En la tribuna.
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
En las tribunas…
Hola, me llamo Juan y soy de Tucumán, Argentina. Nací en un barrio muy tradicional de clase media y justo a la vuelta de mi casa está uno de los estadios de futbol más calientes de nuestra provincia. Les cuento esto porque fue justamente allí donde me ocurrió esta situación tan particular e inolvidable.
Ya hacía un tiempo que en mi barrio me cruzaba con Daniel. Un ciruja de sangre que me llamaba muchísimo la atención. Daniel es uno de esos tipos de tanta homría que si alguien lo ve teniendo sexo con otro hombre no se atrevería a llamarlo gay. Es ese tipo de hombre con tanta hombría que ppara él el sexo es sexo y no con quien lo haga. Creo que podría decirle que se podría coger hasta mi propia abuela.
Con Daniel nos cruzábamos frecuentemente en mi barrio pero no nos saludábamos. Yo sólo lo miraba y recorría sus contornos marcados con mis ojos. Un tipo de piernas gruesas y duras, de brazos fuertes y velludos, manos grandes y aparentementes rasposas por falta de cuidado. Como ya se lo dije anteriormente Daniel sólo era parte inalcanzable de mis fantasías.
Un día, mientras conversaba con un vecino en la esquina de mi casa, lo ví a Daniel venir en la distancia. Mi amigo, Pablo, con quien charlaba, no lo había notado ya que estaba dando la espalda adonde Daniel estaba. Yo, de tanto en tanto, lo seguía a Daniel con mi mirada sin intenciones de que mi vecino note que mis ojos se iban detrás de ese pedazo de hombre tan deseado por mi. En realidad, esto fue infructuoso ya que mi vecino se dio cuenta de que mi mirada se desviaba por momentos y mientras la conversación seguía, giró y vió a Daniel también. Yo quedé frizado cuando mi vecino le pegó un chiflido y lo saludo a la distancia aunque Daniel ya estaba más cerca. Este lo saludó también y cruzó la calle para asomarse simpáticamente adonde nosotros estábamos parados. y se acercó a nosotros. Daniel saludó efusivamente a mi vecino Pablo y luego extendió su enorme mano para estrecharla con la mía. Casi me desmayo cuando tocó mi mano. Sus manos no eran rasposas pero si grande y carnosas y fuertes y cálidas. Yo, haciendome el gracioso, le dije, que pedazo de manos que tienes. Daniel me miró y me dijo seriamente todo lo mio es grande y se lanzó una risotada con Pablo…
Bueno, después de ese breve encuentro con Daniel, me lo estuve cruzando todos los días en un lugar u otro. Parecía que él me seguía o yo pero era solo cosa del destino. Un día lo encuetro en un almacén cerca de casa comprando unas cervecitas. Yo le bromee diciéndole que segurmente no aguantaba ni la mitad de una. Él me respondió que me desafiaba a tomarme un cajón de cervezas pero que no valía quedarse dormido sino él me violaría…. Jaja. Me reí tontamente y me quedé callado. Daniel me dijo: te asustaste, ¿no? Y se rió. Yo, haciéndome el bravo le contesté que me bancaba más de lo que parecía. “ya lo veremos” dijo Daniel y se marchó.
Al día siguiente, por la noche, nos volvimos a encontrar cerca del estadio que le mencioné y allí tuvimos una conversación, que para mí, sonaba más a interrogatorio. Daniel me preguntó de todo con especial énfasis en si es que tenía novia o no, y en relaciones con minas y mientras que yo decía que no y me mostraba a propósito desinteresado en el tema, Daniel se había acostado ya con medio centenar de mujeres del barrio. Noté que en nuestra charla se había tocado y masajeado reiteradamente su paquete como provocándome. O por lo menos eso es lo que yo quería. Mi imaginación volaba y cada cosa que Daniel me decía sonaba a que me estaba seduciendo para llevarme por ahí y hacerme suyo. La realidad es que yo no me iba a negar. Desafortunadamente, dos de sus amiguitas aparecieron y al ver a Daniel se acercaron y comenzaron a hablar y a provocarlo. Las minas estas eran reputas y estaban logrando distraer a Daniel de mi atención. Finalmente Daniel se fue con estas locas y luego de una hora y media de calentarnos con insinuaciones, volví a casa y me masturbé pensando en como Daniel se iba a coger a esas dos locas y la envidia me carcomía.
El fin de semana siguiente, mi barrio se vistió de fiesta porque había un partido de futbol de nuestro equipo. A mi me encantaba esto porque se veían en estas ocasione los machos más salvajes de mi ciudad. Algunos eran definitivamente asquerosos pero otros estaban para el casamiento. Yo no me perdía estos partidos porque el ir a la cancha me ponía frenético. La cercanía con los hombres, las apoyadas de vergas por tanta multitud y ninguna mujer cerca. Tipos en pantalones cortos y con el torso desnudo, era realmente un paraíso. Y, con la emoción del partido, más el alcohol a nadie le importaba si apoyaba o era apoyado. Todo se justificaba por la cantidad de gente y el hermoso amontonamiento de hombres semi vestidos…
Ya en las tribunas y con mi vecino Pablo parado justamente delante mio, nos dispusimos a ver el partido en medio de gritos y saltos y roces de toda índole. Pasado ya el primer tiempo del partido, miré hacia un costado y descubrí que Daniel estaba en nuestra misma tribuna. No nos había visto y y yo aproveché para mirarlo de pies a cabeza en la medida de lo posible. Tenia puesto un short color blanco y la camiseta roja y blanca del equipo. Sus fuertes piernas brillaban por el sudor y su cabello corto también estaba mojado por la transpiración. Creo que mi mirada fue tan insistente o descarada que Daniel la sintió y me agarró mirandolo. Me asusté un poco porque su gesto cambió y miró hacia abajo tocándose su bulto y de una manera obvia ofreciedomelo. Yo le sonreí y dije hola y miré hacia adelante… no quería volver a mirar hacia donde él estaba porque él me daba vergüenza pero ya estaba planeando como encontrarlo a la salida del estadio.
Ya había dado comienzo al segudo tiempo del partido cuando siento justo detrás mio una voz que me dice. “hola. Ahora me tenes más cerquita.” Yo me dí la media vuelta y Daniel estaba parado justo detrás mio. Lo saludé como sorprendido pero la verdad es que estaba a punto del infarto. En ese momento salió nuestro equipo a la cancha y la tribuna explotó de algarabía con gente gritando y saltando enajenadamente sin mirar más que a la cancha. Daniel saltaba y gritaba detrás mio y yo me sostenía de los hombros de mi amigo Pablo que gritaba delante mio. En un momento cuando Daniel se quedó quieto sentí que me empezó a apoyar su pene en mi espalda. Él estaba un escalón más arriba que yo desafortunadamente. Pero esto no me impidió disfrutar de ese roce celestial y ese contacto único que me permitia sentir toda la masculinidad de Daniel primeramente blanda, luego inflada y por último un falo completamnte duro. Ponía sus inmensas manos sobre mis hombros y me presionaba como haciéndome masajes. Yo no me dí la vuelta nunca y solo me hechaba hacia atrás par que Daniel pudiese apoyarme toda su pija sin problemas.
El partido continuó y la pija dura de Daniel en mi espalda también. Nunca me imaginé que el desenfreno de Daniel lo iba a llevar a bajar a mi escalón y qedar pegado a mi sin que nadie lo notase. Ahora no solo podía sentir su pedazo pegado a mis nalgas sino también todo su torso y piernas contra mi cuerpo. Ya nada lo paraba a este hombre. Sujetó mis caderas con sus inmensas mano y me inmovilizaba para frotar su duro pene contra mi cola. Era algo sublime. Sentía su respiración en mi espalda y pensaba que iba a cavar en cualquier momento. Sus grandes manos no quedaban quietas. Las metión por debajo de mis joggings y frotaba mis piernas, mis caderas metiéndome las manos por debajo de mis bóxers con completo descaro. Él sabía que nadie lo notaría.
En cierto momento, sentí que Daniel había sacado una de sus manos y comenzó a bajar mis pantalones dejándome la cola completamente descubiertas. Yo casi me muero del miedo y vergüenza a ser descubierto. Gire mi cabeza un poco y miré a Daniel y vi que había apoyado su mano en su boca y la llenaba de saliva que luego la puso en mi entrada de mi agujero y Empezó a frotar su mano ensalivada en mi raja. Al instante comenzó a meterme un dedo y la sensación fue fantástica. Me ardía, me dolía, el calor de mi cuerpo era extremo y toda la sangre había bajado a mi pene y a mi ano. pero el lugar no me permitía expresarningún sentimiento.
Luego noté como Daniel con una sola mano manejaba su falo y me lo apoyaba en a puerta de mi culo. Fue formidable sentir a ese hombre tan cerca mio y con tanta energía. Lentamente comenzó a penetrarme y nuevamente tomandome con sus dos manos por mi cadera me tiró hacia atrás, haciá él, dejándome completamente clavado. Me metió todo su ser dentro mio en medio de esa multitud y acercandose a mi oído me dijo “nunca vas a olvidar esta cogida. Y es verdad.
Este pedazo de hombre, inmenso a mi lado, tomó su pene y lo colocó en mi entrada. Después del trabajo que había hecho con sus grandes dedos ensalivados, la cabeza de su pene, que nunca pude ver, se delizó sin esfuerzo por mi recto. No se como describir el calor de mi cuerpo y el pedazo de carne ardiente que me invadía. Daniel se acomodó detrás mio para conseguir una penetración más profunda y yo nada podía hacer ni decir. Estaba entre él y Pablo que me servía de apoyo. Sentía las piernas de Daniel casi envolviendo las mias. Su cadera mucho mas ancha que la mía cubría por completo mi cola
el hecho de que Daniel era un tanto más alto que yo, en ocasiones me levantaba cada vez que me penetraba. Yo estaba ya en puntitas de pie y no podía apoyarme por completo porque Daniel me alzaba Con sus envestidas.
Daniel acabó después de unos quince minutos de sodomizarme a su entero placer. Noté esto orque realizó un par de movimientos que hundieron su pija hasta lo mas profundo de mi recto y se quedó clavada allí haciéndome sentir los espasmos en todo el cuerpo de Daniel que aún estaba pegado a mi. Cuando me sacó su verga lentamente soltó un suspiro en mi oreja y mordió mi hombro haciéndome temblar de placer.”
Luego, me subió el pantalón de un tirón y volvió a su lugar. Yo terminé de acomodarme la ropa y Daniel ya gritaba junto a todo el mundo las jugadas del equipo.
Yo quedé más tranquilo y sin aún poder creer lo que me había pasado. Daniel, detrás mio, seguía apoyando desvergozadamente su gran verga qe ya se la sentía más blanda.
Cuando finalizó el partido, Daniel me tomó con una mano por mi cintura y haciendo presión me dijo que nos veríamos pronto. Yo, estúpidamente, le sonreí sin decir nada…
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