EL VIL DINERO
Cuando escasea el dinero uno es capaz de hacer de todo para obtenerlo. Mi socio supo de mi repentina pobreza y lo usó a su favor para llenarme el culo con su verga .
Mis negocios iban de mal en peor, ya no encontraba salida a la mercancía, estaba en declive y mi familia comenzaba a notarlo. Mi mujer acostumbrada a la comodidad de un buen pasar económico comenzó a recriminarme porque la empresa iba mal, me echaba la culpa de todo a mi mal manejo monetario, a mí que no gastaba un peso fuera de lo necesario, en cambio ella no pasaba ni dos semanas en que no llegara a casa con bolsas y bolsas de ropa nueva o se iba una semana al caribe con su mejor amiga o compraba muebles antiguos carísimos que no necesitábamos. Para que decir mis hijos con su colegio privado, sus clases particulares de esquí, natación, golf etc ,sus fiestas y vacaciones fuera del país etc.
Todo fue de mal en peor, hasta que mi mujer decidió pedirme el divorcio, la verdad es que no me importo mucho, hacía tiempo que el matrimonio había dejado de ser esencial para mí, me dolió más que mis 2 hijos se fueran con ella y aparte que se llevara todo el maldito dinero de que disponíamos. Quedé prácticamente en la calle, sólo un pequeño departamento y deudas.
Conseguí un empleo en una oficina y me dediqué a trabajar y ahogar mis penas con botellas de vino barato que se apilaban en la cocina. Fue por ese entonces que me encontré con mi antiguo socio Roberto, se había retirado de la empresa y había emprendido sus propios negocios, en los que le iba muy bien. La verdad es que no quería verlo pues me había enterado de que era gay y yo era homofóbico.
Estaba a la salida de una botillería comprando vino cuando un automóvil lujoso tocó la bocina y desde dentro alguien gritó mi nombre, me giré hacia el auto y vi que estaba Roberto en el, quise hacerme el sordo, pero él volvió a gritar mi nombre, fui hasta el auto y lo saludé fríamente, pensé en que todo el asunto quedaría ahí, pero me invitó a subir.
Nos instalamos en un exclusivo restaurant donde solía ir, pero ahora no me alcanzaba ni para dar las propinas. Roberto hablaba y hablaba de sus éxitos empresariales, de su amante un joven musculoso que era un 10 en la cama.
Ponía más énfasis en narrar sus historias amoroso-sexuales, sabiendo que me ponía incómodo y con ganas de largarme de ahí, pero la verdad es que hacía casi tres meses que no probaba una comida tan rica.
Le conté mis desgracias, la ruina empresarial, el divorcio, mi nuevo hogar en un departamento pequeño y oscuro, mi empleo en el sótano de una oficina comercial, en fin, mi caída.
Roberto me ofreció un trato, él podría ayudarme a salir del agujero en que me encontraba si yo lo ayudaba a él, no comprendí muy bien que podía ayudarlo yo, pero lo escuché atentamente.
Roberto me contó que no se fue de la empresa, sólo para emprender por su cuenta, sino porque yo le gustaba mucho y cada vez que estábamos en la oficina se excitaba y lo único que pensaba era en cogerme, en tenerme arrodillado succionando su verga, me deseaba. Me pareció asqueroso escuchar sus palabras, me ofreció una importante suma de dinero por acceder a sus caprichos. Obviamente le dije que no, que estaba loco, que jamás me vería involucrado con un maricón, me fui del restaurant a la carrera.
Pasaron los días y ya no aguanté más el trato en mi empleo ni las continuas peleas con mi jefe, un buen día tomé mis cosas y me fui, ni siquiera cobré lo poco que me correspondía. Me deprimí en mi departamento, bebí dos o tres días seguidos, lo había tenido todo y ahora estaba prácticamente en la miseria.
Casi no me quedaba dinero para comer, fue así que me encontré enviándole un mensaje a Roberto con el último saldo que me quedaba en el celular, me respondió y me pasó a buscar al departamento.
Acepté su oferta, estaba derrotado, no me importaba nada. Dos días después estaba instalado en su casa, una inmensa casa con piscina, jardines y ventanales por donde entraba el sol de primavera, me recordaba a mi antigua casa. Roberto intentaba ser amable, prudente, pero se nota su deseo, sentía sus ojos en mi culo cada vez que le daba la espalda, sus manos intentaban abrazarme a cada rato, pero se contenía.
Una noche ya no se aguantó, había esperado mucho tiempo. Lo vi entrar en mi habitación y por la mirada que tenía supe que ya no tenía escape. Sin mediar palabra comenzó a acariciarme, a sacar la poca ropa que tenía, en un primer momento quise propinarle un golpe de puño, darle patadas hasta dejarlo inconsciente y huir, pero en cambio me quedé quieto, él me desnudó por completo, me acariciaba, besaba mi cuerpo, se desnudó, y pude ver su verga completamente erecta y babeando, intentó besarme en los labios, pero corrí mi rostro hacia un lado y no volvió a intentarlo. Estábamos los dos desnudos, yo tratando de disimular mi desagrado, él tratando de contener su desenfreno, estaba agitado, respiraba entrecortado, fue bajando por mi cuerpo besando y lamiendo los pelos de mi pecho y abdomen, luego se perdió entre mis piernas, sentí su labios abrirse y su lengua lamer mi bolas, me recorrió un escalofrío cuando Roberto se metió mis dos huevos en su boca, no quería mirar, pero una especia de morbosidad desconocida hizo que mirara su cara, el placer lo había transformado, jugaba con mis testículos en su boca, luego los expulsó suavemente mirándome con una expresión salvaje, acto seguido su boca atrapó mi pene, un sinfín de sensaciones me recorrieron al sentir como mi verga quedaba atrapada entre esos labios y esa lengua que recorría la cabeza de mi verga hacia el tronco, Roberto volvió a posar su mirada en mí, no supe si era una mirada de venganza, el maricón se vengaba dándole placer a quien lo maltrataba o era una mirada que delataba el placer que sólo un hombre puede darle a otro hombre. Jugó con mi pene hasta que no pude más, quería resistir, estaba dispuesto a no entregarle mis jugos sólo reservados a las mujer, pero me ganó la partida y sin poderme contener me corrí abundantemente en su boca, él se tragó todo mi semen, me dejó completamente limpia la verga, luego se retiró de la habitación sin decir nada. Esa noche me costó dormir.
Al otro día cuando llegó de su empresa, yo estaba en la piscina, fue hasta mí lo acompañaba el hombre joven que me había señalado en el restaurant la vez pasada, se sentaron a mi lado y bebieron de mi vino, ya no barato, sino una marca de las más apetecidas. luego se quitaron la ropa y se sumergieron en las aguas de la piscina, cuando salieron se tendieron a mi lado y comenzaron las caricias, los besos, el joven hombre tenía una verga más gruesa que larga, venosa, estaba muy caliente porque abundante precum se escurría desde la cabeza de su verga y chorreaba por sus piernas musculadas. Eran un amasijo de carnes, de gemidos, de goce. A centímetros de mí ambos hacían un 69, me permitían ver como las vergas de uno y otro eran consumidas por sus bocas hambrientas. Roberto alargó una mano hacia mí, nuevamente pensé en escapar, en decir no, pero nuevamente en mi cabeza apareció la ruina de mi departamento pequeño y lo dejé hacer y dejé que ambos comenzaran a tocarme, a incluirme en su desenfreno. Casi sin darme cuenta estaba siendo chupado por ambos, se turnaban para meterse mi verga en sus bocas, no podía mentirme estaba caliente, sus bocas me provocaban una calentura de la cual me era muy difícil escapar, luego Roberto subió por pecho mientras el joven seguía chupando mi pene, Roberto estaba sentado sobre mi pecho, sentí el olor de su verga casi en mi cara, me di vuelta hacia un costado, pero sabía que lo que iba ocurrir ocurriría aunque no lo quisiera, fue así como Roberto suavemente con una de sus manos giró mi cara hacia él y me vi enfrentado a su pene, era grueso, grande con dos pelotas llenas de leche y manchones de pelos negros. Me puso su verga muy cerca de los labios, una gruesa gota de precum se escurrió desde su verga e inundó mis labios, luego sentí como la fuerza de su pene abrió mi boca y entró en ella, me sentí extraño, estaba a punto de correrme en la boca de un hombre desconocido y a la vez tenía la verga de mi antiguo socio en mi boca, no sabía muy bien que hacer, como mover mi lengua o mis labios, me quedé ahí estático, Roberto comenzó a moverse, su verga entraba y salía de mi boca, corría abundante baba y precum por la comisura de mis labios se escurría hacia mi cuello, no aguanté más y me corrí en la boca del amante de Roberto, justo cuando él se corría en la mía, un chorro caliente de algo viscoso y con un olor desconocido hasta entonces para mí me llenó por completo mi boca, estube a punto de vomitar o escupir, sin embargo no hice nada de eso sino que me fui tragando todo el semen alojado. Me puse en pie y me marché a mi habitación, allí recostado sobre la cama, desnudo, no podía creer donde me había llevado la vida, de ser un exitoso empresario homófobo a ser un pobre mantenido con la boca llena de semen de un hombre.
Llevaba casi un mes viviendo en la casa de Roberto y ya me había abandonado a todos los placeres que se pueden dar entre hombres, había penetrado a Roberto, había chupado a Roberto y José, como se llamaba el joven amante, en fin nos habíamos entregado al desenfreno entre los tres todas las noches y los días. Sin embargo yo seguía siendo virgen, cuando Roberto me lo proponía le contestaba que no estaba preparado, felizmente él no insistía. Una noche debió viajar al extranjero, se iba por una semana, me pidió que lo acompañara, pero le dije que no, no quería ver la cara de antiguos empresarios conocidos preguntándome por qué había fracasado, qué estaba haciendo ahora, cómo me mantenía etc.
Nos quedamos en casa José y yo, por la noche con el calor que hacía salí de mi habitación desnudo y me lancé a la piscina, estaba ahí cuando apareció José tampoco podía dormir con el calor, se metió al agua y al poco rato comenzamos a juguetear y terminamos sobre el césped desnudos acariciándonos, ambos nos chupábamos nuestros penes, luego cambiamos de posición y me encontré con mis piernas abiertas y José entre ellas, sentí su verga que tocaba la entrada de mi agujero, me sentí caliente, nos besamos ardientemente, separé aún más mi piernas mientras que con una mano guiaba a su pene a la entrada, José se puso saliva en la cabecita de su verga y también untó mi agujero, yo lo besaba, José empezó a empujar su verga dentro mío, y aunque el dolor era evidente pues era mi primera vez, yo quería tenerlo dentro, con mis manos separaba mis nalgas lo que podía para que pudiera entrar todo. José exhaló un suspiro cuando estuvo toda su verga dentro mío, yo intenté tocar allí donde su verga se hundía en mi agujero, me calentó aún más saber que tenía a José dentro completamente.
Nos volvimos locos, José me embestía como bestia yo lo apretaba contra mí, le mordía el cuello, arañaba su espalda, le pedía que no se corriera todavía, que se moviera más y más dentro mío. Ya no pudimos más y ambos nos corrimos a mismo tiempo, él dentro mío y yo sobre mi estómago.
Todo el tiempo en que Roberto estuvo fuera, cogimos a toda hora con José, me volvía loco sentir como me llenaba la boca o el culo con su verga, como se descargaba dejando mucha leche que saboreaba poco a poco. Decidimos marcharnos juntos y le dejamos una nota sobre la mesa a Roberto, tomamos uno de los autos, un poco de dinero y desaparecimos de aquella casa.
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