En la playita con mi primo
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Luego de instalarnos, nos bañamos un rato en el mar y al rato nos fuimos a pasear, mis hermanos son menores así que no pegaban con mi primo y yo así que nos fuimos bordeando la playa. Nos habían dicho que caminando hacia el oeste podríamos ver un sitio en el que un pequeño río se unía con el mar, así que quisimos ir y mientras más nos alejábamos, cada vez había menos gente en la arena hasta que finalmente nos encontramos en un espacio completamente vacío, era casi mediodía, así que para cubrirnos del inclemente sol decidimos caminar entre los árboles y palmeras buscando algo de sombra.
Al rato nos detuvimos un momento pues un sonido llamó nuestra atención, nos adentramos silenciosamente entre los matorrales para descubrir a una pareja teniendo sexo a unos metros de nosotros. Permanecimos escondidos mientras afinábamos la vista y descubríamos que eran una señora y un señor muy mayores y gordos, a mi me dio risa la escena y cuando voltee hacia mi primo lo vi muy pendiente de lo que ocurría, así que aprovechando su mirada perdida mis ojos se deslizaron hacia el paquete en su traje de baño que crecía y parecía palpitar.
No sé cuanto tiempo estuve mirando ahí, pero mi primo pareció notarlo, así para disimular sólo le dije en tono de burla.
-Un poco más y acabas, perro.
-No estaría mal. -Respondió. Pareció apenado y se sonrojó.
En ese momento me dio la impresión de que esperaba algo de mi, pero no me atreví. El morbo nos hizo estar un rato más viendo a la fea pareja y al rato nos fuimos, mientras caminábamos me percaté de que tenía tremenda erección bajo mi short, y mi primo también se dio cuenta, pero solo nos sonreíamos mutuamente con picardía, en medio de un silencio que de pronto noté como incomodo.
Al rato nos metimos entre unos matorrales en que debíamos ir uno detrás del otro, el se fue primero y yo detrás, mi excitación empezaba a bajar cuando, mientras caminábamos, se detuvo abruptamente haciéndome chocar contra su espalda.
La tormenta de sensaciones es difícil de describir, pero lo intentaré, primero, mi pecho desnudo choca contra su espalda, haciendo rozar mis tetillas con su piel caliente luego el olor de la sal mezclado con arena y bloqueador solar inunda mis pulmones y para finalizar mi pene adolecen roza el culito de mi primo, duro y parasito como siempre, y se acerca a la abertura de sus nalgas, un instante delicioso, luego nuestros cuerpos pegada por nuestro propio calor se separa erizando la piel. Yo creo que él sintió algo parecido, tan excitante que ninguno pudo resistirse, sin embargo, fuimos muy cuidadosos y respetuosos, el se dio la vuelta torciendo sus labios en una mueca que simulaba una sonrisa encima de la cara de excitado que tenía, era un poco más bajo que yo, pasó sus manos por mis hombros, luego por mi pecho, yo hice lo mismo, pero creo que yo tenía más tiempo con ganas de tocar su miembro escondido bajo los shorts playeros grises que tenía. Me abrazó yo busqué el cierre de sus shorts y algo desesperado lo abrí, el pareció notar que no había protocolo romántico e hizo lo mismo, él tenía bóxers debajo del short haciendo más difícil la tarea, me moría por ver su pene que ya en este punto se notaba súper duro, yo por otra parte no tenía nada debajo del traje de baño así que al abrirlo, mi miembro pareció saltar fuera directo a las manos de mi primito.
-Que grande, me dijo él al verlo. -En ese momento, no hice caso de ese comentario. Desde los 5 años de edad me baño solo, así que nunca había visto otro y pensaba que todos los hombres lo tendrían más o menos igual.
Mientras tanto, logré bajar sus shorts y sus interiores para descubrir un pene muy diferente al mío. La diferencia me impactó, pero me pareció aun más excitante, su pene era un poco más pequeño, pero igual de grueso que el mío y de color muy oscuro, sus bolas si eran impresionantemente más grandes, estaban recogidas y tersas. Lo vi y de la excitación no supe por donde empezar, me arrodillé y creo que él escuchó un ruido y se dio vuelta asustado dejando frente a mi cara ese hermoso trasero; redondito, de nalgas abultadas, pálidas en contraste con el resto de su cuerpo, sin rasguños, marcas ni espinillas, parecía un bebé. Las agarré y mordí suavemente, él se estremeció y dio la vuelta, de nuevo, me sonrió y con un movimiento de su cadera llevó su pene a mi boca, entonces mientras acariciaba y apretaba su culito infantil, me llené la boca centímetro a centímetro de ese pedazo de miembro oscurito, estaba salado, pero delicioso, luego dejé que mis dedos se deslizaran entre sus nalgas y con suavidad masajé su ano que palpitaba cada vez que la cabeza de su pene chocaba contra mi garganta.
Nuevamente deslicé una mano y tomé sus bolas, eran realmente grandes, no cabían en una de mis manos, las acarició suavemente, mi primo desde arriba me miraba muy excitado y trataba de ahogar sus gemidos de placer, ya movía su cadera adelante atrás penetrando mi boca. No pasaron 2 minutos, un chorro de semen caliente salió disparado intempestivamente dentro de mi boca y casi me ahogo, mi primito ahogó un grito, respiraba agitado, tomó mi cara entre sus manos mientras me movía, yo estaba incómodo con aquel liquido en mi boca y parecía que no terminaría de salir nunca. Finalmente se detuvo, aproveché para sacarme ese pene de la boca y escupir una gran cantidad de semen blanco, pastoso y caliente en el suelo. Al mirar abajo, pude ver mi pene, blanco y con la cabeza rojiza goteaba de ese liquido cristalino lubricante que salía a borbotones, estaba muy excitado, mi pené parecía estar en posición vertical, mi primo me miró sin saber qué hacer, yo sabía lo que quería, no me iría sin tenerlo, acaricié un rato su pecho, su espalda, sus hombros y por último sus divinas nalgas luego lo hice darse vuelta, él pareció nervioso, me sentía que abusaba un poco de él, pero yo no tenía la culpa de que él hubiera acabado tan rápido. Traté de ser gentil, así que aunque no estaba seguro de hacerlo, besé su espalda y su cuello, ya estaba de espaldas y tenía frente a mi esas nalgas de carne blanca y suave con mi dedo pulgar tomé un poco de mi propio liquido preseminal y lo unté delicadamente en el hoyito de mi primo, luego acerqué mi pene y me di cuenta de la diferencia de tamaño con el de él, más o menos el mismo grueso, pero el mío era más largo de lo que yo creía.
-Con cuidado, sí. -Me dijo con una voz muy inocente, que me puso más caliente aun. No quería lastimarlo, pero estaba ansioso por penetrar ese culito tan lindo.
Lo metí entre sus nalgas y puse la cabecita de mi pene en el huequito de entrada, sentí como el lubricante natural salía nuevamente de mi pene y suavemente empecé a penetrarlo, estaba al límite de la excitación, mi primo no decía nada, no se quejaba, ni se movía. Me costaba entrar, no quería que fuera una mala experiencia, entonces a pocos segundos de desistir le dije:
-Afloja el culito, como si fueras al baño. -Fue lo que se me ocurrió para no sonar vulgar.
Mi primito me hizo caso y como si se hubiera desecho una barrera, sentí todo mi miembro deslizarse suavemente dentro de mi primo. Él tan solo emitió un suspiro muy alto. Yo por mi parte estaba en la gloria, metido en ese huequito caliente y apretado, empecé a moverme suavemente primero, luego más rápido, pero a la menor queja de mi desflorado primo, me detenía y le acariciaba las piernas y sus bolas. Al rato noté que estaba muy excitado él y se pajeaba mientras era penetrado por mi.
Unos minutos después, se cansaron mis piernas, por el rato en el mar, la caminata y luego la cogida que le daba, entonces nos sentamos en el suelo con dificultad para no sacar mi miembro de su ano, no quería repetir la entrada. Vi que su pene estaba de nuevo muy erecto, así que cuando nos acostamos de nuevo sobre la arena lo masturbé un rato, y lo escuchaba gemir de placer. Nos acostamos de lado y continué penetrándolo suave escuchando sus gemidos de placer, entonces sentí algo raro, él respiraba mucho más rápido, se estaba corriendo de nuevo y al hacerlo su ano se contraía mucho apretando mi pene dentro de él, no pude aguantar más y mientras lo escuchaba a él:
-Dame sí, que rico…
Acabé dentro de su delicioso hoyito, ahora me parece que debieron ser varios chorros de leche caliente los que rellenaron a mi primito ese día, pues yo estaba muy caliente y tenía un par de días sin pajearme. Me medio levanté para ver la expresión de cansancio y placer en la cara de mi primo, también vi unas grandes gotas de semen fresco y tibio sobre la arena del segundo orgasmo de él. Nos quedamos un rato acostados hasta que mi erección pasó y mi pene se salió inevitablemente de su culito. Nos quedamos acostados en silencio, solo se oía el mar al fondo, nada de gente, luego nos levantamos y nos vestimos también en silencio, antes de salir de los matorrales volví a pasar mis manos por esas ricas nalgas de bebé, nos abrazamos como primos con cariño, desvié la mirada hacia el charco de semen que había escupido cuando se vino repentinamente en mi boca, estaba ahí como prueba de su orgasmo en mi garganta, nos sonreímos mutuamente, me pareció que había tragado algo de su semen, estábamos cansados y sudados, así que nos fuimos caminando lento con mi familia hasta que los signos visibles del sexo que acabábamos de tener se desvanecieran.
Cuando ya estábamos acercando, me dijo:
-Estuvo muy bueno. Hay que repetirlo alguna vez.
Se adelantó camino al agua y pude ver unas gotas de semen blanco cayendo por su pierna debajo del short. Era mi semen el que brotaba de su desflorado culito.
Nadie pareció notar nada diferente ni mucho menos la remota posibilidad de que los dos primos hubieran estado tirando deliciosamente entre los matorrales, es algo que se queda en nuestros recuerdos. Nunca volvimos a repetirlo. Y ahora casi ni veo a mi primo, se fue del país, yo me casé.
Es una linda historia para recordar.
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