En familia
Yo tenía 6 años y vivía a base de vergazos..
Los sábados a la noche aprovechaban para abrirme el culo porque al día siguiente ninguno trabajaba, ni mi padre, ni mi abuelo.
Una noche intentaron culiarme los dos pero se asustaron cuando terminé desmayado de tanto culeo y desde esa vez se turnan.
Esa noche en particular mi abuelo estaba un tanto ido en copas y lo peor es que borracho, dura más y se pone más creativo, más pervertido.
Entró a mi cuarto con el perro. Era el perro del vecino, yo le tenía un miedo horrible pero el viejo le había enseñado a chuparme el ojete y eso, a él, le ponía como piedra la verga.
Yo tenía 6 años y vivía a base de vergazos.
Entró, me ordenó que me pusiera en cuatro patas para chuparle los huevos mientras él me embadurnaba de mermelada el ojete, metiéndome el producto en el agujero. El perro comenzó a chuparme al acto. Mi abuelo me abría el culo para que la lengua llegara lo más hondo posible. Yo había visto a ese perro meterle la verga a las perras y era gigantesca. Tenía miedo que un día quisiera él también culiarme porque ese día me partiría en dos.
Mientras más se excitaba viendo al perro chuparme el culo, el viejo hacía que me metiera toda la verga en la boca y lo hacía a lo bruto, agarrándome del pelo y haciéndomela tragar. Vomité dos veces pero al viejo no le importó.
-Así putito, asi comela. Enterita. Comela enterita. -repetía. Cuando se cansó de que el perro me llenara de baba el ojete y vio que ya lo tenía dilatado, me puso en cuatro patas sobre la cama y me la metió de una.
El abuelo tenía una verga gorda, no era tan larga como la de mi padre pero era gorda y costaba entrar.
-Ay abuelo, poneme cremita -le rogué.
-Aguantá, ya te la metí -jadeó agitado y comenzó a culiarme con fuerza, yo sentía que cada vez que me la sacaba me querían salir las tripas.
-Me dan ganas de caca, abuelo -rogué pero el viejo no paraba de taladrarme el culo, me salían pedos húmedos y no le importaba que terminara cagándolo con tal de romperme el ojete y dejármelo a la miseria.
-AY AY AY AY ABUELO, AY AY AY AY AY AY
-Aguantá maricón. Aguantá!
Mi padre golpeó la puerta.
-Apurá que tengo que salir.
-Entrá que tengo para rato, culiale la boca.
-No, quiero el culo -jadeó mi padre metiendo un dedo mientras el abuelo me destrozaba el ojete.
Se sacó la verga y mientras mi abuelo me hacía rebotar en la cama, mi madre me puso la chota en la boca y me obligó a chupársela.
-Tengo 10 minutos. Dejame que lo culeo y me voy.
-No -se negó mi abuelo, se tiró en la cama, me puso encima y me hizo sentar en la verga. A esa altura la verga gorda me entraba sin problemas. Yo tenía un pitito pequeñito que se hacía aún más chiquito cuando me reventaban el ojete. Me abrazó a su pecho y dijo -metele rápido.
Yo no entendí hasta que sentí la verga de mi padre intentando entrar en mi ojete con la verga del abuelo adentro.
Grité como condenado. Mi padre me tapó la boca y lo último que sentí fue que el culo se me abría aún más.
Cuando desperté me estaban culiando. La verga me llegaba hasta el estómago. No entendía mucho pero no me dolía tanto como cuando las dos vergas me entraron abriéndome el culo.
Me costó recobrar el conocimiento, podía percibir a alguien pajeandose cerca y las patas del perro a mi costado.
Me culiaba el perro, pero lo hacía como condenado. Imaginaba que tenía el culo tan roto que ya ni sentía como el perro me destrozaba. La verga del perro entraba y salía tan rápido que me hacía rebotar en el piso.
-Ay mi culo -gemí.
-Shhhh callate que te gusta, maricón -respondió mi abuelo. Seguía borracho, podía sentir el olor a alcohol. -Cuando el perro termine lo vas a tener tan abierto y mojadito que voy a poder meterte la verga doblada -jadeó y comenzó a meterme los dedos mientras el perro no paraba de cogerme.




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