En la siesta
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Hace mucho tiempo tuve una gran amistad con mi vecino Genaro que vivía al lado de mi casa, los hechos que narraré pasaron cuando dejaba de ser púber, los padres de mi amigo tenían una platanera con trabajadores y nos gustaba ir de vez cuando los fines de semana a disfrutar del buen guiso de gallina criolla que nos daba la esposa de Don Demetrio el cuidador, vivían en casa alta de tabla y guadua con sus hijos, Mauricio el más pequeño siempre estaba apegado a mí.
La costumbre después de comer era la siesta, arriba en el entablado o debajo de la casa en hamacas o en los árboles frutales y luego caminábamos hasta llegar al río que pasaba por la propiedad, nos divertíamos bañándonos, Genaro tomaba a los pequeños de la cintura y los lanzaba al agua especialmente a Mauricio, le bajaba la trusa y le daba de nalgadas, algo que me llamó la curiosidad fue que le gustaba mucho que le haga eso y es más, él mismo se rozaba las nalgas con el dedo oliéndoselo y mostrándolo, se subía desnudo sobre las rocas bailando graciosamente doblando las rodillas y ponía el culo como un pato en movimiento, me gustaba verle el culito de Mauricio tan blanquito, mojadito y suave que cuando pasaba por mi lado lo rozaba con las manos dejándose hacer, las veces que estaba orinando me quedaba viendo fijamente la verga, se sacaba la verga y lanzábamos orina al suelo, cuando jugaba cartas con Genaro y otros chicos Mauricio se acercaba a mi lado, por detrás le abrazaba Lorenzo un chico de mi edad que trabajaba en la platanera, movía suavemente la cadera hacia adelante sobre las nalgas de Mauricio que le respondía enculándose para atrás, les gustaba hacer eso, vi el bulto que se le hacía al pantalón de Lorenzo, lo abrazaba de la cintura y le apoyaba la cara sobre el hombro moviendo también su cadera sobre el culo de Mauricio, cuando Mauricio estaba cerca a mí se apoyaba en mi hombro, sentía en mi antebrazo su trusa que se movía con el pene vestido, me gustaba que su aliento pase por mi cuello también deseaba escuchar la salida de su aliento, a veces me rodeaba su brazo por mis hombros desnudos apoyando su carita sobre mis tetillas, en otras me rozaba suavemente mis muslos con los deditos, cuando ganaba en las cartas le regalaba unos pesitos me gustaba hacerlo aumentando entre nosotros una especial atracción, se le estaba haciendo una forma amanerada de andar diferente a sus hermanos, se metía las dos manos dentro de la trusa rascándose las nalgas o se las metía por delante para que sus manos jueguen con su verga, Mauricio y Lorenzo observaban con deleite el acto sexual entre los animales de corral, estiraban los penes a manera de masturbe mirándose con risas después se adentraban en la plantación, una vez los vi que salían del monte que daba al río Lorenzo lo abrazaba llevándolo de los hombros, Mauricio se acomodaba la trusa por detrás.
En la hora de la siesta subí a dormir en el entablado de la casa de repente se acerca Mauricio a dormir junto a mi lado, pasó un largo tiempo y desperté, me percaté que estábamos solos, seguía dormido mis pensamientos analizaban todas las formas de comportamiento sexual de Mauricio con Lorenzo, mi verga se estiró comencé a sobármela despacito mirando la carita de Mauricio, me acerqué a besarle suavemente el cuello, el pelo tenía un olor característico de niño campesino, pasé delicadamente mi nariz por las mejillas, moví un poco la trusa con la intención de apreciar las curvas hermosas de las nalgas que formaban su voluminoso culito, pasé los dedos en medio de sus nalgas, recorrí con las manos las piernas suavecitas del pequeño, mi sorpresa fue grande que escuché su risa abriendo de repente los ojos, había despertado no sé en qué momento pero había constatado mi accionar, pese a todo continué haciéndole los toques a su cuerpo le deslicé la trusa a las rodillas la verga estaba parada, la sobé con masturbe, acerqué mi cara para olerle la verga tenía el olor característico de orina me atrevía a mamársela, Mauricio se sentía cómodo dejándose mamar y masturbar, no pude más con el deseo de cogerlo que le di la vuelta dejándome contemplar ese delicioso culito corrí mi pantalón y trusa liberando mi verga poniéndola hacia el ano se la metí despacio, Mauricio gemía, mi deseo de poseerlo era grande que deseaba metérsela toda despacio pero después de un rato tuve recelo en metérsela más porque podría sangrar, lo solté ya que tenía miedo a que nos descubran, otras veces aprovechábamos en estar a solas para bajarnos la ropa lo doblaba de la cintura y le metía algo de mi verga por el culito luego lo acostaba le volvía a meter mi verga dejándole semen fuera de las nalgas.
Yo deseaba algo más que sobarle ese culito, me propuse rompérselo, aquel día llevé crema supuestamente para protegerme del sol, me acuerdo perfectamente que fuimos caminando río abajo nos metimos en el monte que rodeaba una palizada en un claro de arena sobresaliendo algunas piedras grandes lo arrimé sobre una de ellas, le deslicé suavemente la trusa me ayudaba alzando los pies para que se la pudiera sacar totalmente, le besaba la espalda, cuello, pelo espalda iba bajando con mis besos hasta las piernas, me quedé besándole las nalgas, yo estaba en la plenitud del deseo cuando olía su nalga en especial el olor de su ano, le di la vuelta y nos besamos alzó los brazos para que pudiera sacarle la remera estaba completamente desudo, le besé la garganta, hombros, barriga, cuando llegué a la verga cerré mis ojos abrí mi boca y comencé a mamársela, Mauricio se hacía para atrás riendo en señal que le hacía cosquillas, era la mejor forma de mamarle esa verga pequeñita, deseaba mucho a Mauricio un niño hermoso de piel agradable al tacto, lo senté sobre la piedra abriéndole las piernas, gocé mamando esa verguita a plenitud que ya estaba llena de saliva le di la vuelta me puse a oler el culito Mauricio cayó rendido con su pecho y cara apoyados en la piedra sus piernas seguían abiertas me enloquecí viendo que sus nalgas se abrían mostrándome ese delicioso ano rosadito, le dije que se quedara quietito, fui por el bote de crema, me propuse que era el momento de que sea mío ese culito, estaba decidido a meterle toda mi verga, pasé crema por su ano entre las nalgas, puse un poco de crema en la cabeza de mi verga, el contacto que tuvimos verga y culo fue sensacional, Mauricio recibía mis penetradas con gemidos, hacía pausa y le iba metiendo cada vez más la cabeza de mi verga, la cara estaba como de estreñimiento a más de que pujaba y gemía, sentí que toda mi verga le había entrado me sorprendí que al sacársela no le salía sangre más aún que le había entrado con poca dificultad, me puse a pensar que todo ese tiempo sobando y metiendo apenas la cabeza de mi verga en la entrada de su ano había sido por demás creyendo que su culo era virgen, no lo era, creo que Lorenzo ya se lo había roto por eso ahora entendía su placer, me entró como un resentimiento a la vez una seguridad, le di un mete y saca acelerado haciéndole mover todo su cuerpito de nueve años, me resistía terminar, quería tenerlo así un rato más Mauricio me decía que lo suelte porque le dolía un poco, le respondía que lo hacía para que le gustara más y se le abriera más para coger plenamente, trate de abrazarlo lo más que pude apoyé mi pecho sobre su cabeza, el pelo que daba en mi piel me excitó más le decía que era un niño culón hermoso al rato de tanto darle con mi verga por el culo le dejé mi semen dentro de su ano, caímos a la arena acostados desnudos completamente hacíamos rozar nuestros pies por sobre las piernas, después de un rato de baño le volví a penetrar por el culo en el agua pero no me salió semen me resigné a sentir el latir de su ano en mi verga.
De vez en cuando la esposa de Don Demetrio visitaba la casa de mi vecino Genaro por razones de compras o de salud, generalmente la acompañaba Mauricio, aquella ocasión yo estaba de visita en casa de Genaro ya que en mi casa habían salido, Mauricio me acompañó a mi casa metiéndonos en mi cuarto, nos desvestimos rápido acostándonos en la cama cubriéndonos por las sábanas, dábamos vueltas sobre el colchón de inmediato lo puse a filo de cama le metí la verga con gran deseo por ese ano rosadito delicioso, besaba alocadamente todo su cuerpo, le gustaba mucho que mi verga lo penetre, dejé semen dentro de su culito ahora de diez años, su cara me enloquecía, era un niño precioso, lo sentaba para mamarle la verga como a él le gustaba después de tanta mamada le hacía venir el gusto por orinar fuimos al baño a lavarnos con espuma de jabón, lo senté en la tasa y le volví a mamar la verguita, Mauricio también me mamaba la verga con esos labios finitos rosaditos ayudándose con sus manos.
Lamentablemente el tiempo que estuvimos cogiéndonos fue corto sin embargo los recuerdos maravillosos que tengo de Mauricio no se comparan sexualmente a otras cogidas que he tenido por eso siempre tengo presente el rostro precioso de Mauricio en cada detalle de mis pensamientos, me excito al recordarlo masturbándome en su nombre.
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