Empecé jugando y terminé de puto I
Le abracé el cuello sintiendo los últimos estertores de mi corrida y sentía que buscaba ya venirse. De pronto dijo:.
(Creo que me ha salido el relato un poco largo, pero pienso que merece la pena)
Ya estábamos de vacaciones, mi madre tenía que viajar a la capital de la provincia para recoger a mi hermano.
-Date prisa Seba o perderé el autobús y es el último.
Recogí a todo prisa la mochila donde guardaba alguna ropa y mi cepillo de dientes y me dispuse a seguirla.
Al pasar delante de la puerta de la sala miré al novio de mi madre, en calzoncillos y despatarrado en un sillón mirando una vieja película del oeste en la televisión.
Salí a la calle y todavía pude escuchar a mi madre decirle, “ahí te quedas, espero que cuides la casa hasta mi vuelta”
La cosas no iban muy bien últimamente entre mi madre y su pareja. Aceleré el paso ya que mi madre subía rápida la cuesta sin detenerse, ni mirar hacia atrás y ver si yo le seguía hasta llegar a la plaza donde tiene su tienda.
Cuando asomé la cabeza por la puerta hablaba haciendo gestos a Domingo, el encargado, dándole las últimas instrucciones, no quise entrar para no distraerla y esperé fuera.
Al fin salió y emprendimos el camino a la casa de su tío; parados en el centro de la plaza al lado de la fuente, dos muchachos ya mayores y amigos de mi hermano me sonrieron cuando pasé, a mi madre que venía detrás le silbaron con entusiasmo.
-Mejor que os vayáis a trabajar y no estar haciendo el mono, les soltó. Los chicos como respuesta le volvieron a silbar y uno de ellos le dijo:
-Va con mucha prisa señora Lucia, no se preocupe que al autobús yo lo paro hasta que usted llegue.
A mi madre le debió de gustar la ocurrencia y soltó una risa alegre. Ya estaba acostumbrado a que mi madre recibiera las atenciones de cuanto hombre se le cruzaba en el camino, sin dudarlo era la mujer más guapa que yo había visto.
Llegamos al lado de la iglesia y a la derecha estaba a donde íbamos, una casa grande con soportales y balcón corrido en toda la fachada.
Mi madre entró primero y la seguí hasta el patio interior, de la cocina salió la señora Leonor que después de saludar a mi madre me abrazó dándome un sonoro beso en la mejilla: mi madre no se detuvo y directamente se encaminó a una puerta a la derecha de la cocina y se metió dentro.
-Qué Seba, te quedas con nosotros. Me dijo la señora Leonor.
-Mi madre no quiere llevarme. La señora me revolvió el cabello pasando la mano hasta mi cuello.
-No te preocupes, con nosotros vas a estar muy bien, venga entra y saluda a don Ernesto.
-Paco no está en casa? Pregunté.
-Está en la cama cariño, espero que luego se levante.
-Esta malo o qué?
-Vagancia niño, vagancia aunque se queja que le duele la garganta.
Mi madre hablaba animadamente con su tío, don Ernesto es hermano mi abuelo, me adelanté a su lado y al verme me cogió del brazo y me llevó entre sus piernas.
-No dejas de crecer muchacho, vas a ser más grande que tu abuelo. Se inclinó hasta llegar con la cara a mi cabeza y me dio un beso en el pelo.
Don Ernesto era un hombre grande, tendría ya más de ochenta años y andaba torpe por la gran barriga que lucía, como siempre llevaba los pantalones subidos casi a los sobacos, sujetados con tirantes anchos, al llevarlos tan subidos se le formaba un gran paquete en la entrepierna que yo siempre miraba con asombro, y cuando él me descubría observándolo me dirigía una sonrisa y me guiñaba el ojo, eso me obligaba a desviar la mirada y ponerme intensamente colorado.
-Don puedo subir a ver a Paco? Dejaron de hablar para mirarme.
-Sube hijo, y a ver si consigues que se levante. Antes de subir mi madre me dio sus últimos consejos: Pórtate bien, mientras yo este fuera que no se te ocurra ir por casa, obedece a tu tío y a tu primo…, y así hasta un rosario, a la vez que me besaba y se fijaba en mi para colocarme bien el pelo.
Aquello era la despedida hasta que volviera de la ciudad con Lucio.
Salí al patio y llegué a las escaleras que subían a las habitaciones de arriba, la puerta de la habitación de Paco estaba cerrada, sin llamar cogí el pomo y la abrí, Mi primo estaba en la cama y al entrar vi su cara de susto y como rápidamente tiraba de la ropa para taparse. Fui hasta donde estaba y salté sobre él para abrazarlo, me apartó algo brusco con el brazo.
-Los zapatos, joder quítate los zapatos, luego la señora Leo dice que soy un cerdo.
-Ya me los quito, oye y qué haces ahora en la cama?, tu abuelo dice que te levantes…, y qué hacías cuando entré, te has tapado a toda leche, jajaja la pajita de la mañana eh?
-Calla marico que yo no me hago pajas, las chicas mueren por hacérmelas.
-Qué más quisieras, tu igual que mi hermano, pajilleros, más que pajilleros jajaja.
Entonces Paco me cogió por la cintura y me tiró a la cama a su lado, se levantó y se colocó a horcajadas sobre mi sujetándome las manos sobre la cabeza.
-Repite lo que has dicho marico. No tenía otra forma de defenderme que mover las piernas, le miré la cara enrojecida y aún así, enfadado, estaba super guapo.
-Pajeros, sois unos pajeros. Vi la furia en su mirada y levantó la mano como si me fuera a pegar, luego la dejó caer aflojando la presión con que me sujetaba.
-No se por que vienes a mi casa, siempre terminamos peleados. Me descabalgó y se tumbó mirando al techo.
-Te aprovechas de que soy menor que tu y siempre me estas insultando, como todos los tontos del pueblo.
-Yo no te insulto, eres marico, un puto, todos lo saben.
-Tu no me has visto, y si lo soy a ti qué?
-Que no te haya visto no tiene importancia, alguno amigo tuyo lo dice.
-Bueno, vale, que me gustan los chicos no lo niego, pero puto no soy, además peor es como Lucio y tu que espiáis a mi madre cuando se baña. Le miré y vi que había vuelto a poner rojo.
-Eso es mentira.
-Mentira?, os he visto espiando, mirando por la ventana del huerto cuando va al aseo y luego como os la meneáis. Eso es mejor que ser marico?
Paco había cerrado los ojos y el labio inferior le temblaba un poco.
-No se lo dirás a nadie verdad? Mi abuelo me mata si se entera.
-No lo voy a decir, tampoco creo que a mi madre le gustaría saber que su hijo y su sobrino la espían para verla desnuda, la verdad que no os entiendo.
-Bueno, tu madre es la mujer más linda del pueblo, todos quieren cogérsela…
-A ti te gusta?
-Joder! un chingo, como a todo macho del pueblo, madre que la parió!, si solo pienso en meterle esto. Paco se agarra su trozo por encima de la tela.
La tiene dura y se le nota buen trozo que sobresale de la mano.
-Tu la tienes grande pero aun eres chico, mi madre no te va a hacer nunca caso jajaja, ella tiene otros que le gustan no un canijo como tu.
-Yo canijo? Tengo ya dieciséis años y bien puestos, tu si que eres enano, con trece y ya de marico buscón.
-Que yo no busco, no necesito…, y no te pases conmigo.
Ramón se revolvió y nos quedamos mirándonos, estudiando nuestro próximo ataque.
-No ha subido a verme…
-Quién?
-Quien va a ser, mi tía, sabe que estoy malo y no sube a verme.
-Tu no estas malo, eso era lo que querías?
-Pues claro pinche enano, por qué piensas que estaba en la cama? Mira. Se baja los pantalones del pijama y enseña su polla toda dura y excitada, se la agarra por los huevos y así parece más larga e imponente.
-Crees que pueda meterse esto?
Se me hace la boca agua mirar aquella verga enrojecida y apretada en su mano que parece que va a reventar, en realidad y a pesar de nuestras peleas mi primo me gusta mucho, más que cualquier otro chico del pueblo.
Tiene 16 años, pero es alto y fuerte, tiene un cuerpo y cara que de verdad las muchachas se lo rifan, pero con un límite que no se atreven a pasar. Es muy velludo en todo el cuerpo, más en los lugares apropiados como el pubis, las piernas y los sobacos, luego tiene algo en el abdomen y el pecho, hasta sombras se le forman en el lindo y redondo trasero, además tiene la piel oscura, no negra, es como chocolate claro, herencia del negro que dicen le dejo embarazada a su madre y luego la dejó.
Y de verga no es para tanto 18 o 19 centímetros, no tan gorda aunque ahora la tiene a tope y le resaltan las venas al tenerla así apretada en su mano por la base, los huevos ni se le ven ya que están envueltos en un manto de negro vello.
Todo él se ve como ejemplar de macho que derrocha virilidad y testosterona que a mi me vuelve loco y tengo que disimular.
-No se si le pueda entrar, pero eso se lo deberás preguntar a ella, su novio Alfredo tampoco la tiene pequeña. Puso una cara de asombro que me dio risa.
-Se la has visto?
-No tonto, se le adivina por el bulto. Le mentía, sí se la había visto en varias ocasiones, cuando se duchaba desnudo en el huerto sin preocuparle que alguien le viera, o quizá es que deseaba que alguien lo mirara.
Se me quedó mirando muy fijo.
-Tu te pareces mucho a mi tía, más que tu hermano Lucio, la verdad si que eres guapo y femenino, por eso te ha entrado el marico. Se había vuelto a guardar la polla pero no dejaba de mirarme.
-Me dan ganas de besarte.
-Jajaja, no te atrevas, te convertirás también en marico.
En ese momento escuchamos la voz de Eleonor diciéndonos que bajáramos para comer, no me había dado cuenta de que había pasado el tiempo.
Después de comer Paco se marchó para arriba a su habitación, don Ernesto se pasó a la sala a seguir leyendo el periódico y yo le ayudé a la señora Eleonor a recoger la mesa y llevarle los platos a la cocina, luego me fui donde don Ernesto que ya dormitaba sentado en su butacón.
Estaba aburrido cuando escuché a Paco hablando con la señora Ele y luego el golpear de la puerta al cerrarse.
Me apetecía encontrarme con mis amigos y pensé en llegarme a nuestro lugar de juegos, pero también pensé que a mi madre me le gustaría eso ya que estaba cerca de nuestra casa y podría encontrarme con Alfredo.
Así estuve aburrido, a veces hablando con la señora y con don Ernesto cuando despertó de su siesta, y cuando quise salir tampoco me dejaron por el excesivo calor que hacía en la calle.
Cuando me dejaron marchar fui rápidamente a la plaza y entré a la tienda de mi madre, Domingo atendía a una señora en el mostrador y en la sala de juegos ya había algunos muchachos jugando en los futbolines, aún no había llegado ninguno de mis amigos.
Rogelio me saludó con la mano y fui hasta él. Rogelio se ocupa a las tardes de la sala de juegos, cuidando de poner orden en los altercados que surgen entre los muchachos que van a pasar la tarde jugando, a las mañanas hace de todo lo que le manden mi madre y Domingo el encargado. Es un hombre grande de unos 30 años, siempre le he conocido haciendo las mismas cosas, mi abuela lo recogió y se lo llevó con ella cuando quedó huérfano, tiene un cuarto en el sótano que también hace las veces de almacén, un lado de la cara lo tiene desfigurado, escuché decir que un burro o caballo lo había pateado y que por poco lo mata, también le afectó a la cabeza y casi no puede hablar, pero no es tonto ni nada de eso.
Lo que me gusta de él es cuando vienen a dar cine en el patio trasero, todos tienen que traerse sus sillas de casa o sentarse en el suelo, desde que yo recuerde él saca una silla del sótano y me sienta en sus piernas a caballo, de pequeño me quedaba dormido y él me abrazaba, sigue con la misma costumbre, solo que ahora siento como su pito se le pone duro y me lo encaja entre mis nalgas, yo no protesto ni le digo nada, en realidad me gusta sentirle y debe tenerla muy grande.
Llegaron Gaby, Leo y Jacinto, me dijeron que a Emilio no le había dejado su tío venir, le pedí a Roge los tacos de billar para echar unas partidas y nos pusimos a jugar, mas tarde llegó mi primo Paco con dos amigos y ocuparon una mesa de futbolín, mientras jugábamos observaba que Paco a veces me miraba y apartaba la vista cuando le miraba yo.
También me miraba mucho uno de sus amigos era más moreno que mi primo, casi negro y también era más alto, a veces no sabía a cual mirar ya que cuando miraba hacia ellos los encontraba a los dos mirándome, el caso era que cuando sonreía a mi primo el creía que era a él y eso me hacía gracia.
Quiero contarles algo de mis amigos para que los conozcan, los más unidos somos cinco que siempre que podemos estamos juntos, más desde que a los 11 años descubrimos que a todos nos gustaba un juego especial que jugamos entre nosotros, bueno ahora también, a veces juega con nosotros el tío de Emilio.
Se llama Aurelio y tendrá unos cuarenta y muchos, vive en la casa de Emilio, junto con sus abuelos y los padres de Emilio.
Una vez que estábamos haciendo nuestro juego preferido apareció de repente sorprendiéndonos, el juego que practicamos nos lo enseñó Emilio que es un año mayor que nosotros cuatro, el juego trata de cogernos entre nosotros, sí, desde tan temprana edad practicamos el sano deporte de mamarnos los pitos y meternos nuestras pijitas por el culo, a los cinco nos encanta.
Aurelio nos dejó un pequeño local que tenían en la finca donde estaba la casa, al fondo del huerto que la rodea, antes había sido un hotel o algo parecido y ahora era la casa de Emilio y su familia, el local había sido una antigua cochera y quedaba a nuestro cargo mantenerla limpia, también podíamos usar el jardín siempre que no nos acercáramos a la casa y no diéramos guerra, allí pasábamos las tardes después de salir de la escuela.
Con el tiempo nos enteramos que a Emili ise lo cogía su tío Aurelio y que en alguna ocasión también se lo había dejado hacer por Roge, el chico de la tienda de mi madre, decía que la tenía muy grande y no se la había metido entera, que la tenía grande yo lo sabía por estar sentado en sus piernas, pero a mi nunca me había hecho nada, todavía.
La tarde se pasó rápida y tenía ordenado que a las 10 debía volver a casa, o sea que me despedí de todos, al pasar al lado de Paco se volvió a mirarme, yo solo le saqué la lengua y vi lo rojo que se le pusieron las orejas.
Un rato después de llegar a casa, y haberme lavado las manos me senté en la sala a escuchar la radio, don Ernesto no había regresado de echar la partida de cartas, pero pronto escuché voces y era Paco con su abuelo que volvían.
Don Ernesto hablaba de cosas del campo con Ele y yo miraba con fijeza a Paco que no levantaba la vista de su plato, hasta que llegó el momento de despedirnos y subir a nuestros cuartos, subí rápidamente corriendo y ya en la galería me cogió Paco.
-Oye, no te da miedo dormir solo?, me preguntó a la vez que me sujetaba del brazo. Como no le contestaba prosiguió.
-Si quieres puedes dormir conmigo, así hablamos.
Le dije que sí, la verdad en aquella casa tan grande prefería dormir con él y no estar solo, no porque tuviera miedo, o bueno algo si que sentía.
Rápidamente nos metimos en su cama, yo en calzoncillos pues a mi madre se le olvidó meterme un pijama.
-Así vas a dormir? Paco me miraba sin disimular todo el cuerpo.
-Si quieres te dejo un pijama mío.
-Va, no merece la pena, además no hace frío.
-Como quieras. El se puso el pantalón largo de pijama, pero no la parte de arriba, le miré el torso desnudo, se le notaba bien duro y formado, lucía ya cubierto por ligeras sombras de vello repartido alrededor de sus tetillas, en el centro y que luego se deslizaba hasta su abdomen, y desparecía en la cintura del pantalón.
Ya nos metimos en la cama, nos tapamos con la sábana y la colcha, no hacía noche de mantas y Paco apagó la lamparita que tenía en la pared sobre la cabecera de la cama.
Me comenzó a hablar de que tenía muchas ganas de que mi hermano volviera, que con Lucio se lo pasaba mejor con con sus demás amigos, yo le respondía con monosílabos de sí o no pues me estaba quedando dormido.
-Y vosotros a qué jugáis?
-Quienes nosotros?
-Tus amigos, ya sabes quien te digo.
-Ah, cosas normales, hablamos…
-Dicen que te dan por el culo…
-Mentira, quién lo dice? Me había sobresaltado y me giré para mirarle. Estaba bastante oscuro y no podía verle, solo el perfil contra la luz que daba en la ventana.
-No te lo voy a decir, pero no lo niegues que se que es cierto.
-Estas mintiendo, nadie te lo puede decir, hemos jurado no decir nada… Inmediatamente me di cuenta de que me había denunciado.
-Quiero decir que… que no pasa nada, solo jugamos nada más.
-Venga ya, eres un mentiroso, además a mi no me importa lo que hagas, solo quería saber si es cierto lo que escucho, no quiero que si Lucio se entera me coja desprevenido.
-Le vas a decir a Lucio?
-Qué cosa?…
-Eso de que me cogen.
-Según tu no pasa nada, no te preocupes, pero si me dices pues así vemos lo que se hace si me pregunta.
Pasaron unos minutos de silencio, tenía el corazón a mil, y tenía miedo, si mi madre se enteraba podía echarme la culpa de lo que pasaba con su novio Alfredo, porque él quería cogerme y yo no me dejaba.
-Bueno, te lo cuento pero que quede en secreto, me lo juras.
-Prometido.
-No, quiero que me lo jures.
-Pues te lo juro.
-Yo también me los cojo a ellos, no son solo ellos a mi…
-Cómo dices? Notaba su voz ronca y asombrada.
-Pues eso.
-Qué os lo hacías unos a otros?, dar y recibir?
-Sí, bueno todos recibimos menos Gaby, tiene el culo flojo y se le sale cuado caga y luego le duele mucho para meterlo.
-Vaya, vaya, y solo sois vosotros?
-Bueno creo que a Emilio se la pone también su tío…, y Roge, pero no lo dirás verdad?
-Claro que no, por quien me tomas, te lo he jurado y soy una tumba.
Puede dar un gran respiro, se me había quitado un gran peso de encima, no sabía el motivo pero confiaba en mi primo.
-Gracias Paco.
-Por qué me das las gracias.
-Porque no vas a decir nada. Sin darme cuenta le había cogido la mano y se la apretaba.
-Te puedo preguntar una cosa Seba?
-Si que puedes.
-A ti te gusta?
-El qué? Hablábamos en voz baja, en susurros, con miedo a que alguien nos escuchara cuando estábamos solos en aquella plata.
-Que te la metan, y bueno…, meterla tu. Pensé un momento la respuesta a esa pregunta que yo mismo me había hecho multitud de veces.
-Sí, que me gusta todo, pero lo que más es que me la metan, es cuando mejor lo paso…
-Oye Sebas… Había vuelto la cabeza hacía mi y me llegaba su aliento a mi cara. Se había interrumpido y solo sentí la mano que le seguía sujetando, le temblaba.
-Verás, tu también me tienes que jurar que no le dirás a nadie lo que te hable, de acuerdo.
-Vale, tampoco yo diré nada a nadie y ahora dime lo que me ibas a decir.
-Es que me da un poco de vergüenza. Apartó la mano que le cogía y se la restregó en el pantalón, supongo que para quitarse el sudor ya que yo se la sentía húmeda.
-Tu te dejarías de mi.
-Qué dices, es una broma, o no te entendido bien?
-No es una broma joder! Pero has dicho que no se lo vas a decir a nadie, recuerdas?
-Pero tu no eres maricón Paco, o sí?
-Pues claro que no lo soy, a mi me gustan las chicas, me gusta tu madre, eso ya lo sabes.
-Sí, pero que quieras cogerme…, no me lo esperaba.
-Bueno algo también me gusta tu, de verdad eres muy bonito y te pareces a tu madre mucho, tienes ese hermoso culo como ella y las boca, y los ojos.
-Entonces te parezco guapo?
-Mucho. Se haba acercado, o el colchón nos deslizaba por el peso hasta juntar nuestros cuerpos y ya podía sentir su calor sin tocarnos.
-Bueno, no se que decirte, tu eres mayor.
-Si solo te llevo tres años!
-Vale pero tu verga es grande y me da miedo, nunca me han metido algo así.
-Cómo sabes que la tengo grande? Parecía alarmado.
-Me la has enseñado antes jajaja, y te he visto bañarte desnudo en el patio con Lucio, y una vez como os hacíais una paja. Entonces Paco soltó una carcajada.
-Bua, son los nervios…, y entonces, nos espiabas? Tampoco yo pude contener la risa.
-Como hacías vosotros con mi madre.
-Te gustaba lo que veías? Su voz ahora sonaba a picardía.
-No estaba mal, Lucio la tiene más delgada, la tuya es wow.
-Qué, te gusa no?
-Sí bueno, pero me da miedo, las de mis amigos son más pequeñas y ya no me hacen daño.
-Tampoco yo voy a hacerte daño, te lo juro.
-Y por qué te ha dao ahora por querer metérmela?
-Recuerda que no lo dirás y será nuestro secreto…
-Vale, venga…
-Pues, la verdad, yo nunca se la he metido a nadie y… y todos mis amigos ya han estado con alguna chica. Pensé por un momento que se iba a poner a llorar, la verdad es que yo pensaba que ya había estado con chicas, y no lo entendía muy bien, porque de verdad es muy guapo y viril, además que siempre estaba rodeado de amigos y amigas.
-Vale, lo vamos a hacer, pero tienes que tener cuidado, si te digo que pares paras, de acuerdo? De repente le tenía besándome toda la cara.
-Gracias Seba, te lo voy a a hacer de cine, de verdad que te lo agradezco.
Me estaba emocionando y todo, además de que Paco me gustaba mucho y nunca pensé que esto sucedería, mis amigos no pasaban de los trece y yo a veces me sorprendía mirando en los recreos a chicos mayores, miraba mucho a los chicos jóvenes y a los hombres entrados en años, la imaginación volaba con ellos, pero aunque alguno me lo había propuesto los había rechazado, más que nada por miedo, pero muchas veces imaginaba estar con ellos, igual que ahora con Paco.
A la vez que me besaba yo le devolvía los besos, no eran de legua ni nada, solo besos por la cara y los labios, pero aún así me gustaban.
-Voy a dar la luz, quiero verte. Dijo de pronto, y prendió la lamparita de la pared deslumbrándome unos segundos, un lateral de la cama pegaba contra la pared y allí arrinconado me encontraba yo, se me queda mirando, le sonrío.
-Necesitaremos alguna crema, o aceite para que resbale tu pija y no me hagas daño, pensé que no escuchaba ya que me miraba como bobo.
-Ah, sí, sí, perdona, se levantó a toda prisa y corrió hasta una cómoda al otro de la habitación, revolvió en los cajones y por fin volvió con un tubito de crema; a la vuelta me fijé en la tienda de campaña que tenía montado en el pantalón de pijama, que poco le duró pues se los quitó sin más, colocó el tubito en la mesilla y se arrodilló a mi costado.
-Y ahora qué hago? Dejé escapar una pequeña y nerviosa risa. Se notaba que, por los nervios, o porque nunca se había encontrado en una situación igual, Paco no daba pie con bolo.
-Puedes quitarte el pantalón y el calzoncillo. Yo tiré de la cintura del mío y me lo saqué lentamente en un acto de coquetería muy femenina mirándole a los ojos, entonces reaccionó y de mala manera se consiguió quitar el suyo.
A lo primero que se dirigieron mis ojos fue a su verga, wow, era grande, igual no tanto pero en comparación con lo que conocía de cerca había un mundo. Me pareció preciosa, la tenía dura y cimbreante apuntando hacia su ombligo, con mucho vello oscuro en el pubis y todo alrededor de su polla, también sus huevos estaban cubiertos de una espesa alfombra de pelos y hasta le salían a la mitad del tronco, nunca había visto tanto pelo en esas parte y tampoco lo acordaba haber visto así de frondoso.
-Wow Paco, parece otra, no la recordaba así. Se sonrió a agarrándosela me dijo.
-Te gusta?
-Sí, pero sigo pensando que es muy grande. Se comenzó a reír con mucha alegría, pensé que le había gustado lo que le dije y se dejó caer a mi lado, yo me puse mirando hacia la pared de costado y él detrás de mi muy pegado y con el pene contra mis nalgas.
-Tu eres eres muy bonito Seba. Abrí un poco las piernas para que su verga resbalara entre ellas y me tiré hacía atrás, al sentir el tronco pegado en mi ano sentí ganas de ella, de notar su verga dentro de mi.
Comencé a moverme levemente para sentir más su polla ronzando mi ojete y mis nalgas. Estuvimos un momento así, hasta que sentí que su respiración se aceleraba, con su mano acariciando mi pecho y abdomen, yo permanecía con los ojos cerrados disfrutando del placer que aquello me daba, moviéndome lentamente y Paco bajo la mano para cogerme mi pene, también empieza a besarme el cuello y la espalda, me lame el cuello y dejo salir un hondo suspiro.
-Así te gusta Seba, lo hago bien?
-Oh sí Paco, me gusta sentirla dura, sí, sí, oohhh, Paco ponme crema en culito, quieres?
-Sí Seba como tu digas. Parecía haber tomado el control y ahora volvía a ponerse nervioso, me coloqué boca abajo y abría las piernas para facilitarle el acceso a mi ano, luego sentí sus dedos, fríos por la crema que comenzaba a untarme.
-Méteme un dedito y luego prueba con dos. Llevé mi mano a mi culo y para que viera como se hacía, yo mismo me metí un dedo, él rápido me lo quitó y parecía haber aprendido. Después de un dedo llegaron dos y luego tres, lo hacía con mucha paciencia, de vez en cuando se inclinaba hasta rozar con sus labios mis glúteos carnosos, giré la cabeza y le veía con la polla toda dura babeando de deseo, conteniéndose para no atravesarme con ella, yo gemía suavemente con la cara enterrada entre las sábanas y agarrándolas fuerte por el placer que sentía al rozar sus dedos el canal de mis esfínteres entrando y saliendo.
-Ahhhhh, ahhh Paco para ya o haces que me corra, métemela ya, despacito al principio por favor.
-Sí Seba, si, tu dime si te hago daño y la saco, vale?
-Dale, métela ya. Se colocó encima mio, bien pegado su pecho a mi espalda, su verga resbalaba entre mis nalgas.
Me dio un beso en la nuca, le sentía muy nervioso y temblaba apurado.
-Gracias Seba, gracias por lo que hacer por mi, no lo voy a olvidar.
Luego comenzó a rozar su pene en mi culito, buscando mi ojete mientras yo gemía deseando que lo encontrara y me la metiera de una buena vez, ya casi ni importaba que fuera despacio.
Ya desesperaba cuando de repente lo acertó y comencé a gemir más alto elevando mis nalgas y tirándome hacia atrás para que me entrara, volvía a gemir como buena putita en celo.
-Ahhhh!, empuja Paco, empuja más fuerte.
-Te voy a hacer daño Seba.
-No me haces daño, empuja más fuerte. Había dejado metido el glande y allí se quedó quieto, yo quería, necesitaba que penetrara mi pequeño ano de una vez por todas.
Paco parecía estarlo pasando mal por el sudor que ya le escurría y me caía en la espalda, pero debió coger valor y de un empujón me mando toda su verga hasta el fondo.
-Ahhhhhhhhhhhh… Un largo gemido salió de mi garganta, me había cogido desprevenido y aunque no sentí dolor alguno me asustó el golpe que sus caderas dieron en mis pompis.
-Perdón, perdón Seba, te la saco. Hizo intención de retirarse y lo detuve con mi grito.
-Nooooo! No me la saques, estate un momento quieto, solo eso. Moví en círculos mi culo buscando el dolor por alguna parte pero solo sentía las caricias de la gorda verga que me atravesaba, sonreí y tiré para atrás el culo.
-Esto y bien, no me duele, puedes darme ahora Paco.
Se acercó a mi oreja después de mordérmela con los labios me dijo:
-Entonces te gusta?, estas bien apredadito, casi no la puedo mover. Yo no le dije nada, solo le moví mi culo para que comenzara a cabalgarme.
Y sí, comenzó el mete saca tradicional, así estuvo unos largos minutos dándome sin mucha prisa, como aprendiendo su trabajo, desde luego que su verga era mucho más gorda y larga que la de mis amigos, pero me había tratado tan bien el culo que solo sentía el placer de la mejor follada que me habían dado hasta ahora.
A veces se detenía y se apoyaba en mi espalda, no entendía como podía durar tanto sin correrse, pero para mi mejor porque podía sentir su polla resbalar tocando las paredes de mi recto, de repente pesé que en esa postura y con mi culo regordete no podía meterme la verga en su totalidad y le pedí que la sacara, al principio se sorprendió y se quedó parado, entonces me la saqué yo y me dí la vuelta en la cama, abrí las piernas todo lo que me daba y tiré de él para que se tumbara sobre mi, entendió lo que quería y su polla, ella solita buscó mi ojete y con un empujón me metió la mitad, gemí por lo fuerte de la embestida, pero a Paco ya no había quien lo detuviera y de un nuevo envite termino de mandármela hasta los huevos que chocaron en la entrada.
Y ahí comenzó la follada del siglo, no me dolía para nada a pesar de que ahora sí que toda su verga me penetraba, y ahí me tapó la boca con la mano y empezó a entrar y salir con fuerza haciéndome gritar, aunque su mano en mi boca impedía que salieran mis gritos.
Mi ano palpitaba con aquel grueso pene que me taladraba el ojete, ahora entendía lo que nos decía nuestro amigo Emilio, del placer que su tío Aurelio y también Roge le hacían sentir cuando se la metían, no había parangón entre las pequeñas pijitas nuestras y la de, ya un hombre de 16 años como Paco.
Así continuó follándome el culo, con las ganas de su primera vez y la fuerza y bravura de su juventud. Sus embestidas me dejaban temblando, sentía sus vellos como amortiguaban el golpear de su pelvis con mis nalgas, ya sudábamos los dos, se detuvo un momento para recuperar energías y me sorprendió cuando se prendió en mi boca y me metía la lengua hasta el paladar, le respondí y las lenguas se enredaron en caricias que me enajenaban y volvían loco, supongo que todo el actuar de Paco era por intuición ya que él no había estado nunca ni con hombre ni mujer.
De nuevo comenzó a meter y sacar su verga, ahora más duro chocaban sus caderas con mi culito pudiendo notar como rozaba mis nalgas cuando se le salía, rápidamente me la volvía a meter en el calor de mi culo, con esa fuerza me llegaba a lo más profundo de mi tripa, continuando sin parar ni detener su bravura de macho semental, también escuchaba sus gruñidos de satisfacción tan varoniles y caliente, y yo asombrado del aguante de aquel muchacho tres años mayor que yo y que ahora ya parecía todo un toro en la labor de cubrir a su hembra.
Se bajó hasta casi tocar mi pecho con el suyo, dejó su barbilla en mi yugular y le sentía respirar con todo su aliento en mi cuello, la respiración se le agitó, sus manos se aferraban con fuerza en las sábanas mientras me daba bien duro, la respiración se le aceleró y entonces, sin que me tocara me convulsioné y empecé eyacular entre tremendos tiritones, mi macho sin detenerse seguía follándome gimiendo en mi cuello ya casi sin fuerzas.
Le abracé el cuello sintiendo los últimos estertores de mi corrida y sentía que buscaba ya venirse. De pronto dijo:
Oh puta suerte la mía, toma, toma. Se volvió a acelerar más todavía, yo lo sentía delicioso a pesar de haberme corrido y se empujó contra mí metiéndose todo lo podía en mi culo, gimió fuerte y entonces sentí como su verga se engordaba y empezaba a disparar su semen en mis entrañas, dejó de apoyarse en la cama y se abrazó a mi apretándome muy fuerte a su pecho mientras su pene continuaba inyectándome su semen.
Se quedó sobre mi tendido, respirando con dificultad y yo le acariciaba la ancha espalda besándole el cuello para que se calmara.
Cuando se tranquilizó su verga dio unos pequeños espasmos y mi culo la expulsó, detrás de ella me salían hilos de semen que caían sobre la sábana.
Nos fuimos a lavar y mientras él se lavaba yo sentado en el inodoro expulsaba el semen que me había metido antes, luego volvimos a la cama y nos metimos desnudos bajo la sábana que estaba húmeda del sudor y mi corrida, me abrazó y me llevó hacía él colocando su pecho en mi espalda así estuvimos un rato largo hasta que pensé que se había quedado dormido y de pronto…
-Seba, te has dormido?
-No, aún no…
-Oye, lo he hecho bien, te ha gustado?
-Y a ti?
-No pensaba que era tan rico coger un culo y ha sido increíble de rico, podemos volverlo a hacer?
-Estoy cansado y me voy a dormir en un momento.
-Bueno, pero te importa que te la meta otro día?
-Vale Paco, y sí lo has hecho bien, me ha gustado mucho como me coges, tu pene es muy rico y grande, me gusta mucho. Y sin más me quedé dormido como un tronco.
A la mañana siguiente nos despertamos cuando la señora Eleonor entró de repente sin avisar y nos encontró a los dos desnudos, a Paco que me abrazaba por detrás y con su pija entre mis piernas, solo dijo:
-Ay Jesús, estos niños! Y cerró otra vez la puerta. Al principio nos asustamos y terminamos por reír a carcajadas, sabíamos que Ele no iba a decir nada.
Me fui a bañar, me dolía un poco el culo, también las piernas, me sentía muy feliz a pesar de las molestias y sonreí al recordar lo que pasó, era la primera verga de un chico mayor que me mi culo se comía y me había gustado demasiado.
Después de desayunar con don Ernesto, mandó a Paco a buscarle el periódico, yo no fui diciendo que no me encontraba bien, luego Paco desapareció sin decir nada hasta que volvió para comer. Estuve toda la mañana dando vueltas por la casa sin hacer nada, me apetecía salir para encontrarme con mis amigos pero no quería desobedecer a mi madre. Los encontré a la tarde en la plaza, me contaron que estuvieron toda la mañana en la cochera y pensaron que yo iría, claro que la pasaron cogiendo pero no me daba envidia ya que yo había tenido mi mejor aventura con Paco.
Jugamos unas partidas de futbolin y Roge nos regaló unas gaseosas. Paco con sus amigos apareció muy tarde y solo pidieron algo para beber, llegó acompañado por los dos amigos de ayer y enseguida el negro más alto comenzó a mirarme, pero está vez era como más atrevido y me guiñaba un ojo cuando le miraba. Luego desaparecieron.
A las 10 salimos para volver a nuestras casas y al terminar la plaza cada uno cogió su camino, cuando pasé por una arcada y de la sombra alguien salió de repente, me abrazó y me arrastró a las oscuridad de la pared, iba a protestar cuando la persona que me tenía cogido me dio un beso en la boca, lo empujé del pecho y entonces vi que era el amigo de Paco, el que estaba con él y que era más alto.
-Qué haces?, déjame.
-Qué, no te gusta que te bese, o qué?
-No, no me gusta que me besen.
-Bien que te dejas con otros, lo se y también yo quiero cogerte.
-Pero de qué hablas negro cabrón?
-No te hagas, maricón que ya se como das el culo.
No le respondí y eché a correr.
Cuando llegué Paco ya estaba en casa, no me saludó pero no dejó de mirarme mientras me lavaba las manos en la fregadera de la cocina.
Después de la cena doña Eleonor nos mandó para la cama, antes nos lavamos y cuando iba a tirar para mi habitación Paco me cogió la mano.
-Vamos a mi cuarto no?, vamos a hablar un poco. Me soltó y le seguí como corderito. Me desnudé y me metí solo con mi calzoncillo. Paco comenzó a quitarse la ropa que llevaba, para mi sorpresa se quito pantalones y calzoncillos quedando completamente desnudo, luego se acercó a la puerta y le pasó el seguro. Yo le miraba extrañado.
-Para que mañana no tengamos sorpresas. Me guiñó un ojo buscando mi complicidad
Mientras venía a la cama con una mano se rascaba los huevos, yo le miraba su bonito pene, ahora que lo veía colgando junto a sus huevos le calculé unos 12 centímetros estando así flojo, yo lo veía muy grande y no entendía como había podido tener aquello metido en mi culo, jamás había visto algo tan grande y en un chico que no era tan mayor, cuando tuviera más años no quería imaginar lo que le crecería. Como me veía mirarle como hipnotizado me dijo con una sonrisa:
-Qué, te gusta. Yo le sonreía de vuelta mirándole a los ojos.
-Ya sabes que me gusta, lo miraba porque ahora parece diferente. volví a fijar la mirada en su pito y él saltó a la cama y se tumbó a mi lado sin taparse. Se dio la vuela para mirarme y yo a mi vez me giré mirando hacia la pared, se me arrimó y empezó a puntearme el culo con mis calzoncillos puestos, yo me incline sacando la cola para sentirle la verga. Y de repente me dice:
¿Me la chupas? Yo no le contesté.
– Estas molesto?, venga Sebas quiero ver como lo haces.
-Tu amigo me estaba esperando ahora cuando volvía, ¿por qué le has dicho?
¿Qué amigo dices?
– El negro que estaba contigo en la tienda.
Él no es mi amigo.
Pero le has dicho lo de anoche.
Mira Sebas, yo no he dicho nada.
Y cómo es que lo sabe?
Él te ha dicho algo? Me detuve a pensar, la verdad era que no me había concretado nada, entonces? Era yo el que me había imaginado, y como?, si sabía que me cogían?
No, la verdad que no estoy seguro.
Entonces tranquilo, se lo habrá imaginado. Venga Seba, me la vas a chupar?
No lo pensé más, me di la vuelta y me bajé hasta su polla, la cogí en la mano y me di cuenta de que se le había ablandado algo, empecé dándole besos y lamiéndole el glande, me sabía rico, con sabor más fuerte que lo de mis amigos, así floja me la metí a la boca y la batía con la lengua, al poco tiempo ya la tenía más dura, tuve que sacármela porque no me cabía toda; definitivamente la verga de Paco me encantaba, cada segundo que pasaba se le hacía más larga, además de lo que tenía en la boca la podía coger en la mano y sobraba verga, calculo que podía meter hasta la mitad, hasta que me llegaba al fondo de la boca, luego ya me daba vómito, la sacaba un poco y seguía mamando, aspirando con fuerza, tenía un sabor muy rico que me gustaba mucho, luego lamía sus huevos, algún pelo se me quedaba en la lengua, aquello me gustaba y disfrutaba cada centímetro que chupaba, le lamía de los huevos a la cabecita que tenía roja para reventar, gozaba de la textura suave y luego quería meter la punta de la lengua en el ojo de su verga, por donde manaba el liquido que yo degustaba goloso, la punta de mi lengua hacía que se la abriera y le salía el juguito que degustaba sin tregua. Se la estada dejando bien húmeda, llena de mis saliva y mis babas, y lo que más me gustaba era sentirle a Paco moviéndose, disfrutando de la mamada que le daba.
Así continué gozando de su verga un buen rato, sin poderme creer que aquel mazo de carne caliente me lo había metido la noche anterior en mi culito y lo aguanté todito.
Al rato Paco me cogió la mano con la que le acariciaba los pelos de su abdomen y me la puso en su verga para que le masturbara mientras se la seguía chupando con ansias, cada vez le salía más liquido y yo me la pasaba de gloría saboreando aquel manjar que a Paco le salía de la verga.
Comprobé, como me había sucedido ayer, que Paco tenía mucho aguante y resistía sin correrse, pero luego de un tiempo me dice al oido que me pare y me ponga de a perrito, yo obediente hice lo que me pedía, él me quitó el calzoncillo y se colocó tras de mi, me abrió las nalgas y metiendo la cara me dio un beso en el culo, eso me hizo estremecer y gemir dando un grito.
Continuó lamiéndome el culo, aquello era un delirio y solo podía suspirar y gemir quedito, a veces mordía la sábana.
Cuando Paco se cansó de lamerme, se quedó unos segundos sobre mi acariciando mi espalda y podía sentir su verga muy dura en mi raja, ya quería que me la metiera, durante todo el día había tenido un ligero escozor por la cogida de la noche, pero no me importaba que me doliera, solo deseaba sentirle la verga perforando mi túnel.
Empezó a sobarme el culo con su polla, pasándola de arriba a bajo, sin prisa cuando yo estaba que volaba de ganas, la verga resbalaba de maravilla por la saliva que Paco me había dejado en su lamida, y de pronto comenzó a presionar tratando de meterme el pene, no me dolía demasiado pero si sentía la presión del glande tratando de penetrar en mi culito, cogí la almohada y la mordí con fuerza.
Paco siguió empujando y de repente mi ano se tragó la cabeza, solté un gemido profundo, no lo se pero creo que era del placer de ver que ya la presión había bajado, y empujó un poco más y sentía como iba entrando, lentamente pero sin detenerse, hasta topar on el fondo de mi recto, creo que en esa postura ya no me podía meter más, me di cuenta de que lo había metido todo, llevé mi mano a mi culo y note sus huevos peludos pegando a la entrada, que largo y gordo era, lo sentía palpitar todo dentro de mi, nunca había sentido esa sensación de notar algo tan profundamente metido en mi culo, ni ayer me lo había metido tanto o no lo recordaba, en parte me sentía ahogado y respiraba con agitación y solo podía gemir y gritar aunque la almohada mitigaba mis gritos, nadie nos podía escuchar pero por instinto intentaba controlarme.
Después de estar parado, sin moverse unos momentos, Paco empezó a meter y sacar su verga, lo hacía al principio muy despacio y entonces podía notar lo larga que era, al cabo de unas cuantas metidas y sacadas mi ano ya estaba super dilatado, lo podía disfrutar y sentir el roce que me hacía. Y al poco tiempo Paco empezó a darme más fuerte y más rápido, wow aquello si que no lo esperaba, como me encantaba que me cogiera tan, pero tan rico, disfrutaba cada centímetro de verga que me metía hasta el fondo, necesitaba más y comencé yo mismo a llevar mi culo hacia él, haciendo el mismo recorrido pero a la inversa, era yo el que me follaba con su verga.
También escuchaba a Paco gemir y gruñir por el esfuerzo que debía hacer, pero sentía que me disfrutaba, que gozaba de mi culo como yo de su verga. Se mantuvo un tiempo así dándome caña y yo ayudándolo, luego aumentó el ritmo, mi culo amaba su verga, se la tragaba con gusto y gozaba cuando entraba hasta el fondo, estaba ardiendo por dentro, y más cuando empezó a follarme sacando poco la verga pero entrando fuerte y golpeando en el fondo de mi culo con su glande, entonces yo gritaba sin importarme que todos me escucharan, que todo el pueblo supiera que me estaban dando la cogida de mi vida. Sí Paco aguantaba lo increíble y en una de esas sentí como me derretía y empezaba a tirar semen de mi pito, Paco me agarró de las caderas para evitar que me desplomara, sudaba y me estremecía tanto que no se si Paco se asustaría, pero al poco tiempo le escuché sacar un grito y se agarró a mi cintura tirando de mi para atravesarme con su pito y seguido notaba como me iba llenando el culito de caliente semen, se paro unos segundos y luego continuó metiendo y sacado el pene y yo me volvía a venir sin poder respirar siquiera.
Paco no paraba, no se detenía, ahora con cada salida de su verga sacaba un poco del semen que me había metido y resbalaba por mis muslos y piernas que temblaban.
De repente Paco se levantó y me sacó el pene, yo seguía en cuatro sin poderme mover, apretando mi ano y haciendo que su semen siguiera saliendo y bajando por mis huevos y mis piernas.
Paco me dio la vuelta, acercó la verga a mi cara y con autoridad susurró.
Límpiala.
Obedecía la orden sin cuestionarla y empecé a pasar mi lengua por su larga verga, recogía el semen que le había quedado pegado y recorría cada milímetro de su verga dejándola bien limpia y tragando lo que recogía con mi lengua.
Cuando la dejé bien limpia, junto con sus huevos y el vello de su pubis me levanté como pude, estaba mortalmente cansado, Paco me ayudó a levantarme y me acompañó al aseo para que me limpiara las piernas y el culo que los tenía llenos de semen.
Cuando volví me metí en la cama, Paco ya estaba tumbado, descansando satisfecho, con las manos debajo de la nuca enseñando sus axilas peludas y sonriente.
Esa noche no me preguntó si lo había hecho bien, ya no necesitaba mi opinión, ni le interesaba lo que yo le dijera, terminaba de pasar su etapa de aprendizaje y se había demostrado así mismo lo buen macho que era.
Al día siguiente, en el autobús de la tarde, llego mi madre acompañada de Lucio mi hermano, yo la estaba esperando y nos marchamos para casa sin detenerse en la tienda.
Me gusto amigo sigue contando mas saludos….. 🙂 😉 🙂 😉