy buscando escusas… Esta era una de las razones por la que me resistía a entablar relaciones tan privadas, me quería ahorrar este dolor.
Pero sabía que tarde o temprano tendría que pasar por eso y ahora era el momento. Lloré hasta que me quedé dormido sobre la cama. Cuando desperté me decidí a no dejarme derrumbar. No puedo permitir que mi felicidad dependa de alguien más. Así que me levanté y recogí todos los pedazos de mi corazón, los uní con cinta adhesiva y lo coloqué en su lugar. Quizás el dolor no se irá rápido, pero no seré el encargado de alimentarlo día a día. Porque así es el ser humano. Cuando sufre, él mismo se tortura una y otra vez, recordando y mortificándose, en vez de dejar fluir las cosas y no retenerlas. Y no se trata de eliminar el dolor, porque el dolo hay que sentirlo, sino que hay que aprender a controlarlo para luego poder superarlo paulatinamente. Así que dejé mi tristeza en la habitación y salí con la frente en alto.
Los primeros días fue complicado mantener esa postura frente a Julián. Aun seguíamos saliendo y conversando por lo que estaba constantemente en contacto con él. A veces llegaba a mi casa y lloraba por la rabia contenida, pero no me dejaba estar así mucho rato y pronto lo pude controlar. De todas formas cuando estaba con él, todavía podía sentir esas mariposas en el estómago y sinceramente creo que jamás se me irán. Julián me decía que Ingrid intentaba volver a hablar con él, pero él la evitaba a toda costa y no le contestaba las llamadas.
Habían momentos en que me daba cuenta que me observaba de manera distinta, o veces en que nos quedábamos mirando en silencio y luego bruscamente nos despertábamos. Un día estábamos en el parque y comenzó a hablarme sobre una actriz porno que le gustaba.
-Es hermosa. Tiene todo en perfecta medida.- dijo haciendo gestos con sus manos en lo que se refiere a tetas y culo.- ¿Y a ti que actriz porno te gusta?
-No creo que los conozcas… Yo veo una categoría distinta a la tuya.- se sonrojó al darse cuenta a lo que me refería.
De pronto la conversación se tornó un poco tensa.
-En mi opinión… no debería ser. Va contra la naturaleza.-
-¿Qué sabemos nosotros de naturaleza? Si cada día atentamos contra ella. Estamos matando a nuestro propio planeta.
-Pero no es normal… Todo el mundo…-
-No importa lo que diga todo el mundo. Yo vivo por mí. El mundo no se preocupará de si yo soy feliz o no. El mundo no me abrazará en la noche un día frío y lluvioso.
-¿Tu naciste así? O decidiste ser así a medida que ibas creciendo.
-Yo nací así. Es ilógico pensar que alguien decida de la nada sobre su sexualidad y más aun que elija la “incorrecta”.
-¿Por qué?-
-Porque en esta sociedad ser gay es casi ser un asesino en serie. Muchos te ven como si fueras…. Te ven mal. Es tonto pensar que alguien elija ser gay… Que alguien decida pasar por toda esa discriminación. Si yo pudiera decidir, eligiría ser heterosexual para poder vivir mi vida tranquilamente sin preocuparme de que me discriminen. Pero me gustan los hombre, nací así y aunque quisiera no puedo cambiarlo. Y me gusta… Ir en contra de mi orientación sexual sería ir contra mi propia naturaleza. Además lo que le guste a una persona es problema de ella. Esta mal que la gente imponga sus creencias a los demás… a las “minorías” que suelen estar rodeadas por esos ataques. Es como si dijera “Odio el brócoli y no quiero que nadie más lo coma porque a mí no me gusta”.
-…- Julián miraba al suelo pensando.- ¿Y qué me dices de la biblia?
-No lo sé. No me gusta meterme en la religión. Argumentar contra eso es intentar tapar el sol con un dedo. Inútil.
-Claro.
-Mi opinión es más sobre la evolución.
-¿Cómo?
-Yo creo en Dios, mas no creo en la biblia mucho, ya que la escribieron hombres y donde hay hombres hay error y pecado. Si bien Dios creó al hombre y la mujer para procrear y aumentar la población en el mundo ¿Qué te impide pensar que ahora está haciendo el proceso inverso?
-No entiendo.
-Si. Yo tampoco me entiendo. Quizás hablo estupideces. Pero a veces pienso en la cantidad de personas que somos en el mundo. Somos demasiados y pronto sobre poblaremos el planeta y agotaremos los recursos. Mi teoría es que lentamente comenzó a evolucionar el espécimen Homosexual para equilibrar las cosas. De esta forma al no haber reproducción, no se seguiría poblando al mundo. El amor y el placer no se pierden, solo se transforman los envoltorios de quienes lo disfrutan. Así el humano sigue viviendo, las parejas homosexuales que puedan adoptar, se harán cargo de esos niños que no tiene familia y de esta manera se devolverá el equilibrio al mundo.
-Eso… es muy interesante. ¿Cómo llegaste a esa conclusión?
-Ni idea.- sonreí.- Me gusta buscarle explicación a lo inexplicable. Es mi teoría gay de la evolución.
-Jajaja Hablas cada cosa.
-Si, escribiré mi propia biblia, y creo que le iría muy bien. Pero solo piénsalo.- le dije esta vez con la intensión de que si había algo de homosexualidad o bisexualidad la pudiera liberar.- Está mal ocultar lo que realmente te hace feliz por el miedo al qué dirán. La vida solo es una y sería horrible vivirla de esa manera.
Después de decir eso me retiré lentamente. Me fui pensando en todo lo que hablé con él, analicé mis palabras y me di cuenta que de verdad tengo una imaginación muy extraña. Pero esperaba que algo de lo que dije le ayudara. Tenía el presentimiento que tan hetero no era y que por pánico no se atrevía a aceptarlo, pero yo estaba dispuesto a ayudarlo.
Faltaba muy poco para volver a clases y decidimos juntarnos a hacer una pijamada en mi casa. Era gracioso que aunque tuviésemos una diferencia de edad (que en ese momento era notoria), tuviésemos tantas cosas en común. Quizás era porque él tenía un alma de niño y yo un pensamiento algo mayor, con tal que nos ponía casi a la misma altura. Esa noche veríamos una película de terror que le habían recomendado y algo me incomodaba… no era precisamente la película, sino el hecho de que estaríamos en pijama… en la misma cama… Sería una tortura, pero una muy sexy.
Me enfoqué en mantener nuestra amistad y temía hacer algo, pues no quería asustarlo y perder todo lo que teníamos. Pero el muy cabrón no me ayudaba mucho. Mi pijama era de color rojo y consistía en un pequeño short y una camiseta. Mientras que el de Julián solo era un bóxer negro y una camiseta gris que le ajustaba hermosamente. Mis ojos eran llamados magnéticamente a ver ese apetitoso bulto pero sacando fuerza inhumana evité hacerlo. Bueno…. Entre nos… Si lo hice, pero por solo un segundo mientras el no veía. Tuve una erección al instante cuando vi que se le dibujaba perfectamente el contorno del lugar donde estaba su glande cubierto de su prepucio y de la sexy circunferencia de sus huevos. Era una hermosa imagen en 3D.
Clavé mi mirada en la película y aunque sudaba por el nerviosismo intenté concentrarme. Después de un rato la tención se disipó y parecíamos amigos comunes y silvestres, comentábamos la película y nos reímos de lo falso de las imágenes. Cuándo acabó, nos colocamos de frente y empezamos a conversar de la vida.
-Ahh. Se me olvidaba.- dijo golpeándose la frente.- Este fin de semana está de cumpleaños mi mamá y quiere que te invite, ya sabe lo cercanos que somos y te ha tomado mucho cariño.
-Aww que tierna. Está bien, ahí estaré. Le regalaré chocolates, tiene cara de que le gustan.
-A ti te gustan los chocolates.- dijo sonriendo.
-Si… Pero a toda mujer le gustan los chocolates.
-Bueno, sí. A mi mamá igual le gustan.
Luego de eso se giró y se dispuso a dormir. Miré disimuladamente entre el espacio que nos separaba y me regocijé observando la perfecta redondez de sus nalgas. Me transporté a esa tarde hermosa, cuando me empotró contra su escritorio y me cogió con tanta pasión mientras me masturbaba de esa forma placentera. Jamás lo olvidaría, me hizo sentir el rey del mundo y ahora… estaba acostado junto a él, sin poder tocarlo, solo como amigo y rememorando lo que alguna vez pasó. Las vueltas de la vida.
A la mañana siguiente desperté justo cuando Julián se ponía su ropa. Quedé gratamente sorprendido cuando vi el revote de su paquete en el momento que se subió el pantalón. Me sonrojé y cerré los ojos.
-Disculpa.- dijo.- Me tengo que ir. Mi mamá llamó y me espera en el centro.
-Ouh. Está bien. ¿Nos vemos en la tarde?
-Claro. Cuando llegue te vengo a buscar. ¿Ok?
-Oki.
Cuando se fue pude por fin liberar la erección que tenía desde la noche. No necesitaba mucha estimulación, ya que Julián era toda la inspiración que requería. Mojé un dedo y me lo enterré en el culo, lo comencé a mover desesperadamente a la vez que me masturbaba. Imaginé que era su dedo… lo imaginé a él, desnudo frente a mi… besando cada rincón de mi cuerpo y haciéndome vibrar. No tardé en llenar mi abdomen de leche, pero ese orgasmo no superaba al que tuve con él.
El sábado, apenas me desperté me fui a la ducha. Tenía que estar muy bien presentable para el cumpleaños de la madre de Julián. No estaba seguro como vestirme, pero me coloqué un jeans rojo (que me favorecía bastante) y un suéter negro, y consideré que me veía muy bien. Luego fui a comprar el regalo nuevamente porque me había tentado y me había comido el primero. Cosas que pasan.
Llegué a su casa a las 4. Había mucha gente, entre ellos, familia y amigos. Entré nervioso pues no conocía a nadie y saludando educadamente encontré a la señora Alicia. Le entregué el regalo y le di un cálido abrazo. Me presentó a sus amigos y familiares, y luego me señaló donde se encontraba Julián. Estaba en el patio con su padre, el señor Manuel, y otros dos chicos que no conocía. Los saludé y luego me enteré que eran sus primos. El mayor (Nicolás), tendría unos 24 o 25 años y el otro (Andrés) tenía mi edad. Andrés era muy guapo… casi tanto como Julián, pero tenía un carácter horrible y al parecer Julián tampoco le agradaba mucho. Me hizo una seña y lo seguí a su habitación.
-André me tiene harto.- dijo sentándose.- Me estresa su actitud tan arrogante.
-Típico niño bonito que se cree el rey del mundo. No como tú.- rayos. No tuve que haber dicho lo último, por lo que rápidamente dije…- Hay mucha gente…
-Ehh. Sí.- dijo.- La mayoría son amigos de la familia.
Me estuvo contando algunas historias de las personas que asistieron y luego nos fuimos a la mesa. La celebración continuó normalmente, comí muchas cosas ricas y el pastel de chocolate casi me provoca un orgasmo de lo delicioso que estaba. Julián solo sonreía al verme comer pastel con tanta devoción. A las 1 de la mañana ya solo quedaban un par de personas. Con Julián y sus padres estábamos jugando cartas y pronto quedamos solos.
-Creo que me tengo que ir.- dije no muy animado.
-¿Por qué? Aun es temprano, solo vives en frente.- dijo la señora Alicia.
-Es que es tarde y se me olvidó sacar mis llaves.
-Ah. Pero quédate a dormir aquí.-dijo el papá de Julián.- No creo que a Julián le moleste compartir su cama.
-Eh. Claro.- dijo un poco avergonzado.- Ya tenemos confianza.
-Está bien.- acepté emocionado por la invitación.- Le mandaré un mensaje a mi padre para avisarle.
Luego de eso seguimos jugando cartas muy entretenidos. Los tragos iban y venían.
-¿No bebes alcohol?- preguntó don Manuel.-
-Nop. No me gusta nada relacionado con eso. Excepto los bombones que contienen coñac.
-Genial. Deberías aprender de él, Julián.- le dijo don Manuel a Julián que ya estaba un poco entonado.
-De algo hay que morir.- contestó Julián.-
A las 4 de la madrugada nos fuimos a acostar. Julián estaba un poco pasado de copas y hablaba puras estupideces. Nos acostamos y me quedé mirando el techo por unos minutos.
-Dash… Dash.- susurró Julián.
-¿Qué?
-¿Estas dormido?
-Ehh. Es obvio que no, por algo te respondí.- Sonreí.
-No puedo dormir.
-Yo tampoco.
-Cierro los ojos y recuerdo…-
-Sí. Yo igual.- dije girándome y quedando en frente de él.
-Fue genial.- dijo con los ojos brillosos.- Discúlpame.
-No tengo nada que disculparte. Fue hermoso, me trataste muy bien.
-¿De verdad?- preguntó abriendo sus húmedos ojos.
-Claro que sí.
En eso se acerca y posó sus labios en los míos. Me sorprendí muchísimo y temblé completamente. No hizo ningún movimiento… quizás no se atrevió. Pero yo no iba a desaprovechar esa oportunidad, así que abrí mi boca y lo dejé entrar. Cuando notó mi receptividad comenzó a tomar las riendas y se atrevió a introducir su lengua. Me estremecí de gusto cuando sentí su cálida y juguetona lengua en mi boca. Volví a la vida cuando sus manos acariciaron mi cara y me transmitió su calor. Su saliva tenía un sabor a alcohol, pero en él no me disgustaba, al contrario, me ponía aun más.
Pronto sus besos se fueron haciendo más apasionados y comenzó a devorarme la boca. Mis manos lo agarraban con fuerza, por nada en el mundo lo dejarían irse. Sus besos trazaron un camino desde mi boca hasta mi mandíbula, subiendo a mi oído.
-Perdón… Perdón.- comenzó.- Nada de lo que dije es cierto.
-¿Qué?
-Tú me gustas… Me gustas mucho. Más de lo que quisiera. Intenté obligarme a no sentir nada por ti, pero verte sonreír todos los días me superaba. Busqué escusas y me escudé en argumentos que ni yo mismo me creía.
-No sabes cuánto esperé esto.- dije emocionado.
-Lamento haberte hecho sentí mal. Y bueno… solo quiero que me des un poco de tiempo y terminar de asimilarlo. Quiero aclarar bien lo que siento para después no arrepentirme.
-No lo harás, te lo prometo.
Lo besé tan fuerte y apasionadamente que temí succionarle el alma. En un ataque de pasión me monté sobre él y comencé a sacarle la ropa.
-¿Estás seguro que quieres hacer esto?- preguntó.- Ya te dije que no quiero ilusionarte.
-Lo sé. Pero tú disfrutaste eso que hicimos y yo igual. Así que hagámoslo ahora sin compromiso. ¿Ok?
-Ya. Eso me gusta.
Ambos aceptamos el trato. Julián pronto comenzó a tomar protagonismo y empezó a quitarme la ropa. Extrañé demasiado ese fabuloso cuerpo y me lancé a besarlo… musculo por musculo… cuadro por cuadro… centímetro por centímetro. La idea era saborear su cuerpo y darle todo el placer que necesitaba. Yo estaba poseído por el fuego del infierno y lamí, mordí y apreté cada punto sensible de su abdomen. Desde sus tetillas hasta el borde de sus axilas. Todo su cuerpo me volvía loco, su aroma me hipnotizaba, era delicioso. Sentía como su duro bulto punzaba bajo su bóxer y presionaba mi culo. Sus manos golpearon mis nalgas y se introdujeron en mi calzoncillo, amasándolas y escarbando hasta encontrar mi agujerito.
-¿Qué encontré aquí?- preguntó traviesamente, mientras se mordía el labio de forma lujuriosa.
-Las puertas del cielo.- respondí de manera ingeniosa, a la vez que sonreía Julián.
Hacía presión y movía su dedo en círculos rozando los pliegues de mi ano. Me tomó de los muslos y me giró, quedando él sobre mí. Comenzó a darme mordiscos por mi cuello y bajó hasta llegar a mi ombligo. Mi respiración estaba agitada y mi vientre subía y bajaba nervioso. Puso sus manos en el elástico de mi calzoncillo y lentamente empezó a bajarlo, hasta que abruptamente salió mi verga que rebotó en su mejilla. Sonrió de manera sorpresiva y la tomó de la base rudamente. La miró con deseo y bajando el prepucio con sus labios, la fue introduciendo a su cálida y gloriosa boca.
El cielo tenía nombre y era Julián. Se la metía lo más al fondo que podía y me excitaba el empeño que colocaba haciéndolo. Tocaba mis testículos de manera suave, casi con miedo a que se me rompieran y… simplemente me encantaba la delicadeza con que lo hacía. Escuchaba los sonidos que hacía cuando se ahogaba, pero volvía al ataque una y otra vez. Después de dejar todo mi pene húmedo, me tomó las piernas y las acercó a mi pecho, dejando mi culo abierto para él.
Gemí sin poder controlarlo cuando su lengua pasó desde mi coxis hasta mi escroto. Fue una sensación muy intensa y electrificante. Contraje mi culo y me retorcí de gusto, mientras Julián se divertía al verme disfrutar entre sus manos. Pasaba su dedo por entre mis nalgas como un pincel enloqueciéndome de gusto. Con un poco de saliva empezó a introducirme su dedo. Yo estaba demasiado ansioso así que mi ano se dilató lo suficiente para que su dedo entrara sin problemas. De vez en cuando acompañaba la exploración anal con un masaje en mi pene, extraía líquido pre-seminal y lo usaba para lubricar.
Con el segundo dedo la cosa se tornó más interesante. Cuando los sacaba mi ano boqueaba por más y el no dudaba en rellenarlo de nuevo. Giraba sus dedos y me hacía retorcer de placer.
-Amo tu culo. Me mata la pasión y el calor que emana.
-Pues ahora es tuyo.
-¿Es mío?
-Todo tuyo.
Entonces sacó uno de sus condones y se dispuso a abrirlo. Pero yo lo detuve y se lo arrebaté de las manos. Lo acosté y bajé hasta su bulto. Al fin dejé libre sus 19cm y con nostalgia me lo introduje en la boca. No puedo creer cuanto extrañé el sabor y suavidad de su carne, el calor de la piel de su glande en mi boca y la elasticidad de su prepucio. Con muchas ganas me ensarté su pene para que llegara lo más adentro posible, después lo retiraba y me entretenía succionando su glande y extrayendo las gotas de su líquido pre-seminal. Jugaba con sus huevos que pesaban como si tuvieran guardado mucha leche para liberar y los lamía delicadamente.
Luego, como vi alguna vez en una película, abrí el condón y lo puse en mi boca para comenzar a ponérselo de la manera más sexy que se me ocurrió. Con esfuerzo se lo puse casi completamente y ya estábamos listos para el siguiente paso. Utilicé el lubricante que quedaba dentro del sobre y me coloqué en posición sobre él. Puse mis piernas a cada lado de su cintura y presione con su glande mi ano. Cuando mi agujero lo besó, me estremecí por el calor que desprendía. Julián me acariciaba el abdomen, jugaba con mis testículos y me besaba el cuello.
Lentamente fui bajando, su glande con esfuerzo se iba haciendo espacio dentro de mí. El dolor se hizo presente pero los besos y caricias de Julián me ayudaban a soportarlo. Descansé cuando su glande estuvo dentro de mí por fin. Apreté mi ano y exprimí su glande, pues sabía que eso a Julián lo volvía loco.
-Ohh Dash… Eres un puto genio. Tu culo me succiona la verga de una manera exquisita.
Me prendía saber que él disfrutara. Tomé un respiro y empecé a descender nuevamente. La cabeza de su pija se hundía en mi interior y cabeceaba a mi pelvis, dándole un rico masaje a mi próstata. Cuando faltaba solo unos centímetros, me dejé caer gimiendo ambos de placer. Amaba sentirme lleno de esa verga, me encantaba sentir como mi recto se adhería a ese trozo de carne y lo aprisionaba causándole tanto placer a mi “amigo” Julián. Saltaba una y otra vez sobre ese mástil, gemíamos en silencio para no despertar a nadie, aunque por lo menos a mi me costaba demasiado hacerlo. Nos besábamos con pasión a la vez que él me ayudaba introduciendo hasta el fondo su verga. De pronto la pasión nos envolvió hasta la locura y pasó lo que estaba esperando.
Julián se encendió y sacó a relucir el macho animal que lleva dentro. Me acostó y colocó mis piernas en sus hombros para comenzar a taladrarme sin piedad.
-Ohh.- comencé a gemir como un animal en celo.- Oh por Dios… me vas a partir en dos.
-¿Me detengo?
-Ni te atrevas a hacerlo. Quiero más… dame más.
Fue como ponerle más carbón a la maquina. El aplauso que se escuchaba con el choque de nuestras pieles, era cada vez más rápido. Su pene entraba revolviendo mi interior y golpeando salvajemente mi próstata llevándome al borde del éxtasis. Apretaba mi ano para aumentar la fricción, Julián estaba loco de lujuria, embriagado con el placer. Me sacó su pene, dejándome el hoyo abierto y boqueando por más, y me empotró contra la pared. Mi mejilla estaba contra la madera y buscó con su pene mi orificio, encontrándolo con éxito.
Mis manos estaban en sus nalgas duras y firmes, y las suyas estaban contra la pared a cada lado de mi cara. Me tenía rodeado… era suyo. Su boca mordía mis orejas y yo gemía mordiendo mis labios, casi comiéndome las ganas de gritar de placer. El gruñía en mi oído y jadeaba mientras me penetraba hasta casi levantarme en puntas. Me giró y me levantó en sus fuertes brazos, crucé mis piernas alrededor de su cintura y volví a introducirme su palpitante pene. Nuestras bocas se encontraron y nos besamos con fuego.
Ya no pude más, mi orgasmo se aproximaba y era intenso. Cuando comencé a contorsionarme y contraer mi culo, descubrí que Julián hacía lo mismo. Ambos empezamos a tener nuestros orgasmos al mismo tiempo. Tomó mi pene y yo contraje mi ano. No aguanté más y el tampoco, por lo que explotamos en placer. Gemí apretando mi garganta en lo que sonó como un quejido. Julián se inclinó y recibió chorro tras chorro de mi semen en su boca y cara. Pronto perdió sus fuerzas y caímos rendidos en su cama, casi sin aliento y con el pulso a mil por hora. Su pene aun palpitaba escupiendo su leche en el condón y paulatinamente fue saliendo de mi culo.
El condón estaba a punto de reventar, estaba lleno de semen en cantidades industriales. Su glande estaba muy rojo debido a tanta fricción, y mi culo debería de estar igual, además de abierto. Se lo sacó, lo anudó y lo botó. Yo, asquerosamente morboso, bajé y limpié su desinflada verga de todos los grumos de semen que le habían quedado adherido entre la piel de su prepucio y bajo su glande. Por otra parte Julián había dejado mi pene brilloso y completamente limpio.
-Esto no se tiene que volver a repetir hasta que decida lo que realmente siento, de lo contrario sería trampa.
-Está bien. Te entiendo. De todas formas después de esto, necesitaré mucho tiempo para poder hacerme una cirugía de reconstrucción en mi trasero.
Sonreímos y nos fuimos a dormir.
Días después comenzaron mis clases y una semana después empezaron las de él. En su primer día de clases, no lo vi durante la tarde cuando salió. Al día siguiente tampoco. Lo llamé pero no contestaba, iba a su casa pero no me respondía. Me estaba asustando. ¿Me estaba evitando? ¿Había decidido dejarme a un lado? ¿Se había encontrado con Ingrid y se había reconciliado? Por mi mente pasaban muchas preguntas.
Un día no aguanté más y decidí a hablar si o si con él. Me planté frente a su puerta y golpeé hasta que lo obligué a abrirme.
-¿Qué te ocurre?- pregunté cuando lo vi con los ojos rojos por tanto llorar.
-No puedo hacer esto.- miraba al suelo y hablaba entre llanto.
-No entiendo nada.
-Hablé con Ingrid.
-¿Qué te dijo esa zorra?
-Que…- rompió en un llanto desesperado. De verdad que me asustó y desesperó verlo así.
-¡Habla por Dios!
-¡Tengo VIH! Dashiel… ¡Escuchas!- cayó al suelo sin fuerzas.- Ingrid intentó avisarme pero no le contestaba el teléfono… Tengo Sida.-
-…- quedé sin palabras.
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