En el almacén
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nrtbmm.
Soy originario de Cd. del Carmen Campeche, viví ahí hasta los 27 años, ahora resido en la Ciudad de México.
Mi primer empleo fue para una empresa de materiales de construcción. Yo estaba ubicado en una bodega externa, lejos del centro y lejos de las oficinas.
Éramos 6 los trabajadores del turno vespertino y el encargado del almacén que era mi jefe.
Esta historia trata de mi jefe. Un hombre alto, aproximadamente 1.85 mts. cabello muy corto, ojos color miel, barba de candado bien recortada, unos brazos muy desarrollados y bronceados. Él acostumbra usar camisas de cuadros, y para mi fortuna las usa desabotonadas hasta el pecho, lo cual deja ver su tronco velludo. Tiene todo el cuerpo lleno de pelo (y vaya que yo lo se) las manos son grandes, fuertes.
Tiene unas piernas bastante gruesas y unas nalgas deliciosas. Siempre usa pantalón de mezclilla un poco ajustado que le resalta sus riquísimas nalgas. Para terminar nunca le faltan sus botas de trabajo. Es un macho de verdad.
La primera vez que lo vi, no pude evitar recorrerlo con la mirada de arriba a abajo, me detuve un poco en el bulto que formaba su verga, el cual llama mucho la atención. Desde ese día fue exigente conmigo, lo cual me parecía ligeramente excitante. Todas las noches llegaba a mi departamento muy caliente, con el bóxer todo mojado. Llegaba a jalarmela, pensando en Omar, mi jefe.
Pasaron muchas cosas antes de que nos empezáramos a hablar como amigos y a tomar confianza. Pasaron alrededor de 6 meses para que él descubriera que ver sus nalgas y su torso velludo me hacían pasar saliva.
Entre los 2 hubo alguna vez una que otra mirada extraña, pero nada fuera de lo normal. Lo que hoy quiero contarles es como se dio nuestro primer acercamiento.
Poco a poco me fui dando cuenta que él sacaba material del almacén para venderlo por fuera, una vez me lo confesó y me propuso que hiciéramos negocio con unos equipos que habían llegado hace poco y que no estaban inventariados. Para lo cual dejó salir antes de la hora de salida a los demás trabajadores. Ya daban cerca de las 9 de la noche y bajamos al sótano que era donde tenía los equipos. Estaban tras de una pared de costales.
Él sabía que estaríamos gran parte de la noche bajando cajas y contadolas que al último compañero le pidió que trajera 2 six de cervezas de la tienda. Aún no abríamos la primera lata. Su hombría me hacía saber que no tenía oportunidad con ese hombre.
Tomamos la primera lata, y seguiamos en los de las cajas, a la 6ta lata él sugirió que nos sentaramos un poco a descanzar. Había un par de sillas y una mesa pequeña al fondo. Se sentó y se desabrocho el pantalón y recorrió un agujero del cinturón, para estar mas cómodo. Como estaba frente a mi no pude evitar clavar mi mirada en su bulto, su paquete, imaginé en ese momento el tamaño de su verga, la imaginé grande y oscura. Imaginé su olor tan delicioso, se me hizo agua la boca.
En seguida se levanto para ofrecerme otra cerveza, se acercó a mi y me agarro con fuerza la verga por encima del pantalón, la verdad, ese gesto me dolió, pero me puso la verga bien dura. Obviamente no sabía que había significado eso, si era juego de hombres o quería algo mas. Lo averigüé segundos después.
Mientras bebía de un trago toda la lata de cerveza, se quitó el cinturón con una mano y bajó el cierre de su pantalón.
– Se ve que eres bien puto y que te late la verga – me dijo – y se sacó el miembro.Unos 22 cms, riquísimo, así como la imaginé de grande, y sus huevos los tenía grandes, ya los imaginaba en mi boca. Se desabotonó la camisa y pude ver desde su pecho hasta su verga un camino tan hermoso de vellos, era un macho de verdad.
Me agarro de la nuca y me dijo: Huelela, si se te antoja, entrale.
Y no lo pensé dos veces. Le olí la punta, olía riquísimo, una mezcla entre sudor, semen y orines. Sentía como la sangre palpitaba en mi verga. La metí en mi boca en seguida. Un sabor delicioso, su verga estaba salada. Lo mejor que he probado en mi vida.
Tardó un poco en que se le parara por completo, pero yo no dejaba de lamerla, quería sentirla hasta el fondo de mi garganta. De cuando en cuando volteaba a verle la cara, tenía una expresión que mostraba por momentos excitación y por veces desinterés. Me preocupaba saber si lo estaba haciendo bien. Me saque su miembro de la boca, me acerque a besarlo pero él me ganó el movimiento y me esquivó, solo para desabotonarme el pantalón. No me preguntó si quería que me penetrara. No me iba a negar, pero de pronto se dio la vuelta y se puso detrás de mi, rozando con su pecho velludo mi espalda, sentí que me venía cuando sentí su verga rozar mis nalgas.
Se escupió la mano y me untó su saliva en el culo. Me inclinó un poco y me untó su verga. Yo sentía que ya la quería tener adentro toda. Me apretaba fuerte las nalgas y con sus pulgares me masajeaba el culo. Yo me sentía venir.
Volvió a untar su saliva en mi culo y de nuevo en su verga y me metió poco a poco la puntita. Seguro no era la primera vez que el se cogía a otro hombre, se le veía experiencia.
Sentí que podía meterla toda y le dije que de una vez me la dejara ir, lo hizo despacio. Esa sensación es increíble, tener su verga tan deliciosa dentro de mi, y además su torso rozando mi espalda y su respiración y sus gemidos cerca de mi oído.
Sabía moverse tan rico, la metía fuerte, la sacaba despacio. Yo le pedí que lo hiciera mas fuerte. Quería sentir su eyaculación, sentir su leche, su semen dentro de mi. Pero al mismo tiempo quería que su penetración durara toda la noche.
Me inclinó mas y así me agarró de la cintura. Ahora le era mas fácil meterla fuerte. Sabía que en cualquier momento me iba a dejar lleno el culo de semen, yo disfrutaba tanto tenerlo dentro de mi. Cuando él empezó a empujarmela mas duro y gemir mas duro, sabía que ya se venía. A mi me basto jalarme un poco la verga para venirme.
Cuando se vino, sentí como si me hubiera dejado litros de su leche, gimió demostrando un placer tan intenso que sentí que me venía de nuevo.
En el instante, se sacudió la verga. Yo me di la vuelta para verlo completo. Él solo esperó a que se le bajara la ereccion para guardarse su verga de nuevo en el pantalon. Me tomó del brazo para que pudiera vestirme y me acompañó a la salida. Él se quedó a terminar lo de las cajas. Yo llegué a mi casa a masturbarme.
Y no fue la última vez con mi jefe
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