En el Primer Año de la Prepa (con Diego)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, chicos! Me llamo Cristian; me dicen Cris. Es mi primer relato, espero que les guste. Esto pasó cuando tenía dieciséis. Me describo, soy blanco, de cabello lacio y castaño, delgado (peso 52 kg), pero marcado, mido 1.83 cm (no exagero ni mi estatura ni mi peso, ésos son; me cuido mucho y todo, y aunque nado y gano masa muscular, mi peso no cambia.), Soy del Distrito Federal, en México.
Era mi primer año de la prepa. Yo ya sabía que era gay, lo supe desde que tenía once, más o menos, pero jamás me había pasado lo que me pasaba en esos momentos con Diego. Siempre, como todos, veo a los chavos que me parecen guapos y pues me imagino cogiendo con ellos y cosas por el estilo, pero cuando vi a Diego, el primer día de clases, sentí algo diferente hacia él. No digo que haya sido amor a primera vista, porque, les soy sincero, no creo para nada en eso. Para amar a alguien debes conocerlo, así pienso yo. Cuando entré a mi salón, vi qué chicos estaban bien, y vi a Diego y lo primero que pensé fue: "Ah, está bonito". Así, sólo bonito. Pero después de seguirlo viendo vi que me atraía muchísimo. Es alto, más que yo, delgado y un poco musculoso, bronceado y lacio, como yo, pero su cabello era color café oscuro. Cuando pasaron lista, me fijé muy bien a qué nombre respondía, fue cuando oí un Diego y un apellido raro. Como se sentaba atrás de mí, no pude voltear a verlo, pero me empecé a hacer una idea de algo. Cuando era hora de irnos, pude ver su cara… y comprobé mi idea: era asiático!
A mí los asiáticos siempre me habían parecido lindísimos, y Diego no era la excepción. Vi cómo salía del salón, y, para mi sorpresa, me volteó a ver! Pero no fue de esas veces en que ves a alguien y ya, no, cuando volteó, vi que me prestaba cierto interés. Como ya les dije, nunca me había pasado que de verdad me gustara mucho alguien, sólo simples fantasía y ya, así que cuando mi corazón se llenó de alegría porque Diego me había notado, me sentí muy confundido.
Al día siguiente, llegué temprano a la escuela (siempre llego temprano) y vi que había sólo unos cinco amigos afuera del salón, pero luego, lo vi a él. Estaba sentado contra la pared del salón y llevaba un gorrito puesto, como todo asiático; se veía muy tierno y a la vez sexy. Me senté al lado de él y noté que me miraba de reojo, sí se daba cuenta de mí! Me puse a escuchar música y después de unos momentos, nuestras miradas chocaron. Sonreímos y el me dijo "hola". Me quité los audífonos. (No me acuerdo muy bien de la conversación, pero la intentaré hacer lo más fiel posible).
-Hola -le dije.
-Ehhh… Cristian, verdad? -Creo que fingió que no se acordaba para no parecer muy fijado. Además, su acento era… mexicano.
-Wow! Sí. Dime Cris. Y tú eres Diego.
Se rió y me dijo:
-A ver, di mi apellido.
Obvio no lo pude decir.
-Kwon -me dijo-. Soy coreano.
-Wow! Tu acento es perfecto.
-Sí. Es que mis papás nacieron aquí, ambos son coreanos, y yo también, entonces no tengo acento coreano.
-Ah, muy bien. Y sabes coreano?
-Sí. -Me habló un poco en coreano. Sólo entendí mi nombre.
-Qué dijiste?
-Que sé coreano. Y que mucho gusto.
Me saqué de onda.
-No dijiste, de casualidad, mi nombre?
-No -dijo-. Seguro lo imaginaste.
Me sentí super estúpido, así que le hice la plática para que lo olvidara.
Nos hicimos muy muy amigos, y se adentró bien a mi grupo de amigos. Él practicaba Tae Kwon Do (él me dijo que se pronuncia "Te Kwon Do") y Basket. A veces me invitaba a sus partidos y siempre me presumía lo bueno que era. Yo me sentía en las nubes porque sólo me invitaba a mí.
Llegó diciembre, y mi escuela hace una fiesta de Navidad, que sinceramente no está muy buena, así que los alumnos siempre organizamos nuestro "after"; que ése sí se pone loco. Siempre intento ir lo más leve posible a las fiestas, no vaya a ser que conozca a alguien ja ja, y esta vez, al tener a Diego en la fiesta decidí irme aún más leve. Me puse unos Converse, un suéter pegado y muy delgado y unos jeans pegados también. No fui a la fiesta de la escuela, sólo al after. Llegué, y él aún no estaba en la casa de Andrea, que era la que había puesto la casa.
El lugar era muy grande, con un gran jardín, pero la música estaba adentro de la casa y la comida afuera. El salón era muy amplio, pero el techo bajo, y de no ser por las luces de colores, no se habría visto casi nada. Me junté con mis amigos y empezamos a beber. Yo no bebo mucho, por lo tanto no me pongo muy pedo, pero casi todos sí acababan bien mareados. Cuando él llegó, ya estábamos todos bailando. Se nos unió y empezó a beber. Noté que se puso super pedo muy rápido, porque me empezó a bailar. Luego se fue, no supe a dónde, pero se fue, y yo me quedé bailando. Casi nadie notó cuando regresó, lo cual agradezco, porque me jaló del brazo, me lanzó a la pared, me tomó las muñecas contra ésta, y me plantó un beso enorme. Nunca supe si alguien nos vio. Lo separé de mí.
-Nos van a ver.
-Todos están en el desmadre, además, con esta luz, nadie distingue quién es quién si no nos ve a la cara.
Me convenció y nos besamos un buen de tiempo. La gente nos empujaba, así que fuimos a donde él tenía su camioneta, atrás de la casa, me recargué en ella y nos seguimos comiendo. No pasó más esa noche.
El lunes siguiente, nos portamos un poco distanciados, pero en un recreo, me dijo que quería hablar conmigo. Mi escuela es enorme, así que me llevó a uno de los campos que casi siempre están solos, aunque no del todo, y se sentó en el pasto.
-Perdóname por lo del sábado -me dijo.
No le dije nada.
-Es que… me siento tan raro contigo, es, es algo que, que jamás había sentido.
-Lo sé, yo también -le dije. Que pasara lo que pasara.
.En serio?
Asentí, en silencio.
-Yo aún no sé lo que siento por ti, Cris -me dijo, y eso fue un duro golpe para mí. Esperó un momento y luego dijo-: me gustaría besarte, una vez más, ahora, sólo para… saber si el alcohol tuvo algo qué ver en lo del after.
No dije nada. Me sentía raro, pero cuando se acercó a mí y me tomó la barbilla para dirigirme a sus labios, lo dejé. Cuando sus carnosos labios se posaron sobre los míos, me sentí muy completo. Fue un roce, más que un beso, pero eso nos bastó. Se separó un poco y me miró, con sus ojitos tiernos en los míos. Me abrazó muy muy fuerte. Su loción olía super rico y el sol caía sobre nosotros. Me puso su gorrito.
-Te ves muy tierno -me dijo.
Yo le sonreí. Luego se acercó y me besó, tiernamente, como antes.
Luego volvimos, porque las clases estaban por continuar.
Ese mismo lunes, fui a su partido. Se veía muy sexy con sus shortcitos y sus piernas super marcadas y musculosas. El sudor le caía por todos lados y eso me provocó una erección. Y fue cuando me di cuenta de que algo era diferente: no tenía urgencia sexual con él. Quiero decir que estaba bien si se daba, pero a mí me bastaba con ser algo para él. Ahí me di cuenta que en verdad lo quería, el sexo sólo sería un buen postre. Pero lo que vino después es casi un chiste para mis palabras anteriores…
Cuando acabó el partido, llegó con una erección que le era imposible esconder. No supe a qué se debía, y no se lo comenté.
-Ven -me dijo-. Acompáñame a la clase de Tae Kwon Do.
Le dije que sí. Le pidió permiso a su maestro, que también era coreano, para que yo pudiera practicar una clase y ver qué tal. Éste dijo que sí. La clase duraba hora y media y su maestro me cayó muy bien, pero había una distracción para mí: los pies de Diego. No sé qué pasa con los pies descalzos, pero provocan en mí mucha excitación; y a éso le sumaba el olor de todo el cuarto… Mmmm…
Acabó la clase y fuimos a cambiarnos. Todos salieron antes que nosotros, así que ahí pasó:
-Qué te pareció la clase?
-Me gustó.
-Aunque el olor es un poco fuerte, no?
-A mí me gusta -le dije con franqueza, y no me arrepiento de mi comentario, porque si no, no hubiera descubierto que teníamos los mismos fetiches.
Se me quedó viendo.
-Ya somos dos.
Nos abalanzamos el uno sobre otro, metiendo nuestras lenguas en la boca del otro. Toda la ternura de la tarde se había ido.
-Mira cómo me tienes -me dijo, poniendo su erección contra la mía. WOW! Estaba enorme su verga! Desde ese momento la quise ver.
Me aventó contra los lockers y me comenzó a lamer el cuello. Yo daba gemidos de placer como toda una puta, y éso se veía que lo calentaba más. Me quitó la bata o lo que sea éso del Tae Kwon Do y pasó a mis axilas, que lamió por completo. Yo lo tenía agarrado de la cabeza y le jalaba el pelo, estaba super cachondo. Los vestidores olían aún más a sudor que la sala de entrenamiento. Oía su nariz, inhalando profundamente. Me encantaban los chasquidos de su lengua y su dedo entrando en mi ano.
-Ya no te bañes tan seguido, Cris.
Su petición me confundió, pero a la vez me puso más caliente y bajé un poco más su cabeza, a mis pezones. Para esos momentos ya tenía dos dedos en mi interior.
-Uh, estás apretadito, Cris. Me gustan los culos así.
Luego bajó a mi pene, cubierto por mi calzón. Oí su fuerte inhalación y desgarró mi calzón, justo cuando metía un tercer dedo a mi ano, provocando que mi verga saltara más. Sin preguntar, se la metió a la boca y me dio una de sus riquísimas mamadas. Tenía buena técnica el muchacho: me la hacía rápido, pero sabía que no me debía venir y paraba o la hacía más lento, se notaba que era experto.
Volteó hacia arriba, con la boca un poco embarrada de líquido pre-seminal y me dijo:
-Ven.
Me llevó a una de las bancas y me acostó ahí. Se puso en posición de 69 y le quité su calzón. Un enorme pedazo de carne me golpeó la cara, y me inundó un olor a macho como jamás había olido. Con la petición del baño, se me vino a la mente algo:
-Hace cuánto que no te bañas? -Le pregunté.
-Desde el domingo. Un día después de nuestro beso.
Me puso super caliente e inhalé profundamente. Épico! Era lo más rico que había olido en toda mi vida! Tomé su verga de caballo y me la metí a la boca. Yo también soy experto en las mamadas, así que me entró toda fácilmente. Se la limpié perfectamente bien y le lamí un poco los testículos. Luego se hizo hacia mis pies y me los lamió. Sus pies me quedaban en la cara, así que los olfateé. Uffff! Olían a puro queso! No dudé en lamérselos todos. Me deleitaba con el olor de sus enormes pies, y oía sus jadeos y gemidos, se nota que le encantaba que le chupara las patas.
Luego pasé a su ano. Metí un dedo y oí su grito. Aún así, se hizo para atrás para que se lo pudiera lamer bien.
Así estuvimos muchísimo tiempo. Luego se puso de pie y me dijo:
-Condones?
-No.
-Ni yo.
Nos vimos, un poco desesperanzados. Luego nos dimos una mirada cómplice y él se puso mis piernas en sus hombros, moviendo un poco mis pies para que quedaran en su nariz y que él pudiera seguir olfateándolos. Dirigió su verga hacia mi hoyito y la metió de un jalón. Grité. Se sentía un dolor enorme, casi haciéndome que me doliera la cabeza. No me dio tiempo para acostumbrarme y empezó bruscamente con el mete y saca. Me encantaba el sonido que hacían su pene y sus huevos ya mojados contra mis nalgas. Comencé a jadear:
-Ah, papi. Ah, sí, sí. Préñame. Ahhhh, sí. Oh, qué grande, Diego. Más duro! Más duro! Dame más!
Ésto lo puso más cachondo, porque, aparte de embestirme con más fuerza, me decía:
-Ahhhh, ahhhh sí, qué rico culo. Mira cómo me tienes, Cris. Ahhh, ahhhh, hueles muy bien.
Me masturbaba mientras me la metía, su boca era una O perfecta y le saltaban las venas de todo su cuerpo. Me caía sudor de su frente en mi abdomen y yo le tocaba la asombrosa espalda. No paraba de inhalar toda esa atmósfera de sudor y sexo, y nos vinimos casi al mismo tiempo. Yo en su mano.
Cuando detuvo el mete y saca, se llevó la mano a la boca. Al principio saboreó el sabor de mi semen, pero luego abrió mucho los ojos y se quedó helado. Yo estaba de espaldas, no podía ver, pero algo era seguro: como estábamos en pleno vestidor, cualquiera podía entrar… alguien nos estaba viendo en ese momento.
Si les gustó, comenten. Me gustaría saber consejos y cosas por el estilo. Luego subo la segunda parte.
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