Encuentro pasional en Córdoba
Relato publicado originalmente en SexoSinTabues.com por bagoasboy.
Esto pasó hace muchos años, cuando yo vivía en la ciudad de Córdoba, Argentina.
Hoy tengo 55 y vivo en Buenos Aires, pero recuerdo siempre el día en que nos habíamos juntado con dos amigos más, Juan Carlos, dos años mayor que yo, y Guillermo, algunos años menor. Estábamos paseando cerca del centro de la ciudad, hablando de bueyes perdidos, pensando que pasaríamos totalmente desapercibidos, cuando pasó un automóvil muy cerca e hizo algún comentario “obsceno”.
Rápidamente, Juan Carlos se dio vuelta y les respondió, se acercó al coche, donde había 3 muchachos y regresó con la novedad de que querían hacer fiesta, pero para el fin de semana siguiente. Estuvimos todos de acuerdo y los invitamos a cenar para el domingo.
Cada uno se hizo cargo de alguna tarea, yo de comprar la carne para el asado. Llegó el domingo y, por suerte, aparecieron puntualmente por el departamento. La idea era irnos de mi departamento en el centro a casa de Juan Carlos, que estaba un poco lejos, pero que tenía la privacidad y la comodidad que requería la situación.
Al automóvil lo manejaba Marcelo, un gringo hermoso, sexy, muy varonil, pero yo quedé encantado con otro de los chicos, Pablo, jovencito, de cabellos rizados que enmarcaban un rostro angelical, aunque un tanto andrógino. El tercero, Aarón, era más bien morocho y delgado, se veía también muy masculino.
La cena transcurrió entre bromas y risas, pero todos estábamos esperando lo que pasaría después.
Poco después de cenar, cada uno eligió uno de los chicos y nos fuimos a una habitación.
La casa en la que vivía Juan Carlos estaba construida al estilo mediterráneo, toda pintada de blanco, sin puertas, sólo arcadas, por lo que uno podía pasar a la habitación del otro sin dificultad. Los pisos estaban alfombrados y los colchones sobre la alfombra.
Por supuesto, yo me quedé con Pablo y lo llevé a “nuestra” habitación. Nos desvestimos y comencé a chuparle el pene, normal con tendencia a pequeño. Yo sentía que era como estar con una estatua griega, muy bonita pero incapaz de satisfacer el apetito sexual.
Salí de la habitación para “dar una vuelta” y ver cómo les iba a los demás. Aarón ya había acabado una vez con Guillermo y había salido desnudo, con la verga parada, a buscar otro hoyo donde enterrarla.
Entonces escuché un grito ronco y profundo, era Marcelo que estaba acabando su cogida a Juan Carlos. Nunca en mi vida he escuchado a alguien emitir un grito ni siquiera remotamente similar.
Me acerqué a su habitación y pude ver el gringo en todo su esplendor, una verga que calculo que tenía 19×5 por lo menos, bien derechita y apetecible. Imagino que quedé fascinado y que era evidente porque Juan Carlos, en su infinita generosidad, se acercó y me dijo “te lo dejo, Negri, no me molesta ir con otro” y salió del cuarto.
Yo me acosté a su lado y comencé a chupar esa verga con todas las ganas del mundo, en un minuto ya estaba lista nuevamente. Como ya venía lubricado de mi relación con Pablo, no dudé en ponerme en 4 y Marcelo rápidamente me mandó toda de una. Ahhhh, eso sí que era una verga en serio, me sentía completo, satisfecho, parecía que todo el culo estaba lleno de verga, era imposible pensar que allí podría ingresar algo más, ni siquiera un hilo de coser. Adentro mío estaba lleno de la mejor carne argentina.
Marcelo hizo gala de su vitalidad y me cogió con fuerza. Aunque de carácter bondadoso, no era cariñoso sino más bien fuertemente pasional (escorpiano, claro) hasta que empezó a aumentar el ritmo y escuché su grito en señal de que estaba acabando mientras sentía que su semen inundaba mis entrañas por primera vez.
Descansamos unos minutos para reponermos, mientras veíamos que Aarón seguía paseando desnudo por las habitaciones, con su verga bien parada y dispuesto a enterrarla en el primer culo descuidado que encontrase.
No le dí mucho tiempo para el descanso, a los pocos minutos, comenzamos el juego nuevamente con Marcelo y se la mamé con ganas, muchas ganas, feliz de tener esa verga en mi boca y con deseos de que estuviera siempre así. Una vez más, su espléndido instrumento respondió rápidamente. Qué increíble vitalidad que tenía este pendejo! Como era su tercer sesión de sexo, duró un poco más que las anteriores , yo me puse boca abajo y pude disfrutar el mete y saca frenético, esa sensación maravillosa de que quien te posee es un macho de verdad.
Su segunda acabada conmigo fue igualmente intensa a las anteriores, pero después lo dejé descansar un poco más. Aarón ya había acabado 5 veces (por lo que conté) con Juan Carlos y Guillermo y Pablo creo que 3.
Para el último acto, nos fuimos con Marcelo a la que era originariamente mi habitación, los demás se quedaron tomando algo en el comedor. Era evidente que le gustaban los cambios, esta vez se puso él boca arriba y yo comencé a “cabalgar” con su hermosa estaca clavada en mis profundidades. Cuando noté que su respiración se hacía más rápida, también yo aceleré mi sube-y-baja. De repente, mientras él acababa, pude mirar a mi izquierda la sombra de Marcelo acostado (la luz venía del comedor ya que no había puertas) y mi propia sombra cabalgándolo. A mi derecha pude ver a los otros 4, acostados en la alfombra, todos cual audiencia, con los codos apoyados en el piso y la cabeza en sus manos, mirando (o admirando) el espectáculo que era gringo gritando de placer mientras me llenaba el culo de leche por tercera vez en la noche.
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