El villerito 5: el fin de semana
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
-No me llames señor, tuteame.
-Te gustó Gonzalo?
-Qué culo impresionante, nene, qué culo increíble que tenés, por favor! Pero además del culo, me caés bien, pibe!- Me sonrojé y bajé los ojos.
-Yo también gocé mucho Gonzalo-, me quedé en silencio, se lo decía?, siempre fui sincero y luego de todo lo que Gonzalo me había hecho descubrir y gozar, me sentía particularmente sensible.
-Gonzalo, la verdad, nunca gocé tanto, es la primera vez que me hacen acabar mientras me cogen y la primera vez que siento el calor de la leche dentro mio.
– Me quedé en silencio unos segundos y bajé la cabeza, -Gracias por cogerme, Gonzalo- El señor me acarició la cabeza como se acaricia a un nene.
-Vení-, me dijo, abrió las piernas y me hizo sentar de costado entre ellas, me abrazó, me sentí como si fuera un pollito en un nido, mis piernas flexionadas, en posición casi fetal, con el calor de Gonzalo rodeándome y sus brazos como una muralla de contención que me protegía del mal.
Me acariciaba la cabeza, me rozaba las mejillas con sus dedos, me apretaba contra su cuerpo y cada tanto me daba un beso suave en los labios.
Hacía tanto que no me abrazaban con afecto!, hacía tanto que no me hacían una caricia sin morbo! Quería sentirme feliz pero algo me lo impedía, creo que quería sentirme importante para alguien, como fuera, pero que me apreciaran por algo diferente a mi culo.
En la villa, con Elías, en la calle, siempre había sido un buen agujero para coger, y nada más.
Empecé a sentir que el pecho se me cerraba, como cuando encontré a Elías culeando drogado con los tres tipos en nuestra cama.
No pude evitarlo, apoyé la cabeza contra su pecho y comencé a llorar desconsoladamente.
Gonzalo me acariciaba la cara y me abrazaba más fuerte.
Cuando comencé a calmarme me alcanzó una caja de pañuelos.
-Ya está?-
Si, Gonzalo, disculpá-, le dije sonándome los mocos, -vos pagás para cogerme y mirá con lo que te salgo!
-Yo nunca dije que te iba a dar plata-, me dijo con voz dulce.
-Pero me das comida y lugar a cambio de mi culo, es lo mismo, me estoy vendiendo!- Mi culo, pensé, siempre mi culo, tener buen orto era una joda más que una suerte.
-A ver, contame nene, qué te pasa?-, me dijo mientras me secaba suavemente las mejillas con un pañuelo.
-No quiero ser traba, no quiero prostituirme, si mi hermano se entera me mata, si mi vieja se entera se mata.
– Comencé a llorar de nuevo.
-Y entonces por qué te vas a hacer traba?
-Porque no sé como salir de la calle, entiende?, no sé como sacarme la villa de encima, la calle me empuja, el frío me empuja, estar solo me empuja, solamente sé limpiar baños y dejarme coger, y limpiando baños nunca voy a salir de la calle, qué me queda?, entregar el culo me queda!-, mis ojos eran una catarata.
-Ay Roly!, ay hermano!, perdoname, perdoname!
Gonzalo, acariciándome la cabeza, cada tanto suspiraba y mascullaba alguna puteada bajito.
Me dio miedo que en ese mismo momento me rajara a la calle, pensé en la noche fría.
Traté de calmarme.
-Claudio.
-, me dijo serio-, necesito entender, por qué llegaste a esto, contame, sin truchadas, si?- Me secó de nuevo la cara y con esa voz firme y autoritaria, me dijo- dale, empezá.
–
Empecé, hablé del padre bisexual que no conocí, de la madre ausente no por mala sino por vencida, de mi hermano Roly que me cuidaba como podía, de cómo me desvirgó un hijo de puta con la promesa de una pelota de futbol que ni me dio (mi primer cliente?), de la fama de mi culito en la villa, de Elías y mi amor y mi fidelidad absoluta, de la droga y del paco que me lo habían arrebatado, de la calle, de la pija del viejo del parking, de Manuel.
Gonzalo escuchaba en silencio.
-Fuiste a la escuela?
-Hasta tercero de la secu, después me gustaba más estar en la cama con Elías que ir al colegio, y largué.
Viste?, fui su puta!, para eso solo sirvo!
Gonzalo frunció el ceño.
Se quedó pensando un rato bien largo.
Yo, sin saber qué hacer, y puto como soy, comencé a jugar con su pija, me dieron ganas de chupársela.
-Qué tal si jugamos a Pigmalión y Galatea?, te animás?
De qué me hablaba?, Galatea?, recordé las tangas que me había dejado sobre la cama.
Querría que me pusiera ropa de mina? Me acordé cuando jugábamos con Elías a marido y mujer en su casilla, yo, en bolas, me ponía un delantal de su madre y hacía que limpiaba la casa, Elías me agarraba de atrás, yo le decía "ay, hoy no querido que estoy con la regla" y él, clavándomela en el orto, me decía, "quedate tranquila nena, te voy a sacar sangre pero del culito".
Su pija ya estaba reaccionando a mis juegos.
-Querés que me ponga la bombacha entonces?
Gonzalo se quedó callado un rato pensando y luego estalló en una carcajada sonora.
-Nooo, así como estás en bolas está bien-, dijo sin dejar de reirse.
Ahhh, pensé, entonces debe querer que se la ponga.
-Si vos hacés de la Gala esa, yo te puedo coger, no tengo drama.
Esta vez Gonzalo se puso serio.
-Pucha, se nota que la calle y la villa te agarraron en serio, pibe!, dejá de pensar con el culo! Escuchá lo que te voy a decir, yo te voy a sacar de la calle, pero no te va a salir gratis, y me vas a tener que dar mucho más que tu culo.
Aceptás?, si o no?
En qué me metía?, no lo sabía, pero qué me podía pasar peor que estar en la calle y prostituirme? Además, seguro que era algo que hacían los trabas, entonces lo tenía que aprender a hacer.
-Sí, acepto.
-Ah, y no te voy a dar un mango, ok?
-Está bien Gonzalo, acepto.
-Y ahora vamos a coger que ya me la hiciste parar!
-Pero, que voy a tener que hacer?
-Ahora chupármela.
Del resto ya te vas a enterar.
Me incorporé feliz, me acosté entre sus piernas abiertas, le agarré el misil con una mano y abriendo mi boca todo lo que pude me metí el inmenso glande adentro, el gustito a macho inundó mi boca, subí y bajé, lamí, engullí todo lo que pude, pero era tan gruesa que me hacía doler la comisura de los labios.
Me hizo dar vuelta y sumergió su cabeza entre mis nalgas, su lengua en mi ojetito se sentía deliciosa, es difícil gemir con la boca llena de pija, pero lo hacía, mi culo se abría, su pija me regalaba preseminal, estábamos listos.
Se sentó en el borde de la cama y me sentó sobre sus piernas, de frente, nuestras pijas entrelazadas, "dale", me dijo.
Me subí, le tomé la verga con la izquierda, me la llevé al agujerito y me fui sentando, dolía y costaba a pesar de la cogida que me había dado antes, pero me la fui clavando sin dejar de mirarlo, mis ojos le decían, ves?, ves?, me la meto toda Gonzalo!, orgulloso de poder montarme una verga tan gruesa.
Al fin sentí sus muslos en mis nalgas.
Gonzalo me rodeó con los brazos y me atrajo hacia él, nos besamos, con pasión, con furia, Gonzalo me comía desesperado y yo me dejaba comer, me dejaba comer la boca, me dejaba comer el culo, me entregaba todo, que Gonzalo me hiciera lo que quisiera, era suyo, por plata, sin plata, no me importaba, era mi dueño y mientras me cogía y me arropaba con sus brazos yo moría en él, me fundía con él.
Quise empezar a llorar de nuevo, pero Gonzalo me contuvo, me dijo "ya no más, nene, ya no más, vas a ser Galatea y el mármol no llora".
No entendí nada, pero su voz fue suficiente para serenarme, cerré los ojos y comencé a gozar de mi culo, subí y bajé por esos 20 cm de fuego, gemí desesperado, me apreté a Gonzalo, mi pija le bañó la cara de semen, Gonzalo rió, probó un poco de mi leche, me tomó de las caderas y comenzó a bombearme, lo sentí, se me abrió más y el calor de su leche invadió de nuevo mis entrañas llenadome de una paz inaudita, caí relajado sobre la pija de mi macho, lo besé feliz, me levantó, me la sacó, me cargó en brazos y me acostó en la cama, de mi culito escurría leche, preseminal, moquito rectal
-Te voy a mojar otro acolchado, Gonzalo, soy un puerquito, le dije feliz.
-Acolchados tengo muchos, putitos lindos como vos, uno solo.
– Me reí.
Nos despertamos a las 10 de la mañana.
Nos pusimos las batas y fuimos a la cocina.
De nuevo, su cocina era más grande que mi casilla y la de Elías juntas, parecía de programa de la tele.
-Vos prepará las tostadas, ahí tenés el pan, sacá de la heladera lo que quieras comer.
Qué vas a tomar, café?, té, chocolate?
-Mate puede ser?
-Mate entonces.
Abrís el paquete de facturas?
Sobre la mesada había un paquetito con papel y moño de panadería, todavía estaba calentito.
Entonces no estábamos solos?
-Hay alguien en la casa Pa?
-Ahh, por las facturas calientes, si, en una de las casas del fondo vive María Teresa, el ama de llaves, tranquilo, es muy discreta, ella preparó lo que comimos anoche.
Y no me digas Pa, que no me gusta.
-Entonces sabe que me cogiste toda la noche?.
– Gonzalo se rió, seco y duro como siempre.
-No, cree que estuvimos rezando el rosario, boludo!
-Entonces esa señora sabe que a vos te gustan los.
?
-Si, me gustan los pendejos, soy puto y ella lo sabe mejor que nadie-, me respondió medio amoscado.
Desayunamos como dioses, levantamos la mesa.
Pensaba en mi mate cocido con pan de casi todos los días.
Volvimos a la cama, perdí la cuenta de todas las veces que me rompió el culo ese domingo.
Gonzalo era tremendamente lechero y enfermizamente insaciable.
En uno de los descansos, discretamente le pregunté por él.
Se puso serio, solamente me enteré que sus padre vivían en San Isidro y que no tenía hermanos.
El último polvo se lo pedí en la boca, me cogió media hora y después se la empecé a mamar y pajear, su leche me pareció dulce, cremosa, deliciosa, suave, no tenía el sabor acre y amargo de la de Elías.
Dormimos abrazados.
El lunes, pasadas las 11 me despertó María Teresa.
Era una vieja cincuentona, seria, de unforme oscuro.
Yo, en bolas, la cama con olor a garcha, me moría de vergüenza, me tapé hasta el cuello.
Vístase joven, el señor Gonzalo salió a trabajar, regresa a la 1 de la tarde y lo quiere ver.
Ya tiene el desayuno servido.
Me bañé, desayuné y me quedé en la cama, mirando tele, qué otra cosa podía hacer? Me sentía raro, mi cuerpo oscuro de villerito, chiquito en esa cama inmensa, flaco por la mishiadura de la calle, de manos estropeadas por el detergente y el frío, desnudo entre las blanquisimas sábanas de la cama de una gran mansión, esperando a un Señor que me había cogido mejor que nadie y que me había propuesto un negocio que no entendía qué era pero que había aceptado.
Si éste era mi comienzo como traba, venía bien.
Gonzalo llegó a la una en punto.
Entró y comenzó a abrazarme y comerme a besos, a mi no me faltaban ganas, así que casi le arranqué la ropa, me acomodó boca abajo en el borde de la cama y me la mandó a guardar sin miramientos, dolió hasta las lágrimas, pero me entró casi de una, con la fuerza del bombeo la cama quedó apoyada en el placcard y mis nalgas coloradas como si me hubiera pegado, pero mi culo estaba feliz y mi macho se descargó en mi como nunca.
Me quedé sin cambiar de posición, mi pecho sobre la cama, mi culito en el borde, mis piernas en el piso.
Se sentía tan rico el calorcito de la leche en mi vientre que quería que no terminara nunca.
Gonzalo se sentó a mi lado y me comenzó a acariciar las nalgas.
A veces su dedos bajaban y buscaban mi esfinter, mojado, abiertísimo y se hundían en mi canalito enrojecido.
Apoyé mis codos para verlo.
-Viste cómo me lo dejaste?- Gonzalo me regaló su mejor sonrisa de macho orgulloso de su pija.
-Lo tenés demasiado bueno- Le devolví mi mejor sonrisa de puto orgulloso de su culo.
Su pija estaba bastante dura aún y mi culo re-abierto.
Me paré, me puse entre sus piernas, le agarré la pija y me la llevé al orto, me fui sentando y me la fui clavando.
Cuando me senté sobre su pubis, apoyé mi espalda contra su pecho y busqué su boca.
-Me gustás tanto!-, me salió de adentro, nunca había sido activo con mi culo, siempre me había dejado, había sido el juguete de Elías, el sumiso, pero Gonzalo me estaba haciendo descubrir nuevas sensaciones, que me enloquecían, que despertaban mi audacia para pedir más pija.
Gonzalo me giró, me cargó y me cogió caminando por todo el cuarto, luego apoyó mi espalda en la cama y me levantó las piernas.
Me la estaba clavando hasta las bolas, yo enloquecido y eufórico veía salir y entrar esos 20 cm de carne gruesa y caliente de mi culo y bramaba de placer.
Acabé dos, tres veces, leche en mi cara, leche en mi pecho, mi ombligo un lago de semen, pero mi culo seguía excitado y con ganas de más verga.
Casi una hora la tuve adentro, la paz sólo me llegó cuando su semen entibió mi vientre, ahí me derrumbé.
A las 4 de la tarde Gonzalo me despertó, estaba parado desnudo en el borde de la cama, cara de orto.
-Se te va a hacer tarde para ir a tu trabajo.
– Pensé que todo se terminaba, que me despertaba del más hermoso sueño de mi vida.
Me incorporé y busqué su pija, se la mamé con los ojos cerrados un buen rato mientras él me acariciaba la cabeza.
Si ahí se acababa todo, ésa era mi forma de decirle gracias.
-Me puedo bañar?
-Ni lo preguntes.
Cuando salí del baño él ya estaba vestido, esta vez ya con camisa blanca y corbata.
De nuevo con esa voz seca y dura con la que lo había conocido.
-Te vas a laburar, volvés a tu lugar, mañana a las 9 de la mañana, en punto, tenés que estar acá -.
Me dio un pico suave en la boca, se puso el saco y se fue.
Quedé desnudo con la toalla aún en la mano mirando cómo se iba.
(Continuará)
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