En el garaje de su padre
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Por fin decidí acercarme a un ciber, pues en ese momento no tenía internet en casa. Me conecté a un chat para buscar a otro hombre, pero esto no era tan fácil como parecía. Problemas tipo: "no tengo sitio", "yo solo quiero chuparte el culo",… No encontraba ni de lejos lo que andaba buscando.
Después de una hora, me habla un chico, tenía la misma edad que yo, 25 años. Me decía que estaba de paso en la ciudad visitando a sus padres, que quería probar algo con otro hombre.. por fin alguien en la misma situación! Tan solo un problema, no tenía un lugar donde pudiéramos juntarnos. Después de un rato hablando con él, me dijo que si me apetecía que nos viéramos en el garaje de sus padres, con la condición de que fuera un secreto entre nosotros. Tardé dos segundos en preguntarle donde nos veríamos y otros dos para pagar a la encargada del negocio para ir corriendo donde habíamos quedado.
Habíamos acordado vernos en la misma puerta del edificio donde vivía su familia, a cinco minutos de donde yo estaba.
El trayecto fue largo, tenía ganas locas de llegar y juntarme con él, pero al mismo tiempo reflexionaba sobre lo que estaba haciendo, no me sentía muy bien conmigo mismo.
Estaba llegando, y a lo lejos se veía la sombra de un varón apoyado sobre la fachada del edificio.
Me sudaban las manos, y mi corazón iba a mil, no sabía muy bien qué hacer y cada vez estaba más y más cerca.
Por fin llegué, su ropa coincidía con la descrita en el chat y di el paso.
– Hola, soy Adrian, ¿eres Víctor? _le dije casi temblando.
– Hola Adrian, si, soy yo, sígueme.
Nos dimos la mano para saludarnos y, sin cruzar otra palabra acepté a seguirlo, pues era un muchacho muy guapo, cuidado y limpio.
No hablamos más hasta que entramos en el ascensor y me preguntó: ¿estás nervioso?, a lo que le contesté que sí y él me confirmo que también lo estaba.
Me miró y me dio un meso mientras me acarició el paquete, yo también fui acercando mi mano hacia su bragueta y le empecé a tocar su pene.
Por fin llegamos a la planta -2 y me dijo que le acompañara, llegamos a la puerta del garaje de su padre y entramos rápidamente cerrando por dentro.
Ahora estábamos más tranquilos, estábamos solos, era un sitio discreto.
Nos miramos y decidimos empezar.
Empezamos a besarnos, a tocarnos los penes sin parar.
Le pedí que nos quitáramos la ropa, el aceptó.
Cuando se bajó el boxer vi su enorme pene, era perfecto y empecé a masturbarlo poco a poco, viendo como la punta iba saliendo y cada vez estaba más duro.
Baje y empecé a darle besos en el miembro, lo agarré y lo fui metiendo poco a poco en mi boca.
Él estaba disfrutándolo y sus jadeos eran cada vez más fuertes, diciéndome que le encantaba, que no parara nunca.
Llegó su turno, se puso de rodillas y me empezó a mamar mi pene, parecía que lo llevaba haciendo toda la vida, creo que nunca sentí tanto placer como en ese momento.
Estuvimos turnándonos, yo se lo chupaba, él me lo chupaba a mí, nos levantábamos y juntábamos nuestros miembros mientras nos besábamos apasionadamente.
Después de varias sesiones me dijo que tenía un condón.
Yo le pregunté qué quería decir, a lo que me contestó que si me gustaría que me penetrara despacito.
Yo me quedé pensando y mirando la grandeza de su pene, pero estaba tan excitado que le dije: probemos.
Le pedí el preservativo, lo abrí y se lo coloqué.
Le quedaba extremadamente justo, y le faltaban un par de centímetros para poder envolver todo su pene.
Me puse de rodillas encima de un sofá que tenían en el garaje y él me fue penetrando poco a poco.
El dolor era inhumano, y le pedía que la sacara en todo momento.
Él fue paciente y cada vez que le decía que me dolía paraba y empezaba de nuevo.
Pasamos un rato intentando hasta que me dijo: ¿te duele?, porque está dentro enterita.
Era una mezcla entre dolor y placer indescriptible.
La mantuvo dentro durante un buen rato y después empezó a moverse lentamente.
Yo empecé a sentir un placer incondicional, estábamos disfrutando juntos de un placer extremo.
Después de varios minutos se abalanzó sobre mi espalda y me susurró al oído que no aguantaba más, yo le dije que, por favor, llegara dentro de mí.
Se incorporó, me agarró de la cintura y empezó a moverse cada vez más rápido, jadeamos mutuamente hasta que sentí como su miembro se movía dentro de mi ano, sentí tanto placer que empecé a expulsar mi semen al mismo tiempo que él, sin tan siquiera tocar mi pene.
Sacó su pene dentro de mi y nos echamos juntos durante un rato.
El me dio las gracias por haber aceptado ir y probar ambos el sexo entre hombres, yo se las di también, pues fue un día que no olvidaríamos ninguno de los dos.
Más tarde, nos vestimos, salimos a fumar un cigarro al exterior y nos despedimos dándonos un fuerte apretón de manos.
Nunca más le volví a ver y nunca más volví a estar con un hombre.
Fue bonito, pero posteriormente hubo mujeres que me complacieron aún más.
imaginaros cuanto.
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