EN MEDIO DEL MAR CON MI SUEGRO
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por Anonimo.
Al momento de escribir tengo 40 años, soy bisexual, casado. Vivo en un estado cerca de uno de los bellos litorales del Golfo de México. De complexión gruesa, con un poco de vello en algunas partes de cuerpo, en fin, un tipo de lo mas normal.
Esto que les relataré, sucedió hace aproximadamente 10 años, por aquel entonces mi suegro tendría unos 50 años, yo pisaba los 30 y preparábamos la llegada de mi único hijo. En su momento, este hecho me produjo algunos conflictos emocionales ya que, antes de esto, nunca había visto a mi suegro con otros ojos que no fueran los de la nueva familia que me acogió con cariño desde siempre.
Todo comenzó un caluroso sábado de verano, mis suegros habían alquilado una casa en la playa y en la que nos reunimos ese fin de semana, todos: El hermano de mi esposa y su familia, mis suegros, mi esposa y yo. Esa noche durante la cena habíamos acordado salir de pesca a la mañana siguiente en un pequeño bote que mi suegro había conseguido de un amigo. Después de la cena, salimos a la terraza a planear la salida; era una noche muy bella, con una fuerte brisa fresca que acompañaba al oleaje que teníamos a pocos metros. Los juegos de mesa y las cervezas no tardaron en ponernos mas alegres; de lo normal. Ya pasaban de las 11, los niños y las esposas ya estaban dormidas, cuando decidí entrar, mi suegro y su hijo se quedaron a seguir bebiendo y jugando al póker. El alcohol me había puesto muy cachondo, sobre todo por la abstinencia que me tenía el embarazo de mi esposa, así que con la verga parada y con mil fantasías en la mente, finalmente me dormí.
El despertador sonó puntual a las 5 de la mañana, apenas empezaba a clarear cuando salí a despertar a mi suegro quien ya preparaba todo; la novedad fue que a mi cuñado le había sentado mal las cervezas de la noche anterior y había preferido quedarse. Minutos después, partíamos mar adentro.
El agua estaba muy tranquila, sólo el ruido del motor acompañaba la suave y fresca brisa. Mi suegro llevaba un short amplio, que presumía unas gruesas y velludas piernas; sandalias y una playera sin mangas bajo el chaleco salvavidas, dejando entrever dos macizos brazos y un pecho poco peludo que empezaba a blanquear; por mi parte llevaba un bañador tipo bóxer ajustado, sandalias y el chaleco. Llevábamos más de media hora de viaje y charlábamos a cerca de la pesca mientras preparábamos los anzuelos, cuando comencé a tener una erección (muy común en mis mañanas), apenado traté de cubrirla pero en un momento mi suegro se dio cuenta.
-;Vaya que está dura la abstinencia.- rió, yo, avergonzado sonreí.
-;Hombre!… es lo más normal del mundo, eso quiere decir que aquello está en buenas condiciones, ja ja ja.- dijo bajando su mirada a mi bulto que se marcaba impresionante por lo ajustado del bañador.
Después de ese incidente seguimos con los anzuelos y la charla pero noté que a mi suegro se le escapada una que otra mirada a mi bulto; eso me incomodó un poco. Después de casi una hora de viaje y haber alcanzado tal vez unas 7 u 8 brazas, finalmente decidimos detener la nave y garetear, ya había amanecido completamente. A segundos de haber tirado mi anzuelo el primer pescado yacía en la cubeta, a partir de ese momento y de manera impresionante los peces fueron multiplicándose, al cabo de tres horas ya teníamos una gran cubeta repleta de meros y otras especies pequeñas.
-Creo hay comida para varios días.- comenté-.
Aún era temprano, así que decidimos anclar la lancha para desayunar y tomar el sol… y unas cervezas; era extraño pero ante el fuerte calor en verdad se antojaba la cerveza a esa hora. Ya más desinhibido me quité el chaleco y me lancé al agua, aclaraba la vista después del chapuzón, cuando vi a mi suegro lanzarse al agua completamente desnudo!, sorprendido ante esto hice algunas bromas espontáneas al respecto y reímos, un rato después decidí subir de nuevo, mi suegro lo hizo minutos más tarde mientras yo me untaba bloqueador; luego le lancé la crema a mi suegro para que hiciera lo mismo, quien, sentado en la popa y sin ningún pudor comenzó a untarse la crema por todo su desnudo cuerpo, no podía evitar quitarle la vista de encima: No era un hombre musculoso pero si macizo, más o menos de mi altura, 1.70 mts., de complexión gruesa con una pequeña panza cubierta de vello que armonizaba a la perfección con sus gruesas piernas y su espalda ancha, tal vez producto de su trabajo como mecánico industrial; de entre sus piernas colgaban dos enormes huevos y una modesta verga gruesa con el glande descubierto, rodeada de espeso vello. Una incipiente calvicie y un espeso bigote enmarcaban sus lentes oscuros, se veía sensacional el viejo!.
– Ponme crema en la espalda, por favor.-
fue como una bofetada que me sacó de mis pensamientos, nervioso y tambaleante por el vaivén me acerqué hacia él quien ya me daba la espalda. Nervioso comencé a ponerle la crema, me sentía extraño tocando su piel y sentir lo firme de sus músculos, también en la espalda tenía algo de vello, lentamente bajé hasta casi tocar sus nalgas, pero no me atreví a más, los nervios y la excitación me estaban ganando, así que tapando el tubo de crema regresé hasta mi asiento a proa. Sin embargo mi suegro, tomando de nuevo la crema se acercó hacia mi.
-Vírate, que te voy a poner crema en la espalda.- sonó casi a una orden.
Nervioso todavía, me volteé con la espalda erguida, sus grandes y toscas manos comenzaron a recorrerme, bajaban hasta casi tocar mis nalgas y subían de manera suave, dando un leve masaje, tocaba mi cuello y masajeaba mis hombros, nadie hablaba, el ambiente se tornó extraño, tenso, de los nervios pasé a la excitación; de pronto su mano se detuvo entre mis nalgas e instintivamente levanté levemente el trasero, pero mi suegro no quitó su mano de ahí e intentó meterse aún más. Aquello era demasiado obvio, el padre de mi esposa me estaba cachondeando!!… aquello era de infarto, las emociones y la excitación se venían a golpes en las sienes y mi corazón a punto de salirse.
De pronto, la dureza de su erección comenzó a rozarme la espalda e hizo que me estremeciera, sus manos comenzaron a tocarme el pecho y las tetillas y a bajar por mi estómago hasta meterse entre mi bañador y agarrar mi verga que luchaba por salir; ya no importaba nada, solo quería dejarme llevar por ese remolino de emociones y deseos acumulados; comencé a acariciarle los brazos y las piernas, luego me incorporé e inmediatamente mi suegro me bajó el bañador para acariciar mis nalgas, las apretaba, las separaba y rozaba su verga entre ellas, luego, casi con desesperación hizo a un lado las cubetas y se sentó sobre la gran nevera que estaba en medio del bote, la vista no pudo haber sido mejor: dos gruesas piernas peludas flanqueando una hermosa verga de unos 17 o 18 cms., gruesa y perfectamente recta, por arriba, su pequeña panza llena de pelos le daba un toque armonioso a su postura. De inmediato me agaché y comencé a tragar aquel mástil, lo acariciaba y lo restregaba entre mi barba de 2 días, casi con ansiedad, mientras que el viejo, respiraba como un toro, pero sin decir palabra. Tomaba sus huevos y los apretaba al mismo tiempo que lo hacía con una de sus tetillas, él me empujaba la cabeza con las manos para hacerme tragar todo aquel fierro hasta casi el ahogo. Después de un rato y sin pensar en su reacción, me incorporé hasta quedar mi verga apuntándole a la boca, tomé su cabeza y la atraje hacia mi, por un momento evitó el movimiento, pero insistí; ya resignado me miró a la cara, abrió la boca e hizo desaparecer mis 19 cms de carne, eso fue fabuloso!, ver como salía mi verga de entre ese espeso bigote entrecano y verla desaparecer de nuevo; sus manos me apretaban las nalgas y las separaban buscando mi agujero.
El oleaje era leve pero el sol era fuerte, miré a mi alrededor y solo agua se veía por cualquier lado y en medio del mar mi suegro me estaba mamando la verga!… qué escena!.. aquello era demasiado, no tardaría en venirme; de pronto, mi suegro se incorporó, puso una lona sobre la nevera y me hizo sentarme en ella, me tomó las piernas y las acomodó en sus hombros mientras lubricaba su verga y mi agujero, me tomó de los tobillos y me separó las piernas mientras se acomodaba para ensartarme sus carnes de un solo golpe, un dolor intenso me hizo soltar un fuerte quejido, pero la excitación era mayor así que no tardé en empezar a gozar, a pesar de lo incómoda de mi posición. Minutos después, el viejo también se había cansado, mi verga estaba a punto de explosión, así que no dudé en tomar a mi suegro de la cintura e inclinarlo con las manos apoyadas en la nevera, dándome la espalda, no había reparado en sus nalgas, desde ese ángulo se veían mas grandes y redondas, cubiertas levemente de suave vello negro.
El viejo quiso con su mano evitar la embestida, pero yo estaba demasiado excitado para sus remilgos así que separando sus nalgas y con un poco de saliva, intenté clavarle mi daga, un fuerte quejido me hizo retroceder y cambiar de estrategia, así que abriéndole las nalgas de nuevo comencé a comerme aquel agujero, jugaba con sus pelines y metía mi lengua soltando mucha saliva, el viejo se arqueaba de excitación, luego apuntando mi verga hacia aquel agujero fue despareciendo milímetro a milímetro mis carnes, sentía su apretado esfínter ceder ante mi tronco y hundirme más, hasta que no quedó mas que mi vellos rozando sus nalgas; ya con el agujero dilatado comencé con el mete y saca mientras le acariciaba la espalda y le tomaba de los hombros para ensartarlo más a fondo, mi suegro se masturbaba, sus quejidos se convirtieron en gemidos y después de unos minutos, justo antes del primer chorro de semen me salí de su agujero para bañarle la espalda de mi blancuzco líquido, uno tras otro los chorros de semen acumulados por tanto tiempo salían hasta casi dolerme la próstata.
Exhausto me dejé caer en su espalda manchando de semen mi pecho, nos quedamos así por unos segundos, de pronto mi suegro me tomó del brazo.
-Pero yo no he terminado cabroncito.-
Fue la única frase que escuché desde que empezamos todo, no hubo palabras, no hubo besos… Me llevó a la popa del bote y me apoye de manos en ella, el viejo se colocó a mis espaldas y de nuevo me penetró de un solo golpe. El dolor intenso de nuevo, en cada embestida sentía partirme en dos, sorprendido de mi mismo, comencé a tener otra erección y a gozar de aquel toro; aquello parecía no terminar, en cada arremetida mi verga parecía crecer más, hasta que sin poder evitarlo y ante mi asombro comencé a expulsar mas leche sin haberme tocado la verga, al hacerlo contraje el trasero e hizo que mi suegro se saliera de mi agujero entre fuertes gemidos, fue cuando sentí sus manos en mis caderas y su líquido caliente en toda mi espalda.
Yo quedé en mi posición por un rato, estaba exhausto; cuando me repuse de aquella batalla, miré al viejo, estaba sentado en la nevera del bote, con las manos apoyadas a sus costados, las piernas abiertas y con la mirada en el piso, tratando de recobrar el aliento. Su verga colgaba aún semierecta. No supe qué decir, estaba confundido, adolorido, así que me lancé al agua de nuevo, un rato después escuché al viejo lanzarse al agua del otro lado del bote.
Después de subir al bote y vestirnos, decidimos regresar, mi suegro lentamente arrió el ancla y acomodamos todas las cosas, todo en medio de un incómodo silencio, al pasar junto a mí, el viejo me tomó del hombro con una de sus manos y luego me dio un par de palmadas. No hablamos de lo sucedido, todo era silencio entre nosotros, destapé una cerveza y se la ofrecí, el ambiente se relajó un poco rumbo a tierra. Al llegar nos incorporamos a la familia como si nada hubiera pasado. No hablamos nunca del tema.
Esto se ha repetido un par de veces más, en otras circunstancias y de manera imprevista. Pero eso será otra historia.
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