En los escombros… La circonita azul
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ElMarques.
Era el sol tan caliente, que al medio día no hay nadie en la calle. Cristian está sentado en la silla de mimbre, a la esquina escondida de la casa; en eso por ahí, pasa franquito entretenido con el pensamiento.
Cristian le ha llamado, el carajito va corriendo, y llega donde está sentado el muchacho. Preguntas vienen y van, franco decepcionado, creyendo que iba hacer un mandado a la bodega para ganarse una pieza de pan de leche; el joven de piel morena, le entretiene para no estar solo.
La voz le quiebra, y sus gesto afeminados son; Franquito sentado a la cera habla con Cristian y cuando se percata que el muchacho, ahí sentado en la silla, se está tocado la entrepierna, queda en silencio y ve con sus ojos achinados…
El grosor se marca en la tela, esta de lado, es gorda y late por encima, Cristian se está tocando y ve a franquito, como embobado se le queda viendo; le toma la mano –el chico no dice nada – y al ver cómo iba su mano a la entrepierna, trago grueso y sintió el bulto duro como piedra.
El joven sentado en la silla, mira alrededor para ver que nadie los ve, aunque está en una esquina donde dos casa se unen dejando un hueco, igual está en la calle, alguien puede ver la intención de ambos.
El manoseo es intenso, la toca por todo el contorno y franquito en ese momento, cree tener fiebre, porque está caliente y tiembla de nervios. Cristian esta igual, toda la mañana con una parazón de guebo, el joven le pica la verga, y desea acabar en la boca de alguien.
El cierre de la bermuda, baja rápidamente, el chico sin esperar a que le digan, ya ha metido la mano, el también ve a los lado y con la mano adentro, el interior le estorba y toca piel a piel, con el guebo erecto y los pelos gruesos. El muchacho sentado cree correrse con esos tocamientos, suspira, cierra los ojos y echa la cabeza hacia atrás para atrás, cuando ya siente su verga afuera y, en el glande, la lengua del chico, lame como paleta de helado en pleno verano.
No esperaba aquello, pero cuando fue a quitar a franquito, que chupa como un cabrito; al estar el chico engullido hasta al fondo de la garganta, Cristian en vez de quitarlo, lo que hizo presionar la cabeza y ahogarlo con su virilidad empalmada…
Es una lengua ávida, recorre la textura y recoge el sabor, con el olor quedado en sus labios, franquito mama el manjar de carne morena, y con rápida chupada y lengüetazos; en un santiamén, ya Cristian convulsiona en espasmo incontrolados, y se corre como nunca lo ha hecho; la garganta del chico se ahogó de semen espeso, inmediato lo trago y supo que todo ha terminado, chupando por último la cabecita del guebo, dejo seco al muchacho que con asombro en la silla quedaba, relajado y mirando a los lados…
II
Con un calor insoportable en el día, la tarde oscura y fresca, entraba la noche con una brisa fría. Franco ha estado en la casa; una humilde estructura de latas, en un barrio algo turbio y donde la madre del chico, por las noche le ha dejado solo con los conocidos que también habitan el rancho.
Es un jueves, y esa noche para Marta, la madre franquito, comienza a trabajar la plaza, juntos con otras mujeres, baja del cerro y se va a las calles y plazas de la ciudad.
Cuando le dejaban solo, el primo de Marta, estaba en el rancho; era Miguel, pero aparte de él, otros primos segundos de franquito, también en el rancho en su mayoría, se quedaban a dormir. Pero aquella noche, varios salieron de rumba, y esa noche franquito quedo a solas con miguel.
Un hombre de calle, visitando el retén desde temprana edad; Miguel es de piel trigueña y cabello largo castaño, en el día es amargado, pero cuando la droga y el alcohol se presenta en la noche, el cambio es rápido.
La circonita, le decía miguel a franquito; amanerado el chico, por ello era el apodo, miguel se lo había puesto, desde luego, cuando noto la aptitud del joven, pero solo lo llamaba así, cuando Marta no estaba presente. Miguel sentado en la sala, está bebiendo ron, directo de la botella; comienza a gritar: – ¡Circonita! ¡Circonita! –…
Ya el miembro grueso, está fuera del calzón, la bragueta abierta, y el pelero que cubre la ingle, fue lo primero que vio franquito al entrar a la sala.
Le sucede como la primera vez, es un temor que le hace saltar duro el corazón, pero la emoción se une a la excitación y aunque se siente mal después que termina de mamar, franquito le es imposible negarse a tragar un trozo de carne gruesa.
Llega al sofá donde Miguel está sentado, se queda viendo la verga dura y palpitando; humedece los labios y de una llega con la boca a la entrepierna. La lengua recorre el mástil, y el glande toca la campanilla en la garganta, los pelos de la ingle le sofoca la nariz, y con miguel presionando su cabeza, los ojos se torna aguados al chico. Da tiempo, y sale de su boca, el guebo largo y grueso, respira y le toma con una mano por el tronco; da una lamida como chupeta, y vuelve a tragarlo, pero solo hasta mitad de verga.
El hombre, se calienta la garganta con trago de ron, gime y le habla sucio al chico; – Shhh… como te gusta mamar, circonita* –. Le tomo todo el cabello al chico, miguel con sus manos gruesa, le toma también por la quijada, mueve la cadera y mete y saca frenético, su miembro en la boca de franquito… acabo y el chico, esa noche, semen ceno.
*travestido (en lenguaje popular)
III
Las calles en el día, buscaba franquito para tener que comer. El chico no es de un todo feliz, desea pronto terminar de crecer y e irse lejos y ser mujer. Por dentro, en sus profundos sentimientos; el chico, de verdad se siente una circonita, pero una circonita azul ¡triste y apagada!
Muy temprano, en la madrugada ha comenzado a trabajar, unos minutos antes ya ha llegado, borracha y drogada, Marta. Cuando aún el alba está asomando, baja al cerro y vende los periódico allá bajo en la ciudad, y de regreso, cuando el sol ya está caliente por la mañana; regresa franquito de haber relazado la primera labor del día.
Viene subiendo, cerro arriba, en el camino, hay una parte llena de escombros, casas de bloques que quedaron a medio derrumbar, por los deslaves en tiempos de lluvias. A lo lejos, hacia arriba en una esquina, ve a Cristian y cuando él está cerca, Cristian le ve el, pero se incomoda y junto con otro muchacho, se van por otra vereda, y otro joven que estaba también ahí en la misma esquina, se queda entado en el pavimento de concreto.
Es Manuel su nombre, pero le conocen más como Manuelito; un joven de piel amarrilla y ojos rallados, es unos tres años mayor que franquito…
Manuelito es igual de harapiento, no hace poco que ya dejo los juegos infantiles, para querer comportarse como un hombrecito malandro. Desde que tiene conocimiento franquito, llego a jugar con Manuelito, pero de vez en cuando le gritaba marica, y demás burlas hasta hacerlo llorar. Pero ya han crecido, y de igual modo, pero menos contantes, Manuelito le hace el desprecio.
Pero aquel mediodía, Manuelito al oír a Cristian hablar con el otro muchacho; le comentaba que una chica le había hecho una mamada rica. Manuelito oyendo eso, y ya con pelos en el guebo, los muchacho al marcharse cuando llego franquito, el joven quedo con una picazón de verga, y dura se le puso, al querer también experimentar, una mamada rica, como la que ha recibido Cristian.
Sentado, ocultaba la erección que trae, mira con sus ojos rayados, a franquito llegar, le ve con malestar, pero la calentura le gana, y al recordar que ha franquito, de carajitos le daba apoyaditas en el culo, imagino que ahora franquito la debe mamar.
Al levantarse, franquito noto la erección; el corazón le comenzó latir, y dentro de su short también iba a crecer su erección. Manuelito sin decir nada, da la espalda y se desvía por el camino, donde están las casas arruinadas. Con desespero, franquito le pregunta hacia dónde va, y Manuelito volteando, con la mirada seria, hace seña con la cabeza hacia donde se dirige…
El jean le queda ancho, la franela la lleva en el hombro, su espalda descubierta, se ha anchado y es dorada como los cabellos de su cabeza, así ve franquito a Manuelito irse por el montarral y entrar entre los escombros de las casas.
Se quedó ahí en el cruce de las veredas, franco no sabe qué hacer, pero piensa; ha notado que Manuel lleva una erección, y con la mirada que le ha visto, es que se va hacer una paja ahí en los escombros. << ¿Pero será que… se la deja mamar por mí? >>, Se pregunta el chico, aun incrédulo, con el deseo de los hombres…
Las piernas le flaquean, las veredas están solas, y ya está pensado mucho y no va aprovechar el momento y el tiempo. Franquito ha tomado la decisión, y sin dar vuelta atrás, ya está por entrar en el matorral…
Ha librado la erección, la verga cae pesada en el aire; gruesa, amarilla de piel, y con el glande rojo, el olor que emana de las bolas, lo siente Manuelito al descubrir su herramienta. Está esperando, se toca suave y se corre el prepucio para terminar de descubrir el glande prensado…
Se asoma, con miedo y con las mejillas rojas, franquito mira el trozo de carne de Manuelito, y como muchachito velando un dulce, queda mirando hasta ver a los ojos del joven.
La mirada ha hablado, las palabras sobraron, el movimiento de ojos, ha sido muy claro y apuntado al mástil parado; franquito con hambre se acerca y de rodilla en la tierra ha quedado. El olor de las bolas es tenue, un olor que se combina con la humedad del pis; exhala y se embriaga del aroma, la boca echa agua, abre y coge el glande, sin utilizar las manos, se traga hasta al fondo el machete del muchacho.
Manuelito ha brincado, el placer desconocido le ha hecho olvidar el entorno. Cierra los ojos y los abre de nuevo; queriendo no mirar tanto, pero las piernas le tiemblan cuando ve como franquito se traga todo el grosor de su verga.
Se ahoga, los ojos aguados, ya es un reflejo acostumbrado. El hambre que tiene franquito de verga, lo deja exhibido ante la mirada de Manuelito; el chico coge el guebo por el tronco, le pela aún más el prepucio, y chupa la cabeza roja y prensada, la puntica de la lengua la pasa por el frenillo y luego las bolas las mamas; Manuelito brinca y retiene la cabeza del chico, este de nuevo la traga y con la lengua recorre la textura, se atraganta y el olor del pubis, lo exhalas y se embriaga de nuevo.
Tocando con las manos, todo el torso de Manuelito, franquito mamaba y mamaba, hasta que el muchacho no pudo más… se corrió y chillo al hacerlo; los borbotones de leche, eran espeso, el olor de semen, se percibía en el aire y como cayendo en cuenta lo que había hecho, Manuelito al terminar de acabar en la boca de franquito, se subió el pantalón y rápido se fue del lugar, dejando al chico de rodilla, mientras se la corría el también.
VI
Ese domingo por la noche, miguel en la casa no estaba, ni los otros demás estaban. Pero temprano en la mañana ha llegado Marta, con un hombre, de actitud de macho, bigote grueso y largo y con muchos pelos ensortijado en el pecho, dejando que los botones desabrochados dejaran exhibirlos. Estaba igual de borracho o peor que marta. Franquito está acostumbrado, a que siempre llegue marta con diferentes hombres, cada fin de semana, pero ese domingo, cuando la noche llego el hombre aun dormía en su cama, sin ánimos de recobrar el sentido, el alcohol lo tenía completamente noqueado.
El maquillaje, oculta el demacrado rostro trasnochado de Marta, las amigas llegan y juntas, bajan a la ciudad, a terminar el oficio de trabajar la plaza, de este fin de semana. Antes de marcharse, le dio a franquito que pronto llegaría Miguel, aunque franquito sabía muy bien que no era así, –no era la primera vez –.
El rancho de latas, el único seguro para las puertas, son cadenas y candados, ya franquito lo ha hecho. La noche lo acompaña con sonidos de sapos y grillos, el frio acobija su alma azul, y si piel sensible le crispa de temor. Tal vez, ni el, ni Martha se han dado cuenta, que el hombre de esta mañana, aún sigue en la cama, en el cuarto de ella.
En aquellas noches solas, que a veces le han tocado vivir a franco, hacia los siguiente; esperaba en la sala, pero aquella noche, el sonido del ventilador encendido, le atrajo la atención, se levantó del sofá viejo, y camino a la cortina que tapa la puerta del cuarto de Marta; prendió la luz y la sorpresa fue grande…
De espalda, boca abajo, el cuerpo grande y grueso duerme. El olor de borracho, está atrapado en la habitación, y franquito viendo ahí, en la puerta, siente un descanso, pero al estar viendo al hombre dormir, la espalda ancha y el jean un poco suelto de la cintura, la erección creció en si interior.
Quedo a oscura, al apagar la luz, conociendo la habitación llego a la cama, aun lado se ha acostado y, el olor de borracho parece molestar a su olfato. Se queda quieto, y cuando cree seguro, pasa los dedos por la espalda.
El frio le cogió con nervios, tiembla y le parece difícil, poder controlar los nervios. Esta caliente, pero con dedos de los pies y manos totalmente helados, la emoción se le concentra en el estómago y los pensamiento maquinan, al ritmo que de su verga latiendo. Pasa de nuevo los dedos por la espalda, y luego con más osadía, toda su palma toca la piel del hombre.
Se ha concentrado, y puede controlar los nervios, ya en si ropa interior, la ha mojado de tanta excitación; franquito se ha casado de tocar la espalda, y piensa el modo de hacer voltear.
Cuando metía la mano por la cintura, el pantalón estaba flojo, con fuerza lograba entrar la mano y llega a rozar los pelos del pubis. Franquito en un momento de desespero, movió con rudeza el cuerpo, y a pesar del grandulón hombre, el cuerpo de manera pesada quedo boca arriba…
Lo creía imposible, se quedó quieto y con las manos en la boca, al no sentir que el hombre se movía, sonreía en la oscuridad de la habitación – ¡lo ha logrado! –.
La temperatura en su piel, era caliente hasta quemar, los nervios incontrolables de nuevo se apoderaron de él, y ya franquito creía, que terminaría acabando en su ropa interior.
La bragueta está abierta, solo y a medio cerrar esta el cinturón. Pero la abertura abierta, es suficiente, para meter los dedos por ahí; siente los pelos gruesos en la ñemas de los dedos, sigue tocando y poco a poco va reconociendo el terreno. Ha tocado, es el principio del tronco de la verga, esta flácida, pero el grosor aun le sorprende. Franquito al sentir la piel de la verga, quiere mucho más; y mete la mano y dentro del slip, llega hasta los huevos… todo es pelos, y grandes bolas, toca el miembro de nuevo, y saca la mano, se la lleva a la nariz, huele y le ha gustado.
Queda sentado en la cama, a la cintura del hombre sentado, con las manos temblorosas, desabre el cinturón, la hebilla suena, pero eso no importa, luego desbrocha aún más la bragueta, y del slip, ha sacado el morcillón aguado.
Comienza jugar, sin temor la pela del prepucio e intenta una paja, peri aun no crece. Franquito se acuesta de largo, las piernas le salen de la cama, y abriendo la boca, mama el trozo de carne aguada… le cabe toda, y la chupa hasta estirarla, su sabor es un tanto amarga, pero con los lengüetazos, franquito, casi que la deja limpia.
Sin esperar que sucediera, el miembro viril comienza a tomar fuerza y, franquito teniéndola dentro de la boca, la verga comienza levantarse, y por el cachete se le marca. Al darse cuenta franquito, la ha sacado de su boca, la toma con la mano y en ella, el mástil duro, venoso y cabezón, queda erguido y curveado hacia un lado.
En sus labios chupa el glande prensado, lo chupa y se atraganta solito, chupa los huevos y todo el guebo se lo pasa por la cara y el cuello. Franquito esta desinhibido, aprovechando que el hombre, esta ebrio y no responde sorprendido.
Tiene rato mamando el guebo del hombre, lo ha saboreado como él ha querido. Pero en ese momento, sin saber que hacer más, franquito piensa… nadie aun le ha metido el guebo por el culo. Solo miguel le ha dado unos brochazos, y metido algún dedo, pero jamás, nadie le ha cogido…
El short, el slip y la franela de franquito han quedado en el suelo. Quedo totalmente desnudo en la cama, se sintió mujer, al lado de un macho borracho pero con el guebo parado. Franquito paso de nuevo el miembro en su cara, se unto del olor viril de macho; y luego osado y sin miedo, se puso de pie, su verga dura hacia arriba, abrió la piernas y encima del hombre, se acostó; la verga dura del hombre quedo entre el medio de las nalgas, con la saliva de franquito, se acomodó en ellas y frenético franquito se movió hacia adelante y hacia atrás.
Tomo el tronco del miembro viril, duro en su mano lo cogió y la entrada del culo presiono. Le ha dolido, y se echó sobre el torso del hombre, los pelos del pecho acaricio su mejilla, y jadeando cansado quedo respirando al compás de la respiración del hombre.
Cuando quiso hacer de nuevo el intento, antes eso; ha mamado la verga de nuevo, se escupió la mano y liego se echó en el culo. Hizo presión y enterró la cabeza; el dolor llego como una puñalada interna y de nuevo se cayó sobre el torso del hombre… pero esta vez sentía que el respirar del hombre, era intenso y sofocado, el leve ronquido que emitía había cesado… y sucedió lo que no esperaba…
Le ha tomado por la cintura, y de una, cayo a la cama, boca arriba y pasmado del miedo. Con ambas manos el hombre le tomo por las piernas, y por debajo de las rodillas agarro, y le explayo las piernas. Franquito quedo totalmente abierto, con el culo expuesto, el hombre empino su erección; apunto la entrada y presiono fuerte, atravesó con desgarro y el peso del hombre apabullo el grito de dolor de franquito.
Las lágrimas le corrieron por las mejillas, el sabor de los pelos del pecho del hombre se mezclaron con lágrimas agrias.
Al sentir el enjambre de pelos, sobre sus nalgas, franquito supo que estuvo totalmente clavado; el guebo latía dentro de él, y la metida que le daba le sacaba un suspiro.
Sujeto el peso del hombre con sus manos, tomándolo por los brazos, los bigotes gruesos, sintió en su boca, el olor alcohol sintió y la lengua abrió paso entre sus labios; al principio asco le provoco, para luego darse cuenta franquito, que el primer beso de un hombre recibía. Franquito soporto, el beso del hombre le excito, y al sentir la embestida, cada fricción del miembro entrando en el culo, era un placer para él; el hombre gimiendo como romano, movió la cadera rápido y clavando por completo al culo del muchacho, dejo expulsar su néctar de macho… tres embestidas más y con gutural quejido termino de acabar.
El chico quedo, aun con las piernas abiertas y en el aire. El hombre de nuevo en la cama al lado del el, ha quedado dormido; franquito sentía el ardor en el culo, se llevó una mano, se tocó y sintió lo baboso que ha quedado. Introdujo un dedo, y sintió lo caliente que esta por dentro, pero aun con el guebo parado, franquito ahí en la cama, acostado con el hombre al lado, se hizo la paja y se corrió en la sabanas…
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