En la playa con mis primos. Vol 1: Álvaro y Pablo
Jerry, Álvaro y Pablo se quedaron solos en la casa, y se dejaron llevar por la clara tensión sexual que llevaban cultivando años. Siguen solos, pero no por mucho más tiempo, ¿qué más van a probar?.
Los Cabos. Uno de mis momentos favoritos del año. Puedo dejar de pensar en la escuela, en los problemas que hay en casa con mis papás, y en mi rutina de nunca acabar. Hace unos meses entré a preparatoria, el cambiar de escuela fue un gran cambio, pero algo que recibí con los brazos abiertos. Antes, solía ir a la escuela, hacer ejercicio, y mis clases de artes todas en diferentes lugares, no tenía tiempo para mi. Mis días iban de mi casa, a mi escuela, a la alberca, al estudio, a la casa. No tenía muchos amigos, más que Gabo y Alexis. Ahora, mi preparatoria tiene alberca, tiene estudios de música y pintura, y queda más cerca de mi casa que nunca. Tengo un gran grupo de amigos, y un montón de historias para contarle a mis primos que no he visto en un año.
Nunca había parado a preguntarme quién soy. Sí, soy un chavo castaño y ondulado, alto y delgado, muy chistoso, con bonita sonrisa, hijo único y siempre con algún dato que contar, pero creo que es la primera vez que puedo indagar en qué más. Nunca he tenido novia, y pues mi vida ha estado bien sin eso, pero creo que es momento de explorar mi vida romántica. Mi amigo Alex me presentó los videos para adultos hace unos meses, y aunque solo nos acostamos en mi cuarto viendo el video en mi celular, mis instintos me estaban llamando a hacer algo más. Igual y hablo con mi primo Diego al respecto, él es el mayor e hijo único, siempre ha sido muy abierto con todos los primos, como si fuéramos sus hermanos. Está estudiando su carrera en medicina, pero si me preguntas, yo creo que él sería feliz si mi tío lo dejara ser influencer. Toda su vida fue el chavo fitness, que estaba trepando un cerro, explicando los beneficios de la creatina, y posando en su espejo sin camisa para tomarse una selfie. No será el más alto, pero su cabello negro rizado le suma unos centímetros hacia arriba, y sus anchos hombros y muslos lo hacen verse aún más grande, y bueno, no es raro que Diego ande en ropa interior. Menos, porque él vivía en la casa a la que vamos en Los Cabos hasta que se fue a estudiar su carrera hace un par de años. Siempre me impresionó lo mucho que se le abultan sus boxers cortos (siempre blancos y siempre Calvin Klein), digo, nunca me he fijado tanto, pero siento que sería un sentimiento interesante tener una verga tan grande, entre tus piernas claro.
Aunque el camino del aeropuerto a la casa fue un poco largo y tedioso, porque a mis padres no les importó que estuviéramos en un carro con un chofer de Uber, para empezar a discutir de una situación innecesaria en el carro. Cuando llegamos, ya había llegado mi tío Álvaro con su familia. Mis primos Álvaro y Pablo son los menores de la familia. De Diego a Pablo hay solo 8 años de diferencia, y yo soy el sandwich. Al estar en medio, siempre me he podido llevar bien con todos y tener algo qué hacer con cada uno. Álvaro es probablemente mi primo más cercano. Sí es un par de años menor que yo, pero siempre me ha visto como un modelo a seguir, por lo que también practica natación, toca la guitarra, e intenta siempre estar al día con sus deberes. Álvaro por el momento es menos alto que yo, pero siento que me va a pasar pronto, tiene su cabello castaño y largo, sin que se le haga melena, es flaco y tiene su abdomen más marcado que yo por la natación, y los ojos azules más bonitos que he visto en mi vida, siento que cuando platico con él, siempre me llena de tranquilidad. Álvaro es mi compañero de aventuras, hemos explorado esta casa de pies a cabeza, nos hemos ido a perder juntos en la playa, y desde que estábamos chicos nos bañamos juntos en la tina. Pablo es el más rubio de los primos. Él si tiene una melena que acompaña genialmente a su tez blanca. Es flaco, pero no es tan dedicado al deporte como su hermano. Muy hábil con los videojuegos, y aunque sus temas de conversación son algo geek, él no aparenta serlo. Pablo está por entrar a la secundaria, muy emocionado por alcanzar a su hermano y al resto de los primos.
La casa es bastante grande, y el terreno da directo hacia la playa de un lado, y del otro un grupo de palmares que la convierten en una mini jungla. La propiedad es privada, y está cerrada, así que los tíos siempre nos han dejado deambular por el terreno sin necesidad de supervición. La casa tiene alberca, 3 pisos, y un sótano con sala para ver la televisión. Normalmente tenemos 3 cuartos para los primos cuando nos juntamos. Diego utiliza su antiguo cuarto, Andy comparte cuarto con sus hermanos gemelos Víctor y Santiago, y yo me voy con Álvaro y Pablo.
Mis primos emocionados por verme, salieron de la casa para recibirnos llegando del aeropuerto. Había pasado un año desde la última vez que los vi, así que en cuanto bajé del coche sentí los brazos y piernas de Álvaro alrededor de mi tronco. Mis tíos saludaron a mis papás y mis primos nos ayudaron a acomodar las maletas en los cuartos. Mi cuarto era el mismo de siempre. tenía una cama Queen Size y un colchón matrimonial que salía debajo. Hace años dormíamos los 3 en la cama, pero hace unas vacaciones, cuando Pablo descubrió que podía jugar Minecraft en su celular toda la noche, sacó el colchón y fue feliz.
Me quedé platicando con mis primos el resto de la tarde. Me dijeron que el resto de la familia llegarían hasta el día siguiente, y que había habido una conmoción con una noticia de mi primo Víctor. Igual, no le dimos mucha importancia, a nuestra familia le encanta el drama, por lo que decidimos bajar a la alberca y bañarnos un rato. Pablo fue con los adultos a platicar y yo empecé a desempacar mi maleta buscando mi traje de baño. Suelo utilizar de los shorts que son muy cortos, con diseños bonitos. Cuando al fin lo encontré, me quité toda la ropa aventándola por el cuarto; Álvaro solo estaba sentado esperándome, y sacándome conversación. Cuando al fin llegué al bóxer, me lo bajé rápidamente y con mi pierna lo lancé hacia donde estaba él y se paró para esquivarlo, ambos reímos por la broma, y acto seguido me aventó a la cama quedando encima de mi. Y aunque él estaba completamente vestido, yo seguía sin traje de baño. Forcejeamos un poco en broma hasta que me rendí y quedé boca arriba con Álvaro encima de mi a centímetros de contacto. Me sentí tranquilo, inundado por el azul de sus ojos, pero también con mariposas en el estómago. Él también me miraba sin decir nada, cuando de la nada, reaccionó y se levantó rápidamente de encima de mi, sonrojándose mientras se quitaba su playera.
-Bueno, creo que ya es hora de que vayamos a la alberca, o ¿qué dices Jerry?
-Urge, muero de calor. – dije, provocando que mi primo se sonrojara más – ¡Tú sabes, por la playa!
Entre más hablaba, más rojo se ponía Álvaro. A la distancia nada más escuchamos:
-¡Vamos al súper! Volvemos en un par de horas.
Y nuestros padres se fueron dejándonos libres como habíá pasado cientos de veces en el pasado. Álvaro terminó de cambiarse, y al quitarse su calzón pude ver que su verga había crecido mucho desde la última vez que nos habíamos visto. Recuerdo que el año pasado, cuando nos bañamos, nos colgaba más o menos a la misma altura, y siempre han sido diferentes. La suya está circuncidada, la mía no, la suya es del mismo color de piel que él, la cabeza de la mía es más rosa, mis huevos son más grandes que los suyos, y su vello púbico es rubio y el mío negro. Creo que me quedé viendo a Álvaro mucho tiempo porque lo notó, y se puso su traje de baño pronto y me invitó a que fuéramos a la alberca tomándome de la mano.
Brincamos a la alberca en forma de clavado y salpicamos mucha agua. Hacía mucho calor, sin embargo el agua de la alberca estaba climatizada, y ayudaba con la temperatura. Después del brinco, vi que había un traje de baño flotando en frente de mi, y para mi sorpresa, se le había salido a Álvaro al entrar a la alberca. Lo tomé rápidamente y lo lancé fuera a lo que ambos reímos.
-Jerry, la verdad es que no lo necesito, estamos solos, así que tu broma en realidad no me afectó. – Dijo, sentado en un escalón de la alberca. Podía ver cómo se le empezaba a marcar la línea del pecho, Y sus pezones rositas justo al borde del agua, si volteaba más abajo podía ver la silueta difuminada por el agua de su verga. Sí se veía más grande, quizás más grande que la mía, y me causaba muchísima curiosidad. Era un sentimiento completamente nuevo para mi. No entendía nada, pero sabía que estaba muy cómodo en este momento, y que no quería que se terminara, por lo que contesté:
-Tienes razón, no es nada que no hayas visto antes. – mientras dejaba a la vista mi hombría y aventaba mis shorts al lado de los suyos. Me senté a su lado justo donde si la corriente del agua ayudaba, nuestras piernas se rozaban unos segundos, y ahí tuvimos tiempo de platicar. Platicamos de natación, de la escuela, de nuestras ciudades, pero cada vez que tenía la oportunidad de mover mis manos o piernas, aprovechaba para tener un roce con Álvaro. Sentí como mi verga se estaba endureciendo, como cuando veía videos porno, y la adrenalina estaba tomando control de mis acciones. Cada vez le tocaba el abdomen y las piernas por más tiempo, pasando mis dedos por las líneas de sus músculos.
Álvaro me pregunta, sacándome de mi trance:
-Oye primo, ¿tú te masturbas? – y como arte de magia pude tomar control de mis acciones, y responder
-Oh, sí, pero es algo bastante nuevo para mi, ¿tú cómo sabes de eso?
-Un amigo me dijo en la escuela, y me explicó cómo hacerlo, pero no entiendo qué debo sentir – terminando de decir esto, vi una oportunidad que no podía dejar pasar. Estaba inexplicablemente caliente, con mi compañero de aventuras, en una casa solos, y tenía ganas de probar algo nuevo.
-Sí, entiendo, la verdad es que sí está extraño, pero se siente genial, si quieres, puedo enseñarte para que tú también lo sientas y yo pueda asegurarme de que todo salió bien – Mi corazón latía al 100, y necesitaba que dijera que sí para poder acercarme más a él en ese instante.
-¿Sí primo? ¿Harías eso por mi? Es que no me gustaría no tener experiencia cuando llegue mi oportunidad de coger con alguien.
-Vamos, es bien fácil. – Lo tomé de la mano y desnudos, nos subimos a nuestro cuarto corriendo.
Aunque el aire acondicionado estaba prendido, mi cuerpo ardía. Estábamos los dos sentados en la cama, con erecciones duras como la roca, uno al lado del otro.
-Mira, Álvaro, si quieres yo empiezo y tú solo tienes que hacer lo mismo que yo. – Dije mientras tomaba con mi mano izquierda mi pene y lo comenzaba a subir y bajar. Nunca me había sentido tan caliente, ni siquiera viendo los videos para adultos que me habían pasado mis amigos.
Álvaro comenzó a hacer lo mismo, pero era fácil de notar que no lo había intentado. Subía y bajaba por su verga, pero no estaba haciendo nada de presión, era más como si se estuviera acariciando.
-No, tienes que tomarla, sentir que es tuya, ve como lo hago.- Lo dije poniéndome de rodillas en la cama, dejando mi pedazo a la altura de sus ojos mientras me la jalaba sin preocupación.
-Ya veo, entonces tengo que hacer esto. – Y mientras apretaba gimió fuerte de placer – Wow ¿Qué fue eso?
-Es que el pene es muy sensible, está hecho para que cuando lo tocas, te llene de sensaciones – Dije mientras acercaba mis dedos a su cabeza – Si tocas esta zona, vas a sentir más. – Dije mientras presionaba justo en el frenillo y él gemía. Nunca habíá tocado un pene duro que no fuera el mío. Me gustó mucho sentirlo caliente y ver cómo solo tocarlo le dio tantísimo placer a mi primo.
Para mi sorpresa, al alejar un poco mis dedos, me di cuenta que Álvaro había soltado un poco de líquido preseminal, haciendo hilos de las puntas de mis dedos a su verga. Me senté a su lado mientras jugaba con ellos, y Álvaro disfrutaba su nueva actividad. Tenía una gran visión ante mis ojos. Un chavo con cuerpo de dios griego dándose placer y gimiendo con cada nueva sensación. No podía detenerme ahora.
-Primo, creo que puedo ayudarte a que sientas más – Le dije, teniendo esperanza de que no se asustara. – Déjame mostrarte. – Y antes de que pudiera reaccionar, con mi mano derecha moví la suya y empecé a masajearlo yo. Álvaro soltó un gran gemido y apoyó su peso en sus codos. Yo me seguía concentrando en traerle placer, sin descuidar mi propio asunto. Me la jalaba lentamente, porque no quería perder ni un detalle del momento que estaba viviendo. Me encantaba ver gotas de sudor escurriendo por su pecho, sus abdominales contraerse, y ver sus huevos rebotar sobre sus grandes muslos. Álvaro no podía acomodarse, de tantas nuevas sensaciones, así que lo recosté, e hice que me abrazara poniendo brazo izquierdo en mi cadera. Sentía las yemas de sus dedos tocando el exterior de mi muslo.
-¿Y cómo sé cuando tengo que detenerme? – Preguntó tomando aire.
-Normalmente, te llega una sensasión que no puedes controlar, y sueles sacar semen de tu verga y huevos. ¿Cómo te sientes?
-Muy bien, pero no siento nada fuera de lo normal. – Al decir eso me di cuenta de algo, tal vez al ser circuncidado necesitaba algo para cubrir la función de mi escroto, que es lo que me daba placer a mi. Instintivamente escupí un par de veces en mi mano y antes de que pudiera decir algo. – Espera primo, ¿Qué estás haa! – Le cubrí toda la cabeza con mi palma llena de saliva. Álvaro estaba gimiendo como un actor que me pareció atractivo en una película porno.
-¡Jerry, no pares por favor! ¡Se siente genial! – Vi como sus testículos se contraían, y aceleré mi jalada también, poniéndome de frente a él – ¡Ah! – Álvaro soltó un fuerte gemido seguído de 4 chorros de líquido blanco que fueron a dar contra su abdomen, pecho, la almohada, y sus mejillas. Las piernas de Álvaro temblaban del orgasmo y no lograba recuperar el aire.
Con esta imagen aproveché para jalármela más rápido, y con la mano llena de saliva y corrida de Álvaro me di una enorme cantidad de placer. Aún con prepucio, el estar mojado hizo que las sensasiones se exponenciaran y yo hincado enfrente de mi primo terminé soltando 7 chorros de leche. Sentía como todos los músculos de mi cuerpo se contraían y no tenía claridad de lo que estaba pasando. Al terminar, voltié para abajo, para ver a mi primo bañado en semen de ambos, completamente feliz y en paz.
Caí derrotado a su lado y estaba disfrutando el final de mi orgasmo sobre mi costado. Me volteó a ver a los ojos, y me soltó la más grande sonrisa que le había visto. – Gracias primo. – Dicho esto, se acercó a mi y me dio un beso en los labios. Duró un segundo, pero en mi cabeza fueron horas. sentirlo tan feliz y cerca de mi me tenía en completa paz.
-¡Qué cosas! Será mejor que nos bañemos para quitarnos toda esta leche – Dijo agotado.
-Habla por ti, a mi no me cayó nada – dije burlescamente.
-Pues no! Me los aventaste a mi. Me la pasé muy padre, ¿Quieres que nos metamos a bañar?
-Jaja, no me dejaste descansar ni un minuto, pero vamos, no vayan a llegar nuestros papás y vean este desorden.
En la regadera era fácil distinguir que yo seguía siendo más alto. Unos centímetros nada más, pero todavía no me alcanzaba. Nos terminamos de enjuagar, nos lavamos el pelo, la espalda, pude apreciar su trasero. Era increíblemente circular, lampiño y blanco. Ah, pero su verga definitivamente sí me pasaba. Era larga, aún dormida, y se meneaba con cada movimiento que hacíamos. Después de terminar con nuestras espaldas, quedamos frente a frente. Con el agua cayendo en la cabeza. Nuestros abdómenes se rozaban, y sentía como su miembro estaba empezando a despertar otra vez.
-¿Crees que podamos volver a hacer esto primo? – Me preguntó, a 5 centímetros de mi cara, y con su verga creciendo entre mis piernas. Lo agarré de la nuca, y nos besamos profundamente.
-¡Claro que sí! – Dije, regresando a sus labios. Presioné a Álvaro contra la pared sin dejar de besarlo. Sus besos estaban llenos de amor, me sabían a aventura, y no quería detenerlo. Sentía la verga de mi primo palpitando en mis huevos. Mi miembro, duro como piedra, estaba atrapado entre nuestros abdómenes, y estaba entendiendo que hay más partes del cuerpo que pueden dar placer aparte de las manos. No quería dejar de besarlo, pero sentía el tiempo encima, y quería que mi primo volviera a tener un orgasmo antes de que todo terminara. Estaba imaginando como reaccionaría ahora estando de pie, y me moría por verlo en vivo.
Me separé un poco de él, hincándome para poder tener su pene al alcance de mi mano. El agua de la regadera caía sobre nosotros, y ayudaba a esconder el eco de los gemidos de Álvaro. Estaba por escupir en mi mano otra vez, cuando pensé, tal vez se sentiría mejor si usara mi boca para jalársela, en vez de mi mano. En mi boca hay mucha saliva, y como es circuncidado probablemente lo va a sentir agradable. Tomé su larga verga de la base con mi mano izquierda y me la metí a la boca. Sabía dulce y salada. Era dura, pero me invitaba a no despegarme de ella. Y aunque era la primera vez que lo hacía, me sentía como en casa, por que estaba con Álvaro. Mi primo gritó de placer. Sus rodillas se vencieron y todos sus músculos del abdomen y pecho se tensaron.
Tomé sus huevos con mi mano derecha, y comencé la succión, cuando de repente. – Jerry! Estoy por terminaaa! – Y sentí otros 4 tiros de semen en mi boca. Estaba caliente, y se sentía espesa en mi lengua, pero no sabía mal. Álvaro seguía en su orgasmo, lo que provocó que terminara sentado en el piso de la regadera, recién deslechado por segunda vez. Seguía con su leche en mi boca, por lo que intenté pasarla, pero después de un trago, terminé soltando el resto en el piso.
-Wow, eso fue muy intenso, no tuve nada de control cuando usabas tu lengua. ¡Y mira! – Dijo, señalando a su verga – Sigo duro. – Con muchísimo orgullo. Me reí y me levanté del suelo. Yo también estaba durísimo, y me estaba saboreando la jalada que me iba a dar recordando este momento, cuando siento una sensación nueva en mi verga.
Volteo para abajo y ahí está, mi primo recién exprimido, todavía sentado en el piso de la regadera, pidiéndome una ración de leche utlizando sus bellísimos labios y juguetona lengua. – ¡Ah! ¡Álvaro! – Exclamé, entendiendo todo lo que mi primo acababa de sentir. Mi primo, jugando por primera vez con una verga, me estaba haciendo gemir y sacar precum.
-¿Te gusta? Estoy haciéndolo como tú? – me preguntaba, sin sacarse mi pedazo completo de la boca.
-Sí, nunca me había sentido así. – Dije, mientras jugaba con mi prepucio con su lengua. Mi primo entonces con sus manos agarra mis nalgas, y me hace sentir en el cielo. Nunca nadie me había tocado mis cachetes. Álvaro procedió a jalarme de las nalgas para meterse toda mi verga en su boca. No pude aguantar más y terminé en su garganta. Soy alguien que cuando termina tira muchísima leche, y perdí la cuenta de los trallazos, pero Álvaro no se sacó mi verga de la boca hasta que terminé sentado en el suelo como él. Nos besamos y pude saborear un poco de mi leche, que ya había probado antes, en su boca.
-Primo, ¿porqué no hacen esto los adultos todo el tiempo? ¡No me quiero detener, sigo duro y con ganas de más! – Dijo Álvaro, como un niño al que le acabas de dar un dulce.
-No sé, la verdad es que esta fue la primera vez que como una verga o que me la comen, y fue increible. Pero tenemos que bañarnos, ahora sí ya van a llegar todos, y no queremos que se enteren de esto. – Dije un poco más serio.
-¡Bueno, está bien primo! – Nos levantamos para volver a enjuagarnos y nos seguimos besando hasta que salimos de la regadera.
La verdad es que estaba llegando a la conclusión de que quizá me gustaban los chicos un poco, o tal vez solo mi primo era increíblemente atractivo y quería tener un cuerpo y una verga como la de él. Lo que fuera, sabía que nunca lo había sentido por ninguna chica en mi escuela. Nos vestimos, quedando en un short amplio, y una remera cada uno y bajamos a esperar al resto de la familia.
El resto de la tarde fue muy normal, Álvaro y yo seguíamos con nuestra complicidad de toda la vida, y ante los ojos de los demás convivimos como si nada hubiera pasado, pero cada vez que nos quedábamos solos por un segundo, fuera en la alberca o caminando, o en un pasillo, nos besábamos. Besarnos era una nueva adicción que estábamos desarrollando, y no había razones para detenernos.
En la noche, Pablo conectó su Switch a la televisión del sótano y nos invitó a jugar. Estuvimos hasta las 2 de la mañana jugando Super Smash Bros, cuando pensamos que sería una buena hora para dormir. Subimos a nuestro cuarto donde no habíamos terminado de entrar cuando Pablo ya se estaba quitando su ropa. Álvaro y yo nos quedamos en nuestros shorts, pero Pablo se desvistió completamente, dejando a la vista una verga extremadamente larga y colgante. Pablo ponía atención completamente a su celular, así que solo se desplomó en su colchón boca arriba mientras jugaba Minecraft. Yo estaba impresionado, y necesitaba comprobar que lo que vi era real, así que me levanté con la excusa de ponerme cómodo para poder volver a verlo.
Fácilmente la verga de Pablo era tan larga flácida como la mía dura. Sí era delgada, pero estaba ahí, posicionada nada más sobre su pierna izquierda mientras jugaba con su celular.
-Wow, Pablo, ¿Vas a dormir desnudo? – Dije todavía sin creer lo que veía.
-Sí, así duermo en casa ahora. – Dijo mientras se acomodaba el miembro. – Es incómodo dormir con boxers desde que me creció así. – Dijo el menor de los chavos. Álvaro no estaba sorprendido, me imagino que estaba más acostumbrado a ese monumento.
-Sí, de hecho yo también duermo así, solo cuando hacemos viajes es que me pongo algo para no incomodar. – Dijo Álvaro con tono sarcástico, para que Pablo entendiera que debía ponerse un short, pero mis hormonas volvieron a tomar control de mis cuerdas bucales,y solo solté.
-No, ¿Cómo crees? Está bien si quiere estar así, es más – Dije mientras me ponía de pie – puedo yo también unirme a ustedes a ver si es algo que me funciona a mi también. – Mientras me quitaba el short. Álvaro soltó una sonrisa pícara, y Pablo solo jugaba con su celular. Álvaro también se despelotó y dejó su verga morcillona a mi vista.
-Sí, haz lo que gustes, cuando hacemos pijamadas mis amigos y yo siempre andamos desnudos – Dijo el menor, como si no fuera gran cosa.
-Oh, ¿Entonces has visto a tus amigos en pelotas muchas veces? – Pregunté mientras se me empezaba a parar el miembro.
La pregunta pareció interesarle, porque apagó su celular y por primera vez volteó a verme un poco desconcertado. Se volvió a acomodar el paquete, pero ahora de manera mucho más consciente y juguetona para solo decir:
-¿Tú no? ¡Es lo más normal! Es más, nos la jalamos juntos. – Estaba boquiabierto escuchando a mi primo menor contándonos sus experiencias, y Álvaro también – Como mi verga es tan larga, mis amigos tienen un juego de meterse mi verga a la boca y quien llegue menos profundo tiene que chupársela a todos.
No fue ninguna sorpresa, pero mi completamente descubierto miembro se puso durísimo escuchándolo hablar de esto. Álvaro también estaba excitado y nervioso, claramente no había escuchado estas historias antes, y después del día tan hormonal que tuvimos, el relato solo le echó más leña al fuego.
-¿Quieren jugar? La verdad es que no sé ni porqué pregunto, si tengo ojos. – Dijo Pablo levantándose del colchón para empujarme a la cama y quedar con un hermano de cada lado de mi. Pablo empezó a jalársela, y se puso duro en cuestión de segundos. No podía separar los ojos del pene de Pablo. Quizás no había crecido mucho, pero seguía siendo la verga más larga que había visto. Estaba circuncidado como su hermano, y tenía un par de huevos que se veían chiquitos junto a esa trompa.
-Podemos jalárnosla cada quien, o ayudarnos, o – seguía dirigiendo la conversación el menor de los 3, mientras Pablo y yo estábamos en un trance nada más escuchándolo. Acto seguido, Pablo puso su mano sobre mi muslo, e hizo que mi pene reaccionara brincando de emoción. Se iba acercando muy lentamente a mi miembro, como esperando que lo fuera a detener yo o su hermano en cualquier momento, pero nunca pasó, y llegó hasta mi virilidad y la tomó con gran expertiz. – Que padre que tú sí tienes prepucio. – Dijo jugando con mi piel y haciéndome retorcer de gusto.
Empezó a subirla y bajarla mientras Álvaro no despegaba sus ojos de mi verga. Pablo era un maestro de las jaladas. Aunque hubiera terminado ya dos veces ese día, estaba empezando a sentir que iba a tener un tercer orgasmo.
-Bro, puedes ayudar también, no todo el placer es en la verga – Le dijo Pablo a Álvaro, mientras llevaba su mano a mi pezón. Empezó a jugar con él, y yo solté un gran gemido que tuve que ahogar para no despertar a nadie. – ¿Ves? Le gusta, ahora tú, pero ponle saliva para que no se le vaya a irritar. – Ese comentario fue suficiente para recordar la mamada que nos habíamos dado y en vez de llevar su mano a mi pezón, llevó su lengua. Estaba yo en el cielo, teniendo una jalada de uno de mis primos mientras el otro jugaba con mi pecho. Solo pasaba su lengua por ellos, pero era más que suficiente para que mis vírgenes pezones me llevaran a la gloria.
Pablo al ver a su hermano comiéndome, entendió que entonces que la noche podía ponerse más interesante, detuvo la jalada y tomó la cabeza de su hermano con sus manos, y la empezó a bajar por mi abdomen. Álvaro no dejaba de lamer y besar mi cuerpo hasta que llegó a mi miembro y lo hizo metérselo completo a la boca. Pablo duró un rato marcando el ritmo de la mamada de Álvaro mientras me veía hacer caras de placer y estremecerme. Se hincó en la cama y pasó una de sus piernas del otro lado de mi pecho, quedando su enorme verga al alcance de mi boca. Lo voltié a ver hacia arriba, y vi en sus ojos lo que estaba esperando que pasara.
Aproveché el momento para apreciar la toma. Yo tenía a mi primo rubio y flaco encima de mi. Mi primo tenía la línea media del abdomen marcada, pero no por ejercicio, las piernas blancas y delgadas, y sus nalgas suavecitas. Era completamente lampiño, menos de las axilas, que ahora traía depiladas. Y se estaba amarrando su cabello con una liga para lo que venía. Atrás de él, no lo veía, pero lo sentía, estaba Álvaro, ahora hincado en el piso, dándome una mamada legendaria. Álvaro había empezado a explorar mi cuerpo como lo comentó Pablo. Besaba mis piernas, lamía mis huevos, se la tragaba toda.
Tomé a Pablo de las nalgas y me metí ese miembro a la boca. Ni siquiera intenté meterlo todo, pero no fue necesario, con lo que entró, fue suficiente para que gimiera de placer. Iba a empezar a succionar cuando mi primo decidió que él sería quien llevaría el ritmo, y empezó a hacer un mete saca tranquilo que me prendió increíblemente.
No sabía cuánto iba a aguantar. Eran demasiadas sensasiones nuevas al mismo tiempo, y tenía a Álvaro en búsqueda activa de más. Me separó las piernas un poquito y me dio un lametazo en el perineo. Si no hubiera tenido la verga de Pablo en la boca, hubiera gritado de placer. Pablo me tranquilizó, y empezó a subir la velocidad.
-¡Ya me vengo, no pares! – Dijo el menor y segundos después sentí 3 trallazos de leche en mi garganta. Álvaro aceleró su mamada también y me hizo terminar segundos después. Vacié mis huevos con 6 disparos directo en su boca, pero la soltó antes del último, que fue a caer en el trasero de Pablo.
-¿Ven que divertido? – Dijo dándome un piquito en los labios y una nalgadita en el muslo. – Me voy a bañar, si quieren ustedes van después. – Mientras se levantaba y se dirigía al baño con mi corrida en la espalda. Entró cerrando la puerta y poniendo música en su celular.
-¿Qué sentiste? – Me preguntó Álvaro emocionado. Su miembro era todavía un mástil. Y se lo jalaba esperando que hablara.
-Siento que debería tener más experiencia de la que tengo a nuestra edad, jajaja. – Dije burlescamente, mientras mi mano se dirigía a su pene.- ¿Me dejas ayudarte? – Dije mientras me ponía sobre él. Empecé a jalársela mientras le chupaba la cabeza. Ya empezaba a entender qué le gustaba a Álvaro y cómo reaccionaba su aparato. Mi primo empezó a jugar con mi flácida verga. La verdad es que no creía que pudiera dar más en ese día. Álvaro me succionaba los huevos que colgaban sobre su cara, mientras yo seguía con mi mamada y jalada. Lo sentí tensarse, Así que continué con mi labor de jalársela, cuando siento que su lengua está jugando otra vez con mi perineo.
Ahí aprendí que ese es mi switch, por que con eso estaba yo duro como piedra otra vez. Siguió jugando con su lengua hasta que un lengüetazo llegó más atrás que el perineo. Sentí húmeda y cálida mi entrada mientras la corrida de Álvaro me pegaba en los el abdomen y pecho. Álvaro cayó rendido y me acosté junto a él de cucharita. Acomodé mi dura verga entre sus piernas, esperando que saliera Pablo del baño, pero ambos caímos dormidos.
Hola amigos! Les dejo el volumen 1 de los primeros relatos que escribí. Si quieren saber la continuación de esta historia, los espero en patreon.com/JerryEscribe , donde podrán encontrar las partes subsecuentes de esta historia, así como otras que he contado sin costo. Espero verlos por allá!
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!