El viejo cerdo y el niño machito.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por xxpervertidorxx.
Juan era un jubilado de 67 años que como cada tarde pasaba el tiempo en un banco del parque. Juan era un tipo de lo mas normal, media 1,68, gordo, 90 kg, calvo, y muy peludo por todo el cuerpo.
Juan pasaría por un jubilado mas en ese parque, si no fuera porque no esta solo para dar de comer a las palomas.
Pasaba las tardes sentado en el banco esperando a que apareciesen mas hombres como el, para tener sexo en una zona apartada del parque entre arbustos y árboles. A Juan le gustaba comer vergas, rabos, pollas, no le hacia ascos a ningún rabo, sean de gordos, flacos, feos, guapos, en servicios, parques, descampados, el no buscaba museos, lo suyo eran las zonas de cruising, le gustaba meter la nariz y comerse el culo de obreros sudados, lamerlos y follarlos. A veces pagaba algún chico para que fuera su esclavo y lo tenia desnudo como una perra con collar, lo marcaba con sus orines amarillos y los follaba hasta preñarlos con su abundante leche espesa y llena de grumos.
Era otra tarde como otra cualquiera, Juan esperaba en unos de los bancos su ración de verga y quizás algún culo hambriento. Con 67 años ya le resultaba algo monótono pero aun asi se desahogaba. El sol aun no se había recogido, y unos niños de entre 13 y 14 años jugaban al futbol en frente de Juan, los había visto en otras ocasiones y los miraba desinteresadamente mientras esperaba. Uno de los niños era el típico líder, imponía sus reglas, todos querían estar en su equipo. Tenia 14 años, media 1,55m muy delgado, rubio, ojos azules con el pelo corto y una pequeña cresta de rebelde, sin ningún bello aun en sus piernas.
Cristian, que es como se llamaba el chico, presumía de sus hazañas con las tías, los picos que se había dado y que pronto se follaría a una tal Natalia. Cada vez que Cristian estaba en desacuerdo con alguno de sus amigos, le espetaba un “cómeme los huevos” groseramente. A Juan le pitaban los oídos cada vez que esas palabras salían de esa boca sucia a ese niño, a Juan se le venia la imagen de esos chicos comiéndoles los huevos al Cristian. Pero aparte de esa imagen a Juan nunca les había interesado los menores, les gustaban maduros, con experiencia.
Pero esa tarde algo cambio, se desataron unas ganas irremediables de salir de la monotonía. Como seria pervertir a un chico, chulo, arrogante, hetero, darle rabo y que fuera su esclavo. Por primera vez, a Juan se le puso dura pensando en un niño.
Mientras pensaba en ello los chicos habían dejado de jugar, se despedían, y quedaban para el día siguiente, todos se fuero en varias direcciones, cada uno hacia sus casas, y Cristian tenia que pasar por delante de Juan. Cristian iba dándole patadas a su pelota vieja cuando Juan en un acto irreflexivo y sin pensárselo mucho paró al chaval preguntándole la hora.
– Perdona chico, ¿tienes hora?.
– Si, las 6 y media.
– Gracias, oye, juegas muy bien al futbol. Has metido un par de golazos.
Le espetaba Juan, mientras lo miraba de arriba abajo, observaba la cara sin bello sudada, los labios carnosos, una camiseta ajustada que se le estaba quedando pequeña, unos pantalones cortos aun mas pequeños que marcaban un pequeño bulto y un culo bastante respingón.
– Gracias.- Dijo el niño sonrojándose y con una sonrisa pícara sabiéndose bueno en el futbol.
– Te gustaría ganar estos 50 euros.- Soltó Juan sonriéndole y enseñándole los billetes.
– Pues claro.- Dijo Cristian rápidamente.
– Te he oído que tu novia aun no te la comido, me gustaría chupártela.- A Juan no le importaba si el niño se ofendía, si se lo contaba a sus padres o si podía formar un escándalo, le daba igual todo, tenía toda la sangre en su polla que palpitaba solo con tener ese cuerpo sudado tan cerca.
El niño se quedó totalmente helado, nunca jamás habría pensado que un viejo le iba a pedir tan seriamente chuparle la poya, jamás había pensado en tener sexo con otro tío, sólo se había pajeado delante de algún amigo viendo algo de porno en revistas, pero sin pensar en tener nada de sexo.
Se quedó paralizado sin saber responderle adecuadamente, el sabia como meterse con los maricones de su colegio, pero un viejo maricón?, no sabía ni que existían. Por otra parte 50 euros para él era mucho dinero, en una casa en donde no había ni para el bocadillo que todos sus amigos comían por las tardes y ni pensar en chucherías.
– No soy un maricón.- Dijo tímidamente pero con enfado, en voz baja, solo mantener esa conversación le estaba dando vergüenza, si alguien les oyeran o le relacionaran con un marica, sería algo terrible para él.
El chico comenzó a andar alejándose cuando juan rápidamente se levantó y le pidió perdón.
– Perdona no te quería enfadar, toma 10 euros por las molestias, aunque piénsatelo, 50 euros por una buena mamada, tu solo tienes que cerrar los ojos y pensar en tu novia.
El niño sin decir nada cogió los 10 euros, su necesidad le hacía cogerlos sin rechistar, y se fue a casa, muy temeroso de que alguien podía haberlo visto con ese viejo asqueroso.
Pasaron un par de días sin volver a ver a los niños jugar en el parque, hasta una tarde volvieron a jugar al futbol. Allí estaba Juan sentado mirando como jugaba Cristian, cada movimiento, su bulto en sus pequeños pantalones, sus piernas sin bello pero atléticas, como se limpiaba el sudor y no hacía más que pensar en cómo le enseñaría a ser una buena zorra. Juan se había dado cuenta que el niño no estaba tan hablador, ni tan chulo con sus amigos. Cristian estaba serio y nervioso, sabía que era observado por ese viejo pervertido, que quería comerle la poya.
Los chicos terminaron de jugar y cada cual tomó su camino. Cristian se hacia el remolón, atándose los cordones de las zapatillas, mirando nervioso para todos sitios¸ se puso a andar hacia Juan, seguía mirando en todas las direcciones, se quería asegurar que no le veía nadie, a esas horas apenas había gente.
Juan observaba al chico acercarse a él, veía que estaba nervioso y empezaba a pensar que el niño quería aceptar su proposición, debía ser cuidadoso de no asustarlo y darle seguridad, esa zorra acabaría haciendo lo que él quería, con suerte le rompería ese culito algún día. Cristian se paró frente a él sin mirarlo, girando la cabeza en todas las direcciones.
– Quieres tus 50 euros.- Soltó Juan, mientras pensaba que esos labios carnosos pronto sabrá a que sabe un rabo.
– Como sé que me los darás.
– Te di 10 euros por nada, estoy deseando probar tu poya te daré por ello los 50 euros.
– Yo no soy maricón, solo quiero la pasta, no quiero que se entere nadie, y ¿si nos ve alguien?.- Dijo dudando y mirando alrededor.
– Nadie nos verá, vivo cerca de aquí, te haré una buena mamada te daré los 50 euros y será como si nunca nos hubiéramos conocido, nunca se lo diré a nadie.
– Ok. – dijo avergonzado.
– Sígueme como si no fuéramos juntos.
El chico siguió de lejos al viejo, pensando que la primera vez que iba a tener sexo iba a ser con un viejo gordo y sudoroso, que solo tenía que cerrar los ojos y dejarle mamar, pero y si la tenía pequeña para ese viejo, le iba a ver desnudo, bueno nadie se iba a enterar y solo iba a ser una vez y no tendría que ver más a ese viejo, no iría más a ese parque.
Mientras el viejo ya iba cachondo, había convencido a un niño chulo, que presumía de tirarse a tías, y se iba a dejar mamar de un viejo, estaba seguro que a ese niño le iba gustar.
Llegaron a su piso, subieron en el ascensor en un absoluto silencio, el niño pudo notar el olor a sudor añejo del viejo y ver su camiseta sudada de varios días, en cambio el niño también sudado del partido de futbol apartaba su vista y sin querer se fijo en su paquete, que contenía la verga morcillona del viejo cerdo.
Entraron los dos en el piso, un piso desordenado, sucio, con los platos de la comida aun en la mesa, y un sofá con ropa tirada por encima. Cristian iba nervioso y no paraba de preguntarse qué coño hacia allí, y si alguien los había visto y si ese viejo pervertido era peligroso. Juan sabía que el chico estaba nervioso y asustado, lo trataba con mucho respeto para que sintiera más seguro.
– Siéntate en el sofá, ¿quieres una cocacola?.- Le preguntaba al chico suavemente. Normalmente a Juan le importaba una mierda el placer que podían recibir los tíos con los que follaba, pero en ese momento sus pensamientos eran el darle tanto placer a ese pequeño machito hasta que se volviera una buena zorra come poyas.
Cristian aceptó la cocacola con un movimiento de cabeza, era verano y acaba de estar corriendo, jugando al futbol, aun sudaba a chorros por la frente, los dos sudaban, ese piso asqueroso era un horno.
El viejo se sentó a su lado y poniéndole la mano sobre la rodilla, e inmediatamente el niño la aparto por acto reflejo.
– Has visto alguna película porno alguna vez.- Negó con la con la cabeza el chico.- Te gustaría ver una ahora mientras…
El chico subió los hombros en forma de indiferencia, en otro momento y con amigos habría dicho sin vacilar que sí, incluso alguna vez intento convencer alguno de sus amigos para que le enseñara los dvd pornos de sus padres, pero estos, llegaron a casa y se quedó con las ganas de ver tías desnudas.
El viejo guarro tenía todo tipo de porno y puso al chico una hetero, le dio para adelante y pronto estaba una rubia con buenas tetas mamando un rabo de 20 cm bien duro y depilado. Los gemidos llenaban la habitación y al niño se le quedaron los ojos abiertos como platos clavados en la televisión
El viejo se relamía, miraba el porno y miraba al chico, tenia sentado a su lado una zorrita en potencia, el niño seguía mirando a la tía que ahora estaba siendo empalada por ese rabo, mientras otro participante le daba de mamar a la vez.
Tenía su pequeña poya tan dura como nunca la había tenido, y no pudo evitar, aunque no quería porque ese gordo sudoroso le estaba observando con cara de vicio, tocarse el rabo y darse un apretón.
Juan se dio cuenta y notaba como esa poya palpitaba debajo de esos pantalones pequeños y apretados, sabía que era el momento y quería destapar ese pequeño rabo, sin decir nada se arrodilló delante del chico que seguía viendo la porno, temiendo lo que iba a pasar, en parte estaba deseando sacar su rabo, que ya estaba escupiendo liquido transparente. El viejo cogió los pies del chico y uno a uno le quito las zapatillas y las olio, ese olor de zapatillas de un niño que juega con ellas al futbol todos los días, le puso aún más cachondo, si no fuera porque Cristian no apartaba la vista de la peli, se hubiera asustado de la cara de salido psicópata que había puesto el viejo cerdo.
Olio los calcetines también, hizo lo mismo con sus pies pero también los lamio y chupo, el niño lo miro con cara de asco, sabía que sus pies olían mal después del futbol, pero inconscientemente se apretó bien la poya y se dio unos buenos meneos volviendo a mirar la porno. El viejo empezó a subir por una pierna lamiéndola, una pierna con unos pequeños pelos rubios casi invisibles. Cuando iba acercando su boca asquerosa y mal oliente a la entrepierna, al niño le dio un escalofrió, había dejado de tocársela, y estaba deseando que algo hiciera contacto con su rabo duro como una estaca.
El viejo apretó su cara contra esa poya y el niño apretó contra esa cara sudorosa.
El viejo al sentir que el chico apretaba su poya contra su cara, sabía que lo tenía donde quería, sabía que esa zorra quería meter su poya en la boca de un viejo, lo tenía bien cachondo con su primera película porno, en donde los dos tíos estaban vaciando sus huevos en la cara de la actriz porno.
El viejo agarro esos pequeños pantalones y empezó a tirar de ellos con slips incluidos, el niño levanto el culo para favorecer que le liberaran su verguita, esta saltó dando un golpe en su abdomen delgadísimo, salpicando un poco de líquido transparente. Juan le quito totalmente el pantalón y slips, y se detuvo a mirar el sexo preadolescente del chico, unos huevos gordos en comparación con el cuerpo del chico, rosados sin ningún pelo creciendo, una poya de unos 15 cm, grande para su edad, sin circuncidar, también rosadita y con un pequeño matojo de pelos rubios y rizados. Al viejo cerdo le llego el olor de esa poya, olor a meados y sudor acumulado de tres días sin ducharse y de jugar al futbol. El niño miraba al viejo, mientras este contemplaba sus partes y podía ver la cara de vicio y ansias por comerse su poya.
El pervertido acercó su nariz a esos cojones rosados y aspiro como si se los fuera a esnifar, el nene ya no miraba la película miraba todo lo que hacia ese gordo y estaba deseando que se la comiera, le empezó a lamer con ansia los huevos, la ingle, una y otra vez los lamia de abajo arriba hasta la punta de la poya, se metía los dos huevos en la boca mientras seguía dándoles lengua a toda velocidad.
El chico le miraba mientras emitía leves gemidos e intentando que no se notase como se retorcía de placer, juan seguía comiéndose esos huevos mientras había agarrado esa poya palpitante y bien dura del chico, dándole unas sacudidas, dejo de comer los huevos para admirar esa verga, la descapulló, cosa que el niño no hacia nunca, y encontró un capullo rosado pero sucio con restos blancos de pasadas pajas y restos de meos, lo olió y acto seguido se metió sólo el capullo en la boca para dejarlo limpio con la lengua, lo volvió a observar ya limpio y se la comió entera dando el chico un suspiro que se escuchó en todo el sucio piso.
Se la estaba comiendo con ansia, se oía como chocaba sus huevos en la barbilla una y otra vez de una forma rápida.
El viejo ya estaba cachondísimo por ese olor de huevos y notar que ya tenía a esa zorra en donde quería, lo tenía gimiendo y disfrutando de su lengua y boca dejándose hacer de todo, ya no aguantaba más sin tocarse su verga a punto de reventar.
El viejo se levantó dejando su deliciosa poya llena de babas, el niño le miró con cara de queja.
– Ya no puedo más, yo también me tengo que pelar la poya la tengo a punto de reventar en los pantalones.- Rápidamente el niño miro hacia ese enorme bulto en los pantalones, que perfilaban perfectamente una verga bien dura y que terminaba en una enorme mancha de fluidos que estaba soltando a chorros.
El gordo se quitó la camisa sudada con manchas amarillas en los sobacos, dejando ver su panza gorda y totalmente negra por el espeso bello corporal que tenía. Unas grandes tetas fofas caían y una gran barriga que apenas le dejarían ver su poya asomar. El chico en ningún momento se le pasó por la cabeza que vería al viejo desnudo y no le hacía gracia, se sentía más marica con la visión de los dos desnudos, e iba a ser la primera vez que viera a un adulto totalmente desnudo en directo, pero por otro lado no iba a discutir, quería que el viejo volviera a su trabajo cuanto antes.
El pervertido viejo quería que el chico viera su rabo bien, y quitándose el pantalón se dispuso a quitarse el slip blanco, lleno de manchas amarillas y todo mojado, lo más pegado al chico que pudo, quería que su verga dura y babosa quedara a la altura del niño y así fue cuando de un golpe se los bajó, un rabo gordo y de 19cm, con un gran matojo de pelos rizados negros y canos, con unos cojones bien gordos con aún más pelos negros y largos, la poya llena de venas grandes que palpitaba quedó apuntando a la cara del chico a 30cm, que aunque el chico se echara hacia atrás el viejo se la pegaba más sin llegar a tocarle para no asustarlo.
Un penetrante olor inundó todo, un olor a poya fuerte, a meados agrios y a sudor de huevos que se metían por la nariz del chico que no paraba de mirarla, la primera poya que veía tan grande y le apuntaba amenazante. Entre miedo y curiosidad la miraba.
– Puff, que ganas tenia de soltarla, me tienes super cachondo, estas buenísimo y tu poya muy rica.- Zorra… siguió la frase para si mismo, esas palabras dieron más ego al chico, sonriendo pícaramente.
Mientras, Juan cogió su verga chorreante, y deslizo su pellejo para dejar ver un baboso y mal oliente capullo también sucio como el del chico y le dio unos fuertes meneos delante de la cara del niño, cosa que hizo que saltaran grandes cantidades del espeso líquido a la cara y boca del chico, se limpió rápidamente con cara de asco, pero llegó a saborear el líquido en sus labios, comprobando que el sabor no era tan malo como creía.
– ¿Quieres tocarla?.- El chico estaba deseando, pero le dijo que no, que no le gustaba las pollas solo los chochos.
– Venga tócala un poco, no te vas a volver marica por ello y nadie se va a enterar.
El niño alzó la mano acercándola, pero sin llegar a tocarla, el viejo se la cogió y la posó encima de su rabo. El chico enseguida notó la calentura de esa verga hinchada, pero su mano estaba inmóvil, su mente le decía que eso era de maricas, pero su curiosidad o sus huevos hinchados por la calentura le empujaban a tocarla.
– Apriétala bien, como si fuera tu polla.- Esta putita va a cogerle el gusto a los rabos y yo se lo voy a dar, pero bien…. Pensaba el viejo cachondo.
Mientras aun agarrando la manita del chico, que ya apretaba bien la poya, hacía que recorriera con ella de abajo arriba su poya venosa y mal oliente. Hizo que pasara toda la palma de la mano por el capullo que estaba lleno del líquido viscoso y pegajoso que baño la mano del niño lubricándola para que él, ya sólo, siguiera pelando una verga de otro hombre por primera vez. Estaba como hipnotizado masturbando al viejo despacio, con la otra mano agarro esos huevos gordos y tupidos de largos pelos canos y negros. El niño se estaba poniendo más cachondo al estar recibiendo los fuertes olores de una polla chorreante que estaba pelando, y como si fuera la suya la empezó a pelar más fuerte. El viejo empezó a soltar bufidos y gemidos. Al notarlo el chico hizo que volviera en sí y darse cuenta lo que estaba haciendo y la soltó.
El viejo no quiera obligar al chico y se dispuso a seguir con su labor de felación. Le quito la camiseta al niño, que se dejó sin más y se lazó a comer esa verguita como un poseso. El niño gemía sin privarse, puso sus manos detrás de la cabeza y se dejó hacer.
El viejo mientras comía, le pellizcaba los pezones y miraba la cara del chico llena de lujuria. Observo los sobacos del chico con apenas 6 pelos rubios, y se lanzó a lamérselas, el chico se extrañó y le miraba, tenía esa cara de viejo cerca de la suya, ese cuerpo que olía a sudor pegado al suyo, y sus dos poyas pegadas mientras el viejo le lavaba los sobacos, el cuello y los pezones. Al principio le dio asco, pero el placer que recibía nunca lo había sentido y sin darse cuenta rozo con su nariz la cara del tipo, oliéndole.
Volvió el viejo a comerle la poya, mientras que el mismo se estaba masturbando como un poseso, solo se oía el típico sonido de una poya húmeda siendo pelada. Le agarro las pierna y las subió dejando un pequeño, lampiño y rosadito ano cerrado, lazo dos mordiscos a cada lado de ese agujero que estremecieron al niño, pensando “ eso sí que no… no soy marica”, pero rápidamente una lengua grande y experta se hundió en ese ano virgen que nunca había sido tocado sexualmente y una gran corriente cruzo todo su cuerpo. Lo que iba a ser un “No” gritado por el joven, se convirtió en un gran gemido que no cesaba mientras esa lengua hacía por follarse ese culito pequeño pero respingón.
– Ahhhh no… ahhhh…- gritaba suspirando el niño agarrando la cabeza del cerdo que le hundía la lengua en su culo prohibido.
Gritaba “NOOO” pero su mano pelaba con fuerza su pollita y el viejo hacia lo mismo con la suya. El chico estaba a punto de correrse. Gemía con fuerza y su respiración se agitaba por momentos. El viejo también sentía que pronto su poya iba a estallar.
Entonces el viejo dejó de comerse el culo sudado del niño y se sentó en el sofá. Hizo que el niño se pusiera de pie en el sofá con un pie a cada lado suya dejando la poya apuntando a su asquerosa boca.
– Venga machote fóllame la boca bien follada, como si fuera un coño.- dicho esto se la comió y agarro el culo del joven para marcarle la follada.
El chico se puso torpemente a follar esa boca agarrando la cabeza como una sandía y haciendo que sus huevos pegaran una y otra vez contra la barbilla de Juan mientras este se la pelaba bien fuerte y rápido. Juan empezó a gemir y respirar rápidamente, a convulsionarse y levantar su rabo que le daba con más fuerza. Grandes chorros empezaron a salir de su rabo, que ahora tenía más venas, tres grandes chorros amarillos y viscosos dieron en el culo del niño, que de seguro hubieran dado en la cara y boca del viejo, y otros 4 en su gorda barriga, y el resto corría por poya y mano.
El niño al sentir la leche asquerosa se pasó la mano por la raja de su culo, le gusto tocarse el ano húmedo por semen pero nunca lo reconocería y por acto reflejo se llevó la mano a la nariz oliendo el semen. Entonces empezó el viejo a chupar frenéticamente, haciendo que el niño empezara a sentir que se venía en la boca, al darse cuenta el cerdo viejo le hundió medio dedo en ese ano virgen lubricado por babas, sudor y semen, haciendo que el niño empezara a escupir leche como nunca en su vida. Sus piernas temblaban y sus huevos estaban doloridos, soltando las ultimas gotas de semen en esa boca, que abrió para dejar una imagen grabada en la mente del joven, su verguita palpitando tocando la lengua de un viejo, en una boca llena de su semen. Cerró la boca y la abrió sin nada, dándole las últimas chupadas.
El niño se apartó del viejo y se empezó a vestir sin más. Qué clase de guarro se comía el semen de otro. Al vaciar sus huevos, al niño le vino toda clase de remordimientos a la cabeza y no hacía más que pensar en que era una cerdada todo lo que había hecho.
– Me ha encantado, eres todo un machote, y estas buenísimo. Te comería todos los días, coge tu dinero que has hecho un buen trabajo. – le decía el viejo aun tocándose la polla morcillona y recogiendo con los dedos el semen que se pegaba a sus pelos del pecho se lo llevó a la boca.- Espero que vuelvas a por más.- le dijo con una sonrisa pícara.
– No volveré nunca guarrooooo!!.- Le grito el niño que ya vestido y con los 50 pavos, salió corriendo por la puerta.
Continuará.
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