El vecino nuevo (parte1)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por angelmatsson.
Soy Dashiel y todo comenzó hace 2 años, cuando estaba a punto de cumplir los 17. En ese tiempo era el típico chico virgen de 16 años. Era simpático e inteligente, solo que no se me daban ese tipo de relaciones como para tener algo con alguien. Aunque en parte no me importaba, por dos razones: 1°.- Me gusta ver el lado positivo de las cosas, y 2°.- Porque soy un ser pensante, racional y emocional, por lo que no me guío por mis instintos sexuales básicos, como muchos hombres. O por lo menos no lo hacía… hasta que lo conocí.
Estaba viendo TV con mi hermana mayor (Andrea) en el living de la casa, cuando de pronto ella me hace una señal para que me acerque a la ventana.
-Mira.- dijo apuntando con el dedo a la casa que estaba en la esquina de nuestra calle.- Al fin vecinos nuevos.
-¡Qué emoción!- dije haciéndome un espacio para poder ver.- Espero que tengan hijos de mi edad.
-Sshh.- me silenció.- Mira… ahí va saliendo un chico.
En efecto. Justo iba saliendo un chico de unos 22 años, alto y se le notaba a kilómetros el buen cuerpo que tenía. Tenía el pelo negro y la piel blanca, era lo único que se le podía distinguir por la distancia.
-¡Oh por Dios!-exclamó mi hermana.- Mira ese cuerpazo… Debe practicar algún deporte… Quizás fútbol.
-Calma tus hormonas.- le dije.- Tú, ya tienes novio. Además tú eres mayor.
-Cierto. Aunque lo de la edad es discutible…
-¿Y por qué piensas que practica fútbol?
-Porque tiene lindas piernas y culo… Además a casi todos los hombres les gusta el fútbol.
-A mí no.
-Tú eres la excepción a la regla.
Me levanté para seguir viendo tele, mientras que ella se recreaba con el sexy chico nuevo.
-Dash… ven mira.-
-¿Qué pasa?-
-El vecino tiene en la parte de atrás de su camiseta un símbolo raro… Como el de tu collar.- Abrí los ojos sorprendido y fui corriendo.- ¿Qué es?
-El símbolo de las reliquias de la muerte.- estaba emocionado. Al fin alguien con quien podría compartir mi gusto por Harry Potter.-
-¿Las reliquias de quién rayos?
-De la muerte. El triangulo representa la capa de invisibilidad. La línea que lo divide en dos, representa la varita de sauco (la más poderosa), y el circulo de en medio representa la piedra de la resurrección. Juntos harían a un mago el más poderoso y…
-Ya cállate.- dijo aburrida.- No te pedí la historia completa, no me interesa.
-Pero a él si.- dije mostrándole mi lengua en señal de burla.
-Pues ya tienes un amigo nerd… aunque demasiado sexy para ser nerd.
-Okay… Creo que alguien tiene que tomar una ducha bien fría.
A la mañana siguiente me mandaron a buscar el periódico al minimarket que estaba a dos calles de distancia. Cuándo pasé por afuera de la casa del chico nuevo, me quedé mirando con la esperanza de verlo, pero no fue así. En la tienda aproveché de comprarme unos caramelos y luego me regresé. Al pasar por su casa, grata fui mi sorpresa cuando lo vi afuera. Estaba con un pantalón deportivo gris y una sudadera sin mangas de color azul. Se veía espectacular, sus brazos eran fuertes y a la vez elegantes, y su rostro estaba húmedo por tanto sudar. Cuándo me vio lo saludé a la vez que me metía un caramelo a la boca.
-Hola vecino.- me dijo con una voz que me derritió.- Soy Julián, tu vecino nuevo.-
-Hola.- respondí.- Soy Dashiel. Lindo día para hacer ejercicio.
-Si. Espectacular, me encanta salir a trotar en las mañanas.- dijo acercándose.
-¿Cuanto trotaste hoy?
-No sé. Llevo como media hora dándole vueltas a la plaza que está atrás.
-¿Por qué no vas al parque?
-Porque no sé donde está. Además soy muy despistado y me da miedo ir por un lugar que aun no conozco porque me podría perder.
-Jajaja tienes razón. Por aquí no es muy tranquilo.
-¿Me podrías enseñar tu este lugar?- dijo con aire amistoso.
-Claro… pero no me hagas correr.- ambos reímos.-
-Genial, gracias. Es que mis padres trabajan y estoy toda la tarde solo.
-Ahh que aburrido.
-Sip. Oye… ¿Me das un caramelo? Para recuperar el azúcar.
-Por supuesto.- dije entregándole dos.- Bueno… Nos vemos en la tarde.
-Está bien.- dijo volviendo a su casa y despidiéndose con la mano.
Estuve todas las horas previas emocionado. Qué suerte que la relación se diera bien, era mi oportunidad de entablar una amistad con él. A las 4 de la tarde me pasó a buscar. Iba con un pantalón corto de color naranjo y una camiseta azul sin mangas. Creo que le gustaba mostrar sus brazos. Me esperaba con una encantadora sonrisa que iba a tono con sus sonrientes ojitos cafés.
Nos fuimos caminando silenciosamente y después de unos cuantos metros rompió el silencio.
-¿Y a que te dedicas?-
-Estudio, me falta este y otro año para terminar. ¿Y tú?
-Voy a la universidad. Estudio Kinesiología.
-Genial. ¿Cuántos años tienes?
-19. En Agosto cumplo 20 ¿y tú?-
-16 y en Julio cumplo los 17.-
-¿Que te gustaría estudiar después?
-No lo sé. Lo único que tengo claro es que tiene que ser algo relacionado con la salud.
-Genial. ¿Te gusta ayudar a la gente?
-Si, es una linda sensación.
-Pues sí. Mi novia estudia Enfermería y piensa igual que tú.- ¿Novia? Tiene novia. Bueno, era de esperarse ya que es un hombre muy atractivo y se ve que es buena persona.
-¿Cuánto tiempo llevas con ella?
-Solo 3 meses.
No me interesó seguir hablando de su novia, así que comenzamos a hablar sobre las razones del cambio de casa y otras cosas triviales. Le mostré el parque, fuimos al río y ahí nos sentamos sobre unas piedras y metimos los pies al agua. Después nos volvimos por otro lado y le enseñé otra plaza donde había una cancha de fútbol y diferentes lugares más para que se ubicara mejor.
-Gracias por el paseo.- me dijo.-
-No hay por qué.-
-Te lo recompensaré uno de estos días.-
-No es necesario, gracias.-
-Si lo es. Te avisaré cuándo. Y ahora me tengo que ir. Chau.
-Adiós.
No lo vi durante unos cuantos días, pues parece que se fue a la playa con sus padres aprovechando los lindos días de verano. Cuando llegó me vino a buscar para salir a dar un paseo, esta vez iba con su novia. Él siempre vestido de manera alegre y sexy, dejando al aire sus atléticos brazos. Ella iba con una mini falda a cuadros y un peto que le quedaba sobre el ombligo. Tenía el pelo largo, de color castaño y lo llevaba suelto. Labios rojos y finos, sus ojos eran color café y en general su rostro no era muy agradable. O sea, era linda… muy linda, al igual que él, pero su rostro no era muy alegre, todo lo contrario a Julián.
-Hola.- saludó alegremente- Ella es Ingrid, mi novia.
-Hola Ingrid, soy Dashiel.- dije estrechándole la mano.- Mucho gusto.
-Hola.- saludó casi forzando la palabra.
Preferí no hablarle mucho porque no tiendo a medir mis palabras cuándo alguien me desagrada. Por lo que hablé todo el camino con Julián y solo intercambié algunas palabras con Ingrid. Al parecer ella no estaba muy contenta con la salida y le hablaba muy feo a Julián, quién intentaba cariñosamente tranquilizarla. El paseo fue corto, aunque para mí fue un infierno de largo junto a esa mujer desagradable. Julián se despidió casi a la fuerza y ella apenas lo hizo.
Si bien al principio encontré a Julián físicamente guapo, no me despertó otra emoción que amistad. Pero al verlo ahora con esa mujer, la paciencia con la que la trataba y la felicidad que irradiaba, hizo que comenzara a verlo de otra manera. Me obligué a olvidar eso porque no quería salir mal parado de ahí, y decidí verlo solo como amigo. Los días siguientes fueron más agradables porque nos veíamos sin su novia, íbamos al río, salíamos a tomar helado, conversábamos de la vida y ese tipo de cosas que hacen los amigos.
Había pasado un mes y de pronto, a las 12 de la noche recibí una llamada de Julián. Estaba llorando y yo me asusté porque pensé que le había ocurrido un accidente o algo. Entre gemidos y pausas me contó que había terminado con Ingrid, al parecer la muy perra se había metido con otros hombres. Si."OTROS", ni siquiera uno. Me dijo que estaba en las bancas de la plaza porque no quería que sus padres lo vieran así. Rápidamente y sin dudar lo fui a ver.
Estuvimos un par de horas hablando hasta que se tranquilizó, luego lo dejé en la puerta de su casa y me despedí.
-Dash… antes que te vayas.- dijo limpiándose la cara.- Yo te debo algo y ahora te lo pagaré. ¿Quieres venir mañana a almorzar conmigo?
-Claro.- dije sonriéndole.
-Genial. A la 1 en mi casa.
-Sin falta.-le dije.
Al otro día me bañé y perfumé para almorzar con él, era lo más cercano a una cita que tenía, aunque para el solo fuera una comida con un amigo. Cuando llegué, me abrió la puerta sin camisa… ¡Dios! Que buen recibimiento.
-Adelante… Estoy cocinando y hace mucho calor.- dijo excusándose.
-¿Cocinas?
-Si. ¿Por qué crees que te invité a comer?
-Pensé que comprarías algo o que tu madre habría cocinado algo.
-Pues no. Estas manitos te harán la comida.- me dieron ganas de chuparle cada uno de sus dedos cuándo me mostró su mano.
Entré y me senté en el sofá. La casa la habían decorado muy bien, y desde el living pude ver su habitación. Me sorprendí cuando vi una repisa con la colección de libros de Harry Potter, eso le daba un enorme plus. Me martirizaba por dentro por solo tener que verlo como amigo. "Es tu amigo… Es tu amigo" me repetía. Miré para otra parte y lo vi ahí… con el sartén en la mano, sin camisa, con ese pequeño pero redondo culo. ¡A la verga la amistad! Era imposible no rendirse ante él. O sea, COCINABA, le gustaba HARRY POTTER… ese hombre estaba en peligro de extinción.
La comida le había quedado deliciosa, me había conquistado sin quererlo. Inicié una conversación respecto de los libros y logré animarlo más. No nos dimos cuenta cuándo ya eran las 5 de la tarde y sus padres llegaron. Había sido un lindo momento en los que me quedaba pegado en sus ojos mientras hablaba. Él me sonreía mostrándome sus lindos dientes y de pronto miró bruscamente hacia otro lado y sacudió su cabeza. Me dejó intrigado, luego llegaron sus padres y me fui.
A los días después me vino a buscar y fuimos al río. Nos sentamos en la misma piedra que solíamos hacerlo y comenzó a hablarme.
-Me he sentido raro últimamente.
-¿Enfermo?
-No precisamente.
-Debe ser por lo de Ingrid.
-No lo creo. Es… es algo más.
-Bueno… qui…- no pude terminar-
Solo vi una mancha blanca borrosa acercándose a mí y luego sentí unos labios suaves junto a los míos. De la sorpresa me fui de espaldas y caí al agua. En estado de shock casi se me olvida nadar y desesperado salí a la superficie.
-Lo siento… Discúlpame.
-Ehh…-
-No sé lo que me pasa… yo…-
Esta vez lo besé yo. No lo iba a dejar que se arrepintiera. Era mi primer beso y me encargaría de dejar bien grabado el momento por si se arrepentía después. Pronto el beso se volvió más fogoso, sus manos me acariciaban completamente y las mías estaban vueltas locas recorriendo esos musculosos brazos. Casi despegándonos y entre mordidas de labios, nos soltamos. Me miró con hambre y parándose me tomó de la mano y me arrastró.
-Vamos a mi casa. Estaremos más tranquilos.- que seguramente quiso decir "Ven a mi casa, podremos follar tranquilos".-
-Está bien.- ahí quise decir "Si… dame vuelta el hoyo a pollazos", pero no lo hice porque se escucharía raro.
Íbamos prácticamente corriendo, mi ropa estaba empapada, ambos sonreíamos estúpidamente y la emoción se notaba en nuestros ojos. Cuándo llegamos a su casa, me invitó a entrar a su habitación. Por suerte mi ropa ya estaba más seca después de todo el trayecto bajo ese potente sol. En el momento que me senté en la cama entré en pánico. Dudé si seguir con eso o no, luego lo miré a los ojos y me perdí en ellos. No me importaba si después me odiaba o dejaba de hablarme, estaba decidido a perder mi castidad con él, porque había algo más allá de esa mirada que me cautivaba hasta la locura.
Con un poco de nervios, comenzó a acercarse lentamente. Me podía dar cuenta que le costaba la situación, ya que se supone que él es heterosexual. De todas formas se lanzó hacia mis labios y caímos sobre la cama. Besaba muy bien… demasiado bien… Su lengua traviesa jugaba con la mía y me daba pequeños y sexys mordiscos en mi labio inferior. En un momento abrí mis ojos y me di cuenta que él me miraba con una luz especial que me hizo dar el siguiente paso. Me alejé del beso y comencé a jugar con su oreja, mordiendo y lamiendo desde ahí hasta su cuello. Sus gemidos eran mi alimento y su expresión de placer era mi inspiración.
-Déjame intentar algo.- dijo mirándome fijamente.- ¿Puedo… chupártela?
-Claro… lo que quieras.- contesté muerto de la ansiedad.
Se despegó de mí y se levantó. Me dijo que me sentara a la orilla de la cama y separara mis piernas. Yo temblaba de la emoción… Ese cautivador chico me la iba a manar, no me lo podía creer. Se arrodilló entre mis piernas, y nervioso comenzó a bajar mi pantalón. Mi pene estaba duro como roca y completamente húmedo. Con los ojos brillosos lo tomó como con misterio, casi como si fuera un artefacto de otro planeta. Mi miró a los ojos y volvió a mi pene, como diciendo "¿Este es tu verga? Pues está muy buena". Sonreímos. Dudando empezó a acercarse hasta mi gordo glande… Luego sacó la punta de su lengua y lo acarició en la parte más húmeda y a continuación la retrajo y saboreó el líquido. Haciendo un gesto de aprobación, se fue al ataque más seguro.
Abrí la boca en un gemido de sorpresa al sentir la primera succión en mi glande. Julián me miraba inocentemente buscando mi aprobación, a lo que obtuvo un visceral gemido de respuesta. Quizás no era un maestro de las mamadas, de todas formas yo no tenía con qué comparar, pero aun así lo hizo muy bien. Le dije que tuviera cuidado con sus dientes y de ahí en adelante lo hizo mucho mejor. Era tan sexy ver su tierna carita contraída por las succiones que le daba mi verga, que me daban ganas de violarlo salvajemente por todos los orificios posibles. Sus fuertes manos me tomaban el tronco de la verga con firmeza y me masturbaban con la presión perfecta.
No aguanté más y lo detuve. Le dije que ahora yo quería hacerlo. Emocionado y sonriente se sentó en la cama pasándose la mano por su boca, limpiando la saliva. Se sentó y esta vez yo me arrodillé entre sus piernas. Estaba decidido a darle la mejor mamada de su vida para que olvidara a la zorra de su novia. Por lo que me acordé de lo que decía una psicóloga, respecto a que gran parte de la excitación masculina se logra con la visión. Así que me mentalicé para sacar al puto bueno para el sexo que todos tenemos dentro.
Le bajé su pantalón, bajé su bóxer… y me enamoré de esa verga. Lo miré de la misma manera que él lo hizo.
-¿Te gusta?
-Me encanta.- respondí.
Era una verga color canela clara, tan masculina y contundente que con solo verla se acabaría el hambre en el mundo. Medía cerca de 19cm porque era un poco más grande que la mía. El grosor era el perfecto para su tamaño. Su glande estaba cubierto por el prepucio pero suavemente lo deslicé para poder ver esa cabecita. Era gordo y estaba brillante debido a sus jugos, parecía una deliciosa fresa con un ligero toque morado. Sus testículos eran rellenitos y colgaban ligeramente, con un color un poco más oscuro que el de su piel. Era completamente lampiño y la única parte donde tenía pelo era en su pubis, pero recién le estaban creciendo, seguramente se había depilado tiempo atrás.
Miré con deseo todo ese mástil y me saboree los labios para calentar más a Julián. Su cara de excitación era un poema, casi no podía creer que un hombre lo estuviera calentando de esa manera. Estrujé un poco su verga hasta que por la punta salió una gota de líquido pre-seminal. Ahí estaba lo que buscaba, así que abrí la boca y me tragué ese glande, succionándolo para sacar todo ese líquido. Julián se fue de espaldas y se acostó en la cama enloquecido por el placer. Sus piernas se movían inquietas debido a todo mi trabajo oral.
Acaricié esos ricos huevos y jugaba con su escroto, estirándolo y soltándolo. Bajé y me introduje uno y luego el otro, mientras masturbaba lentamente su pene desde la base hasta la cúspide. Los dejé bien húmedos y luego subí para continuar la mamada. Intentaba introducirme más y más verga, pero aun me faltaba mucho que aprender. De todas formas, juzgando por los gemidos de placer y sus movimientos, creo que lo hice muy bien.
Cuándo solté su verga, me tomó de la mandíbula y me subió para besarme envolviéndonos en un mar de sensaciones. Sus manos estaban en mi espalda pero lentamente empezaron a bajar hasta llegar a mi culo. Una corriente de placer subió por mi espalda haciéndome gemir. Ambas manos golpearon mis nalgas y las estrujó a su placer. No aguantó la tentación y las introdujo hasta que mi piel tocó la suya.
-¿Estas consciente del pedazo de culo que tienes?
-¿Yo?- pregunté distraído.- El de culo deportivo eres tú.
-Pero lo tuyo es genética. Un rico culo. De esos para morder, nalguear, estrujar y para perderse en ellos.
-Pues ahora que lo dices… quiero que lo pongas en práctica.-
Me soltó y me rodeó. Me agaché y quedé en una posición de 90 grados, dejándole el culo listo para que hiciera lo que había dicho. Me tomó desde la cintura y bajó acariciando todo mi tronco hasta que llegó a mi culo, luego bajó mi pantalón y bóxer, dejándome el culo desnudo. Sentí sus labios en mi nalga derecha y luego una leve mordida, después sentí su mano aterrizar en mi carne golpeando mi nalga izquierda. Continuó apretándome las dos nalgas con sus manos, abriéndolas y cerrándolas, para terminar hundiéndose entre ellas.
Su lengua ardía y me hacía cosquillas en mi orificio. Paré mi culo para dejarle más espacio y para poder sentir como su lengua jugaba ahí. Me sorprendí cuando sentí que su dedo hacía presión y apreté mi culo.
-Lo siento.- dijo Julián parándose arrepentido.- Pensé… pensé…-
-No te preocupes.- lo tranquilicé.- Continúa.
-¿Estás seguro?-
-No hay nada más que quiera ahora…-
Me besó fogosamente y volvió luego a mi culo. Aflojé mi orificio para que pudiera meterme su dedo sin problemas. Cada vez que hacía presión lo alternaba con una lamida, de esta forma lentamente me fue abriendo, aflojando pacientemente mi ano, hasta que su dedo comenzó a deslizarse por mi interior. La sensación extraña me agradaba, lo movía en círculos y me hacía ver estrellas. Luego sacó su dedo, metió su lengua en mi apretado ano y humedeció mi hoyito para comenzar a introducir dos dedos. Con paciencia y esfuerzo entró sin causarme dolor. Los movía como tijeras y sentía como mi ano se expandía por cada movimiento. Luego se alejó y removió en unos cajones, hasta que sacó un condón. Menos mal que lo sacó él, ya que yo no tenía y no quería hacerlo sin protección ya que aun su pene tenía el recuerdo de la perra de Ingrid. Lo abrió y comenzó a ponérselo, luego se acercó y apuntó a mi ano.
-No te preocupes.- me dijo.- Tiene un lubricante muy bueno porque a Ingrid…
Empujé fuertemente y me introduje su glande a lo salvaje. No iba a dejar que se arruinara el momento. Me dolió como mil infiernos, pero por suerte era verdad lo del lubricante y entró limpiamente. Julián gimió mordiéndose los labios y me tomó de la cintura.
-Más lento Dash. No quiero hacerte daño.-
Le sonreí agradeciendo su preocupación. Él tomó el control y comenzó a hundir sus gruesos 19 centímetros. A medida que empujaba, sentía como mi culito se iba abriendo dejando atrás mi virginidad. Cuándo apretaba mi culo, me sentía completamente lleno y podía notar toda la extensión de su pene, mientras que el jadeaba cada vez que lo hacía.
-Me encanta como aprietas.- dijo ardiendo.- Es el lugar más estrecho en el que he entrado.
-¿Te gusta cuando hago esto?- y apreté con toda mis fuerzas.
-Ohhh… Seehh.- jadeó.
La presión que ejercía en mi próstata hacía vibrar a mi verga de forma muy placentera. Sacaba su pene completamente y luego lentamente lo iba enterrando hasta que sus ricos huevos chocaban contra los míos. La penetración cada vez iba siendo más rápida y profundo, arrancándome gemidos de placer que salían desde mi estómago. Juliá hizo un movimiento de caderas muy interesante, de manera que la cabeza de su pene se incrustó en la pared de mi ano, recorriendo de manera circular todo su contorno. Abrí los ojos impresionado por ese movimiento tan curioso que casi me provoca el orgasmo.
Giré mi cabeza y lo vi… estaba tan concentrado en su trabajo de hacerme disfrutar, su frente estaba arrugada y apretaba los labios mientras me miraba con sus ojos envueltos en placer. De pronto me sacó su verga y me levantó con fogosidad. Besando mis labios, me tomó y me empotró contra su escritorio. Con sus brazos barrió todo lo que había ahí encima e hizo que me acostara ahí. Coloqué mis piernas en sus hombros y con una puntería mágica encontró mi ano, rellenándolo completamente.
Sus embestidas eran rudas y profundas, sus besos caían sobre mí como la lluvia de verano, fresca y refrescante. Desde ahí podía ver como su abdomen se contraía marcando su tableta deliciosa, como su pelvis se alejaba y acercaba con cada embestida, y como mi pene se balanceaba a punto de estallar.
Julián tomó mi polla y comenzó a masturbarme al ritmo de sus estocadas. Lo miré fijamente diciéndole que en unos movimientos explotaría. Sonrió y se saboreó los labios. Tomó mi pene firmemente y empezó a batirlo con fuerza, mientras que me introducía su pene de manera estratégica para hacerme llegar al cielo como Dios manda.
-Ahh… ahh.- comencé a gemir.- Oh por Dios… ohh por Dios.
-Grita… ¡Grita!- me demandaba Julián.
-Ahh… Ahh.-
El orgasmo estaba en la punta de mi verga y en un par de sacudidas más se liberó. El primer chorro chocó en mi mejilla, el segundo llegó a mi mentón y los demás fueron interceptados por su mano y cayeron en mi vientre. Grité casi convulsionando. El primer orgasmo después del primer acto sexual es muy sorpresivo y potente. Estaba mareado por tanta sensación placentera y mi culo aun era rellenado por su verga. Julián aprovechó mis contracciones y aceleró sus envestidas. Cuándo sintió que explotaría sacó su pene y retiró el condón. Yo, como autómata me introduje su mástil en la boca y succioné como si el mundo se fuera a acabar.
La cara de Julián era un poema, su rostro bailaba entre la sorpresa y el morbo. Pronto sus piernas temblaron y comenzó a bañarme el rostro y la boca de espeso y caliente semen. Sus potentes chorros golpearon mi paladar con fuerza, mancharon mis labios y ensuciaron mi cara. Julián gemía como poseído y su sola expresión hacía que mi erección subiera nuevamente. Con sus dedos empujó los charcos de semen que quedaron cerca de mi boca y me hizo degustarlo. Y yo, obedientemente y envuelto en morbo, chupé sus dedos con gula y disfruté de su sabor salado y especial consistencia. Después comenzó a jugar con la laguna de leche que había quedado en mi vientre y dubitativamente lo degustó.
Quedamos exhaustos después de tanto. Lentamente nos acercamos a la cama y caímos rendidos. Estuvimos unos minutos abrazados y acariciándonos hasta que me tuve que ir.
-Esto fue… uff. No tengo palabras. Eres un Dios.
-Estás exagerando.- dije.
-Eres un maestro. ¿Estás seguro que fue tu primera vez?
-Si. Dolió como solo lo hace una "primera vez".
Me despedí con un tierno y tímido beso, luego me alejé dejando atrás a ese espectacular chico y teniendo en frente una magnifica puesta de sol. Ojalá todo hubiese terminado ahí, porque lo que venía ….
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