En la playa nudista

De como un grupo de amigos terminó teniendo sexo en la playa.
Eramos un grupo de amigos que planificábamos un pasadías en una playa nudista un poco alejada de donde vivíamos.

Emanuel, Sebastián, Carlos, Chris, Manuel y yo. Emanuel (22) medía 1,75, tenía el cuerpo formado por la natación, pelo y ojos negros. Sebastián (22) era novio de Emanuel. Medía 1,73, cabello castaño claro, ojos negros y también tenía cuerpo de gimnasia. Carlos y Chris tenían 23 años también y un cuerpo muy bien formado. Eran los más atléticos de todos. Carlos medía 1,75 y Chris 1,70. Manuel era el menor de todos. Tenía 16 años y era primo de Carlos. Medía 1,68 y tenía un cuerpecito lampiño y comenzando a formarse. Yo, 22 años, 1,75 de estatura y cuerpo de gimnasio.

Cuando íbamos de camino a la playa, en el vehículo cabíamos solo 5, así que Manuel, que era el menor, le tocó sentarse en mis piernas. Manuel tenía un trasero que siempre me había gustado, pero por ser menor, no me había atrevido a actuar sobre ese deseo. Demás está decir que el movimiento del vehículo y las nalgas de Manuel me traían empalmado. El se había dado cuenta y con más intención restregaba sus nalgas contra mi pene. Ibamos tomando de camino para empezar la fiesta.

Cuando llegamos a la playa ya estábamos un poco mareados y nos fuimos a un área remota para podernos desnudar tranquilamente. En este tiempo ya mi pene había vuelto a la normalidad, pero sabía que cualquier movimiento me volvería a prender.

Allí estábamos todos desnudos disfrutando del sol. Seis cuerpos esculturales esperando el mejor momento para acercarse. No había nadie alrededor de nosotros así que decidimos jugar el juego de la botella. Al inicio los retos eran inocentes, corre desnudo hasta el agua, rodar en la arena mojada, etc. Realmente retos estúpidos que nos estaban contribuyendo a la lujuría de 6 cuerpos.

De pronto, fue el turno de Emanuel y puso el reto: Manuel debe besarle los huevos a Fabián (yo). No bien terminó de decir el reto, mi verga se puso a mil. Todos lo notaron y comenzaron a murmurar. Al parecer, el juego se había acabado. Manuel se acercó y besó y lamió mis mis huevos. Parecía que el reto no había sido un inconveniente para él, pues no quería detenerse. Siguió lamiendo y succionando cada uno de mis huevos. Yo no podía contener mis gemidos y comencé a acariciarle la cabeza.

Mientras esto ocurría, los demás se comenzaron a calentar y a tocarse sus penes. Emanuel y Sebastián comenzaron a besarse, mientras Carlos y Chris se masturbaban mutuamente. Todo estaba yendo de maravilla y de pronto Manuel metió mi pene en su boca y comenzó a mamar como toda una  putita. «Uff, que rico putita! Te vas a ganar mi leche».

Seguimos así un  ratos hasta que todos se acercaron a acariciar el culo de Manuel y a besarnos entre todos. Estaba siendo una orgía de ensueño. Carlos, le pidió a Manuel que se pusiera en cuatro de espaldas a mí y que me preparara para mi verga. «Lo vas a disfrutar. Ya yo la he probado». Cierto es que Carlos y yo cogíamos de vez en cuando como amigos. Nada de compromiso. Manuel obedeció y pegó su culo a la punta de mi verga. No podí aguantarme. Escupí un poco y la metí de una. Manuel dio un grito, pero Emanuel le tapó la boca con su verga. El putito de 16 años estaba cogiendo verga por todos lados.

Yo bombeaba el culo de Manuel mientras los demás se turnaban para que se los mamara. No pasó mucho cuando Emanuel comenzó a gemir y a bombear con más fuerza la boca de Manuel. Tres chorros de leche inundaron la boca de Manuel y la bien putita se la tragá toda. Luego uno a uno: Sebastián, Chris y Carlos cabaron en la boca del putito de Manuel. Ya yo estaba a punto de  acabar cuando Manuel dice: «échamela toda a dentro. Quiero pasar el resto del día lleno de ti». Eso me puso a mil. Comencé a bombear más fuerte y eché toda mi leche espesa y caliente dentro de ese culito tierno.

Nos tumbamos en la arena y nos continuamos besando todos por un rato. Fue la mejor ida a la playa de nuestras vidas.

Continuamos el pasadía y decidimos irnos a bañar a un motel cercano antes de continuar con nuestro fin de semana. Manuel y Carlos, los primos, quisieron meterse a la ducha conmigo. Lo que ocurrió será una historia para otra ocasión.