En la entrevista de postgrado
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hola, Me llamo Carlos. Tengo 32 años y soy de la ciudad de Sincelejo (Colombia). Por mi fenotipo, muchos me consideran un oso, aunque realmente no me gusta llevar etiquetas: somos seres humanos con gustos particulares y punto. Lo cierto es que, tener sobrepeso y vello en el cuerpo en forma más o menos profusa, me ha regalado momentos inolvidables de sexo sucio y salvaje. No soy nada afeminado, pero en la intimidad me encanta hacerle sentir al macho que me posee, que en ese momento soy una puta.
Hace unos años decidí estudiar una maestría en la ciudad de Barranquilla. La entrevista para ser admitido fue, casualmente, en un mes de diciembre porque el curso estaba destinado a iniciar a finales de enero por lo cual conseguir uno de los escasos cupos para mí era vital. Recuerdo que ese día me vestí con camisa blanca de olán ligeramente abierta lo cual permitía que se me vieran algunos vellitos en el pecho. La brisa que en diciembre pega en esa ciudad hace que las faldas se levanten, y en mi caso, hizo que la camisa se me pegara y me marcara mi barriga.
Llegue a la universidad y como no sabía exactamente donde iba, entré a una oficina cualquiera y le pregunté a una persona que iba saliendo por la ubicación del sitio de mi entrevista. En esa dependencia me atendió un tipazo: medía 1,90 aproximadamente, atlético, color canela, con unas manos, brazos y piernas dignas de un futbolista. Vestía un pantalón gris de dril algo ajustado que marcaba un buen paquete y unas nalgas de ensueño y una camiseta negra cuello V, bien ajustada que marcaba unos buenos pectorales. Su carnet indicaba que era profesor. Al preguntarle me dijo: “Ven te llevo que voy para esos lados”, me dijo. “Gracias”, le contesté.
Mientras caminaba me preguntó: “¿Te regresas hoy a Sincelejo?”. Le respondí que no dado que en esa época la guerrilla hacía estragos y que prefería quedarme en el hotel y regresarme en la mañana. Cuando íbamos llegando a la entrevista me dijo: “Me caes bien y me gustaría invitarte a cenar después de tu entrevista. ¿Te gustaría?” Aquí cabe destacar que en el trayecto hablamos de manera casual como si siempre nos hubiésemos conocido y digamos que hubo en esos tres minutos cierta química y tensión sexual. Le respondí que sí, y me dio su número.
Hice mi entrevista en compañía de otros dos postulantes y quedaron en darnos los resultados la segunda semana de enero. Ya era entrada la noche cuando salí, tomé un taxi y llamé a Fernando. Le dije que podía recogerme en el hotel y de allí iríamos a cenar. Él dijo que estaba bien y aproximadamente a las 9:30 pm me llamaron de la recepción para anunciarme la llegada de mi nuevo amigo. Les pedí que lo dejaran pasar y en 3 segundos escuché un toque en la puerta.
Fernando venía en un par de jeans desteñidos, zapatos tenis rojos, y una camiseta estampada azul. Traía una gorra y sus gafas para miopía. Alabó el cuarto del hotel y le invité a tomar algo del mini bar. Pidió una Club Colombia. Mientras me volteaba a sacarla, me dijo: “Nojoda papi, tienes full culo. ¿Por qué no nos echamos un polvo primero?”. No dije nada, me di la vuelta y nos besamos bien rico por unos minutos mientras sentía su erección.
Se quitó los zapatos, jean y camisa y quedo con una tanga Jockey negra de resortes en los costados que marcaba una vergota que luego comprobé que medía 23 cms y 7 cms de grosor. Tenía el pubis medio afeitado y de allí subía hasta el ombligo un caminito peludo que se desvanecía en eese pecho amplio. Las axilas las tenía abundantes pero muy cuidadas.
“Desde que te ví me gustaste Carlos. Sabía que eras un osito bien complaciente”. Le saqué la verga y me la tragué de una vez sentado en el borde la cama, la saboreaba y con mi lengua daba círculos en el glando. Le pedí que se acostara para chuparle las bolas y el culo, lo cual lo enloqueció. Luego le chupé las tetillas y ese tipo parecía una culebra en esa cama.
Del pantalón sacó un Today lubricado el cual tomó por los bordes y abrió como una bomba, y lo puso sobre su vergota. “Te voy a dar una buena culeada Carlos. Te voy a hacer gozar como nunca”. Mi celular marcaba las 10 de la noche cuando Fernando me puso en cuatro y me metió un dedo y luego dos en el chiquito. Yo estabamuy arrecho y dilatado. Antes de eso, movimos el espejo del tocador a un costado de la cama para ver toda la acción. Cuando me lo iba a enterrar me dijo: “Voltea atrás y mira como te entra”. Ufff uqe visión tan rica. Me lo metió suave pero sin echar para atrás, como cuando se aplica una inyección. Se detenía a ratos y me decía “Qué culo tan rico papi. Está bien apretadito”. Yo le decía: “Fer, cójeme como la puta que soy”. Cuando ya se dilató todo, y sólo sentía los vellos púbico comenzó el mete y saca bien rico. Me embestía duro, pero yo movía el culo en círculos. Mientras me daba nalgadas me decía: “Mira como se te mueven las nalgas. Mira el espejo”. En verdad me sentía como en una película porno.
Estando así, me abrazó por la cintura y sin sacármela me hizo voltear de lado con una pierna arriba. “Mira como te entra mamita” Nunca había visto como me entraba desde un costado y eso me excito mucho más. Le pedí que me dejara cabalgar y vi en su mirada esa perversidad del sexo. Me dijo: “Bueno, no te lo saques. Ve moviendo una pierna para que te sientes encima de mí y ahí te lo comienzas a meter”. Así lo hice y lo cabalgué por un buen rato.
Allí me dijo: “Carlos, vamos a hacer el pollo asado.” Me paré de su verga, y el tomó dos almohadas las cuales puso bajo mi culo. Me alzó full las piernas y me lo empezó a enterra nuevamente. Mi celular marcaba las 11:15 pm y a pesar del aire acondicionado, el sudor chorreaba por el cabello de él cayendo en mi cara. “Nojoda papi: Muy pocos aguantan este polvo. Tienes un culo muy rico”. Estando en esas, lo comencé a apretar más y a menearme en círculos con las piernas bien abiertas. Fernando se enloquecío y me dijo: “Nojoda me vengo, me vengo papi”. Yo sólo decía “Vente”, mientras yo me masturbaba y veía cómo los espasmos recorrían ese cuerpazo.
Me sacó la verga, botó el condón y reposamos un rato. De ahí en adelante hay más historias para contar.
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