En los baños con un oso y un poco mas…
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Hamlet666Gray.
Principios de enero del año 2014.
Todo transcurría con normalidad, un día en una página de contactos gay vi un oso apetecible y que afirmaba tener gusto por los cazadores, como es mi caso.
Comenzamos a hablar y en seguida quería que nos conociéramos, no quedamos en nada ese día, pero al otro día al conectarme me propuso ir a unos famosos Baños en Ecatepec, México.
Me sorprendió ya que él vive en la Ciudad de México y que dijera sobre vernos cerca de donde vivo me pareció muy atractivo, tras acordar todo, quedamos de vernos a las tres en los dichosos baños, en la parte general.
Según su perfil y sus fotos se trataba de un oso en sus 40s, alto y robusto, con inicios de calvicie, piel blanca, cabello castaño.
Solo de imaginarlo, me prendía.
Por cierto, su nombre es Alejandro.
Me dirigí al lugar, con un poco de nervios, ansioso, pero a la vez sabiendo que la espera sería corta, a diferencia de otras veces y otros hombres, con lo cuales podía estar por días hablando y no se concretaba nada, con este en cambio rápido se daban las cosas.
También me causaba una cosquilla especial el estar en baños generales, puesto que, hasta ese punto nunca estado en estos, solo en privados varias ocasiones.
No sabía que podía desencadenar el ver tantos hombres desnudos, pero estaba dispuesto a averiguarlo.
Llegué a los baños, rozando la hora, pagué, me dirigí a desvestirme y dejar mis cosas, solo unas sandalias, una toalla y nada más.
Así entré, aun con nervios.
Busqué y no lo hallé, no había rastros de ningún oso, solo señores gordibuenos, pero casi la mayoría lampiños o con poco vello corporal, por lo menos para mi gusto.
Un señor muy velludo del pecho (combinación rica entre cana), de bigote, aunque delgado, me explicó toda la onda, de seguro se dio cuenta de mi inexperiencia.
Pero me confortó se portara buen plan conmigo, más tarde sabría era uno de los encargados.
Mi ansiedad crecía y Alejandro no llegaba, por lo que me fui a sentar a un lado de las regaderas mientras varios hombres se bañaban.
Entonces se me acercó un chico joven, moreno, regordete y de cara amistosa.
-Hola, ¿es tu primera vez? -dijo.
-Hola, sí.
-contesté tímidamente.
-¿Esperas a alguien o solo viniste a pasar un rato?
-Ah, sí espero a un amigo, pero no lo veo, creo aun llega -le conteste.
-Yo soy Alberto y vengo cada vez que puedo
-¡Oh, que bien! Yo soy Hamlet- correspondí.
Pasaba el tiempo y Alejandro no llegaba, empecé a preocuparme de que fuera a dejarme plantado, el tiempo transcurría y sin reloj ni la hora sabía.
En tanto, seguía hablando con Alberto, lo cual me hacía distraerme y no ahogarme en mis pensamientos, en algún punto sentí tenía otro tipo de interés en mí, más luego pensé que tal vez ni eral caso, que no todos los hombres que asisten a estos lugares, son necesariamente gais.
Me asomaba en la entrada, pero no lo veía llegar.
LO que no le dije a Alberto de mi “amigo”, es que no lo conocía.
-Deberías ir al vapor -me tentó Alberto.
– No lo sé, aunque ya se tardó.
Volví a asomarme y vi a un tipo grandote de playera roja y bermudas, muy alto, de cuerpo grueso, me dio la vibra de que ese era Alejandro.
Justo en el momento en que podía claudicar y seguir el consejo de Alberto.
Esperé un poco, y el tipo entró Era un poco impresionante, alguien que no pasa desapercibido.
Se fue directo a una regadera, me hizo señas con los ojos y supe si era él.
Me acerqué.
-Hola, ¿ya tenías rato aquí?
-Sí.
-¿Quién es el chico? -me preguntó en referencia a Alberto, porque lo vio junto a mí hablando
-Oh, lo acabo de conocer -dije.
En ese instante este se acercó.
-Pensamos ya no llegarías -dijo muy en confianza, Alberto.
Total, que nos dimos un baño en las regaderas y pude ver el osote que me comería, muy bien distribuido de carnes, peludo del pecho y otras partes, él visualizo lo mío y hasta lo de Alberto, que se nos había pegado, muy convenientemente.
Eso me puso nervioso, tal vez no podríamos hacer lo nuestro.
Nos fuimos al vapor del lado izquierdo, y nos sentamos un rato a disfrutar de la vaporización, yo en medio de los dos.
Alberto del lado izquierdo y Alejandro del derecho.
Hable un poco con Alejandro, luego puso su mano en mi pierna, y comenzó a crecer mi pito.
Además, sus ojos destilaban deseo.
Correspondí tocándole la pierna.
-Vamos a las regaderas -me dijo entonces.
Se refería a las regaderas del fondo de la zona de vapor, ahí solo estaban unos cuantos cuando entramos y nos fuimos a la regadera del fondo.
Alberto se había quedado, estábamos por darle rienda al placer.
Comenzamos a acariciarnos el uno al otro, él pese a ser de grades proporciones lo hacía con cierta delicadeza, tal vez por ser yo tan pequeño, dirigió su mano a mi verga y lo meneaba, masturbándome.
Lo imité y tome su verga gruesa con mi mano y se la meneaba también, después lleve mi boca a sus pezones, que era lo más que podían llegar debido a la diferencia de estaturas, y comencé a chupárselos suavemente.
Eran unos pezones bastantes grandes y rosados, supongo todo debe estar bien proporcionado, su pecho era voluminoso y culminaba en una rica panza prominente.
Sin embargo, sorpresivamente me pidió parar ya que aseguró se los estaba mamando fuerte, casi mordiendo, si bien apenas le succionaba suave.
Estuvimos n rato tocándonos y sintiéndonos, toqué un poco sus ricas nalgas y entonces Alejandro se agachó, llevándose a la boca mi verga, y empezó a mamármela de manera deliciosa, como un experto.
Me hizo suspirar con cada lengüetazo.
Yo solo disfrutaba el momento.
Así prosiguió un rato, cuando de pronto pude ver un maduro se acercó a donde estábamos, con cara de calentura y jalándose la verga.
Seguimos en lo nuestro, Alejandro agachado comiéndose mi miembro, el tipo mirándonos y eso me excitó, el saberme observado.
De repente, veo a Alberto muy cerca de nosotros y me sorprendí solo un poco.
Debí suponerlo, pero la cosa no acabaría ahí.
Se agachó también y se acercó a mi pito, por lo que comenzó a mamarlo, así se intercalaban los dos, el oso y el cachorro.
Por un momento creí estar imaginándolo, pero era real, tanto que escurría.
MI instinto no me había fallado, si quería Alberto algo.
Mientras el tipo maduro que se estaba masturbando se colocó atrás de Alberto y comenzó a tocarle el dedo, a meterle un dedo.
Era una escena digna de película porno, o al menos eso me pareció.
DE repente vi venir más tipos y sentí que eso culminaría en orgía.
Alejandro metía su lengua en mi boca, nos besábamos muy rico, de repente volvía a chupar su pezón, abajo Alberto me la seguía mamando delicioso.
La engullía completa.
Después me lamió los pezones y también probó mis labios, por su parte Alejandro me acariciaba, era una experiencia muy caliente lo que estaba viviendo.
Se nos unieron un maduro bigotón y otro más maduro, de cabello y barba blancos, a los cuales había visto alrededor mientras se desarrollaba la acción, de hecho, el bigotón se había cogido al más maduro, y recuerdo sus caras de placer al hacerlo.
Estos dos también tuvieron su turno de chupármela y era un vil éxtasis, yo solo se las toque a varios…
De pronto hasta vi a Alberto y Alejandro tocándose, tocándose la verga del otro.
El señor mas grande me la mamaba y de pronto se volteó, así como iba casi se ensarta mi pito.
Pero ellos impidieron lo cogiera sin condón, le sacaron mi pito y Alberto me lo colocó, mientras dedeaba el culo del maduro, incluso llegué a sentir semen en el interior.
Lo ensarté y le di unas cuantas estocadas nada más, el parecía muy excitado, pero a mí se me bajó un poco y se la saqué.
Alejandro y Alberto me hicieron señas de salirnos y los seguí.
Nos alojamos debajo de las regaderas para bajar la calentura.
Nos metimos a un jacuzzi donde había otros, pero aquí ya no hubo acción, solo aprecié algunos pitos y algunas nalgas.
Salimos y Alberto nos comunicó se retiraba, por lo que nos despedimos y nos quedamos solo Alejandro y yo.
Este me dijo que necesitaba un masaje y se lo dio nada menos que el señor que me indicó como era la onda al entrar, el madurito de cabello entre cano y pecho peludo.
Se me antojaba mucho verle el pito o las nalgas a este señor, pero no se dio, tenía muy bien sujeta su toalla a la cintura.
Vi cómo le realizaba el masaje por todo el cuerpo a Alejandro, mientras mi cabeza entretejía la fantasía de verlos hacer algo más, pero lástima que solo se quedó en eso.
Cuando quedó de espaldas, creí llegaría a hacerle otra cosa, pero apenas si tocó sus nalgas, más bien le dio unos golpecitos.
En algún punto, Alejandro me dijo fuera a explorar por ahí, debido al incipiente aburrimiento fui al vapor, allí no vi mucho, solo como en el suelo, se cogían a un tipo gordito y solo eso.
Regresé y ya había finalizado su prolongado masaje, Alberto me dijo que, si volvíamos, un poco renuente yo al principio, acabe aceptando.
Nos fuimos directo a las regaderas del vapor, nos pusimos a tocarnos las vergas, esta vez nos quedamos en la primera regadera.
Yo había empalmado apenas entrabamos, le volví a lamer sus pezones y mi mano buscó su culo, lo empecé a dedear un poco.
El por su parte me la volvió a mamar placenteramente.
-¿Nos venimos? -dijo de pronto.
-Claro.
Empezamos a masturbarnos entre los dos y se me ocurrió preguntarle que so no quería hiciéramos algo más que eso…
-No me gustan me vean otros cuando me la meten -señaló.
-OK.
Tras pensarlo un poco, le comuniqué que quería mamarle el culo, pues se me antojaba bastante hacerlo, ya que porta unas buenas nalgas.
-Te quiero chupar el culo.
-Claro, nene- contestó.
Me agaché y le abrí las dos suculentas nalgas, buscando su agujero, pero con la regadera abierta, el agua caía a mi cara, Alejandro le bajó a la presión y volví a abrirle las nalgas y se lo empecé a comer, sabía muy rico su culo, me excitó demasiado hacérselo y en si la escena debió serlo.
El mismo comenzó a abrirse las nalgas, facilitándome el camino a la lengua, la caída de agua me excitaba y lo comencé a dedear, entonces volvía a comérselo con devoción.
Mi verga se encontraba en punto de ebullición, sentía que estallaría en cualquier momento, así que tras darle unas chupadas más a su agujero sentí como se tensó mi pito y me vine muy delicioso.
Aunque sentí muy breve mi venida Él me pidió lo ayudara a venirse mientras se la jalaba, lamía sus pezones, tocaba su agujero y así, hasta que se terminó viniendo.
Nos limpiamos y salimos, comimos unas hamburguesas y platicamos un rato, me cayó aún mejor el hombre, dijo que, si regresábamos, pero vi la hora y decidí que mejor otra ocasión, él si volvería, por lo que me acompañó a mi privado, ahí nos despedimos.
Vi mi teléfono que tenía cuatro llamadas perdidas, todas de J, mi oso amante.
Me vestía cuando volvió a llamar y ya le conté lo acontecido.
Quedamos de vernos al otro día y coger.
Respecto a Alejandro, seguimos en contacto, un día me habló para ver si íbamos a los baños, pero no podía, luego ya no volví a saber de él y ni modo.
Hasta ahora no he vuelto a repetir una experiencia similar, aunque si me gustaría.
.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!