El villerito 4: el Señor
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
Después de esa cogida en su casa, Manuel nunca más me pidió pija, comenzó a tratarme muy paternalmente, me preguntaba cómo andaba, me guardaba comida, a veces se cruzaba a conversar, me venía bien tener un amigo, y más un amigo puto como yo.
Se venía el invierno, mi primer invierno viviendo en la calle.
Con la guita que me dio Manuel por cogerlo me compré un par de frazadas usadas, un pasamontañas y varios pares de medias gruesas.
Alguna vez amablemente Manu me preguntó dónde guardaba la plata, bromeó con un tal Papuyón o algo así que yo no entendía.
La guita estaba segura, pero no en mi culo.
La primer noche de frío intenso me encontró acurrucado en un rincón del palier, pensando en cómo salir de eso.
La palabra travesti pasaba una y otra vez por mi cabeza, hacía cuentas, si por cogerlo Manu me había dado eso, por entregar el culo impresionante que todos dicen que tengo, cuánto podría cobrar? Cuántos chongos tenía que laburar para juntar la mensualidad de una pensión? Sacaba cuentas, pero me acordaba de mi hermano y de su promesa.
No Claudio, bancate la calle pero no entregues el culo por guita, me decía.
Me dormí sin decidir.
La vida decidió por mi.
Un sábado a la noche, también helado, yo, desde el mismo rincón miraba la vidriera del bar.
Adentro la gente tomaba café, picaba algo, reía, discutía, se quitaba el pulover y tomaba una coca con hielo.
Yo estaba sentado sobre una de las frazadas, igual mi culo estaba congelado, con la otra me había tapado hasta la cabeza, nubes de vapor salían de mi boca.
En una de las mesas que daban a la vidriera estaba sentado un tipo joven, de algo menos de 30 tal vez, tenía delante un vaso de whisky.
Manuel se acercó con unos platitos de aceitunas y snacks, apoyó el canto de la bandeja en la mesa y se quedó conversando animadamente con el tipo, sonreían ambos y cada tanto Manu le ponía la mano en el hombro, se notaba que eran amigos.
En un momento los dos me miraron y siguieron conversando mientras me miraban, me imaginaba al tipo diciendo, sin dejar de beber su whisky "pobre pibe, con este frio en la calle, qué barbaridad!", me hice la cabeza, me enojé con él, sin conocerlo.
Me tapé la cara completamente con la frazada e intenté dormir.
Pasó un tiempo, yo estaba apenas adormilado y de pronto sentí que un dedo me golpeteaba la cabeza, me destapé.
A 5 cm de mi cara estaba la cara del tipo:
-Soy amigo de Manuel.
Ducha caliente, comida y una cama, te dejás coger?-, su voz era dura, tajante.
Mis pies helados, mi culo congelado, me ayudaron a decidir muy rápidamente, se me pasó en el acto la bronca con el tipo, secamente le respondí "Si".
-Vení, acompañame al auto.
Me incorporé, junté mis cosas.
Manuel desde detrás de la vidriera me sonreía cómplice.
Fuimos caminando hasta la cercana playa de estacionamiento.
Guardé mis cosas en el lugar de siempre, el viejo, que como todas las noches me había dado pija por la boca a cambio de baño y espacio, me miró subir al BM con una cara de morbo que lo delataba, puto de mierda!
Viajamos hacia el norte siempre en silencio, costanera, General Paz, Panamericana, me llevaría a un telo? Me empecé a poner nervioso, me rompería el culo o buscaba algo más? Los trabas de la pensión me había contado cosas feas, en la calle se contaban historias.
Salimos en San Martín y enfilamos para Libertador, nos metimos por calles de barrio que me llenaban de asombro, empedrados desparejos, árboles de vereda a vereda, casas impresionantes, los dos en silencio, yo, la ñata contra el vidrio, buscaba el cartel del telo.
Nos paramos frente a una gran reja negra que se abrió sola.
Entramos y estacionamos frente a un palacio impresionante, rodeado de árboles.
Abrió la gran puerta de la casa y me invitó a pasar, yo estaba cagado en la patas, pero por debajo mi morbo me hacía cosquillear el culo.
Subimos una gran escalera de mármol, me hizo pasar a un cuarto y luego a otro.
Encendió la luz, wow, una cama inmensa, como para 4 tipos, muebles que brillaban, una puerta.
Por primera vez habló, siempre con su voz dura.
-Ahí tenes el baño.
Cuando salgas vas a encontrar ropa limpia arriba de la cama.
Te espero afuera.
–
Entré al baño, era más grande que toda mi casilla de la villa, todo tibio, todo limpio, todo lindo.
Me desnudé y abrí la ducha.
El agua caliente salía con una fuerza impresionante, nunca me había duchado así.
Sabiendo lo que me esperaba, me lavé el culito a fondo, pobrecito, hacía meses que no se comía una pija, cómo sería la del mudo? Me metí los dedos con jabón bien a fondo, después por las dudas, no sea que tuviera los mismos gustos que Manu, pelé la verga y me enjaboné el glande bien enjabonado.
Las toallas fueron deliciosas, blanquísimas, mullidas, perfumadas, jamás mi cuerpo había recibido unas caricias tan suaves.
Esto de prostituirme estaba empezando bien.
Me miré al espejo, estaba muy bien, mido 1,70, delgado, facherito, pelo negro, piel apenas trigueña, lampiño, -sos un pendejo lindo-, me dije, me puse de costado y quebré las caderas, mi culo era increíble, mejor que el de cualquier traba, me puse de frente, mi pija de 21 cm estaba rebuena, nada que envidiarle a la pija de un traba.
Para ser travesti hay que tener con qué, y yo lo tenía, bueno, casi todo.
Me arrimé al espejo, me miré las tetitas y los pezoncitos, con las dos manos me las junté y levanté, no, nada, si iba a ser traba, tenía que juntar para hacerme las lolas.
Mi hermano surgió del fondo de mi conciencia, me sentí culpable, la calle es dura hermano, no la aguanto, perdoname, pero al menos voy a probar la profesión sin hacerme las tetas, después vemos.
Salí del baño en bolas, sobre la cama una gran bata blanca, dos cajas de slips nuevos, dos cajas de boxers nuevos y dos latitas escritas en inglés.
Por curiosidad las abrí, en una había una tanga de mina, roja, llena de puntillas, en la otra una chabomba de mina, más grande que una tanga pero igual de lujosa.
Pensé, si de todas maneras para cogerme me iba a sacar los calzones, para qué me los iba a poner?, mejor me quedaba en bolas.
Me puse la bata, suave y perfumada como las toallas, respiré hondo y salí.
La otra habitación era el escritorio del tipo, en un costado una laptop, sonido, una pantalla inmensa, en el medio una mesa, el tipo, también en bata, sentado cruzado de piernas, con un vaso de whisky delante, leyendo un diario grande, una botella cuadrada con una etiqueta azul torcida y comida para todos los gustos.
Me quedé parado en el marco de la puerta.
-Sentate y comé.
– Obedecí, había muchas cosas sobre la mesa que ni siquiera sabía lo que eran, pero si sos puto, es porque no tenés miedo a probar, así que le entré a un pescado colorado que había en un platito, estaba bueno.
-Quedate tranquilo, solamente te voy a coger, si? Como te dije, soy amigo de Manuel, yo también lo fui a visitar algunas veces a la casa como vos.
Manu me habló muy bien de vos, me dijo que nunca vio un culo tan lindo.
–
Sonreí y, no sé por qué, me puse colorado.
Comencé a mirar al tipo, un poco más alto que yo, bien afeitado, manos delicadas, hombros torneados, ojos negros profundos.
Mientras yo comía, él seguía leyendo el diario y tomando whisky.
Me ofreció, -querés?-, acepté, bebí un sorbo y comencé a toser, lo único que yo había tomado en mi vida era birra y tetras, el whisky me quemaba la garganta.
Se rió y me ofreció una servilleta.
Cuando terminé de comer, me dijo, -vamos?-
Entramos al gran dormitorio.
Pensé, el tipo iba a ser mi primer cliente, al menos el primero de mi culo, tenía que hacer bien mi trabajo.
Me puse de espaldas a él, me desanudé la bata y la fui dejando resbalar por mi espalda mientras lo miraba por sobre mi hombro derecho, cuando estaba por llegar a mis nalgas, la dejé caer.
-Mi madre!- sólo dijo el tipo.
– Acostate.
Me acomodé boca abajo en el centro de la cama King, sentí su bata caer y miré curioso.
Su pecho era perfecto, velludo pero no tanto, pancita dura y apenas marcada, muslos bien formados.
Y en el medio, my God!, una pija como la mía pero mucho más gruesa, me asusté, hacía como 5 años, desde los 14, que yo solamente me comía la de Elías que tenías apenas 15 cm, pero bueno, un traba se tiene que aguantar lo que venga.
Traté de relajarme.
Se sentó mi lado, cerré los ojos y esperé.
Sentí algo fresco en mi esfinter, después un dedo comenzó a resbalar adentro mio como por un tobogán, era la primer vez que mi culo recibía lubricante íntimo, dos dedos, tres y después el silencio y el vacío que preceden la penetración.
Clavó en mí su glande, grité, una sola vez, un traba se la tenía que bancar, mordí el cobertor y agarré fuerte la almohada con las dos manos, la verga siguió entrando, despacio, hacia un mete y saca cortito y después pujaba un poco más, me di cuenta cuando su glande llegó a mi recto porque el dolor disminuyó un poco, pero el tipo siguió clavando, la sentía adentro, era como si me moviera las cosas de adentro de mi panza con ese palote grueso que me estaba enterrando.
Al fin sentí sus bolas a la entrada de mi culo y me relajé, dejé de morder la colcha y el dolor comenzó a desaparecer.
El tipo comenzó a moverse más rápido y más largo.
Yo sabía que los trabas debían demostrar placer aunque no lo sintieran, pero a mi no me hizo falta, mi culo muerto de sed comenzó a darme una fiesta de sensaciones, comencé a gemir, comencé a moverme, comencé a decirle cosas calientes.
-Ay, así, así, cómo me gusta su pija, ay don, perdone, cómo se llama?
-Gonzalo me llamo, putito, vos?
-Claudio, soy Claudio, ahh, rómpame el culo Gonzalo, rómpamelo!
Gonzalo aceleró, me sacaba los 21 cm y me los volvía a clavar de golpe, el topetazo de su pubis sobre mi culito, el engrosamiento final de su pija entrando en mi me hacían casi llorar de placer, y, por primera vez, cuando esa parte gruesa final me abría aún más el culito, mis huevos cosquilleaban, mi pija durísima cosquilleaba, todo mi pubis se ponía como antes de acabar, la sentía, siiii, la sentía, mi leche se venía, nunca me había pasado, mi pija apretada contra el acolchado estaba a punto de estallar, levanté mi cadera para darle espacio y eso fue la debacle, su pija entró más, mis huevos estallaron, Gonzalo gimió, yo grité y entre estertores un gran charco de semen se formó debajo mio.
-Gracias, gracias Señor, me hizo feliz, ahh, como nunca, me hizo feliz, me hizo feliz.
– repetia yo mientras respiraba agitado.
Gonzalo, sin sacármela me fue haciendo poner en cuatro y me fue llevando al borde de la cama, quedé yo en el borde y él parado en el piso, me agachó la cabeza para que mi culito se levantara y reanudó un mete y saca enfurecido.
No sé cuánto duró, más de un cuarto de hora, seguro, pero cuando sentí crecer su verga cerré los ojos y traté de poner toda mi atención en mi ombligo, porque ahí sentía la cabeza de su verga, y siiii, sentí que una tibieza suave me invadía la pancita, fue maravilloso, me sentí de él, sentí que Gonzalo era mi dueño, sentí que mi cuerpo se elevaba, que no tenía peso, que me fundía en otro.
No se puede explicar con palabras, es demasiado fuerte.
Mi pija semi-erecta comenzó a botar de nuevo leche, yo temblaba, gemía, lloraba.
Siempre fui un putito sumiso, pero esa noche me sentí enteramente de mi hombre, y fui perfectamente conciente de eso por primera vez.
Gonzalo me la sacó despacito, yo me desplomé sobre la cama, sobre mi propio semen.
Gonzalo me acarició las nalgas y comenzó a besármelas despacito, se acomodó a mi lado y tomándome del hombro me giró, vio mis ojos húmedos, vio las lágrimas rodando por mis mejillas, me levantó la barbilla y me dio un beso suavísimo en los labios.
-Andá a escurrirte mientras yo cambio el acolchado-, me ordenó, con una voz ahora amable.
Me incorporé y comencé a caminar, wow, qué raro y qué rico se sentía mi culo recontra abierto.
Me senté en el inodoro y dejé que el semen y los jugos salieran, me metí un dedo, mi culo era un boquete.
Decidí bañarme para estar de nuevo perfumadito para, mi cliente?, yo no lo había vivido así, habia gozado tanto, como nunca Elías me había hecho gozar, me había cogido tan rico que hasta por momentos pensaba que como hizo Manu conmigo, yo le debía pagar a Gonzalo por lo bien que me había cogido.
Me reí de mi mismo, antes que me la pusiera ya me consideraba un traba de oficio, ahora, con el culo roto, me sentía un putito agradecido con su macho!
Cuando salí del baño, Gonzalo estaba sentado contra el respaldo de la cama, su cimitarra dormida sobre su muslo.
– Vení-, me dijo -sentate-.
Me acomodé a su lado, mi cuerpo desnudo apoyado contra el suyo, el calor de su piel me encantaba.
-Le gustó señor?-
(Continuará)
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