En la sauna…con alguien de la familia.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por nenitox.
Lo primero de todo es describirme, mi nombre es Javi, por aquel entonces tenía 18 años recién cumplidos, soy de carácter tímido y reservado, apenas había tenido algún rollo con chicas, ya me empezaban a llamar más la atención los chicos, pero nunca había tenido nada con ninguno.
Soy delgado, mido 1,70, castaño, piel clara y con algo de vello.
Mi culo es redondito y bien puesto a igual que mi polla, nada que envidiar con otras.
Recién cumplido los 18 años mi sexualidad estaba más que desbordada, necesitaba saciar mis deseos de probar un buen rabo y que alguien me desvirgara.
Hasta ese momento tan solo me limitaba a hacerme pajas viendo porno gay y a follarme el culo con una zanahoria o un pepino.
Sobre todo veía porno de tíos más corpulentos que yo, muy varoniles y maduros, eran los que más llamaban mi atención.
Era verano, mis hormonas andaban más que revolucionadas, estaba decidido a encontrar a alguien con quien pasarlo bien, pero mi timidez no me lo ponía fácil y no me atrevía ir a ningún sitio de ambiente ni tampoco a quedar con alguien que hubiera conocido por algún chat de internet.
Lo que sí despertaba mi curiosidad eran las saunas gay.
Por lo que había leído, eran sitios con mucha discreción a los que todo el que iba sabía lo que había y las tácticas para ligar eran sencillas, tan solo bastaba con acercarte a la persona en la que estuvieras interesado y hacerle ver tus intenciones con caricias o sobeteos.
Decidí ir a una de estas saunas, vivo en una gran ciudad de España donde hay varias saunas, yo me decanté por ir a la que más ambiente de jóvenes había y a la que más lejos se encontraba donde vivía por miedo a encontrarme a alguien conocido.
Llegué al lugar, pagué mi entrada y me indicaron donde estaban los vestuarios para desnudarme y dejar mis cosas.
Al llegar a los vestuarios ya se respiraba un ambiente cálido y cargado de sexualidad.
Había un par de hombres maduros besándose, yo me fui a una taquilla y empecé a desnudarme, me enrolle la toalla a la cintura, guardé mis cosas y me dispuse a entrar a la siguiente sala.
Estaba bastante nervioso, pero a la vez muy excitado por lo que me deparaba en las siguientes salas, armándome de valor me adentré en la sauna.
La primera sala era una especie de bar, con una barra y sillones para tomarse algo, aquello estaba lleno de hombres de diferentes tipos, sobre todo había hombres mayores y algún que otro chaval.
Cuando entré todo el mundo clavó su mirada en mi, debía de ser carne fresca en aquel lugar, alguno que otro me miraba de arriba a abajo, otros seguían besándose y acariciándose entre ellos, pero yo seguí a la siguiente sala, no me había gustado nada de lo que vi allí.
En el siguiente habitáculo había un gran jacuzzi, en su interior tres tíos se metían mano, en el borde un chico le mamaba la polla a un señor mayor con mucho ahínco.
Me quedé observando por un instante aquella escena, me empecé a excitar con aquello, cuando alguien me agarro del culo, un hombre de unos 30 años bastante definido y muy velludo me invito a ir con el a un reservado, cosa que rechace quería indagar un poco más por la sauna.
Abandone aquella habitación pasando a lo que era una especie de cine donde estaban emitiendo películas porno gay, me detuve en aquella sala, me puse cómodo para contemplar la peli, que iba de varios tíos muy varoniles reventándose el culo, mi polla se iba animando, la sobaba por encima de la toalla.
Otro chico entró a la sala y se sentó justo a mi lado, era delgado y bastante normalito, podía notar como no le quitaba ojo a mi entrepierna mientras él hacia lo mismo que yo, sobarse su polla.
No tardó mucho en poner su mano en mi rodilla y acariciar mi muslo por debajo de la toalla, yo me estaba dejando llevar, la situación me daba mucho morbo.
El chico llegó hasta mi polla, todavía morcillona, la agarró y empezó leves movimientos.
Yo le correspondí a él de la misma manera, la aparté la toalla de su entrepierna dejando al aire su polla dura.
No debía de medir mas de 16 cm, era muy normalita.
Ambos nos estábamos pajeando cada vez más animados y entre gemidos hasta que otro chico se unió a nosotros, este si estaba algo más bueno, se veía que iba al gym, pectorales marcados y brazos fuertes.
Se paró ante nosotros y se quito la toalla descubriendo una polla flácida pero que ya prometía ser grande.
El otro chico no deparó en agarrar rápidamente aquel trozo de carne colgante, mientras que el otro chico agarrándolo de la cabeza lo guió hasta su entrepierna con la intención que le mamase la polla, y así lo hizo.
Llegó el momento de marcharme de aquella escena, atrás dejaba a estos dos chicos disfrutando entre ellos.
Todavía no había encontrado nada que me llamase la atención verdaderamente.
Seguí caminando por un largo pasillo con muchas puertas a ambos lados, por los ruidos intuí que se trataban de las cabinas.
Al final del pasillo la luz iba disminuyendo, una puerta tapada con cortinas daba acceso al cuarto oscuro, apenas se veía nada, pero por las siluetas que se percibían allí era donde se concentraban la mayoría de tíos.
Pasé y me coloqué a un lado, apenas llevaba unos segundos y ya varios tíos pasaban por mi lado rozando mi entrepierna y culo.
Algo llamó mi atención, al poco de yo entrar en aquella sala, alguien quien me resultaba familiar, descorrió la cortina y con la poca luz que entraba pude identificar a mi hermano.
Mi corazón se paralizó en aquel instante, no daba crédito, me debía de estar equivocando de persona.
Yo tenía a mi hermano por un tío bastante hetero y triunfador con las chicas.
Tengo que reconocer que siempre me había llamado la atención, quizás por haberlo visto tantas veces desnudo por casa era el tipo de chico que me molaba.
Tenía 26 años, se estaba preparando para ser profesor de educación física, no era el típico chico de gimnasio, su cuerpo era grueso pero no gordo, de fuerte espalda y brazos, vello por todo el cuerpo, piel blanca y un poco más alto que yo.
No sabía que hacer para averiguar si realmente era él o no, tampoco quería que me descubriese a mí allí, estaba muy nervioso pero a la vez esa situación me estaba poniendo a mil, descubrir que a mi hermano le molaban los tíos era una sensación muy morbosa.
Me quedé inmóvil apoyado en la pared sin saber que hacer.
Alguien se acercó, no sabía muy bien de quien era hasta que me habló.
Era nada más y nada menos que mi hermano! Sin duda era él, reconocí su voz.
Sin embargo él no me había reconocido, tal vez porque no dije ninguna palabra y porque estaba tan oscuro que no me conocía.
La situación se fue calentando, mi hermano empezó a susurrarme al oído que qué hacía allí tan solo, que si estaba aburrido él me daba entretenimiento.
No se si fueron sus palabras o que mientras me hablaba recorría con su mano mi espalda hasta mi culo agarrándomelo fuerte, la situación más excitante no podía ser.
Acariciaba mi torso y tetillas mientras me besaba el cuello, yo seguía sin decir palabra, solo se me escaparon varios gemidos, algo que le debió de gustar mucho porque más intención ponía en seducirme.
Me desató la toalla dejándola caer al suelo para poder acariciar mi verga dura como un tronco, pasó su mano desde mis huevos hasta descapullarme y empezar a pajearme.
Al rato y viendo que yo le empezaba a seguir el rollo, cogió mi mano y posandosela en su abdomen la arrastró hasta su entrepierna, noté su fuerte vello del pubis, coló mi mano por debajo de la toalla hasta que alcancé su pollón todavía algo morcillote.
Mediría unos 17 cm más o menos, no dude en palparlo bien, después de tantos años viendo aquella polla por fin la tenía en mis manos, y empecé a recrearme por todo su tronco, sobando sus huevos cubiertos de vello y sintiendo como empezaba a salir líquido preseminal de su puntita.
No aguantaba más, quería tener esa polla en mi boca ya, quería saborear cada centímetro de carne.
Me arrodillé delante de mi hermano, le quité la toalla, quedando su polla a pocos centímetros de mi cara, sentía su olor, agarré sus huevos con una mano y con la otra empecé a pajearlo, todavía no había alcanzado su tamaño completo, pero pronto lo haría.
Posé su glande ardiendo en mi lengua, y con mucha delicadeza fui ensalivando su capullo, una vez bien ensalivada, me fui engullendo la polla de mi hermano, cuanto más honda me la metía más gorda se ponía.
Ya si estaba empalmado del todo, su polla era de unos 20 cm.
Me agarraba de la cabeza empujándome cada vez más rápido para que me tragase más profundo su vergón, yo me ayudaba agarrándolo de su culo duro y velludo, sus huevos revoloteaban chocando con mi barbilla, en mis labios notaba su duro mástil lleno de venas, y en el fondo de mi boca sentía su capullo palpitante a punto de explotar al ritmo que íbamos.
Como la chupas nene, me decía entre gemidos, dándome un momento para respirar antes de volver a engullir su herramienta y hundir mi nariz en su vello púbico.
Noté como alguien se apoyaba en mi hombro, otro tío se unió a la fiesta, me agarró uno de mis brazos y lo guió hasta su polla empalmada.
Yo seguía mamando el juguete de mi hermano mientras empecé a pajear a aquel extraño que se acercó.
Su polla no era tan grande como la de mi hermano pero el verme rodeado de pollas me excitaba mucho.
La nueva compañía no debió de gustarle a mi hermano, ya que me levanto del suelo y nos retiramos.
El miedo se apoderó de mi.
Íbamos a salir de la habitación y me iba a descubrir.
No se cual sería su reacción.
Me arme de valor y salimos, necesitaba saber que pensaba de aquello, que iba a ser de nosotros.
Él salió delante yo detrás, una vez en el pasillo le hablé para que se girase.
Pablo, le dije, se giró y con cara de estupefacción me preguntó que qué estaba pasando.
Yo respondí, le dije que lo había conocido cuando entró, pero no le dije nada por miedo y por el morbo que me causaba.
Le confesé que me ponía muchísimo el hecho de tener algo con mi hermano.
Ahora era a él a quien no le salían las palabras.
Allí estábamos los dos, en mitad del pasillo con nuestras pollas aún duras de la excitación mirándonos el uno al otro.
Pasaron unos segundos cuando Pablo rompió aquel silencio tan incómodo.
Se acercó hasta mí y agarrándome de las manos con una sonrisa en su rostro me dijo, que se alegraba muchísimo de que se hubiera topado conmigo en aquel lugar, que hace mucho tiempo que fantaseaba conmigo y mi cuerpo, y que cada vez que podía me espiaba en el baño de casa.
Se abrazó a mi uniendo nuestros cuerpos y besándonos con cierta pasión.
Nuestras pollas se entrelazaban, Pablo me cogía el culo y me empujaba contra él.
Seguíamos en el pasillo de la sauna, ambos con ganas de más, nuestros cuerpos hablaban por si solos, Pablo que no despegaba su mano de mi culito y yo seguía con más ganas de su rabo, ahora que lo había visto a la luz más me gustaba, era una polla perfecta con una leve desviación a la derecha que aún la hacía más apetecible.
Decidimos meternos en unas de las cabinas, no nos molestaría nadie.
Allí solo había una camilla no muy grande.
Mi hermano me pidió que me diera una vuelta delante de él, quería contemplarme bien, ahora tenía ocasión de verme tranquilamente.
Él se apoyó en la pared agarrando su polla de la base y empezó a menearla, yo ya sabía lo que tenía que hacer.
Me incliné sobre su polla y se la volví a comer, esta vez con más delicadeza, quería que Pablo aguantase, y además que encantaba recrearme en cada lamida que le daba a su rabo.
Así aguantamos un rato, después Pablo me separó y me dijo que me inclinase sobre la camilla, y así lo hice.
Él se agachó frente a mi culo y empezó a sobarlo, me daba algún que otro cachete.
Me agarró las nalgas y las abrió ayudándose de sus manos, noté algo húmedo buscando mi agujerito.
Allí estaba mi hermano comiéndome el culo y jugando con su lengua en mi ano.
Ya lo tenía más que lubricado cuando noté que hundía un dedo en mi culo, al ver que entraba con facilidad metió otro más.
Me encantaban esos juegos, me dilataba de lo lindo, sin olvidarse de pajear mi polla.
Antes de que me penetrara le confesé que mi culito era virgen.
Ese dato lo hizo enloquecer, y a mí sobre todo me hacía mucha ilusión que el primero en follarme fuera mi hermano.
Hermanito no vas a olvidar esta follada en tu vida, fueron sus palabras antes de apuntar su polla a mi agujero.
Yo le suplique que por favor tuviera cuidado que no me hiciera daño.
Agarrando su polla con una mano y con la otra cogiéndome de la cintura intentó meterme los primeros centímetros de su verga.
Yo sentía el calor de su capullo abriéndose paso por mi culo.
Despues de mucho empujar consigió meterme la puntita, yo solté un leve gemido entre placer y dolor.
Mi hermano me tranquilizó diciéndome que me relajase que solo era ese momento que ya mismo empezaría a disfrutar.
Y así fue, acabó de meter su pollón y empezó a moverlo despacio dentro de mí, yo aún sentía dolor, me había clavado una polla considerable.
Pero al rato las embestidas eran cada vez más rápidas y mi placer era cada vez mayor, podía sentir aquel trozo de carne de mi hermano taladrándome mi culo virgen.
Los dos gemíamos como locos, ambos estábamos disfrutando de lo lindo.
Al rato decidimos de cambiar de postura.
Pablo se tumbo en la camilla, antes de volver a follarme quise saborear nuevamente su vergón para así lubricarlo también.
Era maravilloso lo que estaba viendo, mi hermano tumbado, contemplaba sus pectorales y barriga duros y cubiertos por un vello negro, en su entrepierna se alzaba su pollón con su buena base de vello, y por su puesto sus piernas fuertes y musculosas.
Me subí encima de él en cuclillas, cogí su polla para orientarla hasta mi culito otra vez, mi agujero estaba más que dilatado, ya no le costaba trabajo entrar.
Su polla se deslizaba por mi culo como pez en el agua, yo saltaba literalmente sobre la polla de mi hermano, me agarraba a sus pectorales mientras él me sujetaba del culo.
Mi polla brincaba empalmada sobre la barriga de Pablo.
Eso unido a que empezó a pajearme, acabé corriéndome sobre su pecho, llenandole de semen hasta el cuello.
Mi hermano me advirtió que no tardaría mucho en correrse también, ya que llevaba alguna paja y mamada con otros chicos ese día en la sauna y que yo lo estaba acabando de rematar.
Al decirme eso yo incremente mis movimientos sobre su herramienta, que se había convertido en mi juguete preferido.
Me hubiera encantado recibir la leche de mi hermano por primera vez en mi boquita pero no aguantó más y explotó dentro de mi culo, noté un fuerte chorro de leche caliente inundando todo mi agujero.
Saqué su polla de mi culo chorreando en su semen, de mi ano dilatado también caían restos de su corrida.
Fue espectacular, sin duda alguna nunca olvidaría esa follada en la sauna.
Salimos de la sauna y nos fuimos a las duchas, allí seguimos mirándonos el uno al otro y por supuesto sobandonos.
No podía dejar de admirar aquella primera polla que me folló, y mucho menos pensar en que era la de mi hermano.
Pablo me prometió que la próxima vez me daría su leche en mi boca, cosa que me hizo ponerme cachondo otra vez.
Pero Pablo tenía otra sorpresa para mi, al decirme que papá y el abuelo les encantaría tener a otro chico en la familia amante de las pollas.
Eso si que me dejó fuera de lugar.
pero ya les contaré.
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