en los probadores de la tienda lo pasé genial
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por ignacioSHZ.
Me vio y pronto vino a saludarme.
Iba muy guapo, con una camiseta de tirantes y unos pantalones bastante parecidos a los míos.
Se le veían unos brazos bien marcados y en su bícep se le marcaba una vena muy sexy.
Me dijo que dónde iba y le dije que a comprar algo de ropa, como él.
Íbamos los dos sólos asi que se sentó a mi lado.
Fuimos todo el camino hablando sin parar.
Como habíamos hablado poco teníamos mucha conversación.
El tema principal era el gimnasio.
Yo le decía que estaba muy fuerte y hasta se llegó a subir la camiseta para enseñarme su cuerpo tras unos meses de gym.
Tenía unos buenos pectorales y un abdomen bien marcado.
Él no me paraba de decir que yo estaba últimamente estaba echando un cuerpo muy bueno y me tocó un par de veces los brazos.
Los tenía marcados pero, aunque yo era más alto, él estaba demasiado fuerte.
Al llegar al centro decidimos ir a comprar juntos para no ir solos.
Pasamos por un burguer y había un grupo de chicas.
Al pasar por su lado empezaron a silbarnos y a decirnos cosas.
Sólo nos reímos y pasamos de ellas.
Llegamos a una tienda.
Empezamos a ver ropa y a mi me gustaron unos vaqueros.
Me fui a los probadores mientras el se quedaba viendo más ropa.
Me quité el chándal y me vi en el espejo con la polla al aire.
Me quedé sorprendido.
No me acordaba para nada que iba sin ropa interior.
Me dio por reír y me probé los vaqueros.
Me estaban algo grandes y llamé a Miguel para que me trajera una talla más pequeña.
Vino a mi probador y abrí un poco la puerta.
Asomé la cabeza mientras apoyaba mi polla con la puerta y le di los pantalones pidiéndole la talla.
Cerré la puerta y me empecé a reír.
Ese momento me dio mucho morbo.
Lo esperé tranquilo mientras me miraba medio desnudo en el espejo.
De repente abrió sin avisar la puerta.
Rápidamente me tapé la polla con mi chándal y se quedó mirándome sorprendido.
Yo no sabía lo que decir y me dio los vaqueros riéndose y pidiéndome perdón.
Cerró la puerta y sólo pude reírme.
Salí del probador avergonzado y nos fuimos rápido de la tienda.
Íbamos callados y Miguel rompió el silencio.
-Lo siento tío, no sabía que estabas en pelotas.
-La culpa es mía, tendría que haber cerrado la puerta, me siento muy mal.
-No es para tanto, jaja.
Tampoco es la primera polla que veo eh.
Me quedé algo extraño pensando lo que me había dicho.
-Ah ¿pero es que me has visto la polla? Que vergüenza macho.
-Tío relájate.
No es para ponerse así.
Le hice caso y cambié de tema.
Seguimos paseando por el centro hablando de otros temas.
Me contó que hacía mucho tiempo que no estaba con nadie, que le empezaba a aburrir hablar con una chica.
Le dije que le entendía a la perfección y yo tampoco buscaba eso de estar hablando con una tía todos los días.
-Y entonces, ¿por qué estabas desnudo en el probador? ¿Te gusta eso o qué?-me dijo riéndose.
-No joder.
Es que si te lo cuento no lo vas a creer.
-Seguro que sí.
A ver, cuéntame.
-Pues.
que hoy no llevo ropa interior.
-¿¿Que qué?? Estás loco tío jajaja.
-No estoy loco.
No sé como ha pasado pero cuando he salido de mi casa me he dado cuenta.
Miguel simplemente me dijo que no me preocupara que no era el fin del mundo.
Me di cuenta de que llevaba razón pero estaba avergonzado porque él ya lo sabía y me había visto la polla antes.
Seguimos andando y entramos a una tienda.
Pasamos un rato paseando por la tienda viendo ropa.
El cogió algunas prendas y se las fue a probar.
Yo seguí mirando y cogí unos vaqueros que me gustaron y los cogí para probármelos ya que en la anterior tienda no me los compré.
Entré a los probadores y había mucha gente.
Estaban casi todos llenos y abrí uno.
Abrí la puerta y vi a una chica de unos 17 años.
Estaba vestida pero soltó un mini grito.
Nervioso le dije perdón y cerré la puerta corriendo.
Fijándome por debajo de las puertas veía siempre pies de gente.
Llegué a uno que me pareció vacío y abrí la puerta.
Cual fue mi sorpresa que allí estaba Miguel.
Estaba sin camiseta y me quedé unos segundos mirándole.
Luego lo miré a los ojos.
-Joder, están todos llenos.
-¿Y has entrado al mío por si me veías algo? Jajaja.
Anda entra a este.
-Que gilipollas eres-le dije riéndome.
Entré al probador y cerré la puerta.
Era pequeño pero había espacio de sobra para los dos.
Yo estaba tranquilo hasta que vi que me tenía que probar los vaqueros.
Los colgué en una percha y me quedé quieto mirando el móvil.
Miguel se estaba mirando al espejo probándose una camiseta de tirantes que le quedaba muy bien.
Yo me fijaba en sus hombros y de repente se empezó a bajar los pantalones.
Se quedó en unos bóxers rosas apretados y al tenerlo de espaldas, me quedé mirando su culito.
Al colgar sus pantalones en la percha, se quedó quieto delante mía y me vio mirando el móvil.
-¿Qué coño haces ahí parado?
-Pues tío, que me tengo que probar los vaqueros y no me apetece quedarme en bolas después de todo.
-Hostia qué putada tío jajaja.
Pues mira tengo una idea.
Se giró y se quitó los boxers dejando salir su culo apretado de ahí.
Se volvió a girar hacia a mi y me dijo:
-Toma, póntelos si te da tanta vergüenza.
-Estás loco tío.
Sin rechistar cogí sus calzoncillos bóxer.
Me quité mi chándal dejando mi polla al aire y rápido me puse su ropa interior mientras el no dejaba de mirarme.
-Que polla más bonita tienes guapo, jajaja- me dijo de broma.
-A que sí, me lo dicen mucho.
-Anda déjame tu chándal que voy a por una cosa.
Le di mi pantalón y se lo subió empujando su polla y dejándola hacia arriba, pero luego se la colocó para abajo con la mano.
Salió del probador y yo aproveché para probarme los vaqueros.
Al rato llegó con más ropa que hasta yo acabé probándome.
La mayoría eran camisetas y piezas de arriba.
-Oye pues es cómodo esto de ir con la polla suelta ¿eh?
-Pues sí, mucho jaja.
Probándonos esas camisetas yo estaba sin pantalones con su bóxer rosa.
Hubo un momento que recordó que tenía mi chándal y por no molestarme, me dijo que mejor se lo quitaría.
Con la broma, yo estaba con su ropa interior mirándolo disimuladamente mientras él desnudo se probaba más camisetas.
Se giró para coger otra prenda de la percha y sin querer me dio con su polla en mi paquete.
-Joder, perdón por el pollazo.
A veces no controlo.
Le dije que no pasaba nada y me puse algo nervioso porque me estaba empezando a poner cachondo con esa situación.
Creo que tenía una pequeña erección pero él no se dio cuenta.
Miguel se giró y se quedó un segundo delante mía.
Se quitó rápido y me echó a un lado para coger ropa que tenía detrás.
Lo tenía a mis espaldas y de repente noté como me toca el culo.
-Oye, pues tienes un buen culo eh, jaja- me dijo con la mano todavía en mi culo.
-Lo mismo te digo, que lo tienes mejor que alguna tía, le dije tocando y apretándole un cachete.
No me lo pensé mucho y me lancé a su boca.
Él me siguió con su lengua y nos besamos sin parar.
Mientras le quitaba la camiseta deprisa, que era la única ropa que tenía.
Le empecé a tocar los pectorales mientras seguíamos besándonos, pero de una forma muy masculina y apasionada.
Me introducía la lengua muy fuerte y rápido.
Me agarró el paquete con la mano y me apretó la polla.
Me empujó con la mano hacia la pared tan fuerte que casi tiramos el espejo.
Se puso de rodillas y me bajó el bóxer rápido, dejando saltar mi polla en su cara.
La cogió con la mano y se la metió con ganas en la boca.
Se la comía muy rápido y sin parar a respirar si quiera.
Se notaba que no era la primera polla que se comía.
Yo le agarraba del pelo y se lo tiraba a veces mientras gemía en voz baja.
Después de estar un buen rato comiéndomela con muchas ganas, subió a mi cara y, mientras seguía tocándomela con la mano, me empezó a besar de nuevo.
Me puso mucho notar el sabor de mi polla en su lengua.
Nos besábamos con muchas ganas, como si ese fuera nuestro último beso.
Era un beso con mucha lengua, sin parar y tocándonos las caras y el cuerpo.
Sacó su lengua, me lamió los labios y me dijo: Te toca ahora a ti guapo.
Le di un pequeño beso en la boca y bajé a por su polla.
La había visto durante mucho tiempo en el probador pero ahora estaba enorme.
Me la metí del tirón en la boca y se la comí con muchas ganas también.
Él me decía “sigue cabrón, como sabes lo que me gusta” entre gemidos.
Eso me ponía más y más, y aceleraba el ritmo.
Me encantaba sentir ese trozo de polla calentita en mi boca mientras subía la mirada y lo veía disfrutar tanto.
Él seguía gimiendo más y más y llegó un momento en el que casi gritaba.
Yo paraba de chupársela y le golpeaba en el muslo para avisarle y cuando bajaba la mirada, le pedía que bajase la voz, pero seguía comiéndole el rabo.
De repente golpearon la puerta del probador y del susto me levanté.
Me abracé a él cogiéndolo del cuello y de la pierna y, apoyado en su hombro, no podía parar de reír.
Él se reía casi a carcajadas y yo le tapaba la boca con mi mano.
Al ver que no paraba de reír, lo cogí de la cara y empecé a besarlo de nuevo.
Volvieron a tocar la puerta y sonó una chica pidiendo que saliéramos.
Nos vestimos rápidamente.
Le di sus bóxers, pero me dijo que me los quedara.
Eso me encantó.
Cogió mi chándal y se lo puso porque decía que quería ir con la polla suelta y con los suyos se le notaría más.
Yo cogí su pantalón y me lo puse.
Nos pusimos nuestras camisetas y salimos.
Miguel cogió un par de camisetas y yo los vaqueros pero dejamos el probador lleno de ropa tirada por todos lados.
En la puerta del probador no había nadie pero al salir de la zona de los probadores una dependienta nos miró con cara de que nos había pillado pero no nos dijo nada.
Pagué mis vaqueros y salí de la tienda porque me llamaron por teléfono dejando a Miguel en la caja.
Terminé de hablar y salió de la tienda riéndose.
Le pregunté qué pasaba pero se reía más.
Cogió la bolsa de su ropa y sacó un paquete de bóxers.
Un simple pack de tres bóxers pero que a nosotros nos hizo mucha gracia.
Empezamos a andar camino a coger el autobús de vuelta y hablando de la locura que habíamos hecho.
Nos subimos en el bus y nos sentamos en los últimos asientos.
Cogió de la bolsa el pack y sacó un bóxer.
Se bajó mi chándal en mitad del camino, se puso uno y se lo volvió a poner.
Aunque había gente cerca sentada nadie pudo verlo desnudo.
-¿No quieres el tuyo?- le dije, por si echaba de menos el que llevaba puesto yo.
-Quédatelo si quieres y toma otro por si se te olvida otro día ponértelo.
Cogió otro del pack y me lo metió en mi bolsa.
-Oye, ¿y por qué no acabamos lo que hemos hecho?- le pregunté tocándole suavemente la pierna hasta llegar a su paquete.
-¿Aquí tío? Te gusta el riesgo ¿eh? Mejor vamos a mi casa y lo hacemos bien.
Nos besamos casi todo el camino, escondiéndonos y mirando a veces si alguien nos veía.
Íbamos muy calientes y nos tocábamos el paquete el uno al otro aunque no hicimos nada en el autobús.
Nos bajamos y fuimos a su casa.
Al entrar nos encontramos a su hermano en el salón viendo la TV.
Nos sentamos en un sofá y empezamos a hablar esperando a que se fuera.
No le dimos mucha importancia a su hermano hasta que se dio cuenta de que yo llevaba sus pantalones y le tuvimos que dar una explicación.
Con su hermano en el salón, fuimos a su habitación y después de unas mamadas follamos.
Me dijo que no era la primera vez que lo hacía con un tío pero que siempre hizo de activo y quería probar cosas nuevas.
Yo casi siempre hacía de pasivo porque me gustaba más, pero esa noche cambié.
Fue todo muy rápido.
Yo estaba muy cachondo y él estaba muy bueno.
Se veía que tenía ganas de polla y pronto se bajó los pantalones y sacó el culo hacia fuera moviéndolo.
Tenía un culo perfecto, blanco, blandito y muy suave.
Aunque era su primera vez, aguantó mi polla muy bien y con muchas ganas.
Disfrutamos mucho aquella noche y acabé corriéndome con él a cuatro patas.
Después de ese gran día nos fuimos a dormir.
Él se quedó dormido pronto y lo entendí, ya que fue su primera noche probando una polla en su culo, estaba agotado.
Sin embargo yo no podía dormir.
Aunque ese día disfruté mucho, seguía con ganas de más.
Conocía bastante bien mi cuerpo y sabía que mi culo estaba pidiendo polla.
Esa noche pasaron muchas cosas que son difíciles de creer y puede que cuente en otro relato.
Hasta pronto, jeje.
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