En la campiña (Humbost)
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Una vez que habíamos llegado al pueblo donde mis amigos y yo decidimos pasar ese fin de semana largo; 4 hermosos días en ese soleado paraíso, nos acomodamos en la casa que habíamos alquilado.
Estábamos un poco acalorados, nos íbamos a duchar para ponernos ropa cómoda y salir a dar una vuelta para conocer el lugar.
Mientras estaba en la ducha Juan José entró desnudo al baño diciendo
– Aquí estoy para acompañarte y que estemos listos más rápido – se empezó a duchar conmigo y ante sus caricias de broma en mis genitales logró que tuviera una erección
– ¿Juan y ahora qué hago con esta erección? Te gusta bromear y dejarme con las ganas.
– Je je, es que me divierte, pero esta vez te voy a permitir un poquito más ya que también estoy bien excitado, ¿ves? – él tenía una tremenda erección, se puso de espaldas y con sus manos abre sus nalgas y deja ver su culo bien deseoso –
– Toma mi culo, te voy a permitir entrar un ratito, je je je
– Y sin pensarlo dos veces me lancé y lo empalé con todas mis ganas, metiendo hasta el último centímetro de verga, pero a Juan como que le dolió un poco porque dio un grito que luego se convirtió en gusto
– Guao Carlos, tu si que sabes meterla rico, que deliciosa entrada, aunque dolió.
La empalmada duró poco rato, se la sacó y salió de la ducha dejándome con todas las ganas
– Guarda tus ganas para algún campesinito de aquí, je je je
– Muy gracioso eh? Y yo con ganas de seguir culiándote pero qué me queda más que aguantarme
Al rato ya estábamos conociendo el pueblo, eran como las 10 de la mañana, empezamos una caminata y como 45 minutos más tarde hasta que llegamos a las márgenes de un río, yo me senté en una piedra, me quité el bermudas y la camiseta quedando con un bañador pequeño y esperé un tiempo para lanzarme al agua a nadar, mientras tanto mis amigos habían seguido caminando un poco más.
De pronto escucho unas brazadas en el agua y de entre unos árboles que tapaban el río viene nadando un muchacho moreno que pasa frente a mi; deja de nadar al verme, y con la amabilidad de la gente de pueblo
– Buenos días – saluda
– Buenos días – respondo
– ¿Está de visita en el pueblo verdad? Usted es uno de los que se queda en la cabaña que alquila el señor Piedra?
– Estás en lo cierto
Ya estaba en la orilla, alargándome su mano
– Bienvenido a nuestro pueblo. Encantado de conocerle, soy César
– Mucho gusto, yo soy Carlos y gracias por tu bienvenida
César se sienta a mi lado, estaba vestido con un pantalón corto, lo típico de esos lugares para darse un chapuzón en el río, parecía de unos 34 años, un poquitín prominente su abdomen, bastante moreno pero … muy sensual en su hablar y comportamiento- Me pregunta
– ¿Y cuanto tiempo van a estar aquí?
– Hasta el domingo
– Ojalá la pasen bien estos días
En su conversación me cuenta que es un hombre casado, padre de 1 hija, que tenía 33 años (me equivoqué en mi apreciación por 1 año) y la verdad me contó muchas cosas más, pero noté que varias veces miraba mi bañador y le cambié la conversación
– ¿Te ha gustado mi bañador? ¿o es que te parece muy pequeño?,
– La verdad, las dos cosas, me parece bastante pequeño pero a usted le sienta muy bien
– ¿Te parece?
– La verdad que si, aunque solo lo he visto sentado
– Pues me puedo poner de pie – y lo hice
– Se le ve muy bien
– Gracias
– Dime César, ¿qué hacen ustedes por aquí para divertirse?
– No hay mucho que hacer pero es un lugar tranquilo y vivimos sin problemas
– Me gustaría nadar un poco, ¿me acompañas?
– Claro Carlos
Empezamos a nadar mientras seguíamos hablando, nos lanzamos agua uno a otro, hasta que un momento se quitó el pantalón dentro del agua, quedó en calzoncillos, le quito el agua y me dijo
– Espere un momento voy a poner a secar el pantalón
A pesar de tener un poquitín de grasa en el abdomen se veía muy bien en calzoncillos y al llegar otra vez donde yo me encontraba se lo hice saber
– Te ves mejor con poca ropa
– ¿usted cree?
– E imagino que bajo ese calzoncillo hay mucho más que ver. O eso parece
– Me hace sonrojar. Usted si que se debe ver bien bajo ese bañador
– ¿Quieres ver cómo me veo?
– ¿aquí? Pueden llegar sus amigos y verlo
– No creo, ellos iban a dar un paseo largo
– Mejor vamos hacia los árboles
– Está bien
Nadamos hacia la arboleda y al llegar, me quité el bañador dentro del agua, lo tiré a la orilla y empecé a salir del agua sin ropa
– Uy Carlos, usted si que se ve bien sin ropa
– Y por qué no me dejas verte a ti para darte mi opinión
– Bien – y salió del agua, se quitó el calzoncillo. Su pene estaba semi erecto, delicioso, sin circuncidar, bastante grueso
– Ya me estoy poniendo caliente, al estar sin ropa
– Ya veo, yo también como ves
– Si, tiene un “tronco” grande Carlos
– No tanto, no tanto como el tuyo que si es bien grande
– No me haga sonrojar otra vez
– César, ¿dejas que te lo toque?
– Si quiere
Cuando tomé en mi mano creció un poco más, medía como 19 cms. Y tenía un grosor considerable.
– Carlos, ¿no le gustaría chuparlo?
– Claro, no más faltaba
Y empecé a chupárselo, primero suavemente luego con avidez. César estaba disfrutando mucho
– Quiero chupárselo a usted
– Es todo tuyo
¡Qué mamada más deliciosa me hizo! Se notaba que no era su primera vez, esos hombres de campo saben más de lo que uno piensa.
Nos intercambiábamos para mamarnos los penes y César me dice
– ¿Sería mucho pedirle que me chupe el culo?
– Yo encantado
Se pone de espaldas y con sus manos separa sus nalgas dejando ver un horto muy bonito y dada mi experiencia vi que ya antes le habían metido algunos penes,
– César, a ti te gusta que te den por el culo verdad?
– Si, pero me gustaría que usted me de y yo darle usted si se puede
– Veamos
Le empecé a chupar el culo por un buen rato hasta que no se puede aguantar y me pidió con una voz suplicante
– Carlos, métame su tranca pero bien fuerte, me gusta que me culeen bien duro, que me hagan sentir que tengo una buena tranca dentro y la suya está que ni mandada a hacer
– Pues allí te va, ojalá te guste
A pesar de haberle chupado su culo no fue tan fácil que le entrara al principio pero una vez que logré meterle la cabeza se la dejé ir completa, gimió de dolor pero no dijo mas que
– Dele así, duele pero me gusta, usted si que sabe darle uso a ese tronco que se tiene
– ¿Te gusta?
– Si, me gusta mucho, pero por favor no se me venga dentro
– No te preocupes
Como 10 minutos más tarde, su culo estaba bien rojo de tanto tronco que le había dado y le digo
– Te lo voy a sacar, ya casi me vengo
– Vale, ahora le puedo dar verga yo, ¿quiere?
– Si, pero a mi no me lo hagas fuerte ya que tu te tienes una tranca extra grande y yo no estoy acostumbrado
– No se preocupe, voy a empezar suave y ya verá como me pide que le dé bien duro cuando ya esté acostumbrado
Se portó suave, me ensalivó y se ensalivó su pene. Me metió la cabeza y como me quejé volvió a repetir el procedimiento con más saliva.
Empezó a meter otra vez y a medida que e entraba un trozo se quedaba un rato moviéndose dentro de mi sin meter más, hasta que me tenía ensartado completo y entonces empezó sus embestidas bestiales, dolorosas pero que hacían sentir un placer inmenso hasta que ya no dolía sino que solo era placer
– ¿Le gusta verdad? Y aguanta muy bien
– Nunca me ha gustado que me cojan pero tu lo haces de una manera tan deliciosa que haces que cambie de opinión
– Y no he terminado, le voy a dar bastante
– Pero no te vengas adentro por favor
– No se preocupe, yo duro bastante en venirme
Y no mentía, me estuvo ensartando su verga sin piedad como 20 minutos y me ardía bastante hasta que por fin la sacó para masturbarse en mi pecho dejándome con una gran cantidad de leche encima.
– Venga y la mete otra vez para que le llegue a usted su momento
– De inmediato
Y así fui yo quien lo volvió a embestir bestialmente, como me lo pedía, hasta que ya casi me venía y le saqué la estaca de su culo pero esta vez César se movió muy rápido y me agarró la verga con su boca y con un gran gusto me chupaba bebiéndose mi leche y no dejó ni una sola gota afuera. Es la chupada más deliciosa que me han dado y la primera vez que alguien se bebe mi semen.
– ¿Le gustó?
– No hay palabras, solo puedo decirte que eres un polvazo increíble, dichosa tu mujer que te tiene para ella
– Y si usted quiere podemos repetir mientras está aquí en mi pueblo
– No lo dudes
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