En casa de Víctor 2 – Trío con sus dos amigos
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por SantiagoRodriguez.
– Me quedo –le dije a Víctor, y me senté junto con ellos en la mesa.
Como mencioné, muy bien no recuerdo los nombres, pero eran algo así como Daniel y Alejandro.
Daniel era bastante alto, casi como Víctor, mientras que Alejandro era de mi tamaño; ambos eran trigueños y tenían cuerpos evidentemente trabajados.
Víctor trajo unas cervezas que tenía en su refrigeradora y empezamos a tomar los cuatro.
Hablábamos de todo un poco hasta que más o menos a la quinta ronda de cerveza Daniel empezó a decir las cosas directamente.
– ¿Vas a poder con los tres? –dijo Daniel.
– Nunca lo he hecho, pero quiero intentarlo –respondí–.
– Si quieres empezar a trabajarlo, dale por las tetillas –dijo Víctor–.
Daniel le hizo casi inmediatamente y empezó a acariciarme una tetilla por encima de la ropa.
Alejandro se acercó por el otro lado sin decirme una palabra e hizo lo propio con la otra.
Yo correspondí agarrándoles las vergas encima del pantalón.
Alejandro la tenía tamaño promedio, pero la de Daniel parecía casi tan grande como la de Víctor.
Víctor se me acercó por atrás y empezó a besarme el cuello.
Alejandro levantó mi polo y él con Daniel empezaron a lamerme y morderme las tetillas como atacados, mientras Víctor me lamía y mordía el cuello y las orejas.
Yo estaba en la absoluta gloria y me dejé llevar por la situación.
Entre todos me cargaron y me llevaron a la habitación en la que hacía menos de una hora Víctor me había cachado.
Entre todos, también, me desvistieron mientras me desvestían; me lanzaron a la cama desnudo y boca abajo y cuando intenté acomodarme, Daniel se me tiró encima y me penetró de golpe, haciéndome gritar.
– ¡Voy a castigar ese culito aprovechando que está cerradito! –dijo mientras empezaba a meter y sacar su enorme pene de mi trasero, mientras Alejandro se colocaba delante de mí y me obligaba a mamar su verga.
Me entraba toda en la boca; no mediría más de 15 centímetros, pero la que me estaba comiendo por el culo era bastante más larga y más gorda.
– Aprovecha que está pito.
Yo me lo iba a cachar pero llegaron ustedes –mintió Víctor, mientras me miraba y guiñaba un ojo–.
– Sí, se siente que está estrecho –dijo Daniel sin parar de meter y sacar ese monstruoso miembro que tenía entre las dos piernas, el cual metía hasta la base y retiraba hasta el glande, casi por completo, haciéndome sentir todo el largo de su pene venoso y grueso… me estaba llevando al cielo, para ser honestos–.
Yo no podía decir palabra alguna y me limitaba a gemir de placer, porque además tenía la verga de Alejandro en la boca y como no era tan grande, la estaba disfrutando de lo más bien: me la metía hasta el fondo de la garganta y se la succionaba al mismo tiempo que acariciaba su tronco con la lengua; “es todo un experto mamón”, dijo él con la voz trémula de excitación.
– ¿Te vas a vaciar en su boca? –preguntó Víctor.
– No, también me lo quiero cachar –dijo Alejandro.
Daniel seguí clavándome la verga, cada vez con más firmeza, hasta que empezó a bufar y a decir “¡Me vengo!”, “¡Me vengo dentro!”
Me dio tres o cuatro empujones de verga que me hicieron tragarme la de Alejandro hasta los huevos, y de ahí me dio una última embestida y se dejó caer sobre mi cuerpo.
“¡Qué rico culo, conchesumare!”, gritó y me la sacó de golpe, retirándose también de encima de mi cuerpo.
“Todo tuyo, Alejo”.
Alejandro se puso detrás de mí, me ordenó ponerme en posición de perrito y luego me la metió.
Honestamente, sentí más el golpe de su pubis contra mis nalgas que su verga en mi culo, pero me excitó que empezara a darme manotazos en las nalgas.
Víctor se puso delante de mí y yo procedí a mamársela, esta vez hasta el fondo, casi como nunca, debido a que la cachada de Daniel me había gustado mucho y , para ser honestos, Alejandro también tiraba bien, lástima que la tuviera considerablemente más pequeña que la de sus compañeros.
Víctor estaba disfrutando la mamada.
“La verdad, no recordaba que chuparas tan rico”, me dijo.
“Es que estoy excitado”, le respondí, y seguí chupando su enorme animal de carne caliente mientras lo masturbaba con una mano y con la otra acariciaba sus huevos.
– Ya terminé –dijo Alejandro.
– ¿Te vaciaste? –preguntó Víctor.
– Sí.
Rico –dijo él.
– Ahora voy yo –respondió Víctor, mientras me hacía sentarme sobre él, mirándole la cara.
Su verga entró al toque, pues mi culo estaba lubricado por la leche de sus dos amigos.
– ¿Puedo sumarme? –preguntó Daniel mientras se acercaba a nosotros.
– ¿Cómo así? –pregunté yo, ingenuamente.
– Pues así… –y una vez detrás de mí, me metió toda la verga en un solo movimiento mientras la de Víctor también seguía adentro.
No me dio tiempo de reclamar ni de decir nada, salvo gritar y esta vez de dolor.
– Estás chillando mucho –me dijo Daniel–, Mejor te callo la boca –y sin terminar de hablar se coocó delante de mí y me metió la verga nuevamente erecta en la boca.
– Ya está lleno de verga por todas partes –dijo Daniel.
Y de una manera riquísima, los tres sincronizaron sus movimientos: Daniel la metía hasta el fondo y Víctor la sacaba hasta antes de la cabeza, luego lentamente Daniel la sacaba casi por completo mientras Víctor la metía hasta la base, Daniel me daba nalgadas y Víctor pellizcaba con fuerza mis tetillas, y todo esto me tenía entre el placer delirante y el dolor; yo gemía como si me estuvieran empalando (bueno… eso estaban haciendo) y, por su parte, Alejandro me estaba follando la boca con la pinga cada vez más gorda de una manera desquiciada.
Así estuvimos un rato que pudo ser 45 minutos.
Daniel y Víctor empezaron a moverse más rápido dentro de mí y en una de esas Víctor pegó un grito: “¡Me corro, carajo; me corro!”, y me la metió hasta el fondo, depositando allí todo su semen.
Se quedó quieto pero con el pene completamente erecto y dentro de mi culo, mientras Alejandro seguía follándome la boca y, sin avisarme, se vino por segunda vez.
No tuvo que decirme nada para que yo me tragara su leche, además de que cuando se vació me empujó de tal manera la verga en la boca que técnicamente disparó sus chorros de semen directamente a mi esófago.
Alejandro se retiró y se sentó a un lado, yo me dejé caer sobre el cuerpo de Víctor mientras Daniel seguía metiéndome la verga, cada vez con mayor velocidad.
– Puta, esto está riquísimo; si sigues así me voy a venir otra vez –dijo Víctor.
– Yo ya estoy a punto de venirme –respondió Daniel.
– ¡Dale entonces! ¡Sigue metiéndole pinga a este maricón! –agregó Víctor.
Y fue cuestión de menos de un minuto en que Víctor se vino por tercera vez mientras Daniel me acababa en el culo por segunda.
Se echó encima de mí sin sacármela y yo quedé hecho un sánguche entre los cuerpos de ambos hasta que las vergas de los dos se salieron al mismo tiempo, dejándome una sensación de vacío en el culo.
Luego de un rato fui al baño y se me regresó toda la leche de los tres.
Extrañamente, en vez de dejarla caer al excusado, la recibí en mi mano y me la tragué.
La jornada terminó en que los cuatro regresamos al comedor, intercambiamos teléfonos y decidimos que repetiríamos la experiencia a menudo.
Desde entonces, nos juntamos casi una vez cada dos o tres meses, aunque yo veía más seguido a Víctor por mi cuenta.
—–fin——-
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