El vecino nuevo (parte 3)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Me agaché y lo abracé. No sabía que decir, así que solo le hice saber que estaba ahí… que no me iría.
-Me voy a morir…- dijo destruido.
-No lo digas ni en broma.- dije enojado.- Hay tratamientos… yo he leído mucho sobre eso y hay gente que aprende a vivir con eso.
Me acerqué para besarlo pero me corrió la cara.
-No lo hagas… Estoy infectado… ¡Por Dios! Tu…-
-No… Yo no. Usamos condón ¿Recuerdas?-
-Pero acabé en tu cara… en tu boca.
-De todas formas casi no hay probabilidad de que se contagie así, a menos que tenga alguna herida en la boca. Así que cálmate.
-Gracias a Dios. No me lo hubiera perdonado…-
Lo tomé y me lo llevé hasta el sofá. Aun lloraba y yo estaba en shock, pero no quería derrumbarme, tenía que ser el pilar que lo contuviera. Él estaba hecho bolita y temblaba entre llanto. Sus bellos ojos estaban rojos a más no poder y lucía como si no se hubiese lavado en días.
-Esa zorra.- dije sin pensar.-
-Se revolcó con muchos y al parecer no se cuidaba… Por puta me contagió.
-Espera… Pero se supone que te cuidabas ¿o no?
-Si… Pero hubo una vez que lo hicimos sin condón porque no tenía. Se supone que yo era su única pareja por lo que no le vi lo malo.
-Pero… ¿Cómo sabes si se lo contagió después?
-Bueno…-
-Piénsalo… Es difícil saber en qué momento se lo contagió, solo se sabe cuando se enteró, nada más.
-No me ilusiones.-
-No te ilusiono… solo te doy esperanzas. Hazlo por ti… nada te cuesta ir a hacerte el examen, no puedes darte por vencido sin comprobarlo.
-¿Y si resulta que sale positivo?
-Tengo fe en que no. Y de todas formas estaré contigo igual. ¿A caso no entiendes? De mi no te librarás tan fácil.
Lo abracé con todas mis fuerzas, pretendía que todo mi cariño y apoyo se traspasara a él con este gesto.
-Eres mi Ángel de la guarda.-
-No. Solo soy tu amigo y te quiero. Esto es lo que hace un amigo verdadero, está en las malas y en las peores. Oye… ¿Tus padres saben?
-No… No me he atrevido a decirles. Sería muy duro para ellos.
-Ok. Entiendo. Entonces para asegurarnos iremos ahora mismo.
-¿Dónde?
-A hacerte el examen. Así que vamos, tienes que bañarte.
Lo tomé y lo llevé a rastras hasta el baño. Se sentó en el W.C y comencé a desnudarlo pues él estaba como en cámara lenta, luego lo metí a la ducha y salí. Una vez afuera, comencé a llorar… con la espalda en la puerta fui cayendo hasta que llegué al suelo sin fuerzas. Aproveché que Julián no me oiría y lloré de la forma más amarga que lo había hecho alguna vez. Me mordía la mano para no hacer ruido y me comía las ganas de gritar de rabia y dolor. Pero de todas formas no me daría por vencido, mientras hubiese una esperanza nada estaba dicho.
Saqué fuerzas del todo el cariño que le tenía y me levanté camino a su habitación, le saqué una combinación de ropa bien linda y alegre y se la preparé. Después fui a la cocina y me lavé la cara, tenía que eliminar todo rastro de llanto. Respiré profundamente para tranquilizarme y luego fui en búsqueda de Julián. Salió de la ducha y se fue a la habitación para ponerse su ropa.
Cuando estábamos en el hospital esperando por su turno, comenzamos a hablar sobre las clases. Le conté como habían estado mis últimos días, que tenía compañeros nuevos y ese tipo de cosas triviales.
-¿Por qué no aprovechas de hacerte tu el examen?- preguntó desviando el tema que yo tanto quería evitar.
-Porque soy menor de edad y necesito un permiso de mis padres. Además lo tuyo es más urgente.
-No está bien que me des a mi más prioridad que a ti mismo.
-Pues lo estoy haciendo ahora e insisto, lo mío puede esperar ya que como te dije, nos cuidamos.
Al rato lo llamaron e hizo todo lo que tenía que hacer. Ahora solo teníamos que esperar los resultados que se tardarían alrededor de 1 semana. Lo invité a pasear en la plaza pero me di cuenta que solo quería dormir, así que nos fuimos a la casa.
-Tengo mucho sueño.- dijo.- No he dormido bien en días.-
-Duerme ahora. Yo me quedaré aquí hasta que lo hagas.
-¿De verdad?
-¿Y aun lo preguntas?- sonrió.- Me encanta tu sonrisa… Y no quiero que la pierdas.
-¿Cómo puedes estar aquí después de todo lo que ha pasado?
-No lo sé. Cualquiera lo haría, supongo.
-Si salgo de esta, te prometo que te lo compensaré.
-Saldrás.- “eso espero”. Pensé.- Ahora duerme.
Cerró sus ojitos y a los segundos ya se había dormido. Su expresión era tan pacífica y serena, era hermoso… simplemente era él, tan autentico a su manera, tan feliz y jovial. Con el dolor de mi alma me tuve que ir antes que llegaran sus padres, ya que Julián quería evitarlos lo máximo posible.
Al otro día después de llegar del colegio, me fui directamente a su casa. Me alegré cuando lo vi un poco más recuperado y me sorprendí porque me estaba esperando con una rica comida.
-¿Cómo sabías que iba a venir?-pregunté.
-Siempre lo haces.- contestó.- Y hoy con mayor razón.
-¿Y a que se debe?- dije sentándome en la mesa mientras él me ponía el plato que veía y olía maravilloso. ¿Dije cuan sexy se ve un hombre cocinando? Julián se veía mucho pero mucho más.-
-Para darte las gracias… Y antes de que digas que no era necesario… – dijo interrumpiéndome.- Quiero decirte que si lo es. Es más que necesario, de hecho. Sin ti… sin tu ayuda, yo estaría todavía bajo la cama llorando. Sé que aun nada está dicho, pero sé que tu estrás ahí conmigo y eso me alivia.
-Gracias.-
-Ay… Y aun así me das tú las gracias. ¡Yo soy el que tiene que agradecerte!- dijo sonriendo.-
-Está bien, está bien. Todos entienden con buenas palabras.- gruñí.-
La comida estaba deliciosa, como todo en él. Era malditamente perfecto, entendía porque era tan inalcanzable, yo no estaba a su altura. Pero era su amigo… su mejor amigo y ese era un gran honor. Después de comer me invitó a su habitación y comenzamos a ver Harry Potter y el prisionero de Askaban. Estábamos muy concentrados y llegamos a la escena en que vuelven en el tiempo con el reloj que traía Hermione.
-Si tuviera ese reloj… todo sería tan distinto.- habló Julián.- ¿Qué cambiarías tú?
-Hmm nada.
-¿Nada? Debes tener algo que te haya pasado y que quieras cambia. Algún bochorno… un error…
-Hay cosas… pero aun así no las cambiaría. Cada cosa que he vivido me hace ser la persona que soy hoy, y cambiar algo de eso, sería modificarme a mí mismo. Sé que no soy un humano perfecto, pero me agrada como soy, por lo menos psicológicamente y eso no lo cambiaría. Además todos se caen en la vida, pero no todos tienen la fuerza de resistir y levantarse. Yo sí y lo seguiré haciendo.
-Yo no creo que tenga fuerzas para hacerlo.
-Pues entonces yo me levantaré por ti.
Me miró casi impresionado. Se acercó y me besó. No era un beso apasionado ni lujurioso, era solo un beso… la esencia de uno, con el único fin de transmitir ese calor que se produce en tu corazón luego de hacerlo. Pero decidí detenerlo con el dolor de mi alma. Estaba confundido… ya no sabía cómo tratarlo.
-¿Por qué haces esto?- pregunté.
-Porque no aguanto más. Te amo Dashiel.- me sorprendí con esa declaración, y el también.- Si… Te amo. Hace mucho que comencé a sentir algo por ti, pero no me di cuenta, y todo lo que has hecho ahora último solo me hacen amarte más y reafirmar lo que en el fondo siempre supe.
-Pero… Si ya lo sabías desde antes ¿Por qué ese día del cumpleaños de tu madre no me lo dijiste?
-No lo sé… Bueno, es como lo que leí alguna vez en un libro. “Aceptamos el amor que creemos merecer”.
-¿Pensabas que no me merecías?- pregunté anonadado.- ¿Really?
-Si… Es que eres tan… No lo sé, eres como la luz en la oscuridad… como la coca cola fría en pleno desierto… Desde que te conozco siempre has sido tan generoso, tan dulce y atento, preocupándote por mí más de lo que deberías. Sentí que estabas más allá de lo que yo merecía. Y más aun sabiendo que tú no te dabas cuenta de la hermosa persona que eres y lo afortunado que me hacías con tan solo dirigirme una palabra.
-Es gracioso… Porque yo siempre te vi a ti como inalcanzable. Eres tan guapo, tan alegre, una persona amable y simpática. No pensé que te fijarías en mí, ya que no soy muy lindo.
-Pero eso solo es una cáscara. La carne se pudre con el tiempo, además la belleza está en los ojos que la miran y para mi tu eres bello.
-Sé que es así. Pero seamos sinceros, a esta edad todo se va a lo físico, nadie en la adolescencia se dedica a pensar en los buenos sentimientos. Todo se reduce a la belleza y sexo. Aunque tú… tú tienes el pack completo. ¿Sabes? Yo no comencé a sentir esto por ti debido a tu belleza, al contrario, la primera vez que te vi te ignoré pero mi hermana vio un símbolo de Harry Potter que me hizo querer conocerte. Serías el primer amigo que podría tener para compartir el gusto por esos libros. Luego conocí tu sonrisa, lo que me causaba tu mirada, su simpatía a flor de piel, tu talento en la cocina. Esas cosas me conquistaron… Tus actos… Los pequeños detalles que marcan la diferencia.
-Eres muy observador.-dijo.- Bueno… de detalles yo sé. La primera vez que me sonreíste lo hiciste de esa manera que me cautivó pues esa sonrisa se vio reflejada en tus ojos, y que me transmitieron algo que jamás me habían transmitido antes.
-Dicen que los ojos son las ventanas del alma.
-Los míos son cafés.
-No me refiero al color. Sino a lo que transmiten, al brillo que tiene, a la forma etc. Los tuyos tienen una forma muy felina. Y me gusta porque pueden ir de la ternura al salvajismo de una fiera, lo cual me derrite… Si… a eso me refería.- dije mientras él me hacía morisquetas, mirándome como el gato con botas de Shrek, para luego mirarme como un león mira a su presa.-
Manteniendo esa mirada que me tenía hipnotizado, se me acercó y mordió mi labio. Lo estiró con gula sin despegar sus ojos de los míos y luego lo soltó delicadamente. Sonrió enseñándome sus grandes incisivos que me encantaban. No podía más. Me lancé sobre él y caímos al suelo. Sus manos se fueron a mi cintura mientras yo lo devoraba a besos. No quería perder tiempo, necesitaba estar unido a él pronto o explotaría. Le quité su ropa dejándolo desnudo de la cintura para arriba y el hizo lo mismo conmigo.
Me encantaba lamer su suave abdomen y recostarme en su pecho mientras escuchaba el loco latir de su corazón. Su pecho era tan fuerte y contenedor que me hacía sentir seguro y a salvo en él. Se comenzó a sacar el cinturón a la vez que yo empezaba a sacarme los pantalones. La ropa volaba por el aire, estábamos envueltos en una pasión desenfrenada y ninguna fuerza en el universo nos iba a detener. Nuestros cuerpos desnudos se frotaban mientras nos besábamos, nuestros vellos púbicos se acariciaban y nuestros penes chocaban en una curiosa batalla de esgrima.
Se levantó y arrastras me llevó a la habitación, me lanzó a la cama y comenzó a comerme la verga. Cada vez se iba perfeccionando más en el sexo oral, jugaba con mis testículos y con mi prepucio, succionaba mi glande ruidosamente causándome placenteras sensaciones. Me miraba y sonreía con sus ojos, feliz de entregarme esas caricias.
Lo empujé para que ahora él se acostara y me lancé sobre él en posición 69. Comenzó a devorarme el pene al mismo tiempo en que yo me introducía sus 19 centímetros. En esa posición podía aprovechar la curvatura hacia arriba que tenía su verga, para que se amoldara a la desviación de mi garganta por lo que intenté tragármela hasta el fondo. Su gordo glande me complicaba pero tomando aire e impulso, comencé a hundirla. Julián paró de chupármela, pero la dejó en su boca, y se concentró en el trabajo que yo le estaba realizando. Sentía que su glande hacía una enorme presión en mi garganta, lo cual a Julián seguramente le causaba un placer fantabuloso. Faltaban menos de cinco centímetros para tenerla completa y sentía que me iba a explotar la tráquea. Julián introdujo su dedo en mi cueva y eso produjo un mar de sensaciones que me motivaron a dar el golpe final y por fin tragármela completa.
Julián gimió como un macho en celo cuando mi nariz hizo contacto con sus testículos. Movía su dedo desesperadamente en mi culo y yo me retorcía de placer. Me saqué su verga y esta estaba completamente húmeda y bañada en mi saliva. Me iba a poner en posición para que me siguiera dilatando y me follara, pero él me detuvo.
-Creo…- comenzó a decir incorporándose.- Creo que es tiempo de que tú me dilates a mí.
-¿De verdad?- estaba sorprendido y emocionado.-
-Sí. Hace tiempo que tenía la curiosidad y bueno… como tú dices, hay que probar de todo en la vida. Además sé que a ti te gustaría mucho.
Sin esperar respuesta se arrodilló en la cama y apoyó su pecho en las sabanas, dejando su perfecto culo totalmente a mi servicio. Era un monumento de culo, quizás no era uno tan grande, pero era redondo y firme. Por un momento me sentí hasta pederasta, porque su culito blanco y suave, se parecía al de los bebés. Luego recordé que ya rondaba los 20 años y solo disfruté. Su pequeño y rosado ano, estaba muy oculto a la vista, escondido entre esas dos colinas de musculo. Él separó sus nalgas y lo dejó a la vista, listo para comenzar a degustarlo.
Casi me corro cuando lo vi en esa posición. Su hermoso cuerpo estaba pidiéndome a gritos que me lo follara, sus dulces ojos me miraban suplicantes y yo temblaba de la emoción. No quise demorarlo más y me lancé con hambre a lamer ese arrugado orifico. El sabor de su piel era embriagador, con un ligero toque salado que me hacía salivar a litros. Su ano estaba muy apretado y era imposible poder atravesarlo con la lengua, por lo que comencé la excursión con el dedo medio. Me calentaba mucho la situación, mi dedo entraba lenta y firmemente, hasta que pronto mi nudillo chocó contra su piel. Su interior estaba caliente y estrecho, me apretaba el dedo deliciosamente y con cada contracción sentía que me lo iba a cortar.
Saqué el dedo con dificultad debido a la succión que hacía su culo y fui al ataque con mi lengua. Lamí sus lindos testículos que colgaban tímidamente y continué subiendo hasta llegar al comienzo de la línea divisoria. Podía notar como su cuerpo completo temblaba a causa de mis caricias y estimulaciones. Seguí con dos dedos y harta saliva para que pudieran entrar sin tener que aplicar demasiada fuerza. Su ano abrazaba a mis dedos con furia, a tal punto que me costó mucho poder abrirlos como una tijera para dilatarlo. Sacaba los dedos, escupía y los volvía a introducir de manera que a medida que lo iba haciendo, se iba haciendo más fácil.
No aguanté, quería… necesitaba hacerlo ya. Tomé mi verga, me coloqué el condón y comencé a dibujar círculos alrededor de su ano, el cual se contraía de ganas de que lo penetrara. Mi glande quedó en el centro de su culo y poco a poco comenzó a presionar. Estaba muy cerrado, pero pronto empenzó a ceder y un embriagador calor envolvió mi pene. Escuchaba como Julián gemía en silencio y cuándo mi glande entró completamente sentí como su ano se contrajo acompañado de un quejido. Iba muy lento, con miedo de lastimarlo, pero Julián estaba ansioso por quedar empalado por lo que comenzó a moverse hacia atrás, ensartándose él mismo en mi verga.
Pronto solo nos separaban unos pocos centímetros y en un milimétrico movimiento, mis testículos chocaron con los suyos. Su mano se posó en mi pierna, diciéndome que me detuviera un momento mientras se acostumbraba. Me quedé casi petrificado, esperando a que mediera la señal, pero él comenzó a moverse lentamente sin decirme nada. Su interior apretaba exquisitamente, y la fricción me despertaba deliciosas sensaciones. Me desplomé en su espalda y comencé a besarlo mientras lo embestía. Era lento pero firme. En un momento me levanté y saqué mi pene completamente, me agaché e introduje mi lengua en el pequeño agujero abierto y lo humedecí desde dentro, para luego volver a rellenarlo. De la verga de Julián caía una fina cascada de líquido pre-seminal que se tambaleaba con cada embestida. Sentí que me iba a correr, así que me detuve, retiré mi pene y me saqué el condón.
-¿Ocurre algo?- preguntó Julián con sus mejillas sonrojadas y con una expresión que indicaba que estaba drogado por el placer.
-Quiero correrme mientras tú me penetras.-Contesté.
-¿Por qué?-
-No lo sé. Solo quiero hacerlo. Además tendremos muchas otras oportunidades.
-Está bien.-dijo.- Eres muy valiente.
-¿Por qué?
-Porque al principio se siente muy doloroso, aunque luego te acostumbras y es muy… genial.
-Pasaría ese dolor siempre, con tal que disfrutes.- dije mientras me colocaba en cuatro y dejaba mi culo a su merced.
Debido al anterior juego de dedos que me había realizado, no quedaba mucho por hacer ahora. Así que pronto tomó un condón y comenzó a buscar mi orificio con su pene. Cuando lo encontró hizo presión y su glande se hundió limpiamente. Su pene era muy bienvenido en mi culo, ya era un invitado de honor y podía entrar sin tener que llamar a la puerta. Me encantaba sentirme lleno de su pene, amaba como su glande me clavaba desde adentro causándome esa electricidad que subía por mi pene hasta la cúspide. Era hermosa la sensación de succión que hacía mi culo, atrayendo aun más adentro a su trozo de carne. Me derretía cuando la cabeza de su pene tocaba el tope de mi recto, provocándome un agudo dolor que excitaba mi lado masoquista.
Sus testículos golpeaban los míos y nuestras pieles aplaudían en un melodioso ritmo. Unos segundos después cambiamos de posición. Él se acostó y yo me subí sobre él. Tomó su pene por la base y lo levantó para que yo me pudiera sentar sobre él. Luego escupió sobre la palma de su mano y desparramó la saliva en todo su mástil, después escupió sus dedos y delicadamente los dirigió hasta mi orificio. Abrí mis piernas adivinando su movimiento y le dejé el camino libre para que me introdujera sus dedos mientras me miraba de esa manera tan lujuriosa y pasional. Hizo unos espectaculares movimientos y luego los retiró. Una vez listos, comencé a bajar comiéndome esos 19 centímetros de puro placer. Para mí su pene era grande y grueso, ante mis ojos tenía la carne suficiente como para acabar con el hambre en el mundo. Por el momento solo calmaba mi hambre de sexo y también de cariño.
Sentía su glande casi en mi estomago y apretaba con todas mis fuerzas, pues me encantaba verlo retorcerse de placer. Saltaba feliz y envuelto en fuego, gemía enloquecido, las manos de Julián estaban por todas partes y me encantaba. Se enderezó y quedó frente a mí, me tomó de la cabeza y me besó fogosamente, bebiendo de mí así como yo bebía de él. Comenzó a jugar con mi cabello, me susurraba cosas al oído y yo temblaba, gimiendo como si ese fuera mi único lenguaje. Y en un momento hizo algo que me provoco una tormenta de emociones. Se acercó más a mi oído y comenzó a cantar la estrofa de una canción.
“Eres el regalo que nunca pedí.
La porción de cielo que no merecí…”
El placer de la penetración se mezcló con la infinita ternura de su voz, que hizo que mis ojos se humedecieran mientras su voz comenzaba a quebrarse.
“…Todos mis anhelos se han cumplido en ti.
Y no quiero perderte, no lo quiero así.”
La canción se llamaba “Mi Sol” y era una de mis favoritas. Jamás pensé que haría eso… fue un golpe que me estremeció completamente. Y mientras su pene se clavaba en mi cuerpo más velozmente, retomé la canción en una estrofa especial.
“… Tómame en tus brazos, soy parte de ti… soy parte de ti.
Eres mi Sol, luz, calor y vida para mí.
Eres tú, mi sol, la estrella que a mi vida sustentó.
Eres tú, mi sol.”
Ambos estábamos envueltos en lágrimas. Era extraña la sensación de emoción mezclada con el inminente orgasmo. Comencé a moverme más fuerte, ahogando mis gemidos y los de Julián con cada beso. Esa canción me había tocado una fibra muy oculta y en un ataque de pasión, saqué su pene y retiré su condón, para luego hundírmelo nuevamente. Un movimiento demasiado arriesgado. Julián me miró con terror, pero no me detuve y me lancé sobre él para inmovilizarlo, lo besé con hambre y no me detuve hasta que comenzó a temblar de la manera que lo hacía cuando tenía su orgasmo. Gemía de placer, aun en contra de su voluntad. Pero ese orgasmo que es prohibido y peligroso, suele ser todavía más intenso. Tomé su mano y la coloqué en mi verga, resignado comenzó a masturbarme y gruñí mientras llenaba su mano y su abdomen de semen.
Caí sobre él casi sin poder respirar. Me miraba todavía sin creer lo que acababa de hacer, pero curiosamente no me arrepentía.
-No puedes negar que este fue un orgasmo explosivamente intenso.- le dije.
-Fue… fue genial.- todavía se recuperaba y sus ojos cansados por el llanto me miraban incrédulo.- ¿Por qué hiciste eso?
-No lo sé. Solo confío en que estas bien y que de todas formas estaré en todas contigo.
Me besó la frente y me estremecí por ese gesto de infinita ternura.
-No sabía que cantaras tan bonito.- me dijo.
-Nah. Solo canto cuando estoy solo.
-Pues ahora que ya te escuché, exijo que lo hagas más seguido.-
-Claro. Pero si tú me acompañas también.-sonreímos.
-Te amo.- soltó mirándome seriamente. Abrí los ojos incrédulo.-
-Yo también te amo.- fue increíble lo que sentí cuando liberé esas palabras. Son tan simples, pero con un alto peso emocional. Jamás las había pronunciado antes con alguien que no fueran mis padres.
-Creo que le contaré a mis padres.-
-¿Qué cosa?-
-¿Quieres ser mi novio?- preguntó con ojos suplicantes y tiernos, rebosantes de amor e ilusión.
-Por supuesto.- contesté lanzándome a sus brazos, disfrutando de la hermosa sensación de ser abrazado por sus fuertes miembros.
-Mañana mismo les contaré. No quiero perder tiempo.
Sentía mi culo viscoso debido a la cantidad industrial de semen que tenía albergado. Mi ano estaba ligeramente abierto, pero apretaba lo suficiente como para no liberar el contenido guardado. Me levanté al baño y evacué ese espeso líquido caliente que me causó escalofríos cuando salió, por el ardor agradable que provocó cuando hizo contacto con mi irritado ano. Luego volví con él a la cama y con mi lengua le limpié mis restos de semen en su abdomen. Tomé su mano y barrí con mi lengua, dedo por dedo, la leche que ahí quedaba. Después me acosté en su pecho y disfruté sus caricias.
A los 5 minutos suena el teléfono y Julián se levantó a contestar. Se veía muy sexy caminando hacia allá, su rico pene y sus testículos se tambaleaban en cada paso y su culo se tensaba y relajaba marcando esos preciosos hoyuelos. Escuché que preguntó algo y unos murmullos, luego no escuché nada más.
-¿Quién es?- pregunté, pero no obtuve respuesta. Me levanté preocupado y así desnudo como estaba, fui en su búsqueda.- ¿Julián?
-Era del… Hospital.- dijo titubeante.- Sobre… sobre el examen.
Su cara no decía nada bueno. Y el hecho de que llamaran del Hospital tampoco, eso solo quería decir…
-Ju… Julián…-
-Perdón…-dijo cayendo.- No tuviste que haberme quitado el condón. ¡Estoy jodidamente infectado!
El mundo entero se me vino encima y creí perder las fuerzas. De pronto escuché un ruido y abrí los ojos. Estaba soñando. Desperté agitado, transpiraba frio, mi cuerpo temblaba. Vi a Julián, durmiendo plácidamente, su rostro pacífico me decía que estaba teniendo un magnifico sueño. Lo abracé con fuerza y me relajó sentir el palpitar de su corazón, e inconscientemente él me atrajo más a su cuerpo. A los minutos después despertó y lo primero que vio fueron mis ojos observándolo.
-Te ves hermoso cuando duermes.- confesé.
-¿Lo dices por el río de saliva que se me sale de la boca?- preguntó secándose la barbilla.
-Eso solo es belleza liquida que feliz bebería.-nos besamos tiernamente. Fue un beso muy baboso de hecho… casi acuático.
-Eres demasiado adorable.- me dijo.- Eres un hombre demasiado diferente.
-¿En qué sentido?
-Tú sabes eso de que los hombres se excitan más por la vista y las mujeres por el oído. ¿Verdad?
-Sip.
-Bueno, pues tú tienes una mezcla de ambas. Tu lado sensible es muy… sensitivo.
-Interesante. ¿Y en que te basas?
-En mucho. O sea, tienes como ese toque que convence muy fácil. Sabes llegar a los sentimientos porque tú sin querer lo experimentas. Y porque cuando te estaba cogiendo y te dije esas cosas al oído, sentí como te derretías en mis brazos, embriagado de pasión más que de excitación.
-Oh. ¿Y es bueno o malo?
-Pues me tienes al lado tuyo, enamorado hasta la punta de tus pies, desnudo y completamente para ti. ¿Qué crees?-
-Que soy un chico con suerte.- sonreí.
Al día siguiente fui a su casa con la intención de decirles a sus padres lo nuestro. La madre reaccionó con emoción y sorpresa, pero con la tranquilidad de que su hijo iba a estar con alguien a quien ella conocía y quería. Su padre se comportó más reticente, debido a la confusión que le provocó el hecho de que antes estaba con Ingrid y ahora conmigo.
-No puedo explicar cómo, solo te puedo decir lo que siento y eso es un profundo amor por Dash. Y el hecho de que sea hombre no altera mi sentimiento y realmente espero que a ti tampoco te altere el género de la persona que hace feliz a tu hijo.
-Tienes razón. Mis tiempos no son igual que los tuyos pero intentaré entenderte. Solo… necesitaré tiempo.
Nos había ido mejor de lo que pensamos, así que luego nos dirigimos a mi casa. Estaban mis dos hermanas y mis padres, la familia completa.
-Supongo que ya se habrán dado cuenta de lo que ahora les voy a confirmar.-comencé.- Soy Gay.- Lo solté. Las caras de todos quedaron sorprendidas.
-Que sutil.- dijo mi mamá.
-Bueno. No es algo que negaras precisamente.- dijo mi hermana mayor (Andrea) . La misma con la que vimos llegar a Julián el primer día.
-Es verdad.- dijo mi otra hermana (Támara).- Nunca le pusiste genero a las “personas” que te gustaban cuando hablabas. Es algo muy sutil.
-Bueno… Pues lo soy. Y… con Julián venimos a decir que somos novios.- se sintió genial decirlo. Mi hermana mayor contorsionó la cara.- Si… Te lo gané.- le dije mostrándole mi lengua.
-Que zorra.- me dijo riendo.
-¡No le digas así a tu hermano!- dijo mi mamá riendo también, pero intentado ponerse seria.
-Está celosa porque tengo lo que a él le gusta y lo que al parecer a ella le falta.- Julián estaba casi mimetizado con el color rojo de la pared de mi casa.
-Uhhh.- dijo Támara avivando la pelea.-
-Todavía estoy aquí.- dijo Julián tímido.- Yo quería decir… que Dash es lo más importante en mi vida y a probado con creces que es alguien digno de confianza. Un hombre honesto y con un criterio formado, pero lo más importante es que es alguien con quien se puede contar. Y personas así, con todas esas virtudes, son pocas.
-Es verdad.- dijo mi padre rompiendo el silencio.- Dashiel es así y siempre me he sentido orgulloso de que es constante y mantiene su actitud. Nunca cambió aunque quizás a algunas personas no le agradaba la honestidad con que Dash hablaba, pero él prefería perderlos que cambiar y ser como ellos. Sabía que alguien con mucha paciencia lo podría aceptar así como es, quizás no es una mujer, como yo esperaba, pero es sin duda un muy buen chico que ha podido ver más allá de lo que los demás pueden.
Mi papá no es de decir cosas como esas y simplemente todos quedamos con la boca abierta mientras decía eso de mí. Me lancé a sus brazos y me apretó con esa fuerza que solo un padre puede abrazar a su hijo. Julián con los ojos húmedos, me miró sonriente. Después de dejar eso claro, nos fuimos a dar un paseo. Íbamos de la mano y de vez en cuando nos besábamos. La sensación de libertad, combinada con el valor que entrega el amor, era espectacular.
Llegamos al río y nos sentamos bajo la luna. Estaba muy oscuro pero por alguna razón me sentía brillante al lado de él.
-Tengo miedo por el examen.- dijo mientras me acariciaba la mejilla.- No podría soportar que te haya contagiado.
-No lo vas a hacer. Y recuerda, fue culpa mía, completamente. Además, ya está hecho.-
Luego me levanté y lo tomé del brazo, guiándolo a través de los arboles.
-¿Dónde vas?-preguntó.
-Hay algo que quiero terminar de hacer.- contesté.
Paré en un lugar donde quedábamos completamente ocultos de posibles ojos merodeadores, pero perfectamente iluminados por la luna.
-Me gusta cuando la luna se ve así, como una uña.- le dije mientras lo empotraba contra un árbol.
Me miró sorprendido y me encantaba esa expresión. Parecía un niño, dulce e inocente. Aunque tenía planeado quitarle la inocencia a pollazos.
-¿Qué me vas a hacer?- preguntó provocativamente, con esa cara malditamente inocente y sexy.
-Te voy a hacer cosas ricas.- dije mientras lo giraba, dejándolo de espaldas a mi.- Eres un niño travieso.- susurré en su oído dándole una nalgada sobre el pantalón.
-¿Lo soy?- se mordió los labios derritiéndome con esa expresión.-
-Ohh Si. Lo eres.- y le bajé el pantalón con todo y bóxer. Acaricié esas redondas y finas nalgas, y le di unos azotes.
-Ooh. Señor… No me castigue.- dijo fingiendo que no quería, aunque su tono de voz exigía más.
-Inclínate.- le dije en su oído en un siseo.- Y separa tus piernas.
Obedientemente se agachó mientras se sostenía del árbol. La luna hacía ver aun más blanca su piel y también más luminosa. Hundí mi boca en esas dos montañas y devoré su ano. Julián gemía de esa manera tan masculina y provocativa, incitándome a seguir con más ímpetu. Le hundí mi dedo e intercalando con lamidas, introduje un segundo. Con un dedo de cada mano, abrí su ano e introduje mi lengua, saboreando su interior. Las piernas de Julián temblaron ante ese movimiento y gruñó de placer. Repetí la acción hasta que lo consideré listo para penetrarlo.
-Aquí vamos bebé.- dije.
-Soy todo tuyo, papi.-
Santo Jebús. Esto me tenía excitado y al borde del orgasmo. Mi glande estaba completamente húmedo y decididamente comenzó a entrar. El culo de Julián apretaba demasiado bien, pero se amoldaba perfectamente a mi grosor. Su espalda se curvó, levantando más su culo y en consecuencia, terminó de clavarse completamente mi verga. Empecé a embestirlo y el solo gemía como poseso, mientras abrazaba con fuerza el tronco del árbol. Le mordía la oreja y le azotaba las nalgas al ritmo del mete y saca. Sentía como la estreches de su ano apretaba mi pene, tirando hacia atrás mi prepucio cada vez que le enterraba mi mástil. Era delicioso, estaba en el paraíso.
Enderecé a Julián y comencé a masturbarlo ferozmente, alternando mordidas en su cuello y lamidas en su oído. Julián no podía mantenerse en pie por tantos estímulos y pronto comenzamos a gritar a coro. Lo tomé de su cadera y lo embestí con fuerza, a los segundos sentí un liquido caliente y viscoso en mi mano, acompañado por gruñidos de placer. Me estremecí cuando su culo apretó mi verga llevándome al orgasmo. En ese momento comprendí porque a Julián le gustaba follarme, esa sensación era la gloria. Un tipo diferente de orgasmo, igual de placentero que el otro, me era difícil decidir. Solo sabía que en ese momento mi alma escapaba por mi pene.
Su ano abrazaba mi polla y succionaba la leche que comenzaba a soltar. Con cada roce mi glande se estremecía y me enloquecía. Mis testículos quedaron secos y su recto, lleno de mis jugos. Julián estaba agotado sobre el árbol sin fuerzas. Me agaché y le subí delicadamente su ropa.
-Apriete el culito.- le aconsejé.- o manchará su ropita.
-Eso…Eso… fue intenso.-
Lamí mi mano para limpiar su semen y él me ayudó. Luego nos fuimos felices a nuestras casas. Días después fuimos al Hospital a buscar el examen. Julián estaba muy nervioso y yo intentaba tranquilizarlo, recordé el sueño, pero lo deseché al instante. Cuento corto, Julián estaba sano. Feliz y sonriente, saltó a mis brazos y ambos pudimos respirar tranquilos. Esa noche por fin pude dormir tranquilamente y descansé como hace tiempo no lo hacía.
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