Eleuterio, Efrén y Hanibal
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Me montó en su caballo en una tarde calurosa a un sendero de monte, nos acostamos a jugar sobre la tierra nos desnudamos y me pasó la verga húmeda y peluda por todo mi cuerpo, yo sabía que eso estaba mal pero me iba gustando en cada acto que me hacía, un día que regresaba a pie de la escuela me subió al caballo y nos fuimos a culiar al río
Alli fui suyo con mi culo mojado de saliva mientras la verga de Eleuterio se daba gusto apenas entrando haciendome sentir dolor, el primer envión de verga fue a medias pues muy rápido botaba semen en mi culo, la segunda ocasión me rompió el culo totalmente, todo fue tan rápido y doloroso, recuerdo bien su pecho sudoroso levantarse de mi agitando la verga sobre mis pompis saliéndome apenas sangre por mi huequito y un dolor desgarrador que sentía
Luego de que me lo hizo cambió mi carácter y creo que mi sentido de vida se portaba gentil, me cuidaba y me regalaba cosas, eso me comprometía y asi lo seguimos haciendo en el mismo lugar por varias veces, mi culo se hizo dependiente de su verga, me hacia sentar sobre ella y explotaba de placer al ser penetrado como jinete montado en ese caballo de verga, me transformé en un chiquillo homosexual muy ardiente, nunca le reclamé lo que me hizo ni se lo dije a mis padres.
Pero como lo bueno dura poco, mi papá consiguió un trabajo con mejor ganancia en la ciudad, le molestaba como crecía mi amaneramiento, a mis 15 años yo era diferente a mis dos hermanos pequeños, pero todavía era un gay tapado, con glande descubierto de tantas pajedas y estiradas de placer, fui a trabajar como oficial en una vulcanizadora (arreglo de llantas de vehículos) en la mañana y tarde y estudiaba en la noche, al frente donde trabajaba estaba una tienda la dueña era una señora madre soltera que pasaba viajando llevando mercadería, su una hija de nombre Graciela de 12 años y un precioso chiquillo de 10 años que se llama Efrén la piel de su hermana es blanca y la de Efrén en cambio es canela, suave y brillosa, sus piernas son lampiñas, ambos tenían la costumbre de hacer los deberes en una mesa plástica colocada junto a la tienda en la acera, hice amistad con ellos y de vez en cuando les ayudaba con los deberes en lo que podia o entendía.
Desde el sitio de mi trabajo miraba a Efrén la forma de sentarse, moviendo las piernas en el aire, sobandose los pies, recorría las manos sobre sus piernas y se metía los dedos dentro de su short se estiraba la verguita vestida cuya cabecita aparecía por un costado del short ancho que se ponía, siempre lo hacía yo no perdía de mirar un solo detalle de eso yo también usaba short cuando me sentaba junto a él hacía todo lo posible por que nuestras piernas queden unidas transmitiendonos el calor de nuestros cuerpos, se me ponía la carne de gallina cuando al escribir sobre el cuaderno su carita se arrimaba a mis hombros lanzando un delicioso aire calientito de su boca que lo sentía en mis mejillas, mi verga se paraba, me hacía feliz eso, me atrevía a frotarle suavemente las manos también me gustaba mucho cuando salian de las sandalias los deditos de sus pies que rozaban y sobaban mis piernas, ambos creo que sabiamos lo que deseabamos pero había una barrera tal vez de recelo por la edad que nos lo impedía pese a que siempre mirabamos nuestras vergas abultadas de tamaño diferente, me ponia a mil cuando le veia chupar el boligrafo o lapiz o pasarselo por los labios y mejillas me ilusionaba parecia que era mi verga la que le entraba y salía por esos labios tan jugosos.
A veces en las tardes la mamá de Efrén tenía que salir a dejar mercadería con su hija dejándolo al cuidado de la tienda y le hacía compañía su primito Hanibal de casi su misma edad, se empujaban sobre el mostrador, Efrén se le montaba por ratitos a su primito, le metía las manos dentro del short para sobarle las pompis, lo agarraba de la cintura y se iban al fondo de la tienda, al ratito salían cabizbajos moviendose la verga, por mi experiencia sabía que habían culiado se manoseaban las vergas por debajo de la mesa, pegaban sus piernitas y las mecían, Efrén era el más arrecho y el que dominaba la situación, su primito se dejaba por ser muy timido.
Ambos se van al fondo de la tienda y al ratito llega un niñito a comprar, al ver que no lo escuchaban yo aproveché de esa escusa para meterme a la tienda y buscarlos para que atiendan, no los llamé para sorprenderlos ver lo que hacían porque me imaginaba lo que se estaban haciendo y no me equivoqué porque al abrir la letrina vi los shores de ambos hasta los tobillos, Haníbal estaba recostado boca abajo sobre el excusado siendo culiado por la verga de Efrén que se movia a todos lados de las pompis, yo al abrir despacio la puerta no se dieron cuenta que eran vistos por mi sino hasta por unos segundos cuando se levantó Efrén y regresó a ver atrás, obvio que la cara de ambos fue la de asombro, para no asustarlos yo tomé acto natural, con frialdad y sin asombrarme ni reprocharle le dije a Efrén que vaya a atender al niño en el mostrador y yo me quedé con Aníbal dizque aconsejándole pero mientras le hablaba le vi su verguita algo parada con seguridad de yo dominar la situación le sobé la verga hasta que se le fue creciendo como rica morcillita jugosa tibiesita vi su carita de deseo y no pensé dos veces me arrodillé, le bajé el shortcito, le abrí las piernitas y me prendí de esa deliciosa verguita de Hanibal
Fueron pocos segunditos pero para mi los más deliciosos, le hice acostar de espalda, me bajé el short y le culie su verguita en segunditos, le hice dar la vuelta y mi verga se pegó a sus pompis sobándola rapidito, le hice sentar, me abri las nalgas con mis manos, mi culo se acercó a la verguita de Hanibal sentía como apenitas me penetraba, movi por unos segunditos mi culo sobre la verguita descubierta de Hanibal en forma de circulos haciéndome para adelante y para atrás, alli mismo me masturbé y me salió bastante semen, orinamos y salimos de alli, para encontrarnos con Efrén que seguía masturbándose la verga en el mostrador, ya no volvieron a meterse al fondo de la tienda lo que restaba de la tarde y me miraban de lejos con algo de recelo el que más lo hacía era Hanibal.
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