En busca del frot supremo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Muchas veces experimenté con relaciones casuales. El problema es que cuando se trata de penes el asunto se torna muy resbaladizo. Ya saben, cóncavo y convexo, funciona muy bien, pero convexo con convexo no funciona tan bien. Hay que sujetar ambos penes con la mano para mantener la frotación, restándole excitación al acto.
Un día contacté con un tipo que decía haber hallado una forma de hacer más excitante la experiencia. Me contó en qué consistía y me pareció muy interesante. Así que decidimos pautar un encuentro en un motel.
Un par de días después, nos encontramos. Era un tipo de unos 35 años, mediana complexión y seguramente igual de alborotado que yo. Enseguida abrió una maleta, dentro había un aparato similar al que usan las lesbianas para colocarse un pene artificial, sólo que en lugar de pene tenía un tubo hecho de látex o un material parecido al hule. Parecía una vagina en realidad.
Me pidió que me desnudara y él hizo lo mismo. Luego me dijo cómo ponerme el aparato que consistía en un par de correas atadas a la vagina. Metí una pierna en cada una de las correas, me acomodé el aparato, tratando de meter mi pene dentro del tubo para lo cual me masturbé ligeramente a fin de ponerlo erecto. Enseguida me acosté boca arriba en la cama. Luego él se puso un lubricante en el pene y se masturbó ligeramente para excitarlo. Luego se acomodó encima de mí, metiendo su pene en el tubo, quedando ambos penes alineados dentro.
Enseguida comenzó a moverse en un suave vaivén. El roce de su pene puso completamente erecto mi pene, quedando ambos apretaditos dentro del tubo. Entonces sentí el exquisito roce de su pene sobre el frenillo del mío. Miré hacia abajo y pude ver su pene retrocediendo y avanzando como si fuera un pistón. La excitación era tanta que estaba como paralizado, sólo podía morderme los labios y gemir: aaaaah ¡Dios!, aaaggg, que ricoooo… aagg, ummmm, aaaagg…, aaah. Él también gemía y musitaba mientras se mecía acompasadamente.
Luego de un rato nuestros penes se habían convertido en un par de troncos frotándose mutuamente hasta encender el fuego de la pasión. En medio de intensos jadeos de placer, comenzó a lamer y mordisquear mis pezones lo cual me éxito aún más. Luego comenzó a besarme los labios, lo cual a esas alturas no importaba.
Segundo después mi pene comenzó a disparar su rica lechita tibia, pringándome el pecho y el cuello. Entonces él comenzó a lamer mi semen mientras seguía pujando, segundos después comenzó a gemir fuertemente con sus ojos cerrados, señal de que se estaba viniendo, pringándome con su semen.
Luego de lavarme todo el semen con un duchazo, tomamos un descanso. Hablamos de nuestras aventuras sexuales e intercambiamos algunas ideas. También hablamos de lo bien que estuvo nuestra primera cogida y de algunas fantasías locas que teníamos.
Al cabo de una hora me pregunto si estaba listo para otra cogida. Pensé que esta vez sería mi turno pero me pidió ponerme otra vez el aparato, sólo que esta vez lo haríamos diferente. Me lo puse nuevamente y me acosté, pero esta vez comenzó a chuparme el pene para excitarme, luego lo puso dentro del tubo. Me pidió chuparle el pene, lo cual hice gustoso, mientras se ponía lubricante en la mano y masajeaba mi pene suavemente con las yemas de sus dedos. Enseguida se puso sobre mí con su trasero en dirección a mi cara y metió su pene en dirección contraria, quedando ambos penes en posición invertida.
Entonces comenzó a mover su pelvis con movimientos más cortos pero más rápidos. Resultaba muy excitante mirar sus testículos meciéndose como un par de campanas, mientras por debajo veía su pene masajeando vigorosamente el mío. Entonces ambos comenzamos a jadear y a gemir: aaaaah, aaaggg, que ricoooo…, que delicia, exquisitoooo, aagg, ummmm, aaaagg…, aaah. Luego de un rato él comenzó a dar fuertes gemidos, mientras su ano se contraía rítmicamente y su perineo palpitaba por el intenso placer del orgasmo.
Casi de inmediato sentí su tibio semen correr por mis testículos. Al momento yo también comencé a eyacular por segunda ocasión, pero esta vez el semen no era tanto para pringarme. Fue una noche supremamente excitante. De esta forma había comenzado una nueva y más excitante faceta en mi búsqueda del supremo placer del sexo frot.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!