En el campo
La historia de un hombre apático y sin ambición en su camino por la senda dea perversión..
Lo que les voy a contar es como pasaron las cosas, me costó 20 putos años de mi vida entregados a un trabajo con buena paga que odiaba con toda mi alma. Seguí los pasos de mi padre y fui agente de ventanilla del mismo banco donde el trabajo hasta su retiro.
Yo no soy mi padre, no tengo dos familias que alimentar debido al ego masculino, de hecho, soy un hombre que encaja con la vida pacífica del campo, ese es mi único propósito a mis 40 años.
Una vida simple sin lujos, salidas, vicios, mujeres, amigos o cualquier cosa que me hiciera gastar mi dinero, 20 años de eso con mi dinero congelado generando intereses me llevaron a donde estoy.
Nunca se me ocurrió terminar dónde estoy, pero así es la vida, llena de reveces o bendiciones.
Me encuentro a 8 horas en carro de mi familiar más cercano, no hay aeropuertos, centros comerciales, ni nada de las cosas citadinas que me tenían asqueado.
Vivo en una casa construida sobre una colina rodeado de medio acre de propiedad plagado de árboles frutales.
No fue tan barato como pensaba, pero me da una vista del pueblo ubicado a 50 minutos a pie, 20 minutos por el accidentado camino.
Mis vecinos, actores secundarios de esta historia, son 6 familias ubicadas en sus pequeñas y humildes víviendas separadas entre 30 y 60 metros entre ellas.
Con la idea panorámica en sus cabezas, vamos al punto, me follo a todos y cada uno de los miembros de estás familias, pero antes que nada, no soy un semental, tengo en mi cama una persona diferente en mi cama un día si, otro no.
La gente de campo es mojigata, al menos como fachada, la zoofilia, incesto y homosexualidad son cosas de todos los días para esta gente.
No me tomo mucho darme cuenta, a los 6 días de instalado caminaba por mi propiedad y pude ver a las niñas Martínez «recolectando» frutos caídos mientras su madre succionaba el pequeño penecillo de su hijo.
Desde la distancia escuchaba las risas de las chiquillas que recogían mangos del piso llenando una canasta sin importarles mucho que su madre a un lado chupara el pequeño pene de su hermano.
En ese momento algo cambio en mí, una erección se abulto en mis bermudas, preguntas se formulan en mi cabeza, el morbo se acumulaba en mi ser y una mano buscaba en silencio mi teléfono.
16 minutos de oral incestuoso entre una mujer de algunos 20 y pocos años a su hijo que ronda los 6 en presencia de sus hijas con algunos inviernos de diferencia.
Al llenar la canasta las niñas tomaron a su pequeño hermano de las manos, su madre levantó la canasta y se fueron a su pequeña y humilde vivienda seguidos por mí.
En el camino reían, jugaban con su hermano, conversaban de sus temas familiares, pero nunca nadie dijo nada sobre lo que su madre acababa de hacer.
Víctima del morbo mi cerebro se movía a mil por hora, el pequeño no eyaculó, apenas si se podía llamar erección a lo que tenía si la comparo con salvaje erección.
Las cosas se desenvolvieron de forma sutil y sin recurrir a ningún tipo de coacción, llamé a la puerta, salió la niña mayor que llamó a su madre a mi petición, le mostré el vídeo en mi celular y acto seguido tres pequeños observaban como su mame chupaba mi pene.
A mis 40 nunca había tenido sexo, así como lo lees, a mis 40 años seguía siendo virgen, esto no era lo que buscaba y mucho menos esperaba cuando vine a vivir aquí.
La felación continuaba, los sonidos propios resonaban en la pequeña vivienda de 1 solo cuarto, suspiros de hombre hacían sonreír a las pequeñas, nunca pensé recibir un oral, ni en mis más salvajes sueños me ví observado por 3 menores cuando sucedía, pero esto era apenas el inicio.
Cansada de su labor la mujer se acostó en su «cama» con la gruesa falda recogida en su cintura, un obscuro y muy poblado bosque se mostró, las niñas seguían sonriendo, el niño miraba con celos en sus ojos, mi pene se undia lentamente en esa mujer a la que le doblo la edad, su vagina aprisiona mi pene con su cálido tacto, pensé morir virgen totalmente indiferente al sexo y ahora estoy copulando con la mujer de otro hombre frente a sus hijos.
Mi torpe vaien cumplía su propósito, ahogados gemidos suprimidos por un pedazo de falda apretado entre sus dientes salían de su garganta.
La pequeña casita olía a sus flujos, la cama compuesta por barro, capas de cartón y sábanas viejas no emitía sonido alguno, mis ojos se clavaban en la entrepierna de sus pequeñas que tímidas me mostraban sin querer sus pequeñas vulvas sin vello público, el pequeño me desafiaba con la mirada celoso que le quitará a su madre, la mujer solo gemía de placer bajo mis inexpertos embistes.
De un momento otro sentí que venía mi eyaculación, sin pensarlo mucho deje salir todo mi semen contenido de años e inundé la vagina de una mujer en edad fértil que no es mía.
La edad, vida sendataria y falta de costumbre me llevaron a un punto de agotamiento tal que me desplomé sobre la hembra que soportó mi peso y miembro dentro de ella algún tiempo indeterminado. Cuando por fin salí de ella deje tras de mi una vagina abierta escurriendo semen.
Avergonzado por lo que acaba de suceder intenté salir corriendo del lugar pero la visión de lo que vino a continuación no me lo permitió, el pequeño fue corriendo a sacar el semen depositado en el interior de su madre usando sus dedos y boca que usaba para succionar y tragar todo mi semen.
Estaba tan pasmado por lo que veía que no me di cuenta en que momento las niñas hacían lo mismo con mi pene, sus pequeñas boquitas recorrían mi seminerecto pene succionando los flujos maternos y residuos de semen, las pequeñas lengüitas tallaban cuál esponjas para un mejor acabado que consiguió levantar mi pene por segunda ocasión.
La madre notó mi erección y sonrió invitandome a jugar con sus hijas, pero ver al pequeño tragando mi semen despertó un morbo diferente, le pregunté a la madre si el pequeño era una opción y para mí sorpresa, asintió.
Asustado, abrazado a su madre, desnudo y con el culo parado el chiquillo soportaba la invasión de sus hermanas que urgaban su esfinter, sin quejarse o moverse, la cabeza de mi pene hizo contacto con el pequeño y arrugado asterisco que para mí sorpresa y agrado cedió ante la presión aceptando medio pene, al rededor de 8 centímetros en su interior.
El gruñido del pequeño marcó el final del camino y el inicio del vaiven, la madre me pidió paciencia pues hasta el día su pequeño recto no estaba tan acostumbrado a recibir verga de hombre.
Sus hermanas contemplaban todo paradas a lado de él, se burlaban con risas de gruñidos y quejidos de dolor del niño que lloraba discretamente, escupían mi pene con una puntería asombrosa proporcionando lubricación, un olorcillo a veces me volvía loco, me hizo darme cuenta de mis actos.
La madre sujetaba con fuerza al menos suprimiendo toda esperanza para el pequeño, la presión de su interior no era como la de su madre, estrujaba mi miembro con fuerza, pujaba luchando por expulsarme, sin darse cuenta me daba más placer del que podía soportar y con un fuerte gemido loene aus entrañas de semen que se mezclo con sus heces y la saliva de sus hermanas.
Exhausto regresé a mi casa, está vez nadie quiso limpiar mi pene, el chiquillo se quedó llorando en silencio con una mirada de rabia en sus ojos que causó risa.
Sentado en mi cama racionalizo todo lo que sucedió este día, viole analmemte a un menor, otras dos me la chuparon, me acosté con su madre y eyacule dentro con el riesgo de prenarla y aunque no lo crean, todo con el consentimiento de su ausente marido.
Antes de que me llames mentiroso te voy a explicar la situación, la casa sobre la colina, el medio acre que la rodea, los árboles frutales y los terrenos sobre los cuales están construidos las casas de las familias, incluidas las casas, me pertenecen.
El anterior dueño tenía por costumbre cobrar la renta en especie, hombres, mujeres y niños, todos ellos fueron violados por él.
Es tal su fé, porque también hay un sacerdote de por medio, pobreza, ignorancia y necesidad, que no dudaron en aceptar el acuerdo.
Les iré contando mis encuentros poco a poco, ya estoy viejo y cansado, fueron los mejores 40 años de vida y se los voy a compartir.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!