El villerito 6: cambio de rumbo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por juanitocaminador.
En el laburo cantaba, mientras pasaba la aspiradora, mientras limpiaba los mingitorios.
Mis compañeros, casi todos villeros, se extrañaban.
Ellos sabían que Eli y yo éramos pareja y que andábamos en problemas.
-Qué te pasó anoche nene, Elías te cogió mejor?-, me decían.
El Pity siempre me había mirado el orto con deseo, estaba rebueno, los compas lo llamaban tres piernas, se acariciaba el bulto y me miraba a los ojos, desde que Elías no vino más a trabajar me tiraba onda.
Esa noche se animó a tocármelo, mientras me susurraba a la oreja -hoy que estás re onda, te dejás Claudio?, en el baño de Gerencia podemos- Me quedé pensando.
Gonzalo no me había mencionado que no podía coger con otro.
Con los 21 cm de Gonzalo había gozado como loco, sería lo mismo con los del Pity? Lo miré directo.
Me tenía que cuidar que después no contara.
-Vos también te dejás?
-Hoy no tengo ganas de dejarme Claudio, pero otro día me dejo.
-Entonces andá a cogerte a tu hermana y otro día yo me dejo.
-Bueno, está bien, me dejo.
Fuimos a la gerencia, nada de baño, corrí con cuidado los papeles del escritorio del Gerente, me bajé los pantalones y el slip, el Pity hizo lo mismo.
El sobrenombre era cierto, la tenía más larga y más gruesa que la mía, tan gruesa como la de Gonzalo.
Me incliné sobre el escritorio y me abrí los cachetes.
Me lo chupó un poquito y me lo escupió bastante.
Me la clavó.
Al principio como siempre me dolió, como me dolió la de Gonzalo.
Después esperé el placer infinito que me había dado una verga larga y gruesa.
Pero no vino.
Estaba rico y me estaba recogiendo bien, pero yo sentía lo mismo que cuando me dejaba en la villa, quizá un poco de lo que me hacía sentir Elías, la explosión de sensaciones únicas que me había hecho vivir Gonzalo no llegó, tampoco eyaculé.
Me acabó, sentí la leche caliente adentro, pero ni pizca de la paz maravillosa que me hacía sentir la leche de Gonzalo.
Decir que no me gustó comerme 25 cm, sería como decir que a un puto no le gusta la pija.
Pero fue un polvo más, sólo eso.
Fue mi turno.
El Pity me la miró preocupado, yo la tenía durísima, el morbo de la cogida me había excitado.
Ocupó mi lugar, me dijo "despacio que lo tengo cerrado".
Le metí toda la saliva que pude con los dedos.
Se la clavé, gritó más de lo que debería haber gritado.
Le di un segundo empujón y volvió a gritar con el mismo entusiasmo.
10 cm de mi pija ya estaban dentro de su culo.
De pronto sentí que la puerta se entornaba y dos pares de ojos se cruzaron con los mios.
Pudieron ver mi verga enterrada a la mitad en el morenísimo y pequeño culito del Pity, que gemía de dolor sobre el escritorio.
Enseguida cerraron, bien despacito.
Pity no se enteró de nada, le dolía demasiado para prestar atención.
De a poquito le entró toda y a los 5 minutos el Pity estaba gozando como toda un puta.
Del otro lado de la puerta, 4 orejas escuchaban, 2 bocas sonreían.
Tardé media hora en acabarle y lo hice porque me puse a pensar que Gonzalo me estaba rompiendo el culo.
El papel de la impresora del gerente general sirvió para limpiarme la sangre, la mierda y el semen que me dejó en la pija el culo del Pity.
Nos subimos los pantalones, el Pity quedó tan destrozado que se fue al vestuario, se cambió y se volvió rengueando a la villa.
Por supuesto al otro día todos los compas lo sabían y comenzó el bulling atroz: dejó de ser el tres piernas y pasó a ser el putarraco.
Nada valió, cuando se enojaba después de una tocada de culo y amenazaba con algo, le decían "ayy, mirá como se hace la virgencita este putarraco culo roto", el Pity agachaba la cabeza y mascullando puteadas seguía pasando la aspiradora a las alfombras.
Todos se cogen a un puto, pero ser puto, dejarse coger y ser feliz con eso no es para todos.
Terminado el laburo, volví a mi palier, me pareció más frío, sucio y desolado que antes.
Volver a chuparle la pija al viejo del estacionamiento para recoger mis cosas fue lo peor.
Pero en unas horas volvería a la mansión de Gonzalo, no sabía para qué, y si de tanto misterio no salía nada, al menos tenía un macho que me cogía de lujo.
No quería pensar demasiado, mejor entregarse al misterio que me proponía Gonzalo, eso de Pig no se qué, fuera lo que fuera, en unas horas me enteraría.
Antes de dormir me quedé pensando.
Me había dejado coger por el Pity porque la tenía grande como Gonzalo, esperando sentir lo mismo, pero fue un polvo común y corriente.
Entonces porqué me ponía tan loco cuando Gonzalo me rompía el culo?, por qué sentía que estaba en el cielo, que iba a morir de placer, que mientras tenía su pija adentro y su cuerpo estaba junto al mio, el mundo no existía? Por qué él se excitaba tanto conmigo? Había algo, no sabía qué, pero entre los dos había algo.
Dormí como se duerme en la calle, un ojo cerrado y otro abierto.
A las 8 estaba tomando el tren en Retiro.
Con el andar cansino de la salida, podía ver los bordes de la villa donde viví y crecí, casi pegada a la última via.
Ahí seguramente había pibes que con promesas mentirosas perdían el virgo de su culito, había otros que se dejaban coger en algún rincón mugriento, habia otros que soñaban juntar la plata para hacerse las lolas y así ganar más guita vendiéndose como travesti, los que no eran tan afortunados como yo, hasta se ponían siliconas industriales en el orto para agrandarse las nalgas.
Yo en cambio iba a una mansión donde un señor me había comido deliciosamente el culito todo el fin de semana en una cama con sábanas de raso.
Iba a qué?, qué esperaba Gonzalo de un villerito puto como yo? Sería que me quería convertir en un putito de lujo para venderme a los señores de guita que seguro él conocía?, había visto negocio en mi culo? No, no podía ser.
Me había acariciado, me había consolado,me había besado con ternura, se había preocupado por conocerme, podría venderme? Al fin y al cabo, por qué él iba a ser diferente?, quien alguna vez me había dado afecto?, mi vieja estaba muy ocupada para quererme, mi hermano me quería a su manera, Elías?, a pesar que me engañé tanto tiempo, tuve razón la primera vez que me tiró onda, no me quería a mi, quería a mi culo, quería sentir el orgullo de ser el macho que se cogía al puto de mejor culo de la villa.
Me sequé las lágrimas con la manga de la campera, por suerte el vagón venía medio vacío.
Y bueno, qué podía ser peor?, ser un traba de la panamericana viviendo en una pensión mugrienta o ser un puto fino cogido por gerentes y conchetos con guita?
Toqué el timbre, me vino a abrir María Teresa, cara de orto como siempre.
-Venga por acá joven, la señora Paula lo espera en la biblioteca.
Entramos a una habitación con paredes cubiertas de libros de todos los colores, en el centro una mesa y una señora, cincuentona también, de pelo gris y mirada más seria que la de Gonzalo, me esperaba.
Sobre la mesa, lápices, papel, libros.
Con vos de sargento, me dijo:
-De ahora en más usted va a estudiar conmigo de lunes a viernes, de 9 a 12, tendrá media hora para almorzar; de 12:30 a 13:30 volvemos a estudiar, de 13:30 a 15 tendrá tiempo para hacer tarea en el escritorio del señor Gonzalo.
A las 15 viene el señor Gonzalo.
A las 17 retira la vianda con su cena en la cocina y se va a trabajar como siempre.
Todos los lunes le voy a dar un libro, el siguiente lunes me debe traer un resumen de 4 carillas sobre el libro, sin falta.
Esto lo vamos a hacer de lunes a viernes, incluido feriados, no llegue tarde.
El sábado viene a la misma hora y queda a las órdenes del señor Gonzalo.
Le queda todo claro o quiere que se lo repita?
Me quedaba clarísimo, pero no entendía nada.
Qué quería hacer Gonzalo?, educarme?, para qué? Me volvió la idea de que me iba a convertir en puto fino, un gueisho para complacer conchetos con guita.
La vieja me tomó un examen, hice lo que pude.
Cuando lo corrigió, miró al techo y siempre con su voz de sargento masculló, Ay señor Gonzalo!, ustede se hace el Pigmalión pero yo tengo que pulir el cascote! El cascote seguro era yo, pero quién mierda era ese Pigmalión?
La señora Paula me destruyó la cabeza, llegué a las 13:30 al escritorio de Gonzalo y quedé solo con mis garabatos por delante y un libro en la mochila.
Intenté hacer algo, pero me dolía la cabeza, en 10 minutos me quedé dormido sobre los papeles.
Me despertaron los masajes que Gonzalo me estaba haciendo en los hombros, le sonreí con miedo.
-Cómo estás putito?
-Ahora que te veo, bien!, esa señora me dejó el coco más roto que como vos me dejás el culo.
– Gonzalo se rió.
-Y bueno, poner en marcha el motor oxidado cuesta, nene.
Es más fácil usar el culito, no?
-Siiii- contesté sonriéndole sensual.
-Acostumbrate, Claudio, esto va a ser todos los días, por muuucho tiempo.
-Para qué Gon?, soy un negrito villero, qué vas a conseguir?
-Ya vas a ver, teneme confianza y tenete confianza.
Y no preguntes más, ya te vas a ir enterando.
– Su voz cálida y afectuosa y sus suaves masajes me relajaron y me tranquilizaron.
-Y me vas a dar algún premio ahora?
-Vení-, me dijo sonriendo, me tomó de la mano y me llevó al dormitorio.
Nos paramos al borde de la cama, me dio un suave beso en los labios y comenzó a desvestirme despacio, primero la camisa, lentamente, botón por botón, luego el cinturón, luego el botón del jean, metió su mano por debajo de mi slip y me acarició la verga.
Me acordé de mi baño con agua fría a las 3 de la mañana en el parking mientras ese viejo de mierda me miraba y se pajeaba.
Me acordé de su leche asquerosa sobre mi cuerpo, me sentí sucio.
-Ay, Gonzalo, vengo de la calle y no me bañé, me esperás?- Frunció el ceño, me miró en silencio.
-Está bien, es tu primer día y merecés relajarte, bañate y te espero en el jacuzzi.
Terminé de desvestirme y me fui al baño, Gonzalo me miraba de arriba a abajo.
-Qué culo increíble, mi madre!!!!-
Me salió por primera vez el marica.
Le tiré un beso sensual por sobre el hombro y me fui al baño intentando menear la cola como toda una puta.
Me metí en la ducha, pocos minutos después sentí el borboteo del agua del jacuzzi inmenso que había en el baño.
Gonzalo estaba sentado, con los brazos extendidos sobre los costados del jacuzzi mirándome sonriendo.
Yo tenía unas ganas locas que entrara a la ducha y me cogiera, pero el hombre quería verme y gozar del masaje del agua tibia.
Me daba un poco de vergüenza lavarme el culo delante de Gonzalo, pero lo hice a conciencia, quería estar perfecto para mi macho, quería sacarme el olor asqueroso del Pity de mi culo, ya no más, mi culo, todo mi cuerpo eran sólo para Gonzalo.
Me sequé sólo la cabeza y me senté dentro del jacuzzi al lado de Gonzalo, nos besamos suave.
Mi mirada fue directo a sus piernas, entre las olitas y burbujas podía ver esa poronga inmensa, esa serpiente de mar, gruesa, larga, deseable, mi culito ya cosquilleaba.
Mi mano fue a acariciarla, reaccionó de inmediato.
Gonzalo apoyó sus pies y levantó su torso, la serpiente quedó casi a ras del agua, la corriente la mecía suavemente, me enloquecí, me arrodillé, me la metí en la boca y se la empecé a mamar desesperado.
Cada vez la podía tragar un poco más.
Gonzalo me hizo acomodar con los manos apoyadas en el borde del jacuzzi, mi ortito a media agua, me besó cada centímetro de las nalgas, me las mordió, me las acarició y al fin su cabeza me arrancó el grito de dolor, la serpiente marina había comenzado a devorarme, en tres golpes y tres gritos ya tenía los 20 cm dentro de mi culo, comenzamos los dos a gemir, el aceleró, yo comencé a menearlo y a apretarme contra él, por primera vez acabamos juntos.
Gonzalo me la sacó de a poco y se volvió a recostar contra el borde del jacuzzi, apagó el motor y el agua quedó quieta, mi semen, abundante, estaba sobre el fondo.
Me senté a su lado, sentía cómo el agua tibia entraba a mi culito abierto y cómo de a poco el semen de Gonzalo salía de mi y formaba un laguito entre mis piernas.
Gonzalo, con cara de satisfacción, me dijo -vení-, me acomodé sobre sus piernas, me abrazó y nos besamos.
-Te gustó Claudio?
-Me encantó Gonzalo, me encanta ser tu putito, cómo me hacés acabar! Gracias por cogerme Gonzalo, gracias.
-Me costó contener las lágrimas, qué puto llorón que soy!
Me volví a sentar a su lado y nos besamos largamente, suave, casi como un beso de enamorados.
-Qué te pareció el plan que te contó Paula?- No sabía muy bien qué decirle, tenía miedo de cagarla, de perder la extraña oportunidad, tenía miedo de despertar del sueño que estaba viviendo, pero como siempre, preferí ser sincero, aunque me diera una patada en el orto y me devolviera a la calle.
Respiré hondo y me largué a hablar.
-No sé que decirte Gonzalo, no entiendo nada.
Me da miedo, no sé qué pensar.
Me vas a poner a estudiar y me vas a seguir cogiendo, eso entiendo del plan, pero no sé para qué.
Soy un negro de la villa, vos sos un concheto, para qué te puedo servir?
Gonzalo me miraba serio e interesado.
Largué lo que me daba vueltas en la cabeza:
-A veces pienso, perdoname, no te enojes, pero como decía un viejo de la villa, el perro cascoteado, cuando alguien se le arrima ya por las dudas mete la cola entre las patas.
–
Respiré hondo, tomé coraje.
– A veces pienso que me querés preparar para hacerme laburar de puto VIP en algún negocio tuyo.
– Gonzalo se rió con ganas.
-Qué buena idea!, no se me había ocurrido.
Con tu culito y tu pija podemos hacer buena plata.
–
Sonreí apenado, me acordé de la broma de mi hermano.
-Dejate de pensar boludeces Claudio, te quiero ayudar, eso es todo, pero soy un hombre de negocios, gratis no te va a salir y te voy a sacar buen provecho.
-Entonces vos pensás que te estoy pagando la inversión con mi culito? Yo no valgo nada, Gonzalo, soy un puto que vive en la calle pensando hacerse travesti, tengo buen culo, pero eso para vos que con tu guita podés cogerte a quien te da la gana, vale algo? Además Gonzalo, también te quiero decir esto, el culito te lo doy de onda, me dejo de onda, me muero por tu pija, nadie me hace sentir como vos.
No quiero nada por darte mi culo, tu pija me enloquece y si tuviera guita hasta te pagaría para que me cojas.
-Entonces ya estoy ganando más de lo que pensaba.
– Tengo planes para vos, tenés que rendir, esforzate, rompete el culo estudiando, que de rompértelo en la cama me encargo yo.
No entendí muy bien lo que me quiso decir.
-Y si me va mal?
-No te va a ir mal.
Yo conozco a la gente, o te crees que solamente te miré el orto? Rompete el culo con Paula y vas a andar bien.
Comencé a lagrimear, lo besé.
-Una última pregunta Gon, qué eso de Pig no se qué y esa mina, Galatea?
-Ovidio, Metamorfosis, libro 10.
Pedíselo a Paula en unos meses, ahora no vas a entender una mierda.
O pedile que te pase la película.
Y ahora vamos a coger, que tu culito me llama.
Nos secamos mutuamente y me llevó de la mano a la cama.
Paula me exprimió, me hizo doler la cabeza por semanas, la putié de todas las formas posible, a veces ni dormí con tal de terminar los libros.
Sentado en mi palier, tapado con la frazada, con una linterna leía y leía, escribía, calculaba.
Si Manuel estaba, me traía de tanto en tanto un café y me daba ánimos, amo a ese puto viejo y maravillosamente bueno!
Al fin en la vida me sentía seguro, tenía algo parecido a un futuro, gente que se preocupaba por algo más que mi culo.
De a poco me fui abriendo y pude dar algo más que mi cuerpo, pude comenzar a dar afecto, y las viejas me lo devolvieron, las dos comenzaron a quererme, las comencé a llamar mis tías, tia Tere me quería hacer engordar a la fuerza, y con las maratones de pija que me daba Gonzalo, necesitaba alimentarme! Tia Pau, nunca me bajó el rigor, pero cuando me veía renegar, me acariciaba la cabeza y me ayudaba.
Yo les cebaba mate a las dos y las dos me mimaban en todo.
Todas las tardes Gonzalo me rompía el culo dos y tres veces, era insaciable y me hizo insaciable a mi, no podía vivir sin su leche caliente en mi culito.
Los fines de semana eran una maratón de sexo, pero cada sábado a la noche, como parte de mi aprendizaje, me llevaba al teatro o al cine o a escuchar música.
Mi relación con él fue creciendo en riqueza, me convertí en un loro que no dejaba de hablar, me convertí en su fuente de sonrisas, dejó de ser el mudo cara de orto y comenzó a compartir conmigo mucho más que su pija y su inacabable y delicioso semen.
Una mañana yo estaba con tía Tere preparando el mate mientras ella ponía en un plato unos pedazos de pasta frola.
Gonzalo volvió en ese momento de sus oficinas en el centro y entró a la cocina, le dio tremenda nalgada a la tía Tere y la reconvino, "che vos, vieja culona, dejá de malcriarme al pibe!", luego silbando se fue a su escritorio.
María Teresa se quedó frotándose las nalgas doloridas y sonriendo.
Vino a mi encuentro y me abrazó.
-Qué pasa, tia?-
-Gracias Claudito, gracias por devolverle la alegría al señor Gonzalo.
– Yo no entendía nada y se me notaba en la cara, pero como me encantaba abrazarla, le devolví el abrazo.
Apoyar mi cabeza en un pecho materno me hacía sentir tan bien!
-Dale nene, cebame mate y te cuento.
–
El padre de Gonzalo era un importante empresario, con campos de cría de ganado en las mejores zonas del país y una cadena de hoteles en los lugares turísticos más importantes.
Su madre, gran señora, se dedicaba a la beneficencia pomposa y poca o casi nada de bola le daba a su hijo.
La familia vivía en una mansión en las barrancas de San Isidro, una casa inmensa y llena de servidumbre.
Paula era su institutriz y tía Tere la que atendía en todo al niño Gonzalo, desde levantarlo a la mañana y llevarlo al colegio hasta arroparlo antes de dormir.
A ella, y no a los padres, Gon, cuando andaba por los 15, le confesó llorando que se había enamorado de un compañero de la escuela y que "lo había hecho".
Gonzalo vivió allí hasta los 20 años, cuando sobrevino la hecatombe: su madre entró a su dormitorio sin avisar y lo encontró en la cama, desnudo y con la cabeza empotrada entre las nalgas de Martín, el hijo de la cocinera, que aun no cumplía 14, y que, en 4 patitas y en bolas gemía como gata de tejado.
La vieja cayó redonda al piso y hubo que llamar al médico de la familia para que la atendiera.
Para evitar el escándalo se tuvo que mudar de la casa de San Isidro a la mansión de la finada abuela, y desde entonces vivía sólo en este palacete, junto con mis dos tías.
Martín, a pesar de las prohibiciones, venía a ver a Gonzalo varias veces a la semana para hacer "eso", pero siempre le pedía plata con una excusa u otra, y cada vez más.
Cuando Gonzalo se cansó de darle dinero, el pibe, que ya andaba por los 16, lo amenazó con contarle a los padres.
Tía Tere estaba limpiando el escritorio y escuchó el grito "Andate a la concha de tu hermana, puto de mierda, contale a quien quieras, forro!".
Martín salió semi desnudo del cuarto mascullando puteadas.
Al día siguiente vino el padre.
Se encerraron en el escritorio por largo rato.
El padre salió con la cara roja y se fue sin saludar.
Nunca más vino y nunca más volvió Gonzalo a San Isidro a visitar a sus padres.
Le cedió la cadena de hoteles que Gonzalo administraba y nunca más lo llamaron, ni siquiera para el cumpleaños.
Gonzalo, que no tenía ni los ojos de la madre, ni su afecto, siempre creyó que su vida era consecuencia de algún polvo que su padre se echó con alguna sirvienta.
El Señor se había vuelto callado, serio, caracúlico crónico, hasta que un putito de la villa, yo, había vuelto a arrancarle una sonrisa.
Siguieron tres meses muy duros, yendo a laburar todos los días, estudiando en cada momento libre y durmiendo en la calle.
A los tres meses rendí libre tercer año.
Cuando volví del examen, Gonzalo estaba en su escritorio, me prendí de su cuello, levanté mis piernas y se las pasé por la cintura.
Lo besé.
-Tu villerito ya pasó de año, Gonza, me das mi premio?- Sonrió, me felicitó y comenzó a besarme apasionadamente.
Me acostó sobre la mesa y comenzó a aflojarse el cinturón.
Yo hice lo mismo con el mío y levanté mi ropa.
Su pantalón cayó al piso, se levantó la camisa, me alzó las piernas con pantalón y todo y me la clavó.
Nuestras bocas se unieron, nos besamos con desesperación, libros y papeles al piso, mi ojete gozando, mi macho gimiendo, mis huevos reventando.
La felicidad me invadía, lo estaba logrando, el cascote comenzaba a tener forma, ya me imaginaba Galatea, luciendo una tanguita roja delante de Gonzalo.
-Viste putito que podés?-, me decía Gonzalo entre estocada y estocada.
-Con los premios que todos los días me das puedo llegar a Marte caminando Gon, no dejes de cogerme nunca por favor, que me recibo de físico nuclear si querés, sin tu pija Gon me muero de tristeza.
-La vas a tener siempre putito, siempre.
Mi pija le estaba llenando de preseminal la corbata y mis pantalones no le dejaban abrirme más las piernas, nos reímos de la situación, me la sacó, y mientras yo me desnudaba completo, él chupaba mi preseminal de la corbata.
Apenas se desvistió, me arrodillé entre sus piernas y comencé a chupársela, qué me importaba que había estado en el fondo de mi culo?, él era mi dueño y esa pija me hacía más feliz que nada en el mundo.
Cerré los ojos y de a poco la fui empujado un poco más adentro de mi boca, me vinieron las arcadas, las dominé y casi sin darme cuenta, mis labios estaban apoyados en su pubis.
Gonzalo me acariciaba sonriendo y me decía, así chiquito garganta profunda, así putito mio, sacame la lechita con tu boquita nene, aceleré mi mamada mientras acariciaba sus bellos muslos y sus lecherísimos huevos, Gonzalo comenzó a gemir fuerte, mi boca lo sintió, sin masturbarlo, a puro labio, su semen invadió mi boca, me incorporé y le ofrecí un beso, compartimos su semen, tragamos juntos mirándonos a los ojos y nos abrazamos en silencio, largo rato.
Me llevó a la cama de la mano, me acostó boca abajo y apoyó su cabeza en mis nalgas.
A pesar del dolor en la comisura de los labios, me quedé dormido.
Me despertaron los besos de Gonzalo en mi espalda, comenzaba en mi cuello y bajaba por toda mi columna, se detenía en el comienzo de mis nalgas y comenzaba a apoyarme los labios en todo el ancho de mi culito.
Se acostó a mi lado y comenzó a acariciarme las nalguitas suavecito, mientras me miraba.
-Viste Gon que pude?
-Si Clau, aprobaste tercero.
-No Gon, pude tragarme tu pija entera y hacerte acabar en mi boca, me duele un poco la garganta, pero seguro que es hasta que me acostumbre.
– Y también seguís pensando como villerito puto, pero no importa.
Decime, por el culito también te podés tragar mi pija entera?
Sonreí mientras me apoyaba sobre los codos.
– Eso lo hago desde el primer día, querés probar?- Su sonrisa me dijo que sí.
Se puso de costado para ofrecerme la pija y se la comencé a mamar.
En minutos se puso dura.
Apoyé mi cabeza sobre la almohada y me quedé esperando.
Sentí el lubricante en mi culito, me puse una almohada debajo de la pija y me abrí las nalgas para mostrarle la entrada.
Me apoyó su cabeza tibia, sentí el agudo dolor de mi esfínter abriéndose, sentí ese caño venciendo mi esfínter interno y entrando en mi recto, después de eso, sólo seguía el placer, su pija en mi culo ya se deslizaba hasta el fondo sin resistencia, como si mi culo fuera una concha, sentí el calor de su pecho sobre mi espalda y recibí el primer beso en mi cuello.
Me pasó los brazos por debajo del pecho y comenzamos a besarnos.
El va y viene de su pija en mi conchita era largo y delicioso, lo hacía despacito, mientras nos besábamos.
-Gracias Gon, soy completamente feliz, no me la saques nunca, te siento tanto Gon!
Mi pija estaba completamente dormida, como si hubiera salido de bañarme con agua helada, pero mi cuerpo vibraba de placer, de un placer especial, de bienestar, de paz, no había lujuria, no había gritos, apenas suaves gemidos de los dos, los míos extrañamente agudos.
Cada nuevo día que pasaba con Gonzalo me convencía más que mi pija era un puro adorno, pensaba en la frase de tio Manu, "Un puto que se precie no necesita pajearse, nene, el culo te satisface también la verga".
Después de casi una hora de mete y saca comencé a sentir un calorcito nuevo que me venía del esfinter y me invadía las bolas, me pareció que la pija de Gonzalo se engrosaba al infinito, mis gemidos se convirtieron en chillidos agudos, escuché los gritos de Gonzalo, una deliciosa descarga de semen comenzó a fluir de mi pija dormida, luego todo mi cuerpo se aflojó de golpe y sentí que la pija de Gonzalo volvía a su tamaño, normal.
Comencé a reírme feliz, despacito.
-Qué te pasó Clau?
-No se Gon, algo en mi culo, fue delicioso.
Embarazame Gon, hacé mi felicidad completa, por favor.
Gonzalo aceleró, su pubis golpeaba duro mis nalgas, la cama crujía, me hizo arrodillar, me tomó de las caderas, mi pija bamboleaba, me toqué la pancita, sentía adentro el ir y venir de la pijota de mi macho, cerré los ojos y me dediqué a sentir.
Al fin Gonzalo me apretó contra su pubis y se quedó quieto, el rio de semen tibio invadió mi pancita, y el placer de mis huevos me regaló otra eyaculación con pija dormida.
Me caí literalmente sobre la cama y Gonzalo cayó conmigo.
Nos quedamos dormidos.
Me dormí con su pija dentro mio y me desperté con el culito abierto y lleno de pija, Gonzalo roncaba despacito sobre mi espalda.
Miré la hora.
-Amor, me tengo que ir a trabajar.
– Gonzalo despertó, me sonrió con cara de sueño.
-Ya no, Claudio, ya no.
Lo miré extrañado.
Se incorporó despacito y para mi tristeza mi culito quedó vacío.
Se sentó contra la cabecera de la cama.
Hoy renunciás al trabajo, tirás a la mierda lo que tenés en la calle y te venís a vivir "con tu tia Teresa", sos oficialmente su sobrino del Chaco.
En 9 meses tenés que terminar la secundaria, así que vas a tener que estudiar más horas por día y me vas a tener que dar el culito todas las noches y todas las noches vas a tener que dormir conmigo.
–
Ya saben que soy un llorón, creo que lloré 10 minutos sin parar, creo que no dejé un milímetro de Gonzalo sin besar, mis brazos se cansaron de tanto abrazar.
Cómo podía corresponderle?, no había forma, lo mejor que yo tenía, mi culito, ya era de él.
Ese fue todo mi regalo, mis lágrimas de felicidad y el prometerle una y mil veces que era de él y que jamás le iba a fallar.
Esa noche Gonzalo me llevó al centro, fui al laburo a decir chau.
Después fui al parking a buscar mis cosas, el viejo apenas me vio se empezó a frotar la pija, junté mis cosas y sin decirle nada me arrodillé entre sus piernas, como nunca lo había hecho, le aflojé el cinturón despacito, le bajé la ropa de a poco, el calzón sucio se enganchó en su pija parada, se la destapé con toda mi sensualidad, al salir, su verga dura casi rozó mis labios, le agarré la pija con mi mano izquierda, el viejo estaba fascinado.
Abrí la boca como para comerme su glande, con la mano derecha le retorcí los huevos y con la izquierda la pija, el viejo quedó llorando de dolor en el piso.
"Andá a que te la chupe tu hermana, viejo puto!" fue lo último que escuchó de mis labios.
Mis cosas las repartí entre los demás habitantes de la calle.
Después fui al bar, lo llamé a Manu desde la puerta, le di el abrazo más fuerte que un hombre puede dar y me subí al auto de Gonzalo que me esperaba en la esquina.
A partir de ese momento estudiaba todo el día, Gonzalo llegaba a las 8 de la noche, cenábamos juntos y después me hacía el amor hasta que mi culito rebalsaba de leche, nunca menos de dos polvos, casi siempre tres.
Yo acababa y acababa sin tocarme, mi concha de macho me daba tanto placer!, mi Gonzalo me daba tanto placer!
Cuando llegó el verano, Gonzalo empezó a fletar a las dos viejas el fin de semana.
Sábado y domingo prohibida la ropa Claudio!, desayunábamos en pelotas, almorzábamos en pelotas y nos pasábamos los dos días en pelotas en la piscina, mi nalguis quedaron bronceadísimas, cogíamos en el borde de la pileta, se la mamaba bajo el agua, pero lo que más me gustaba era acostarme boca abajo en uno de los bancos de madera del jardín y que Gonza me hiciera el amor mientras el sol se colaba entre los árboles.
Cada vez conversábamos más, cada vez nos mimábamos más, de a poco dejé de hablar como villero, me empecé a preocupar por otras cosas.
En diciembre rendí cuarto y quinto.
En febrero rendí sexto.
Cuando salí de la escuela, antes de volver a casa, pasé por un shopping.
Me metí en el mejor y más lujoso local de lencería femenina.
Gonzalo nunca me había dado un mango, pero de los pocos manguitos que yo ganaba casi no gastaba nada porque Gon, tía Tere y tía Pau me daban todo lo que necesitaba.
Encaré a la pendeja más linda.
Le pedí una tanga y un baby doll rojos.
Tamaño?, preguntó.
Como para mí, le dije.
Sonrió.
Me trajo varios, elegí.
Me probé el baby doll sobre la ropa.
Me quedará bien?, le pregunté.
Si su novia tiene su misma altura pero es más delgadita, le va a quedar bien.
No, no es para mi novia, es para mí.
Me miró extrañada, luego comprendió, se puso seria, me parece que no le gustaban mucho los putos.
Me trajo un talle más.
Le pregunté por la tanga, me miró el culazo, arqueó las cejas, también me trajo un talle más.
Llegué a la casa, abracé y levanté por el aire a tía Tere, comí a besos a tía Pau.
Almorzamos juntos y me fui al escritorio a esperarlo a Gon.
Llené el jacuzzi de sales de baño y me di un baño largo y profundo.
Salí perfumado, me sequé, me puse crema en las nalguis, y después Kenzo en los pezones y alrededor del ojetito (uy, cómo arde).
Me puse la tanga, no sabía cómo acomodar la pija, me la saqué, me paré frente al espejo y me escondí la pija en la ingle, qué sugestivo me veía!, mi abundante bosque de pendejos sin la pija en el medio sugerían una concha, me excité y se me empezó a parar.
Pensé que si Gon quisiera una concha se cogería una mina.
Entonces cómo me la acomodaba? No había opción, para arriba, aunque un buen pedazo me quedara por sobre el elástico.
Me volví a poner la tanga.
Me miré en el espejo, quebré la cadera, wow!, qué hermoso me veía, qué culo divino!, si no fuera tan puto me cogería a mi mismo, me dije.
Me puse el baby doll, cuando cayó sobre mi cuerpo, la suavidad de la seda me fascinó.
Me llegaba justo a mitad de las nalguis, me tapaba el pedazo de verga que no podía esconder, me vi hermosa!
Sentí la puerta.
– Clau, donde estás?-
-Ya salgo, ponete cómodo Gon!
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