EN EL METRO
Como todos los días debía tomar metro para ir a mi aburrido trabajo, pero ayer fue distinto, ese hombre que había visto en alguna ocasión me hizo estallar de placer.
Vivo en una zona de la ciudad en que el medio más rápido para llegar al trabajo es el metro, y aunque no me gusta mucho, llevo viajando en el desde hace mucho. Mi trabajo es tedioso con compañeros, que en su mayoría no me simpatizan, los soporto porque necesito trabajar al fin y al cabo.
Como todas las mañanas a las 6 estoy bajando por las escaleras del dpto. En el dpto. vecino la mujer con sus dos hijos que lleva a la escuela les está gritando que se apuren, el conserje con cara de pocos amigos está ordenando su escritorio, hace frío como de costumbre, en fin otro día más. La semana pasada lo vi o tal vez lo vi antes, pero fue la semana pasada en que me fijé en él, tendría mi misma edad o por ahí, un poco canoso, rostro agradable, sonreía mientras abrazaba a una mujer, su esposa sin dudas, por el anillo que brillaba en su dedo. En algún momento cruzamos miradas, pero luego se perdió entre la gente y yo me perdí con la gente en la dirección contraria.
El día lunes al regresar nuevamente a casa, en el mismo vagón, tal vez con las mismas personas, preocupado del celular y de llegar al dpto, comer algo, mirar un poco de tv, masturbarme en el baño desganado y luego acostarme a dormir, para comenzar al otro día con la misma rutina. Levanté la cabeza cuando sentí que alguien chocó con mi pierna. miré contrariado y mi sorpresa fue grande cuando vi al hombre de la semana anterior ahí, parado frente a mí, sin la mujer, con una sonrisa amplia me pidió disculpas por lo sucedido, no dije nada, pero no lo dejé de mirar, él tampoco dejó de mirarme. El asiento a mi lado se desocupó y el hombre se sentó a mi lado, el viaje transcurría, intenté concentrarme en el celular, pero la verdad es que no podía, sentía su olor, estaba apegado a mí por lo tanto sentí su pierna contra la mía, me hice hacia un lado, pero él también lo hizo, de tal forma que seguimos apegados, su pierna se movía, se restregaba contra la mía, me calenté, me puse nervioso, no quería que se dieran cuenta. El desconocido se puso de pie y mirándome sonrío, lo miré y luego disimuladamente miré su pantalón, se notaba abultado, su pene estaba erecto!, bajé los ojos, pero luego volví a mirarlo sonrío de nuevo y se arregló el pantalón, se abrieron las puerta y bajo perdiéndose entre la multitud. Esa noche me masturbé más de lo acostumbrado y muchas ganas recordando cada instante vivido en el metro.
Ayer volví al metro, volví a ese vagón ansioso, miraba hacia todos lados con la esperanza de verlo, y de pronto ahí estaba apegado al fondo, la mujer sonreía, mientras él le acariciaba las mejillas y le decía algo al oído. Mi mirada cruzó con la suya antes de ser arrastrado por la gente hasta el final del pasillo, afuera había comenzado a llover, según la tv ese día tendría mucha lluvia y frío. Me quedé ahí pegado en la pared del fondo del vagón casi sin poder moverme, con la gente pegada a mí por todas partes. Entraban unos chorreando agua de sus abrigos, sus gorros, salían otros con el paraguas listo para la calle, yo lo único que quería era verlo, mirarlo una vez, se acercaba mi estación, me fui abriendo paso como pude hacia la salida y al lograr salir me encontré con él, nos miramos, a su lado caminaba su mujer. Subimos las escaleras hacia la calle, él de tanto en tanto miraba hacia mí, yo trataba de ir cerca suyo, pero que no se diera cuenta su mujer.
Una vez en la calle, ella dándole un beso en los labios, se despidió mientras su paraguas rojo y verde recibía las gruesas gotas de agua, se alejó del hombre, cruzó una calle y entró a un edificio de oficinas. El desconocido volvió a entrar al metro, nuestras miradas se encontraron, estaba sobre la hora, jamás había llegado tarde a mi trabajo y menos sin avisar, pero ahí estaba apoyado en la escalera mirando a un desconocido. Pasó por mi lado sin dejar de mirarme y lo seguí, entramos al vagón del metro y en silencio nos fuimos desplazando hacia el final, había menos gente, los últimos asientos estaban vacíos, se sentó y yo me senté a su lado, en silencio, mi corazón latía a mil, él iba con abrigo, yo también, sentí nuevamente su pierna, no me separé sino que me apegué más a él. nos miramos, sonó su teléfono y respondió diciendo que iba en camino, que la amaba, que le deseaba buen día, mientras ponía su abrigo de tal forma que ocultaba lo que hacía, pude ver que con la mano que tenía libre se bajaba el cierre y sacaba su miembro, no podía creerlo, si alguien subía o miraba aquello, pero la visión de su hermoso pene me subyugó, se me hizo agua la boca, mi cuerpo se estremeció, él no dejaba de hablar por celular, se reía. Con su mano libre me tomó de la cabeza empujándome hacia él, no opuse resistencia y me vi engullendo su verga hasta el fondo de mi garganta. Mientras chupaba, lo escuchaba hablar por cel, irían a la casa de los suegros, había que comprar leche que se terminó, se encontrarían donde mismo a la hora de salida, el sábado la invitaba a comer afuera. No pudo más y su cuerpo se estremeció y lanzó chorros de semen directo a mi garganta, yo tampoco aguanté más y me corrí en el calzoncillo manchándolo y de paso el pantalón. Limpié con mi lengua su pene y luego él sin terminar de hablar por teléfono se subió el cierre, arregló su ropa y se puso de pie, el metro se detuvo y el salió sin despedirse.
Me quedé ahí tratando de reconstruir lo que había ocurrido, mi pantalón estaba mojado, sentí un poco de vergüenza, pero sonreí. Salí del metro, caminé unas cuadras, me metí a un café, pedí café americano con unas galletas mientras miraba como caía la lluvia sobre la ciudad. Llamé a mi trabajo, mi jefe estaba preocupado, asombrado por mi actitud, le dije que estaba todo bien, pero ese día no iría a trabajar, el informe se lo enviaría desde casa, preguntó si me pasaba algo, pero que no me preocupara, que enviara el informe, pero al otro día si debía estar presente en la reunión. La verdad es que había dejado de prestar atención, miraba la lluvia y con más atención al hombre que entró al café sacudiendo el sombrero mientras pedía un café americano y unas galletas, se sentó y nuestras miradas se encontraron, nos saludamos, miré, hacia la lluvia, las gentes apuradas, los abrigos y paraguas chorreantes. A la distancia se veía la entrada al metro.
Interesante relato. Esas experiencias están buenas.
Gracias, me gustan las experiencias con hombres desconocidos y en lugares complicados, me calientan jeje