En el ejercito I: El comandante
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Soy Samuel, 30 años hoy en dia y preste servicio militar en la costa colombiana.
Allí comencé a tener sexo con otros hombres y tengo varias historias para contar.
Mido 1,80 blanco de contextura delgado.
He de aclarar que en ese entonces tenía 18 años aunque ya tenía experiencia sexual con hombres.
Cuando llegue a mi batallón estábamos todos los nuevos revueltos en etapa de adiestramiento.
Conforme pasaban los dias íbamos mostrando en que éramos buenos y nos iban dividiendo.
Yo quede con otro compañero a cargo de un comandante bogotano en una zona de alta montaña.
Todo eso era un peladero donde no había un alma, salvo un pueblo que quedaba como a tres horas bajando.
El comandante nos gritaba mucho y nos hacía trabajar todo el dia.
Cuando agarramos el ritmo de trabajo se suavizo con nosotros y nos trató mejor.
Mi compañero era un negro de Cartagena que bromeaba mucho.
Un dia el negro me dijo en confianza que el comandante tenía sus caídas y que lo había pillado mirándolo, que esto y lo otro, que le parecía que era gay.
Yo no le preste mucha atención, el man se veía muy varonil.
Vivíamos los 3 en una sola casa, el comandante en su habitación y nosotros tres en la otra.
Después de un tiempo note que ya no salía con mi compañero a hacer inspección sino que el comandante nos había dividido por zonas.
Hablando con el negro sobre su rutina un dia me confeso que todo era mentira, que cuando yo salía él se quedaba en la casa con el comandante, que había confirmado que el comandante era gay y tenía sexo con él, motivo por el cual ya no trabajaba casi sino que la mayoría de la carga la tenía yo.
Le dije mentiroso pero me dijo: “si no me crees asómate por la ventana del cuarto a eso de las 9 (hora en que yo estaba fuera).
Así hicimos, fingí salir a vigilancia y me quedé merodeando por ahí, a las 9 me asome y me di cuenta: El comandante estaba en 4 gimiendo como loco mientras el negro le metía una verga descomunal por el culo.
El negro me vio y me sonrió.
Lo empezó a nalguear fuerte y le decía: “quien es tu papi, quien es tu macho”.
Y el comandante gemía y le decía: “tú eres mi papi, dame más verga, me encanta, dame más mas mas”.
Yo no podía creerlo pero esa escena me excito demasiado.
Ese dia el negro me dijo: “Viste lo que yo te decía, ese man es una perra, le gusta la verga y la chupa chévere, cómetelo tú también y no vas a tener que trabajar más”.
Yo al principio dije que no pero después cuando salía no podía evitar asomarme a la ventana a ver si estaban culeando e incluso me sorprendí a mí mismo pajeandome en una ocasión.
Una vez los pille en el monte y el comandante se dio cuenta que los vi, solo me dijo que no podía decirle nada a nadie.
Le dije que tranquilo, que de mi boca no saldría nada.
Se volvieron más descarados, culeaban en la noche mientras yo trataba de dormir en el cuarto de al lado.
Al menos no trabajaba tanto como antes.
Un dia el comandante, que ya era menos varonil, iba a mandar al pueblo a enviar unas cartas al batallón pero en esa ocasión no quiso que fuera yo sino que mando al negro.
Antes de irse el negro me dice al oído: “aprovecha bobo, esta es tu oportunidad” y me pico el ojo.
Yo ya estaba más que arrecho y decidí intentarlo.
El comandante una vez más me recordó que no debía decirle nada de lo que había visto a nadie.
Yo aproveche y le dije que ese sería nuestro secreto.
Entrando más en confianza en la conversación me le acerque y le dije que yo envidiaba al negro porque podía tener sexo y estaba satisfecho pero que yo estaba solo y me tenía que aguantar hasta bajar al pueblo o hacerme la paja porque no había más (dando lastima).
El comandante me dijo: “ah pero eso tiene solución”.
Se me acerco y se agacho, me bajo la corredera y me saco la verga.
“Esto era lo que tu querías verdad”, “si” le respondí y me lo empezó a chupar.
Ese tipo parecía que tenía un doctorado en mamar verga.
Lo hacía con una maestría impresionante.
Bajaba el cuero de la verga y metía la lengua y lamía mi glande de una forma increíble, se notaba que le gustaba mucho hacer eso.
Después de un rato sentí que iba a venirme y le dije que parara.
“Quiero que me la metas” me dijo y de su mesa de noche saco condones y lubricante (estaba preparado).
La verdad es que el tipo tenía un culo bien grande y paradito, se notaba el ejercicio.
Lo lubrique, me puse el condón y lo acosté boca arriba con sus piernas en mis hombros.
Se la mande de una.
Se sentía tan caliente el interior de ese culo y apretaba la verga delicioso, lo empecé a bombear suave y después fui subiendo la intensidad.
Él estaba encantado y gemía como loco.
No resistí el impulso y lo empecé a nalguear, “Te gusta perra” le pregunte, “sí que rico, métemela más” me respondió.
Me encanta el lenguaje sucio.
Después lo puse en 4 y sentí que se le iba más profundo, mas adentro.
Sentí que me venía y le dije dónde quieres la leche, “dámela en la boca” y así lo hice, se la saque me quite el condón y me vine en abundancia en su boca.
Culiamos varias veces más ese dia.
Cuando el negro regreso en la noche nos sentó a los dos en la mesa y nos dijo que le gustábamos los dos y que él quería que lo culiaramos ambos.
Aceptamos (la verdad me gustó mucho).
Dijo que no le gustaban los tríos y tampoco podíamos descuidar el trabajo así que cada dia uno estaba con él y el otro trabajaba y al dia siguiente cambiábamos y así.
Pasamos 5 meses en ese plan hasta que nos hicieron volver al batallón.
Allá se desarrollaron otras historias que después les contare.
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