En la tribuna 2
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Aún no puedo creer lo que me sucedió aquel día en la tribuna… Daniel, un tipo lleno de masculinidad me cogió en medio de todos esos hombres sin que nadie se diese cuenta. Por más que el miedo me había invadido, una vez que Daniel se separó de mi, yo ya estaba deseando otro encuentro…
La semana comenzó a transcurrir y no volví a ver a Daniel. Eso sí, todas las noches me dormía tocándome y fantaseando con ese macho, y de cierta manera, deseándolo ver nuevamente. El día viernes llegó y me lo encontré a Daniel cerca de casa, en la panadería. Él llegó por detrás mio y no había notado su llegada hasta que me saludó tocandomé la cola en frente del panadero y diciendo en voz alta,”qué rico se vé este pan dulce”.
El panadero que lo vió todo se largó una carcajada y yo me puse rojo de la vergüenza. Solo atiné a reirme nerviosamente y lo saludé. La conversación prosiguió acerca de otros temas y cuando e panadero dejó de atenderme y me despedí haciendo el ademán de marcharme, Daniel me preguntó si estaba apurado sino que lo espere. Bueno,yo, mostrándome desinteresado decidí esperarlo. Cuando salimos de la panadería caminamos juntos hasta la esquina mientras él me preguntaba si es que iba a estar libre ese día a la siesta. Yo, obviamente, le dije que sí y entonces Daniel me contó que tenía que hacer una mudanza y que iba a necesitar ayuda. Yo acepté ayudarlo porque intuía que detrás de eso Daniel iba a buscar la ocasión de cogerme nuevamente. Y no en público esta vez. Así, quedamos en encontrarnos en la esquina y el pasaría a buscarme en una camioneta. Grande fue mi sorpresa cuando ví que Daniel no venía sólo. Mi amigo Pablo estaba con él. En ese momento me quería morir porque pensé que Daniel le podría haber contado todo lo sucedido y que ahora, quizás, los dos planeaban cogerme. Bueno, me subí a la camioneta y saludé a ambos simpáticamente y a la mudanza nos fuimos…
Una vez en el lugar de la mudanza, comenzamos a subir cajas ya embaladas a la parte de atrás de la camioneta. Todo transcurrió normalmente pero por la cantidad de cestas me di cuenta que íbamos a tener que hacer mas de un viaje. En el momento de salir llevando las cajas, Daniel le pidió a Pablo que se quedase cuidando el resto de las cosas mientras que él y yo íbamos a descargar el equipaje en la nueva casa. Cuando escuché eso mis pensamientos se dispararon y sabía lo que se podría venir…
Daniel conducía la camioneta y yo subí rápidamente como un cumplido y obediente trabajador. Nos pusimos en marcha, Daniel, a quien recién pude mirar relajadamente, tenía puesta una remera sin mangas que dejaban ver sus hermosos y fuertes brazos como así también le marcaba su amplio y protuberante pecho. Debajo llevaba unos jeans que marcaban sus gruesas piernas y su amplia cadera. Lamentablemente el bulto de Daniel no se notaba porque sus piernas eran tan fornidas que este quedaba escondido entre ellas. Pero la verdad es que eso no me importaba porque el porte de Daniel, un hombre de estructura grande, ya era bastante excitante para mi.
Daniel me miró en cierto momento y me dijo; “¿te das cuenta que ahora vamos a estar solitos?” su voz grave y armoniosa penetró mis oídos y mi garganta se resecó. Solo contesté con una sonrisita tonta de adolescente tímida. Bueno, la verdad es que Daniel me inhibía. Me dejaba sin palabras. Era todo lo opuesto a lo que yo era. Luego me dijo: “¿queres que aprovechemos la mudanza o lo dejamos para otro día?”. ¿otro día?, pensé yo. Ni loco que iba a jugar con el destino por otro día y le contesté: “y si podemos ahora, mejor”. Daniel me miró y sonrió complicemente.
Llegamos a la nueva casa y empezamos a bajar los bultos. Daniel tenía las llaves del lugar así que mientras él abría la puerta yo ya estaba descargando las cajas. Cuando terminé de meter el último cajón, salí a ver donde había quedado Daniel y me dí cuenta que ya la puerta de entrada estaba cerrada con llave. Fui a buscar a Daniel por las habitaciones y lo encontré poniendo unos cartones y frazadas en el piso ya que la casa no tenía ningún mueble. Cuando lo ví le pregunté estúpidamente, ante algo tan obvio, que hacía. Daniel me miró se acercó a mi y me apoyó contra la pared clavando su boca en mi cuello y comenzando a chuparlo. No pude decir nada ante tan impetuoso ataque y esa succión desemfrenada me dejó sin respiración. Solo pude soltar un suspiro de placer cuando movió su cabeza hacia e otro lado de mi cuello.
El tamaño de Daniel y su fuerza no me dejaban tomar ninguna reacción. Me tenía contra la pared chupando mi cuello y orejas salvajemente y mis gemidos parecían encenderlo más. Aflojó un poco la posición para tomar mi remera desde abajo y sacármela de un solo tirón dejo mi torzo al desnudo y hundió su cara emi pecho tomando mis tetillas con su boca y haciendome gemir ya en voz alta. Le pedía por favor que se detenga porque me hacía doler pero cuando se detenía lo tomaba de su cabeza y lo dirijía nuevamente a que siga succionando mis tetillas. El placer y el dolor se confundían y Daniel no se detenía. Luego se arrodilló frente de mi y comenzó a pasar su lengua por mi abdomen haciéndome retorcer de tantas sensaciones juntas que sentía. Pasaba su lengua con presión, me succionaba, me mordía y yo solo podía meter mis dedos entre sus cabellos y sostener su cabeza pegada a mi panza.
Daniel comenzó a desabrochar mis pantalones y los bajó sin demora. En ese momento, me tomó por mis cadera con sus gigantes manos y me hizo girar poniéndome de frente contra la pared. Bajó mis bóxers y empezó a chupar mis nalgas. Las succionaba, las estiraba con su boca y las soltaba haciendo ruido. Me pasaba la lengua de arriba abajo y luego envolviendo mis caderas con sus carnosas manos me despegó un poco de la pared dejando mi cola un tanto respingada y empezo a meter su lengua en mi raya. La hundía fuertemente de abajo hacia arriba como si fuese que estaba chupando un helado. Sentía que con cada lengüetazo, mi culito quedaba cada ve más mojado…y, yo, con mi cara y manos apoyadas contra la pared,empezé a sentir como la transpiración corría por mi frente de tal calentura que Daniel me estaba dando.
Daniel, aún de rodillas detrás mio, tomó mis pies y me sacó las zapatillas y luego mis pantalones dejándome totalmente desnudo. Me pidió que me acostase sobre la cama improvisada sobre el piso y recorrió con sus ojos toda la extensión de mi delgado cuerpo. Me sentí un poco incómodo en ese momento y solo atiné a estirar mis brazos pidiéndole que se acercase. Daniel comenzó a desvestirse rápidamente como inconsciente del cuerpo que tenía y de lo que estaba provocando en mí verlo desnudo por primera vez. Sacó su remera y lo que veía era monumental. Un hombre grande, de cuello y hombros anchos y marcados pero no al estilo de un físico culturista. Sacó luego sus zapatillas y bajó sus pantalones junto con sus bóxers dejando al descubierto un cuerpo monumental que él parecía no haberse dado cuenta que lo tenía
Se arrodillo entre mis piernas y se tiró encima mio haciendose dueño de mis orejas nuevamente. La locura volvió a mis sentidos y yo bajé mi mano deslizándola entre nuestros cuerpos para agarrar la polla de Daniel que ahora hervía de la calentura. Cuando ya la tenía entre mis manos la presioné haciendo que Daniel suspirase profundamente de placer. Era un pedazo de carne fantástico. Dura y gorda. Daniel levantó un poco su cuerpo para que yo pudiese masturbarlo un poco y en ese momento aproveché para deslizarme por debajo de él pasando mi lengua por su pecho, jugué con sus tetillas y me moví hasta quedar justo debajo de su pija. Levanté mi cabeza y me metí todo su pedazo en mi boca. Fue algo indescriptible. Chupaba frenéticamente la pija de Daniel y con mis manos recorría las caderas y fuertes muslos de este hombre. Daniel fue bajando lentamente su cadera hasta que yo apoyé mi cabeza en la cama nuevamente y él comenzó a coger mi boca. La imagen de tener semejante cuerpo encima de mí y ver su pija entrar y salir de mi boca era algo que me hubiese gustado filmar para verlo todos los días. Daniel gozaba de esa follada y yo no quería dejar ir a esa pija de mi boca.
Más tarde, Daniel me puso de costado y se acomodó detrás mio no sin antes recorrer mi cintura con su boca y hacerme retorcer con sus succiones y mordidas. Ya había apoyado su pene en mi agujero frotando su glande y humectándome. Luego, me puso boca abajo y mordió mis hombros como lo había hecho aquella vez en la tribuna. Yo ya no contenía mi placer y gemía descontroladamente. Quería que Daniel me penetrase de una vez pero él seguía jugando en mi espalda. Cuando llegó a mi culo lo empezó a chupar locamente y tenía toda su cara hundida allí mientras me inmobiizaba agarrando mis caderas. Me llenó la cola de saliva y me dijo que había logarado meter algo de ella en mi culo. Daniel se acomodo entre mis piernas separándolas con sus rodillas y se tumbó encima mio acomodando la cabeza de su pene en mi hoyo. Con el solo hecho de dejar reposar su pesado cuerpo contra el mío, su hermoso pene se deslizó sin barreras hasta llegar a lo más profundo de mi. Cuando Daniel sintió que no podía meterla más, se relajó sobre mi espalda y dio un suspiro de placer…se quedó callado y sus manos buscaron las mias y entrecruzó sus dedos con los mios. No voy a mentir pero en este momento en lo único que pensé fue en el “amor”. Sí, creí que Daniel estaba enamorado de mi y, yo, ya me había dispuesto a enamorarme de él.
Daniel levantó un poco sus caderas haciéndome sentir que su duro pene aún estaba dentro mio. Y sin decir nada, lentamente empezó a serrucharme. Cada empujón que me daba me hacía suspirar de placer y dolor. Daniel comenzó a moverse más rápidamente buscando eyacular dentro mio. Yo sentía que iba a morir de tanto placer y tanto dolor que ya lo confundía con otras sensaciones que se apoderaban de mi cuerpo pero solo quería darme y dejarme hacer la cola por Daniel.
Quería que sea sola de él y que él haga lo que quiera y la disfrute. Así Daniel continuó con su faena de cogerme alocadamente y en un momento que yo pensaba que iba a terminar, me sacó la pija de golpe y sin avisarme. Esto casi me mata. Pensé en que odría haberme lastimado pero sin mediar palabras, Daniel hizo girar mi cuerpo para quedar enfrentando al suyo y levanto mis piernas sobre sus fuertes hombros. Era tal su tamaño que cuando se tumbo encima mio dejando mis rodillas pegadas a mi pecho , no tenía chance de hacer nada para parar o sostener sus envestidas.
Apoyó su glande en mi culo nuevamente y se hundió con mucho más facilidad que antes. Ahora Daniel estaba como por hacer lagartijas arriba mio pero solo movía sus caderas violentamente. Su pedazo entraba y salía de mi culo y entre jadeos Daniel me pedía que ciñiese mi culo para darle más placer. Yo ya sentía que no manejaba mi esfínter y solo ponía mis manos a ambos costados de la cadera de Daniel con la intención de frenarlo un poco pero era imposible. De repente sentí como un gran ardor empezó a apoderarse de mi pene y con una suerte de mareo eyaculé fuertemente como nunca lo había hecho. Un minuto más tarde, Daniel, en un grito ahogado o mas bien un ruñido, descargo toda su leche en mi interior envistiéndome lenta pero profundamente. Sin sacar su pija de mi culo permitió que bajase mis piernas y lo aabrazase por la cintura con ellas. Él se acomodo encima mio y dejó que su pija saliese de mi cuando ella quisiese.
En esa posición, con la cabeza de Daniel apoyada en mi pecho, solamente comenzé a acariciar su cabello rascándole también la cabeza. Cuando su pija salió, Daniel se levantó y comenzó a vestirse y caminó hacia un baño cercano.
Yo, sinceramente, habría dado cualquier cosa para que Daniel me comiese la boca a besos pero, aparentemente, no es del tipo que besa a otro hombre… aún así, me gustó muchísimo estar a sola con semejante toro. Ahora desde el baño me gritaba que me apurase porque Pablo aún nos esperaba para terminar el trabajo.
Cuando volvimos a la casa donde estaba mi amigo Pablo, este salió a recibirnos diciéndonos: “che” ¿acaso se quedaron a coger en la otra casa? Ya pasó mas de una hora que se fueron…” Daniel se rió a las carcajadas y le dijo que tuvimos problemas para abrir la puerta de entrada y eso nos había demorado. Yo me quedé callado y comenzé a sacar nuevos paquetes de la mudanza…
Espero que Daniel qiera invitarme pronto a hacer algún laburito. Yo estaría completamente agradecido.
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